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Resumen Clase I  |  Sociología (Cátedra: García Rivello - 2020)  |  FADU  |  UBA

CLASE 1

Sociología. La violencia como hecho social

Su objeto de estudio se extiende sobre seres conscientes que confieren sentido y finalidad a sus actos. Es una ciencia que puede interactuar con su objeto de estudio, es decir, con los sujetos, vale decir, con cada uno de nosotros. La Sociología es el estudio de la vida social humana, desde encuentros efímeros, hasta procesos globales. Nos ayuda a tomar distancia de lo que nos rodea, del mundo en que estamos inmersos, para mirarlo, de algún modo, con cierta desconfianza, tener la posibilidad de cuestionarlo (o reforzarlo). Otras preocupaciones de la Sociología son, para Giddens, aquellos acontecimientos que resultan relevantes o angustiantes para un individuo (matrimonio, divorcio, suicidio, actualmente fallecimientos a causa de la pandemia COVID-19) y que al analizarlos a lo largo de la sociedad, dan cuenta de realidades que exceden a los individuos. A través de estadísticas a partir de esos hechos, se puede analizar la satisfacción o no con el modelo de sociedad en que viven los individuos. Giddens hace hincapié en que la Sociología estudia el equilibrio entre la reproducción social (cómo las sociedades siguen funcionando) y la transformación social (cambios que surgen en modelos de producción o formas de gobierno).

¿Qué es un hecho social? (Emile Durkheim)

Para Durkheim la ley justa debe ser recibida de una autoridad que sea respetada, ante la cual los individuos se inclinan espontáneamente, ya que la reconocen como tal. De este modo, la sociedad desempeña un papel moderador, donde ‘orden moral’ equivale a ‘orden social’, expresado en un sistema de normas que constituyen instituciones. La Sociología implica, para este autor, el análisis de las instituciones y su relación con los individuos. Plantea las formas en que una sociedad se mantiene unida. Define entonces los tipos de solidaridad, y los clasifica en: solidaridad mecánica, que se da en sociedades primitivas, donde los individuos se conectan entre sí a partir de la religiosidad, y la escasa diferenciación de las tareas que cada uno realiza en el seno de la comunidad. Existen más semejanzas en los intereses, que son comunitarios (la caza de animales para procurar alimento, es una necesidad de todos, la alimentación de toda la comunidad). Esto implica que no hay intereses particulares que generen conflictos. Solidaridad orgánica, que es mucho más compleja, a causa de la división del trabajo industrial. De este modo, aparece la necesidad de una autoridad exterior, ese ‘orden moral’ que mencionamos antes, para imponer límites. Esa autoridad moral es una conciencia colectiva, exterior a cada individuo en particular, pero que define el promedio de creencias comunes de una sociedad. Entonces, lo que mantiene unidos a los integrantes de una sociedad industrializada es, precisamente, la diferencia entre ellos, comparando a la sociedad con un organismo viviente donde cada órgano cumple una función que hace que el ser vivo pueda continuar con su existencia. Ahí donde un órgano falla, el organismo deja de funcionar correctamente no siempre los ‘órganos’ de la sociedad funcionan correctamente. De ahí las luchas de intereses entre grupos sociales, las crisis industriales. Estas patologías sociales también son clasificadas por Durkheim de la siguiente manera:

División del trabajo anómica : la falta de reglas o normas claras generan crisis industriales y antagonismos entre obreros y capitalistas;

División coactiva del trabajo: se produce cuando el individuo no quiere ocupar el lugar que le fue asignado. De ese modo no cumple con su función social.

Otras formas anormales: cuando los obreros no tienen todo el tiempo ocupado, hacen movimientos inútiles o tienen tiempo de conversar con otros compañeros de trabajo. Entonces es necesario controlar minuciosamente el tiempo de trabajo de los obreros…

Para que la Sociología tenga carácter científico, Durkheim define el objeto de estudio de esta ciencia. Ese objeto de estudio lo denomina hecho social. “un hecho social es toda manera de hacer, establecida o no, susceptible de ejercer sobre el individuo una coacción exterior” “o también, el que es general en la extensión de una sociedad determinada teniendo al mismo tiempo una existencia propia, independiente de sus manifestaciones individuales”. Es exterior al individuo; se dan a lo largo de toda la sociedad; ejercen coacción sobre el individuo. Ejemplo: lenguaje, religión, moneda. “consisten en modos de actuar, de pensar y de sentir, exteriores al individuo, y están dotados de un poder de coacción en virtud del cual se imponen sobre él”

