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Sociedad y Estado

Resumen del Capítulo 1 del Libro de Romero 2º Cuat. de 2010

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I – 1916

El 12 de octubre de 1916 Yrigoyen asumió la presidencia, electo por primera vez por el voto universal, secreto y obligatorio, según la Ley Sáenz Peña (1912).

Plena vigencia de la Constitución, médula de la UCR, partido triunfante, régimen electoral democrático. Asociación con Gran Bretaña, mutuamente beneficiosa, se multiplicó la riqueza de argentina. Los inmigrantes fueron integrados ya que Yrigoyen decidió modificar la actitud represora del estado y fue mediador. Yrigoyen semejaba a un caudillo que ya se creían sepultados pero la transición política hacia la democracia no era bien vista.

La primera guerra mundial que estalló en 1914, permitía vislumbrar el fin del progreso fácil, en el que la relación con GB ya no serviría del todo. Había cada vez una postura más intolerante hacia los inmigrantes, se creía que la sociedad estaba enferma.

Esas dos imágenes de la realidad se veían en 1916.

PREVIO A 1916

La Argentina se embarcó en lo que llamaban el “progreso”. Mediados del siglo XIX el mundo comenzó la integración del mercado y la expansión del capitalismo. Había que consolidar el estado principalmente, hacia 1880 cuando asumió Roca.

Había que asegurar la paz y el orden y el control del territorio. Desde 1810 las guerras civiles habían sido casi endémicas. El estado nacional aseguró al ejército nacional el monopolio de la fuerza. Algunas cuestiones se dirimieron durante la Guerra del Paraguay (1865-1870) y otras cuando fueron doblegadas Entre Ríos y Buenos Aires que se transformó en Capital Federal. El Estado afirmó su poder sobre los territorios indígenas que empezó en 1879 y finalizó hacia 1911.

La Guerra del Paraguay y la Conquista al Desierto (1879) contribuyeron a definir fronteras aunque los conflictos con Chile se mantuvieron hasta 1902.

Se consolidó un centro de poder fuerte, con la constitución de 1853. Era un fuerte poder presidencial, ejercido sin limitaciones y con la facultad de intervenir la provincias y decretar estado de sitio. Por otra parte, los controles del Congreso y la NO posibilidad de reelección aseguraban que no derivara en tiranía.

Erta un UNICATO que se empleó tanto antes como después de 1916. Dejó que los poderes provinciales pudieran decidir en asuntos locales. El poder encontró distintas formas de hacer participar a las elites del interior particularmente a las más pobres.

Aunque en 1880, estaban delineadas en sus rasgos básicos, las instituciones del estado, en muchos casos eran apenas esbozos que había que desarrollar. El Estado llegó a adquirir consistencia y solidez mucho antes que la sociedad que estaba en pleno proceso de renovación y reconstitución. El Estado intervino para facilitar la inserción del país en la economía mundial. Esto implicaba una asociación estrecha con GB, que venía oficiando de metrópoli desde 1810.

Estos vínculos se estrecharon luego de 1850 con la expansión de la producción lanar y la industrialización de GB, convertida en el taller del mundo. Hubo un sólido aporte de GB a la construcción del Estado.

1880: Era del imperialismo. GB empezaba a tener rivales como Alemania y EEUU y el mundo se dividió.

En la Arg. entre 1880 y 1913 el capital británico creció casi 20 veces. A los rubros tradicionales se le sumaron los préstamos hipotecarios sobre las tierras, las inversiones en empresas públicas de servicios como tranvías o aguas corrientes y sobre todos los ferrocarriles.

En condiciones privilegiadas las empresas británicas aseguraron una ganancia que garantizaba el Estado, quien también otorgaba exenciones impositivas y tierras a los costados de las vías por tenderse.

Los anglosajones dejaban un amplio campo de acción para los empresarios locales, los grandes propietarios rurales, a quienes quedaba reservada la participación mayor en la producción.

Algunas líneas troncales del ferrocarril sirvieron para integrar el territorio y asegurar la presencia del estado, mientras que otras cubrieron la pampa húmeda, posibilitando la expansión de la agricultura y la ganadería, cuando los británicos instalaron los frigoríficos. A partir de 1880 crecieron los inmigrantes abruptamente. Desde el país se decidió fomentar activamente la inmigración. Se concentraron en las grandes ciudades, en la construcción de sus obras públicas y la remodelación urbana pero desde mediados de la década siguiente se volcaron al campo. Luego de la crisis de 1890, se atenuó la llegada de inmigrantes y los que se iban eran cada vez más, pero se reestableció en la primera década del siglo XX.

