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Resumen de "El Estadio del Espejo"  |  Escuela Francesa (2018)  |  Psicología  |  UCES

El estadío del espejo- Lacan

El estadío del espejo se presenta entre los seis y los dieciocho primeros meses de vida, durante el cual el niño anticipa el dominio de su unidad corporal mediante una identificación con la imagen del semejante y por la percepción de su propia imagen en un espejo.

Cuando el niño se identifica en el espejo demuestra un primer acto de inteligencia y establece una relación libidinal con la imagen de su cuerpo, se comienza desarrollar una subjetividad y una creencia en un orden imaginario. El niño a ver su imagen en el espejo se siente en cantado por ella y se relaciona con ella por medio de gestos y la relación con el medio. El niño se reconoce en el espejo antes de alcanzar sus movimientos corporales.

La relación libidinal con la imagen, genera ciertos conflictos, representa el conocimiento paranoico ya que no distingue lo real de lo irreal en la imagen, desconoce su sí mismo, la imagen en el espejo la ve como otro, el niño se percibe como fragmentado y la generación del yo se comienza a dar por este desconocimiento, donde el niño pierde su identidad y las ideas sobre sí mismo.

Cuando el niño reconoce que la imagen en el espejo es el mismo se da el conocimiento del sí mismo.

El estadio del espejo es una identificación con una imagen que al principio se creía de otro, la imagen se recibe con alegría por el niño, ya que en comparación a su cuerpo sin motricidad, esta es completa, como una Gestalt, esa forma es más constituyente que constituida, que permite solides a ese cuerpo de movimientos incontrolados.

La relación de la incardinación motriz con la imagen percibida como Gestalt genera una rivalidad con esta y una tensión agresiva entre el niño y la imagen, la angustia que provoca esta fragmentación genera la identificación con la imagen y esto lleva a formar el yo.

Lacan señala que esa forma primordial con la que el infante se identifica, debería designarse como yo-ideal, para hacerla entrar, dice él, en un registro conocido: el de las identificaciones secundarias, las cuales tienen como función brindarle al sujeto una «normalización libidinal». Así pues, la imagen del cuerpo propio en el espejo –yo ideal–, es el soporte de la identificación primaria del niño con su semejante y se constituye en la fuente de las identificaciones secundarias que le permitirán al sujeto, establecer y organizar su relación con la cultura. Pero el punto importante que Lacan quiere destacar aquí, es que esa forma primordial “sitúa la instancia del yo, aún desde antes de su determinación social, en una línea de ficción, irreductible para siempre por el individuo solo”

Lacan destaca la relación que el ser humano y los animales tiene con su imagen como en algunos casos el solo hecho de ver una imagen en algunos animales puede generar ciertas conductas.

El estadio del espejo establece así una relación entre el interior del organismo con la realidad exterior.

Lacan dice que esa sensación de fragmentación del cuerpo se manifiesta en las “imágenes de castración. Contra tal reduccionismo imaginario, Lacan optó por el uso de lo simbólico como el único modo de desalojar las fijaciones incapacitantes de lo imaginario.

Es decir que dicho estadio, funda para el niño un primer modo de vínculo con lo social. Su deseo, es mediado por el deseo del otro, y hace del yo un aparato que tiene como función la auto conservación, referida está a los peligros en que se pone en juego la subsistencia. Esta organización dependerá de cómo el sujeto pase por el complejo de Edipo. Que para Lacan, es el pasaje desde el orden imaginario, al orden simbólico.

Este narcisismo primario, tiene un carácter erótico y uno agresivo. Es erótico porque el sujeto siente una fuerte atracción por la Gestalt de su imagen; pero también es agresivo porque, el carácter de totalidad de esta imagen especular, contrasta fuertemente con la incoordinación fragmentada del cuerpo real del sujeto, apareciendo amenazado con la desintegración. Así pues, la relación narcisista se constituye en la dimensión imaginaria de todas las relaciones humanas, y la agresión y el erotismo van a subyacer en todas las formas de identificación, constituyendo una característica esencial del narcisismo.

El estadio del espejo constituye entonces esta identificación primaria que da origen al yo ideal.

Lacan habla de la supuesta autonomía del yo, que no es más que ilusión, en la medida en que, por ser el yo una construcción que se forma por identificación con la imagen especular, este no es más que el lugar donde el sujeto se aliena de sí mismo, transformándose en otro; de tal manera que la autonomía del yo es sencillamente una ilusión narcisista de dominio. Si hay algo que goza de autonomía, es el orden simbólico, y no el yo del sujeto; él es esencialmente otro, es decir, está alienado.