Durkheim realiza una tipología de los hechos sociales de la siguiente manera: Hechos anatómicos o morfológicos: constituyen el sustrato de la sociedad, la manera en que se distribuyen los caminos, la concentración de habitantes de la población. Corrientes de opinión: pueden ser duraderos o pasajeros. Son independientes de las manifestaciones individuales. Las corrientes de opinión arrastran a los individuos, que al estar en grupos masivos, pueden realizar acciones que al estar en soledad pueden considerar como hechos aberrantes. La moda, las manifestaciones por reclamos sociales, un recital, por ejemplo.

La violencia como hecho social.

Norberto Bobbio define a la violencia como: "la intervención física de un individuo o grupo contra otro individuo o grupo". Esta definición, estaría centrada en la noción de fuerza, dejando otras manifestaciones de la violencia fuera del rango de estipulación del concepto. Thomas Hobbes considera que el ser humano lleva en sí la violencia contra sus pares. Una dialéctica entre amor y odio, que puede destruir aquello que engendra la violencia. Para controlar estas emociones, Hobbes considera que los hombres deben ceder sus derechos y libertades a una entidad superior, el Estado. La protección frente a la violencia de los otros, logra por medio de la educación, cultura y creación de normas jurídicas que se apoyan en la coacción física del Estado, el cual -a decir de Max Weber- "es el que ejerce el monopolio de la violencia física legítima". Si consideramos que hay una violencia legítima, entonces también hay una violencia ilegítima. La violencia legítima es la que surge del Estado y sus fuerzas armadas, individuos reconocibles por su vestimenta, su disciplina física, sus estrategias estudiadas para reprimir o perpetuar el orden. La violencia ilegítima, por el contrario, es más espontánea, caótica, surge de grupos sociales disconformes con ciertas condiciones de vida. Sería el motor para realizar cambios sociales, exterminando a los responsables de los males de una sociedad, o bien, como recurso para acceder al poder. “Diversas teorías políticas aluden a la legitimación de la violencia como instrumento de lucha para acceder al poder, confirmando así la naturaleza violenta del poder mismo (...) La violencia política, por consiguiente, puede ser tanto de derecha como de izquierda.” Según Rosendo Bolívar Meza, las formas de violencia se pueden clasificar del siguiente modo Dictatorial totalitaria. Representada por las formas fascistas y comunistas de gobierno, y se ubican dentro de lo que podríamos denominar como violencia política; b) Económico-social. Es decir, las injusticias económicas y sociales que existen entre los países desarrollados y subdesarrollados, además de la explotación hegemónica que ejercen los primeros sobre los últimos; c) Racista, que incluye formas de discriminación social; d) Educadora, en tanto limita o frena la libertad de pensamiento, cuando la voluntad popular es sustituida por la voluntad de pensamiento y deseo de un grupo que considera tener en sus manos la fórmula racional de solución los problemas. e) Represiva. La ejercida por el poder público no sólo contra la delincuencia y quienes violen las leyes, sino también contra quienes las critiquen. Defensiva, que consiste en la rebelión contra una nación o grupo detentador del poder de manera opresiva. g) Legal, que se refiere a la aplicación de leyes elaboradas con el fin de beneficiar a los grupos detentadores del poder para obstaculizar, dificultar o negar a los otros su derecho de acceder a él. Mediática-cultural. Implica el control de los medios de comunicación y de los principales instrumentos de la cultura, para tratar de mantener dormida la conciencia de la población mediante un sentimiento de comodidad y de creación de nuevas necesidades propias de una sociedad de consumo.