Entre 1880 y 1890 las inversiones extranjeras fueron gestionadas y promovidas con amplias garantías, y el Estado asumió el riesgo en las menos atractivas para luego transferirlas a los privados cuando el éxito estuviera asegurado. Se aceptó y estimuló la depreciación, en beneficio de los exportadores, y hasta 1890 al menos, a través de los bancos estatales, se manejó el crédito con gran liberalidad. El estado se hizo cargo de la Conquista al Desierto,  de la que resultó la incorporación de vastas extensiones de tierra apta para la explotación que fueron transferidas en grandes extensiones y con un costo mínimo a particulares poderosos y bien relacionados. Esta decisión estatal resulto decisiva para la consolidación de la clase terrateniente. La tierra luego se compró y vendió ampliamente, aunque su espectacular valorización hasta 1890 redujo el círculo de posibles adquirientes.

Aunque beneficiarios de la generosidad del Estado, los terratenientes de la pampa húmeda manifestaron una  gran capacidad para adecuarse a las condiciones económicas y buscar el máximo posible de ganancias. En el litoral se inclinaron por la agricultura; donde la tierra era barata se inclinaron por la colonización, que la valorizaba, pero cuando el valor aumentó prefirieron el sistema de arrendamiento. Las necesidades de praderas artificiales estimularon la colonización agrícola, la agricultura se asoció directamente con la ganadería.

La calidad de las praderas aseguraba alto rendimiento con escasas inversiones. Y las condiciones del mercado mundial, hacían conveniente mantener la flexibilidad para elegir, cada año la opción más rentable. Los empresarios se habituaron a rotar por diversas actividades, sin fijarse definitivamente en ninguna y procurando no inmovilizar el capital. A partir de la tierra se constituyó una clase empresaria no especializada, una oligarquía, que controlaba un conjunto amplio de actividades.

Los inmigrantes prefirieron alquilar por tres años extensiones importantes de tierra antes que adquirir una más pequeña.

Desde 1890 la expansión de la agricultura fue continua y el campo se lleno de chacareros y jornaleros. Entre 1892 y 1913 las exportaciones se multiplicaron 5 veces, mientras que las importaciones lo hicieron en proporción algo menor. La carne empezó a ocupar un lugar más importante a partir de 1900 cuando los frigoríficos empezaron a exportar a GB carne vacuna congelada o enlatada. La Argentina era uno de los principales exportadores de cereales y carne. 

Las ganancias del estado fueron elevadas, provenientes de impuestos a la importación y también fueron las de los terratenientes que destinaron una porción importante de éstas al consumo. Ello explica la magnitud de los gastos realizados en las ciudades. Se dotaron de servicios de higiene o de transporte, como de avenidas, plazas y edificios públicos ostentosos. El ingreso rural se difundió en la ciudad multiplicando el empleo y generando a su vez nuevas necesidades de comercios, servicios y finalmente de industrias. Algunos grandes establecimientos (frigoríficos, molinos y grandes fábricas) elaboraban sus productos para la exportación o el mercado interno.  Otro grupo de establecimientos importantes (textiles o alimentarios) suministraba productos, y talleres, generalmente de propiedad de inmigrantes afortunados, completaba el abastecimiento del mercado interno. El sector industrial creció asociado con la economía agropecuaria, aunque a través de los bancos los terratenientes locales o quienes controlaban el comercio exterior pudieron agregar la inversión industrial al conjunto de sus opciones.

La mayor parte de los cambios se produjo en el Litoral, mientras que el interior era incapaz de incorporarse al mercado mundial. Sólo llego allí el ferrocarril, que en algunos casos, al romper el aislamiento, afectó algunas actividades locales. Hubo mayores gastos efectuados por el Estado, referidos a la administración y  la educación. Hubo algunas excepciones con respecto al interior, principalmente en Tucumán con el azúcar y en Mendoza con el vino, y el Estado los rodeó con una fuerte protección aduanera.

En torno del Estado se conformó un sector de especuladores, especialmente en la década de 1880, cuando el Estado inyectó masivamente crédito a través de los bancos. Atribuyeron la crisis de 1890 a esta fiebre especulativa. El fuerte endeudamiento convertía a la deuda externa en una carga, solventada con nuevos préstamos o con los saldos del comercio exterior. La crisis de 1890 se desencadenó en la Argentina y arrastró a la banca Baring que era uno de los más importantes inversores británicos. Pero también alentó a la expansión de la agricultura.

La inmigración masiva y el progreso económico remodelaron la sociedad argentina. Llegaron inmigrantes de todas partes, fue una sociedad aluvial en la que los extranjeros aparecían en todas partes aunque en distintas proporciones.  Como todos los inmigrantes, se jugaron al ascenso económico rápido y contribuyeron a las ganancias de terratenientes, que se asociaban a los beneficios de los chacareros, pero sin participar de sus riesgos.