El yo cumple una función, una «función de desconocimiento», que, como lo indica Lacan, caracteriza todos los mecanismos de defensa enumerados por Anna Freud,

Lo que desconoce fundamentalmente el yo son los determinantes simbólicos de su subjetividad, la determinación simbólica de su ser. El desconocimiento es un no reconocimiento imaginario de un saber simbólico que el sujeto posee en alguna parte.

SEMINARIO 4: LA DIALECTICA DE LA FRUSTRACION (MADRE SIMBOLICA-FRUSTRACION-REAL)

El problema del objeto.

El abordaje del objeto sexual presenta una dificultad de orden interno.cita significativa sobre el objeto: la propia noción de relación de objeto no es en absoluto destacada, ni cultivada, ni ocupa el primer plano de la cuestión. “Freud—El objeto de la pulsión es

Aquel a través del cual el instinto puede alcanzar su objetivo. Es lo más variable que tiene el instinto,” Se trata de su satisfacción en la medida en que, la meta llegue a su propio

Apaciguamiento (que la pulsión quede satisfecha).

Articular la concepción del objeto:

la noción del objeto es siempre la de un objeto vuelto a encontrarse a partir de una determinación primitiva, de tal forma que la recuperación, el reencuentro, nunca es satisfactorio. relación entre el objeto y la frustración:Introduce la cuestión de lo real, se habla de satisfacción, de gratificación, beneficios adaptados, adecuados, a cada una de las etapas del desarrollo del joven sujeto, cuya saturación más o menos completa o, por el contrario, su carencia se considera un elemento esencial. Se trata de condiciones reales.

¿Qué hay de la castración?

La castración está vinculada con un orden simbólico (objeto imaginario: el falo).

La frustración:La frustración, no es la negación de un objeto de satisfacción en el sentido puro y simple. Satisfacción quiere decir satisfacción de una necesidad, no tengo necesidad de insistir en este punto.

La noción de frustración, es remitida a la primera edad de la vida (traumas, fijaciones, impresiones, provenientes de experiencias preedípicas). Modela la experiencia del sujeto y prepara ciertas inflexiones que decidirán la vertiente hacia la que el complejo habrá de inclinarse (dirección que podrá ser atípica o heterotípica). La frustración: conjunto de impresiones reales, vividas por el sujeto en un período del desarrollo en el que su relación con el objeto real se centra habitualmente en la imago del seno materno, en relación con la cual se formarán en él las primeras vertientes y se inscribirán sus primeras fijaciones (Estamos pues ante un sujeto que se encuentra en una posición de deseo con respecto al seno como objeto real).

La frustración es el centro cuando se trata de situar las relaciones primitivas del niño.

Hay desde el origen en la frustración dos vertientes:

-objeto real: un objeto puede empezar a ejercer su influencia en las relaciones del sujeto mucho antes de que haya sido percibido como objeto. Sólo en función de una periodicidad en la que pueden aparecer agujeros y carencias, podrá establecerse cierta forma de relación del sujeto que no requiere en absoluto admitir distinción de un yo y un no yo. (por ejemplo en la posición autoerótica, en la que no hay constitución del otro).

El agente (En este caso, el agente es la madre)

La madre es algo distinto que el objeto primitivo. Aparece a partir de esos primeros juegos, juegos que consisten en tomar un objeto indiferente en sí mismo y sin ninguna clase de valor biológico (Fort-Da).

Este par presencia-ausencia, está vinculada a la primera constitución del agente de la frustración, que en el origen es la madre. Podemos escribir como S(M) el símbolo de la frustración.

La presencia-ausencia está, articulada en el registro de la llamada. La llamada al objeto materno se produce cuando se halla ausente—y cuando está presente, es rechazado, en el mismo registro que la llamada, o sea mediante una vocalización.

Esta escansión de la llamada nos da un esbozo del orden simbólico, también ofrecerá precisamente al sujeto la posibilidad de establecer una relación con un objeto real, es decir, ofrece al sujeto la posibilidad de conectar la relación real con una relación simbólica.

¿Qué ocurre si la madre, ya no responde a la llamada del sujeto?

Cae. Si antes estaba inscrita en la estructuración simbólica que hacía de ella un objeto presente-ausente en función de la llamada, ahora se convierte en real (la ausencia es real y no simbólica), esto, es el esbozo de la estructuración de toda la realidad en lo sucesivo.

Correlativamente, se produce un vuelco en la posición del objeto. En cuanto la madre se convierte en una potencia y como tal en real, de ella depende el niño para su acceso a los objetos.