Pero en esta tipología de la violencia, no se explica los que Rita Segato (...) denomina “los principios de la violencia’. En el eje horizontal, para Lévi-Strauss, corresponde al plano del trueque, la circulación monetaria, el comercio, el lenguaje. En el eje horizontal se dan las relaciones de conyugalidad y progenitura. La antropóloga traspone este modelo de Lévi-Strauss a las relaciones de género, planteando que, en el eje horizontal, se producen las relaciones de alianza y competición, relaciones de contrato entre iguales y pares, mientras que el eje vertical, ordena las relaciones de categorías, se entrega y expropiación, de estamentos y castas, y también de género donde, en este caso específico, la exacción paradigmática del tributo de naturaleza sexual. El caso extremo de formar parte del eje vertical, es la condición femenina. Las mujeres pasan a ser víctimas a través de muertes violentas. Crímenes considerados inexplicables por los medios, “sin líneas de investigación” por los funcionarios de gobierno y la policía, y vinculados al tráfico y el poder económico por la opinión pública, obedece, creo, a la creación y perpetuación de fraternidades mafiosas. (...) Esta nueva modalidad del femicidio -el femicidio mafioso- es la alegoría perfecta, el caso extremo y la concreción misma del modelo que aquí presento” estos crímenes son “el último grado de la violencia patriarcal”, donde aflora la estructura del patriarcado, donde la figura del a mujer se adhiere a la función de objeto destinado al consumo en la construcción de la masculinidad. La pertenencia al eje horizontal (de pares, equiparados por su estatus) implica presentar el tributo apropiado para seguir formando parte del estatus de este eje, siendo, los que no cumplen con los requisitos necesarios, pasibles de ser desplazados a la condición de subordinados. Todo esto no quita que el otro (mujer, algunos subordinados) puedan formar parte de ambos ejes, en un modelo dinámico y de doble inserción.

Entender cuál es el campo de estudios de la sociología, como una ciencia que permite el estudio de las sociedades, la posibilidad de abrir el pensamiento e imaginar otras concepciones de mundo, otras posibilidades de pensar lo que entendemos como ‘normal’ en nuestra sociedad, puede ser cuestionado como tal frente al conocimiento de otras alternativas de construcción social. Estos hechos sociales son exteriores al individuo; se dan a lo largo de toda la sociedad; ejercen coacción sobre los comportamientos individuales. Pasamos a entender la violencia como hecho social, a través del pensamiento de Rita Segato, quien explica un posible modelo de sociedad, estructurado en dos ejes, uno horizontal y otro vertical, en un sistema más o menos inestable, pero que busca la manera de perpetuarse, fundamentalmente a través de la violencia contra minorías sociales, pero fundamentalmente a través de la violencia de género.

Las reglas del método sociológico, Emile Durkheim (Cap 1)

¿Qué es un hecho social?

Se emplea de ordinario para designar más o menos a todos los fenómenos que se desarrollan en el interior de la sociedad, siempre que presenten, con cierta generalización, algún interés social. Cuando cumplo los compromisos que he contraído, realizó deberes que están definidos, fuera de mí y de mis actos, en el derecho y en las costumbres. Cuando están de acuerdo con mis sentimientos y siento interiormente su realidad, ésta no deja de ser objetiva; porque no soy yo quien los ha creado, sino que los he recibido por medio de la educación. Al nacer encontramos ya hechas toda las creencias y las prácticas de la vida religiosa. El sistema de signos para expresar mi pensamiento, por ejemplo. funcionan independientemente del uso que hago de ellos. modos de actuar, de pensar y de sentir que presentan la propiedad notable de que existen fuera de las conciencias individuales. Estos tipos de conducta o de pensamiento no son sólo exteriores al individuo, sino que están dotados de un poder imperativo y coercitivo en virtud del cual se imponen a él, lo quiera o no.