Las grandes ciudades se llenaron de trabajadores, generalmente extranjeros pero también criollos que vivían hacinados en conventillos del centro y padecían de difíciles condiciones cotidianas. Además los extranjeros eran extraños entre sí.

Muchos de los inmigrantes concentraron sus esfuerzos en el ascenso individual. Esta consistía generalmente en llegar a tener la casa propia, y quizás un pequeño negocio o taller también propio. Y más que nada el camino pasaba por la educación de los hijos.

Se constituyó una sociedad nueva en la que los extranjeros y sus hijos estuvieron presentes en todos los lugares. Fue abierta y flexible, el país modernizado se diferenció del interior tradicional. La nueva sociedad se mantuvo por bastante tiempo separada de las clases criollas tradicionales, las clases altas, ya que estas se sentían tradicionales, afirmaban su argentinidad y se creían los dueños del país al que los inmigrantes habían venido a trabajar. Por lo cual, manifestaron una voluntad de cerrarse a los extranjeros. Esos hombres de la elite se reservaron el manejo de la alta política que era una actividad de “notables”. El sistema institucional era republicano pero las prácticas electorales de la época, y sobre todo la fuerte injerencia del gobierno en cada uno de sus pasos, tendían a desalentar a quienes quisieran participar en esa competencia. En el sistema político la selección del personal pasaba por los acuerdos entre el presidente, los gobernadores y otros notables de prestigio reconocido.  De cualquiera manera, había una escaso interés de los trabajadores por nacionalizarse y participar de las elecciones.

No había competencia entre partidos políticos. Estaba el Partido Autonomista Nacional (PAN). Los conflictos se negociaban en círculos reducidos, entre la Casa Rosada y el  Círculo de Armas, la redacción de un diario y los pasillos del Congreso.

El panorama que se presentaba era el de una masa de extranjeros únicamente interesados en lucrar y volver a su tierra. Esto despertaba la indignación de quienes habían visto en la inmigración el gran instrumento del progreso.  Apareció un conjunto de competidores para dar forma a la masa extranjera: la Iglesia, las asociaciones de colectividades extranjeras (italiana principalmente), los grupos políticos contestatarios (sobre todo los ANARQUISTAS).

Las leyes de Matrimonio Civil y de Registro Civil impusieron la presencia del Estado en los actos más importantes de la vida de los hombres hasta entonces regulados por la iglesia. Esa presencia del estado se reforzaría luego en la regulación de la higiene, del trabajo y en la ley del Servicio Militar Obligatorio. Pero en la década de 1880, el gran instrumento fue la educación primaria que fue laica, gratuita y obligatoria, desplazando tanto a la Iglesia como a  las colectividades.

1910

Este año mostró la otra cara de esta realidad: una huelga general, peor aún que la del año anterior (cuando coincidió con el asesinato del Jefe de Policía a manos de un anarquista), amenazó frustrar los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo, y una bomba en el Teatro Colón puso en evidencia las tensiones y la violencia a la que se respondió con los primeros episodios de terror blanco y con la ley de Defensa Social. Se diagnosticó que la sociedad estaba enferma y parte de los males se atribuían a la misma elite, Pero el punto central era el cosmopolitismo de la sociedad argentina, inundada por la masiva presencia de los inmigrantes y dirigida por quienes habían buscado su inspiración en Europa.  Preocupaba la disolución de un ser nacional, y en respuesta algunos adhirieron al elitismo. Pero la mayoría encontró la respuesta en la argentinización de esa masa extraña y a la vez disciplinarla. José María Ramos Mejía, desde el Consejo Nacional de la Educación, intentó inculcar a los niños de la escuela primaria en sus prácticas cotidianas, y tuvo apogeo en los festejos de 1910 cuando las patotas de  “niños bien” se complacían en hostilizar a cualquier extranjero. Algunos optaron por una conducta conciliadora, mientras que otros mantuvieron una actitud intransigente.

El país llego a ser el primer productor mundial de maíz y lino, y uno de los primeros de lana, carne vacuna y trigo. Buenos Aires se convirtió en la primera metrópoli latinoamericana. La relación externa se estaba haciendo más compleja por la presencia cada vez más agresiva de EE.UU. Su dominio de la técnica del enfriado le permitió ganar posiciones en el mercado externo y  llegó a controlar las tres cuartas partes del comercio de carnes con Gran Bretaña. Eran los primeros años de una relación triangular que se profundizó cuando la industria local empezó a demandar máquinas, repuestos  o petróleo, suministrados por EE.UU., o cuando se popularizó el uso del automóvil. Pero eso se vio postergado por la Primera Guerra Mundial, que a pesar de todo, benefició a aquellas actividades como la exportación de carne enlatada.

