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2° Cuat. de 2014  |  Resumen de Goffman y la vida cotidiana   |  Cátedra: Cristina de los Reyes

Presentación de la persona en la vida cotidiana – Introducción y Cap I GOFFMAN

INTRODUCCIÓN

Cuando un individuo llega a presencia de otro, estos tratan por lo común de adquirir información acerca de él o de poner en juego la que ya poseen. Pero si no están familiarizados con el individuo, los observadores pueden recoger indicios de su conducta y aspecto que les permitan aplicar su experiencia previa con individuos aproximadamente similares al que tienen delante o, lo que es más importante, aplicarle estereotipos que aún no han sido probados. También pueden dar por sentado, según sus experiencias anteriores, que es probable encontrar sólo individuos de una clase determinada en un marco social dado. Si conocen al individuo o saben de él en virtud de experiencias previas a la interacción, pueden confiar en suposiciones sobre la presencia y generalidad de rasgos psicológicos como un medio para predecir su conducta presenta y futura.

De esta forma el individuo tendrá que actuar de manera de expresarse intencionada o involuntariamente y los otros a su vez tendrán que ser impresionados de algún modo por él.

La expresividad del individuo (producir impresiones) parece involucrar dos tipos radicalmente distintos de actividad significante: la expresión que da y la expresión que emana. El primero incluye los símbolos verbales que confiesa usar y usa con el único propósito de transmitir información. El segundo comprende un amplio rango de acciones que los otros pueden tratar como sintomáticas del actor, considerando probable que hayan sido realizadas por razones ajenas a la información transmitida en esa forma. El individuo transmite intencionalmente información errónea por medio de ambos tipos de comunicación; el primero involucra engaño y el segundo fingimiento.

Ahora centrándonos en el individuo, este puede desear que los otros tengan un alto concepto de él, o que piensen que él tiene un alto concepto de ellos. Independientemente del objetivo particular que persigue el individuo y del motivo que le dicta este objetivo, será parte de sus intereses controlar la conducta de los otros, en especial el trato con que le corresponden. Este control se logra en gran parte influyendo en la definición de la situación que los otros vienen a formular, y él puede influir en esta definición expresándose de modo de darles clase de impresión que habrá de llevarlos a actuar voluntariamente de acuerdo con su propio plan.

A veces el individuo actuará con un criterio totalmente calculador, expresándose de determinada manera con el único fin de dar a los otros la clase de impresión que evocará en ellos la respuesta específica que a él le interesa obtener. A veces el individuo será calculador en su actividad pero relativamente ignorante de ello. A veces se expresará intencional y consciente de un modo particular, pero sobre todo porque la tradición de su grupo o estatus social requiere este tipo de expresión. A veces las tradiciones propias del rol de un individuo lo llevarán a dar una determinada impresión bien calculada, que quizás no esté ni consciente ni inconscientemente dispuesto a crear dicha impresión. Los otros a su vez, pueden resultar impresionados de manera adecuada por los esfuerzos del individuo o por el contrario, pueden interpretar erróneamente la situación y llegar a conclusiones que no están avaladas ni por la intención del individuo ni por los hechos. De todos modos en la medida en que otros actúan como si el individuo hubiese transmitido una impresión determinada, podemos adoptar una actitud funcional o pragmática y decir que éste ha proyectado eficazmente una determinada definición de la situación y promoviendo la compresión de que prevalece determinado estado de cosas.

Este tipo de control sobre las concepciones de los individuos establece una dinámica donde varía la simetría del proceso de comunicación y prepara la escena para una especie de juego de la información. Independientemente del número de pasos existentes en el juego de la información, es probable que el testigo tenga ventaja sobre el actor, y que se conserve así la simetría inicial del proceso de la comunicación.

Cuando permitimos que el individuo proyecte una definición de la situación al presentarse ante los otros, por muy pasivos que sus roles puedan parecer, proyectarán a su vez eficazmente una definición de la situación en virtud de su respuestas al individuo y de cualquier línea de acción que inciden hacia él. Tendríamos entonces una especie de modus vivendi interaccional. En conjunto, los participantes contribuyen a una sola definición total de la situación, que implica no tanto un acuerdo real respecto de lo que existe sino más bien un acuerdo real sobre cuales serán las demandas temporariamente aceptadas. También existirá un verdadero acuerdo en lo referente a la conveniencia de evitar un conflicto manifiesto de las definiciones de la situación.

Al notar la tendencia de un participante a aceptar las exigencias de definición hechas por los otros presentes podemos apreciar la importancia decisiva de la información que el individuo posee inicialmente o adquiere sobre sus coparticipantes, porque sobre la base de esta información inicial el individuo comienza a definir la situación e inicia líneas correspondientes de acción.