Orden de hechos que presentan características muy especiales: consisten en modos de actuar, de pensar y de sentir, exteriores al individuo, y están dotados de un poder de coacción en virtud del cual se imponen sobre el. A ellos debe darse y reservarse el calificativo de SOCIALES. Es indiscutible que la mayoría de nuestras ideas y de nuestras tendencias no son elaboradas por nosotros sino que nos llegan de fuera, sólo pueden penetrar en nosotros imponiéndose: y eso es todo lo que significa nuestra definición. Hay otros hechos que, sin presentar estas formas cristalizadas (ej sistemas financieros) tiene la misma objetividad y el mismo ascendiente sobre el individuo. LAS CORRIENTES SOCIALES: los grandes movimientos de entusiasmo, de indignación, de piedad que se producen en una asamblea no tienen como lugar de origen ninguna conciencia particular. Nos llegan de afuera y nos arrastran. Si uno intenta oponerse los sentimientos que rechaza se vuelven en su contra. Somos juguetes de una ilusión que nos hace creer que hemos elaborado nosotros mismos lo que se nos impone desde afuera. Individuos inofensivos pueden, reunidos en multitud, dejarse arrastrar a hacer cosas atroces. Toda educación consiste en un esfuerzo continuo por imponer al niño formas de ver, de sentir y de actuar a los cuales no llegaría espontáneamente. La educación tiene justamente por objeto constituir al ser social. Un pensamiento que se encuentra en todas las conciencias, un movimiento que repiten todos los individuos, no por ello son hechos sociales. Lo que los constituye son las creencias, las tendencias, las prácticas del grupo considerado colectivamente; en cuanto a las formas que revisten los estados colectivos al refractarse en los individuos, son cosas de otra especie.

El hecho social es distinto de sus repercusiones individuales. Se expresa de una vez por todas en una fórmula que se repite de boca en boca, que se transmite por medio de la educación y que se fija incluso por escrito.

Si es general será porque es colectivo (más o menos obligatorio), no es colectivo por ser general. Un estado del grupo que se repite entre los individuos porque se impone a ellos. Está en cada parte porque está en el todo, pero no está en el todo porque está en las partes. Se hace evidente en las creencias y prácticas que nos son transmitidas ya hechas por las generaciones anteriores, las recibimos y adoptamos, porque están investidas de una autoridad particular que la educación nos ha enseñado a reconocer y respetar. Cada uno es arrastrado por todos.

Un hecho social se reconoce gracias al poder de coacción exterior que ejerce o que es susceptible de ejercer sobre los individuos; y la presencia de dicho poder es reconocida a su vez, por la existencia de alguna sanción determinada, o por la resistencia que le lleva a oponerse a toda empresa individual que tienda a violentarlo. Si la población se aglomera en nuestras ciudades en vez de dispersarse por el campo, es porque existe una corriente de opinión, un empuje colectivo que impone a los individuos dicha concentración.

Un hecho social es toda manera de hacer, establecida o no, susceptible de ejercer sobre el individuo una coacción exterior, o también, el que es general en la extensión de una sociedad determinada teniendo al mismo tiempo una existencia propia, independiente de sus manifestaciones individuales.

Rita Segato. Las Estructuras Elementales De La Violencia. CAPÍTULO 9. Los principios de la violencia.

La primera tesis parte del principio de que el fenómeno de la violencia emana de la relación entre dos ejes interconectados. Uno horizontal, formado por términos vinculados por relaciones de alianza o competición, y otro vertical, caracterizado por vínculos de entrega o expropiación. Estos dos ciclos se articulan formando un sistema único cuyo equilibrio es inestable, un sistema de consistencia deficiente. El ciclo cuya dinámica violenta se desarrolla sobre el eje horizontal se organiza ideológicamente en torno de una concepción de contrato entre iguales, y el ciclo que gira sobre el eje vertical corresponde al mundo premoderno de estamentos y castas. En ambos ejes, los miembros son portadores de índices diacríticos de su posición relativa. El primero rige las relaciones entre categorías sociales o individuos que se clasifican como pares o semejantes. El segundo ordena las relaciones entre categorías que, como el género, exhiben marcas de estatus diferenciados, señas clasificatorias que expresan un diferencial de valor en un mundo jerárquico. Estas marcas son construidas y percibidas como indelebles.