Estos objetos, que hasta entonces eran pura y simplemente objetos de satisfacción, se convierten en objetos de don (símbolo de amor de la madre). Entonces, pueden entrar en la connotación presencia-ausencia, como dependientes de ese objeto real que de ahora en adelante es la potencia materna. Los objetos reales (literalmente), se pueden tomar, poseer.

La noción de no yo, se introduce por la imagen del otro o por lo que se puede poseer, entonces, los objetos que el niño quiere conservar junto a él, ya sonla marca del valor de esa potencia (la madre) que puede no responder.

Entonces, la madre se ha convertido en real y el objeto en simbólico. El objeto vale como testimonio del don proveniente de la potencia materna. El objeto tiene desde ese momento dos órdenes de propiedades de satisfacción: satisface una necesidad, pero también simboliza una potencia favorable.

Para Lacan, la madre es omnipotente, no el niño. En este momento, en el cual la madre pasa a la realidad, puede dar cualquier cosa. Lo que afecta a la omnipotencia materna son las carencias y las decepciones.

(Para Freud, diremos que el niño, como real, ocupa para la madre la función simbólica de su necesidad imaginaria).

¿En qué momento puede el niño darse cuenta de que lo amado no es él sino cierta imagen?

Cuando el niño capta la diferencia de los sexos, el tener noción de que a la madre le falta ese falo, que ella misma es deseante, será para el sujeto lo más decisivo.

El niño capta en el esta imagen fálica, y desde ahí, interviene lo que es propiamente la relación narcisista.

Introducción al Narcisismo (1914)

I.Narcisismo: un individuo total retiene su libido en el interior del yo y no desembolsa nada de ella en investidura de objeto. Da a su cuerpo propio un trato parecido al que daría al cuerpo de un objeto sexual, hasta alcanzar la satisfacción plena. Puede cobrar el significado de una perversión que ha absorbido toda la vida sexual de la persona. Sin embargo una colocación de la libido narcisista es parte del desarrollo sexual regular. Es un complemento libidinoso del egoísmo inherente a la pulsión de autoconservación.

El destino de la libido sustraída de los objetos fue conducido al yo, y surgió una conducta narcisista. Este narcisismo, que nace por replegamiento de las investiduras de objeto es secundario, que se edifica sobre la base del primario.

Este último presupone una originaria investidura libidinal del Yo, cedida después a los objetos. Hay una oposición entre libido Yoica y libido de Objeto. Cuánto más gasta una, más se empobrece la otra. En el enamoramiento se desarrolla la segunda, resignando la personalidad a favor de la investidura de objeto, y el opuesto está en la fantasía de los paranoicos. Al comienzo éstas están juntas en el estado del narcisismo y son indiscernibles y sólo con la investidura de objeto se vuelve posible diferenciar una energía sexual (libido) de una energía de las pulsiones Yoicas.

No está presente desde el comienzo una unidad comparable al Yo: debe desarrollarse. Las pulsiones autoeróticas son iniciales, por tanto debe agregarse una nueva acción para que se constituya el narcisismo.

La separación entre libido Yoica y libido de objeto es la insoslayable prolongación de la división entre pulsiones sexuales y pulsiones Yoicas. La separación de las pulsiones sexuales respecto de las Yoicas no hace más que reflejar la doble función del individuo: que es fin para sí mismo y eslabón dentro de una cadena de la cual es tributario contra su voluntad, portador mortal de una sustancia inmortal

II. Tanto en casos de enfermedad, como en la hipocondría o incluso cuando se duerme, cuando los genitales se encuentran en estado de excitación toda la investidura del mundo externo es introvertida hacia el Yo. La actividad por la cual un lugar del cuerpo envía a la vida anímica estímulos de excitación sexual es la erogenidad. Algunas zonas del cuerpo (zonas erógenas) pueden subrogar a los genitales y comportarse de manera análoga a ellos.

Al comienzo la libido yoica quedó ocultada tras la libido de objeto, ya que las primeras satisfacciones sexuales autoeróticas se apuntalan en funciones vitales de autoconservación. Las pulsiones sexuales se apuntalan en la satisfacción de las pulsiones yoicas, y más tarde se independizan. Las personas encargadas de la nutrición y el cuidado devienen los primeros objetos sexuales. El niño elige sus objetos tomándolos de vivencias de satisfacción. Pero en algunos casos no eligen su posterior objeto de amor según el modelo de la madre, sino según la propia persona. Se buscan a sí mismos como objeto, exhiben el tipo de elección de objeto narcisista. El narcisismo primario puede expresarse de manera predominante en su elección de objeto.

