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2° Cuat. de 2014  |  Resumen de Interacción Simbólica  |  Cátedra: Cristina de los Reyes

“LA SOCIEDAD COMO INTERACCIÓN SIMBÓLICA” H. Blumer (2968)

Blumer, es el principal exponente viviente del interaccionismo simbólico, interpreta en este artículo la manera en que este enfoque considera el comportamiento humano y el cambio social organizados a diferencia de los enfoques de la organización y la estructura social actualmente en boga.

El término de interacción simbólica se refiere al carácter peculiar y distintivo de la interacción que tiene lugar entre seres humanos. Los seres humanos interpretan o definen las acciones de los demás en lugar de reaccionar simplemente a ellas. Su respuesta no se refiere de manera directa a las acciones de los otros, sino que se basa en el significado que atribuyen a tales acciones. De esta manera, la interacción humana es medida por el uso de símbolos, por la interpretación, o por la averiguación del significado de las acciones de los otros . Esta mediación es equivalente a insertar un proceso de interpretación entre el estímulo y la respuesta en el comportamiento humano.

Sólo Mead, a su juicio, ha intentado llevar hasta el final el análisis de lo que el acto de interpretación implica para una comprensión del ser humano, la acción humana y la asociación humana. El rasgo clave en su análisis era que el ser humano tiene un “sí mismo”. Al declarar eso pensaba en que el ser humano puede ser el objeto de sus propias acciones, puede actuar hacia sí mismo como podría actuar hacia otros. Por ejemplo cuando uno se enoja consigo mismo o sabe que no debería hacer esto o aquello, cuando se fija a sí mismo objetivos, en todos estos casos se observa que el ser humano puede actuar con referencia a sí mismo .

Esta capacidad de uno para obrar con respecto a sí mismo es el mecanismo fundamental con el cual el hombre enfrenta y maneja su mundo. Permite al sujeto indicarse a sí mismo cosas que están a su alrededor y así guiar sus acciones por lo que observa. Este mecanismo para hacerse indicaciones así mismo, es el mecanismo que está en la base del interpretar las acciones de los otros. Interpretar las acciones de otro es señalarse a uno mismo que la acción tiene tal o cual significado o carácter.

La importancia fundamental de la significación de hacerse indicaciones a uno mismo reside en dos puntos:

1) indicar algo es sacarlo de su contexto, hacer de él un objeto. Un objeto (es decir, cualquier cosa que un individuo se indique a sí mismo) es diferente de un estímulo; en lugar de tener un carácter intrínseco que actúa sobre el individuo, su carácter o significado es algo que el individuo le otorga. El objeto es un producto de la disposición del sujeto a actuar, y no un estímulo antecedente que evoca al acto.

Con “interpretación” quiere decir que el individuo, en cualquiera de sus incontables actos, se designa a si mismo diferentes objetos, les da significado, juzga la conveniencia de los mismos para su acción y toma decisiones sobre la base de ese juicio . Es actuar sobre la base de símbolos.

2) implica que su acción es construida a través de este proceso de autoindicación en lugar de ser una descarga. Cualquiera sea la acción que se encuentre realizando, el individuo humano procede señalándose a sí mismo los elementos divergentes que deben ser tenido en cuenta en el curso de su acción. Tiene que observar lo que quiere hacer y como va a hacerlo. El individuo humano arma y guía su acción tomando nota de diferentes cosas e interpretando su significación para su acción ulterior. No hay ningún caso de acción consiente del cual esto no sea cierto. La auto-indicación en un proceso comunicativo en movimiento en el cual el individuo nota cosas, las estima, les da un significado y se decide a actuar sobre la base de ese significado . El proceso de auto indicación por medio del cual se forma la acción humana no puede ser explicado por factores que preceden al acto. Este proceso de autoindecación existe por sí mismo y debe ser aceptado y estudiado como tal. Es a través de este proceso como el ser humano construye su acción conciente.

Esta formación de la acción siempre tiene lugar en un contexto social. La acción de grupo toma la forma de un acomodamiento conjunto de líneas de acción individuales. Cada individuo pone su acción con la de los otros averiguando el significado de sus actos. Logra esto tomando “el rol” de los otros. Busca averiguar la intención de los actos de los otros y forma su acción en base a ello.

Los rasgos precedentes son los esenciales en el análisis de Mead de las bases de la interacción simbólica y presuponen lo siguiente:

§ la acción grupal o colectiva consiste en la alineación de las acciones individuales, producida por los individuos al interpretar las acciones de los otros.