Dado el hecho de que el individuo proyecta eficazmente una definición de la situación cuando llega la presencia de otro, cabe suponer que dentro de la interacción quizá tengan lugar hechos que contradigan, desacrediten o arrojen dudas sobre esa proyección. Otro aspecto esencial que no debemos dejar de perder de vista es que cualquier definición de la situación tiene también un carácter moral particular. La sociedad está organizada sobre el principio de que todo individuo que posee ciertas características sociales tiene un derecho moral a esperar que otros lo valoren y lo traten de un modo apropiada. En conexión con este principio hay un segundo a saber: que un individuo que pretende tener ciertas características socialesdeberá ser en la realidad lo que alega ser. En consecuencia cuando un individuo proyecta una definición de la situación y con ello hace una demanda implícita de ser una persona de determinado tipo, automáticamente presenta una exigencia moral a los otros obligándolos a valorarlo y tratarlo de la manera que tienen derecho a esperar de las personas de su tipo. También implícitamente renuncia a toda demanda a ser lo que él no parece ser y en consecuencia renuncia al tratamiento que sería apropiada para dichos individuos.

Constantemente podemos notar que aparecen elementos que generan disrupciones que causan problemas de definición. También nos encontramos que se emplean prácticas preventivas para evitar estas perturbaciones, y también prácticas correctivas para compensar el caos de descrédito que no se han podido evitar con éxito. Cuando el sujeto emplea estas estrategias y tácticas para proteger sus propias proyecciones podemos referirnos a ellas comoprácticas defensivas; cuando un participante las emplea para salvar la definición de la situación proyectada por otro hablamos de prácticas protectivas.

1. ACTUACIONES

Confianza en el papel que desempeña el individuo

En un extremo se descubre que el actuante puede creer por completo en sus propios actos, puede estar sinceramente convencido de que la impresión de realidad que pone en escena es la verdadera realidad. En el otro extremo descubrimos que el actuante puede no engañarse con su propia rutina. Al mismo tiempo, este actuante puede querer guiar la convicción de su público sólo como un medio para otros fines sin un interés fundamental en la concepción que de él o de la situación tiene éste. Cuando el individuo no deposita confianza en sus actos ni le interesan mayoritariamente las creencias de su público, lo podemos llamar cínico, reservando el término sincero para individuos que creen en la impresión que fomenta su actuación .

Fachada

Conocemos con el nombre fachada la parte de la actuación del individuo que funciona regularmente de un modo general y prefijado. A fin de definir la situación con respecto a aquellos que observan dicha acción.

Partes de la fachada:

A fin de explorar en forma más profunda las relaciones de las diferentes partes de la fachada social, se debe considerar un rasgo significativo de la información transmitida por la misma: su carácter abstracto y general. Una fachada social tiende a institucionalizarse en función de las expectativas estereotipadas abstractas a las cuales da origen, y tiende a adoptar una significación y estabilidad al margen de las tareas específicas que en ese momento resultan ser realizadas en su nombre. La fachada se convierte en una representación colectiva y en una realidad empírica por derecho propio.

Realización dramática:

Si la actividad del individuo ha de llegar a ser significante para nosotros, debe movilizarla de manera que exprese “durante la interacción” lo que el desea transmitir. Para dar una charla que parezca genuinamente informal, espontánea y descansada, el locutor quizás tenga que plantear su guión con afanoso cuidado, probando una fase tras otra. “ el alumno atento que desea estar atento, con sus ojos clavados en la maestra y sus oídos bien abiertos, se agota de tal modo representando el papel de atento que termina por no escuchar nada” Así los individuos se enfrentan a menudo con el dilema de expresión vs acción. Tiene que ver con demostrar lo que uno quiere. Armar la situación, a veces se prepara tanto la realización que se hace dificultoso actuar.

Idealización:

Tendencia de los actuantes a ofrecer a sus observadores una impresión que es idealizada de diversas maneras. El concepto de que una actuación presenta un enfoque idealizado de la situación es, por supuesto, bastante común.

Así, cuando el individuo se presenta ante otros, su actuación tenderá a incorporar y ejemplificar los valores oficialmente acreditados de la sociedad , tanto mas, en realidad, de lo que lo hace su conducta general.

Si el actuante ha de tener éxito debe ofrecer el tipo de escenario que materialice los estereotipos extremos de desastrada pobreza del observador.

El que actúa produce a menudo en los miembros de su auditorio la creencia de que esta relacionado con ellos de un modo mas ideal de lo que en realidad lo esta. Hay varios ejemplos de eso: los individuos fomentan la impresión de que la rutina que realizan en el momento es su única rutina, o al menos la mas importante, el auditorio a su vez da por sentado q el carácter proyectado ante ellos es todo lo que hay detrás del individuo que actúa para ellos. No actuamos de la misma manera en diferentes sectores sociales a los que concurrimos frecuentemente.

La idealización es lo que esta socialmente pautado, es lo que debe ser. Ej de las universitarias inglesas.