Se ama, entonces: según el tipo narcisista a lo que uno es, a lo que fue, a lo que querría ser, a la persona que fue parte de si mismo (hijo); y según el tipo de apuntalamiento a la mujer nutricia, o al padre protector.

III. El narcisismo originario está expuesto al peligro del complejo de castración (angustia por el pene en el varón, envidia del pene en la niña).

Mociones pulsionales libidinosas sucumben a la represión cuando entran en conflicto con representaciones éticas y morales. La represión parte del Yo, del Ideal por el cual mide su yo actual. La formación del ideal sería la condición de la represión de parte del Yo. Sobre el ideal del yo recae el amor de sí mismo. El narcisismo aparece desplazado a esta nueva formación que posee todas las perfecciones valiosas. Como en el ámbito de la libido, el hombre es incapaz de renunciar a la satisfacción una vez gozada, no quiere privarse de la perfección narcisista de su infancia, y proyecta su ideal como un sustituto del narcisismo perdido en la que él fue su propio yo ideal.

La sublimación es el proceso que atañe a la libido de objeto y consiste en que la pulsión se lanza a otra meta distante de la satisfacción sexual. La idealización es un proceso que envuelve al objeto, sin variar de naturaleza, que es engrandecido y realzado psíquicamente. Es posible tanto en el campo de la libido Yoica como la de Objeto. La sublimación ocurre con la libido; la idealización con el objeto.

La formación del ideal aumenta las exigencias del yo y es el más fuerte favorecedor de la represión. En cambio la sublimación es la vía de escape que permite cumplir la exigencia sin dar lugar a la represión.

Hay una instancia psíquica cuyo cometido es asegurarse la satisfacción narcisista proveniente del ideal del Yo, observando al Yo actual y midiéndolo con el ideal (Superyo). Es característico de nuestra conciencia moral.

La incitación para formar el ideal del yo, cuya tutela se confía a la conciencia moral, partió de la influencia crítica de los padres. Grandes montos de libido homosexual fueron convocados para su formación, y encuentran satisfacción en éste. Todo lo que uno posee y ha alcanzado cada resto del primitivo sentimiento de omnipotencia corroborado por la experiencia, contribuye a incrementar el sentimiento de sí. El sentimiento de sí depende de la libido narcisista. El ser amado constituye la meta y la satisfacción en la elección de objeto narcisista. La investidura libidinal de objetos no eleva el sentimiento de sí, la dependencia con el ser amado tiene el efecto contrario: lo rebaja. El que ama ha sacrificado un fragmento de su narcisismo y solo puede restituirlo por el ser amado.

Las relaciones del sentimiento de si con el erotismo pueden exponerse:

-según que las investiduras amorosas sean acordes con el yo: el amor es otra función del Yo. El amar rebaja la autoestima, y el ser amado, hallar un objeto de amor, poseer al objeto, vuelven a elevarla.

-según que hayan experimentado una represión: la investidura de amor es sentida como grave reducción del yo, la satisfacción de amor es imposible y el re-enriquecimiento del yo sólo se vuelve posible por el retiro de la libido de los objetos. El retroceso de la libido de objeto al yo, su mudanza en narcisismo vuelve a establecer un amor dichoso de cuando libido objeto y yoica eran la misma cosa.

El desarrollo del Yo consiste en un distanciamiento respecto del narcisismo primario y engendra una intensa aspiración a recobrarlo. Acontece mediante el desplazamiento de la libido a un ideal del yo impuesto desde afuera y la satisfacción se obtiene mediante el cumplimiento de ese ideal.

El Yo ha emitido las investiduras libidinosas de objeto, se empobrece a favor de éstas y se enriquece por satisfacciones de objeto y cumplimiento del ideal.

Una parte del sentimiento de sí es primario, el residuo del narcisismo infantil; otra parte brota el cumplimiento del ideal del yo; una tercera de la satisfacción libidinal de Objeto.

El ideal del yo impuso difíciles condiciones a la satisfacción libidinal con los objetos. Donde no se ha desarrollado un ideal la aspiración sexual ingresa inmodificada en la persona como perversión.

El enamoramiento es un desborde de la libido yoica sobre el objeto. Cancela las represiones y restablece las perversiones. Eleva el objeto sexual a ideal sexual: se idealiza lo que cumple la condición de amor infantil.

Donde la satisfacción narcisista tropieza con impedimentos reales, el ideal sexual puede ser usado como satisfacción sustitutiva. Se ama siguiendo el tipo de la elección narcisista de objeto, lo que uno fue o lo que no tiene o le falta para alcanzar el ideal del yo. La insatisfacción por el incumplimiento del ideal libera libido homosexual que se muda en conciencia de culpa, (angustia social).


 

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