Las concepciones sociológicas discrepan con las premisas de la interacción simbólica ya que suponen que los seres humanos son organismos con algún tipo de organización, que responden a fuerzas que obran sobre ellos, el comportamiento que tenga como miembro de una sociedad sería el resultado de estas fuerzas (valores, norma social, cultura, etc.) sobre ellos. Se niega que la personas tienen sí mismos y que actúan mediante autoindicación. No consideran las acciones sociales como construidas por una interpretación.

En concordancia con ello, tales concepciones sociológicas no consideran las acciones sociales de los individuos en la sociedad como construidas por ellos a través de un proceso de interpretación. La acción es tratada en cambio, como un producto de factores que operan sobre y a través de los individuos.

Estas observaciones sugieren otra importante línea de divergencia entre las concepciones sociológicas en general y la posición de la interacción simbólica. Estos dos conjuntos difieren en cuanto al lugar en que sitúan a la acción social. En la perspectiva de la interacción simbólica, la acción social es situada en los individuos actuantes que adaptan mutuamente sus perspectivas líneas de acción a través de un proceso de interpretación; la acción de grupo es la acción colectiva de tales individuos . En oposición, las posiciones sociológicas generalmente ubican a la acción social en la acción de la sociedad en alguna unidad de la sociedad, consideran la acción del grupo como la expresión de un sistema, en un estado de equilibrio o tendencia a él ignorando la visión de la vida como constituida por acciones que hacen frente a las situaciones de su vida.

La sociedad humana debe ser vista como compuesta por individuos actuantes, y la vida de la sociedad como constituida por sus acciones. Las unidades actuantes pueden ser individuos separados, colectividades cuyos miembros actúan juntos en una empresa común, u organizaciones que actúan a favor de los individuos a los que representa . No hay ninguna actividad empíricamente observable que no surja de una unidad actuante.

Una condición primaria para que actúe la unidad actuante es que la acción tiene lugar con respecto a una situación. Una segunda condición es que la acción es formada a través de la interpretación de la situación . La unidad actuante tiene que necesariamente identificar las cosas que tiene que tomar en consideración (tareas, oportunidades, obstáculos, exigencias, medios) tiene que estimarlas y tomar decisiones sobre la base de esa estimación. La vida de grupo consiste en unidades actuantes que desarrollan actos para hacer frente a las situaciones en que se hallan colocadas .

Por lo común, las situaciones que los individuos encuentran en una sociedad son definidas de la misma manera. A través de la interacción previa desarrollan comprensiones y definiciones comunes con respecto a la manera de actuar frente a determinadas situaciones. Estas definiciones comunes permiten a la gente obrar de manera semejante.

Para comprender el comportamiento de las unidades actuantes hay que aprehender el proceso de interpretación a través del cual ellas construyen sus acciones y eso se logra adoptando el rol de esa unidad actuante. No puede lograrse permaneciendo apartado, en estado “objetivo”, es caer en subjetivismo con propias conjeturas.

En general los sociólogos no estudian la sociedad como unidades actuantes, sino que tienden a verla en términos de estructura u organización y a tratar a la acción social como expresión de tal estructura. Así, categorías estructurales como normas y valores son usadas tanto para analizar la sociedad como para dar cuenta de la acción social que tiene lugar en su interior. Estudian la organización en términos de funciones, como búsqueda de equilibrio o identificando las fuerzas que operan sobre ella para producir cambios.

La interacción simbólica reconoce la presencia de la organización en la sociedad humana pero de manera diferente: primero, como el marco dentro del cual la acción social tiene lugar y no el determinante de esa acción. Y segundo, que los cambios en la organización, son el producto de la actividad de unidades actuantes y no de “fuerzas” que no tienen en cuenta tales unidades actuantes .

Los individuos no están determinados por la cultura, la estructura social o cosas por el estilo. Si bien estos establecen condiciones para su acción, no la determinan. Los individuos actúan en base a situaciones, no con respecto a la cultura. La organización social entra en juego sólo en la medida en que da forma a las situaciones en las que actúan los individuos, y en la medida en que proporciona conjuntos de símbolos establecidos que los individuos usan en la interpretación de sus situaciones. Si bien estas dos formas de influencia de la organización social son importantes, debe tenerse presente que el elemento más importante al que se enfrenta son las acciones de otras unidades actuantes.

Los sociólogos ignoran el rol del comportamiento interpretativo de las unidades actuantes al estudiar los cambios de las sociedades o bien consideran al comportamiento interpretativo como determinado por el factor de cambio. Cualquier línea de cambio social, puesto que implica cambio en la acción humana, pasa necesariamente por la mediación de la interpretación por parte de los individuos envueltos en el cambio, el cambio aparece en la forma de situaciones nuevas en las que los individuos tienen que construir formas nuevas de acción.