Las mayores preocupaciones provenían de la emergencia de tensiones sociales, de demandas y requerimientos diversos. Las tensiones surgieron del litoral dinámico.  Una primera manifestación notable fue la de los chacareros de Santa Fe. Se combinó aquí una coyuntura económica crítica y una decisión política del Estado, que por entonces eliminó el derecho de los extranjeros a votar en las elecciones municipales. Se produjo la revolución de la Unión Cívica, y en los siguientes años los colonos incorporaron sus reclamos a los de los radicales. Colaboraron con ellos en la revolución de Sta. Fe de 1893, donde los “colonos en armas” desempeñaron un papel importante.

El episodio siguiente estalló en 1912 y tuvo por actores al conjunto de los arrendatarios que habían protagonizado la notable expansión cerealera del Litoral. Realizaron una huelga negándose a levantar la cosecha a menos que los propietarios de tierras satisficieran ciertas condiciones: contratos más largos, rebajas en los arriendos, el derecho a contratar libremente la maquinaria para la cosecha y a criar animales domésticos. Se constituyó la Federación Agraria Argentina (FAA) que quedó desde entonces constituida como un actor que permanentemente reclamó y presiono a los terratenientes y a las autoridades.

Entre los sectores populares, la heterogeneidad cultural y lingüística fue superándose . La escuela pública, que fue el gran instrumento del Estado, chocó con una masa de trabajadores adultos, analfabetos, casi impermeables a su mensaje. Estos trabajadores se sintieron atraídos por el anarquismo que encontró el lenguaje adecuado para dirigirse a la masa trabajadora dispersa, extranjera y segregada. La huelga general y el levantamiento espontáneo eran los instrumentos imaginados para integrar a esta masa laboral fragmentada . El Estado galvanizó su actitud represora, y la Ley de Residencia de 1902 autorizaba incluso a la expulsión de los más revoltosos.

Se fue dibujando un sector de obreros más calificados y en muchos casos ya argentinos , con una educación básica y decididos a afincarse en el país. Ellos encontraron su apoyo en los socialistas que ofrecían una mejora gradual de la sociedad que debía lograrse por la vía parlamentaria, por lo que incitaba a los trabajadores a que se nacionalizaran. No tuvieron éxito para encauzar las reivindicaciones específicas de los trabajadores que, cuando no siguieron a los anarquistas prefirieron a los sindicalistas. Estos tuvieron peculiar predicamento entre los grandes gremios, eran partidarios de las reformas graduales pero se desinteresaban de la lucha política y centraban su estrategia en la acción específicamente gremial.

En 1904 Joaquín V. González propuso el Código de Trabajo, elaborado con la colaboración de los dirigentes más progresistas y se creó el Departamento Nacional del Trabajo en 1907.

De todas maneras, el logro de una posición económica era una aventura esencialmente individual. En 1890 se produjo una primera fractura, pues una disidencia surgida dentro mismo de los sectores tradicionales encontró insospechado eco en la sociedad, golpeada por la crisis económica. Los principales dirigentes de los nuevos partidos lucharon juntos en la Revolución del Parque. Hacia 1895 y gracias a Carlos Pellegrini se recuperó el equilibrio, que consolidó el Gral. Roca cuando alcanzó la presidencia en 1898 por segunda vez.

En 1905 se produjo la ruptura entre las dos cabezas del régimen: Pellegrini y Roca. Y así, pese al fracaso revolucionario y la dura represión afrontada, la UCR empezó a crecer.  Se negaron a cualquier tipo de transacción o acuerdo por lo cual decidieron abstenerse en las elecciones, cosa que facilitó en un principio la gestión de los gobernantes pero a la larga la condena moral  resultó más efectiva.

Manuel J. Quintana sucedió a Roca y reprimió el levantamiento de 1905. Pellegrini se pasó al radicalismo y Figueroa Alcorta, que asumió la presidencia en 1906, decidió desmontar la maquinaria armada por Roca y así posibilitó en 1910 la elección de Roque Sáenz Peña. La propuesta del sufragio secreto tendía a evitar cualquier injerencia del gobierno en los comicios y el carácter obligatorio del sufragio apuntaba a incorporar a la ciudadanía a una masa de gente que no manifestaba mayor interés en hacerlo.

La reforma electoral establecía la representación de mayorías y minorías. Se trataba de erradicar la política criolla y constituir un partido de “notables”. Aprobada la ley  de 1912 los radicales se impusieron en Sta. Fe y en la Capital y arrastraron a mucha gente al radicalismo. Hipólito Yrigoyen se convirtió en un líder de dimensión nacional. Lisandro de la Torre fundó la Liga del Sur de Santa Fe y fue el candidato de lo que emblemáticamente se llamo el Partido Demócrata Progresista. Divididos los conservadores, los radicales se impusieron en una elección que, en 1916, inauguraba una etapa institucional y social sustancialmente novedosa.