Mantenimiento del control expresivo:

En nuestra sociedad, algunos gestos impensados se producen en una variedad tan grande de actuaciones, y trasmiten impresiones que son por lo general tan incompatibles con las que se fomentan, que estos hechos inoportunos han adquirido un status simbólico. Un actuante puede resbalar, tropezar, caerse, puede tartamudear, olvidar su parte, aparecer nervioso. O el medio puede no estar en orden, o haber sido preparado para otra actuación. Contingencias inesperadas pueden causar una regulación incorrecta del tiempo de llegada o partida del actuante o provocar silencios embarazosos durante la interacción.

Las actuaciones difieren, como es natural, en el grado de cuidado expresivo que se requiere que apliquen a cada elemento. Como seres humanos somos criaturas de impulsos variables, con humores y energías que cambian de un momento a otro. Contamos con cierta burocratización del espíritu que infunda la confianza de q ofrecemos una actuación perfectamente homogénea en cada momento señalado. Por debajo de nuestra palabra empeñada debemos esconder todas las desigualdades de nuestro humor y nuestra conducta. Mediante la disciplina social se puede mantener con firmeza la mascara de modales.

Debemos mostrar esos signos menores que refuerzan el mantenimiento de la actuación.

Tergiversación:

Cuando pensamos en aquellos que presentan una falsa fachada o “solo” una fachada, en aquellos que fingen, engañan y defraudan, pensamos en una discrepancia entre las apariencias fomentadas y la realidad. Definamos de otro modo Tergiversación. Se puede definir como mentira manifiesta, categórica o descarada aquella en la que puede haber pruebas irrefutables de que el actor sabía que mentiría y que así lo hizo premeditadamente.

Aquellos que son sorprendidos en el acto de mentir descaradamente no solo se desprestigian durante la interacción sino que pueden perder para siempre su prestigio, porque muchos auditorios sienten que, si un individuo es capaz de decir tal mentira, nunca mas se deberá confiar totalmente en el. Si bien la actuación ofrecida por impostores y mentirosos es falsa y difiere de las actuaciones ordinarias, ambas son similares en el cuidado que deben ejercer los actuantes a fin de mantener la impresión que se fomenta.

Es la diferencia entre la fachada argumentada y la realidad.

Mistificación:

La autoridad, tiende siempre a rodearse de formalidades y misterio artificial cuyo objeto es impedir el contacto familiar y dar así a la imaginación una oportunidad para idealizar (…). Los modales, son muy utilizados por los hombres como medio de auto encubrimiento, que sirve, entre otros muchos fines, para mantener una suerte de ascendencia sobre los hombres sencillos.

(…)el pueblo no quería un rey con el cual intimar, sino algo nebuloso como el oráculo de Delfos. La monarquía era realmente la creación del cerebro de cada individuo. El pueblo investía al monarca con todas sus virtudes y talento concebibles. Por lo tanto, se decepcionaría si lo viera circular por la calle como cualquier hombre común. Por supuesto, en lo relativo al mantenimiento de las distancias sociales, el auditorio cooperara con frecuencia actuando de modo respetuoso, con una consideración temerosa por la sagrada integridad que se imputa al actuante. Me gustaría agregar, que los asuntos con los cuales el auditorio no se mete, debido a su atemorizado respeto hacia el actuante, son quizás aquellos que avergonzarían a este último en caso de ser revelados. El auditorio percibe misterios y poderes detrás de la actuación, y el actuante percibe que sus principales secretos son insignificantes. El verdadero secreto existente detrás del misterio es, con frecuencia, que no hay misterio alguno.

Realidad y artificio:

Si una actuación ha de tener efecto, será bueno que los testigos puedan creer en todo sentido que los actuantes son sinceros. Los actuantes pueden ser sinceros o no serlo, pero están absolutamente convencidos de su sinceridad. Si bien las personas son por lo general lo que aparentan ser, dichas apariencias podrían, no obstante, haber sido dirigidas. Hay entonces una relación estadística entre las apariencias y la realidad, que no es intrínseca ni necesaria. Algunas actuaciones pueden ser llevadas correctamente con plena sinceridad o con exitosa deshonestidad, pero ninguno de estos dos extremos es esencial para las actuaciones en general. El mundo no es un escenario pero no es fácil especificar los aspectos que hacen la diferencia. Esta capacidad para intercambiar roles desempeñados, al verse obligado a ellos, podría haber sido prevista, aparentemente todo el mundo puede hacerlo. Ser un tipo dado de persona no significa solo poseer los atributos requeridos, sino también mantener las normas de conducta y apariencia que atribuye el grupo social al que pertenece.

Toda interacción es un artificio, no hay diferencia.
Lo que plantea Goffman es la posibilidad de que la comunicación sea fallida, puede que lo transmitido no sea siempre percibido. Puede haber interacción sin comunicación. Mead cree q la comunicación se interrumpe por no tomar el aspecto simbólico, Goffman toma el aspecto físico. Mead a diferencia de Goffman toma en cuenta la moralidad individual y los aportes de cada uno a la sociedad y su progreso (ideal democrático). El análisis de Goffman es transversal, el de Mead es longitudinal.