En el modelo de Lévi-Strauss (1967), lo que describo como eje horizontal corresponde al plano de los trueques, de la circulación de las dádivas, del comercio, del lenguaje, y el eje vertical es el de la conyugalidad y la progenitura. En el eje horizontal se alternan relaciones de competición o alianza, que para los fines del análisis son equivalentes -ya que sólo tiene sentido hablar de alianza en un régimen marcado por la disputa y la competición- Mientras que en el eje vertical, el de los estratos marcados por un diferencial jerárquico y por grados de valor, las relaciones son de exacción forzada o de entrega de tributo, en su forma paradigmática, de género, el tributo es de naturaleza sexual. Lo que circula en el eje vertical tiene un aspecto diferente y su carácter es de tributo o entrega, por el hecho de corresponder a una economía de circulación entre desiguales. Estos dos regímenes o coordenadas normativas son, en realidad, dos economías simbólicas articuladas en un único sistema y su interacción puede ser representada gráficamente como el cruce de ambos ejes. Esto es así porque la capacidad de exacción en una economía simbólica de estatus es justamente el requisito indispensable para formar parte del orden de pares. El tributo obtenido es la propia credencial que los miembros de este orden se exigen, unos a otros, para incluirse como semejantes. En los sistemas en que la economía simbólica de estatus tiene un peso predominante, todo sucede como si la plenitud del ser de los semejantes -aquellos 'que califican o a los que se considera acreditados para participar en el circuito de iguales- depende de un ser-menos de los que participan como otros dentro del sistema. Ese ser-menos sólo puede ser resultado de una exacción o expropiación simbólica y material que reduce la plenitud de estos últimos a fin de alimentar la de aquéllos. Podría hablarse aquí de una verdadera extracción de plusvalía simbólica, donde el estatus, a diferencia de una clase basada en una lógica puramente económica, se fija en la cultura como categoría jerárquica y adquiere marcas percibidas como indelebles. El régimen de clases se comporta, en el plano sociocultural, como un régimen de estatus. Crímenes semejantes, considerados inexplicables por los medios y los militantes, "sin líneas de investigación" por los funcionarios de gobierno y la policía, y vinculados con el tráfico y el poder económico por la opinión pública, obedecen, según creo, a la creación y perpetuación de fraternidades mafiosas. Los miembros de estas fraternidades sellan su pacto de silencio y lealtad cuando, en comunión nefasta, manchan sus manos con la sangre de las mujeres mediante su muerte atroz, en verdaderos rituales donde la víctima sacrificial es colocada en esa posición por ninguna otra razón más que la marca de su anatomía femenina -índice último de subalternidad en la economía desigual del género-, destinada al consumo canibalistico en el proceso de realimentación de la mafia.

Lejos de ser la causa del crimen, la impunidad es su consecuencia, pues la cofradía mafiosa sella su juramento de lealtad y silencio con la sangre del cuerpo profanado en complicidad. En este sentido, esta nueva modalidad de femicidio -el femicidio mafioso o femicidio defiatrias- es la alegoría perfecta, el caso extremo y la concreción misma del modelo que aquí presento.

En el último grado de la barbarie patriarcal, se revela el esqueleto mismo del sistema; aflora, descarnada, la estructura, se espectaculariza la escena psíquica fundamental, el cuerpo genérico de la mujer se reduce para adherirse definitivamente a la función de objeto destinado al consumo en la construcción de la masculinidad.

Este modelo se complica considerablemente cuando percibimos que, por ser interconectadas, cada una de estas coordenadas no es en absoluto inmune a la norma y a la dinámica de la otra. De hecho, se influyen mutuamente y presentan lo que se podría definir como un efecto de recíproca absorción. El contrato y el estatus se contaminan mutuamente y necesitan de un esfuerzo, de un input violento, de una inversión agresiva para mantener el orden en su interior.

En su interacción y mutua influencia, los dos ejes se vuelven inestables porque las relaciones de contrato compelen y coaccionan a sus miembros a extraer y presentar el tributo apropiado en las relaciones de estatus de las que participan, arriesgando, si no consiguen cumplir con este requisito, verse expulsados del orden de pares y desplazados a la condición de subordinados dentro de un orden jerárquico; en las relaciones de estatus, el otro subalterno oscila entre el acatamiento de su marca y los reclamos de ciudadanía,

amenazando con entrar en el sistema como semejante en el orden de pares. Aquellos que entran como otro, subalterno, en el nunca dejan de ser potencial y virtualmente semejantes. Por ejemplo, la ley en los estados modernos los declara "iguales" aunque todas las prácticas y los hábitos cognitivos más profundos indiquen lo contrario. La mujer es otro en el orden de estatus sin dejar de tener una doble inserción, una doble entrada en el sistema, comportándose como un término móvil, que participa ora como prenda -signo, índice-, atributo necesario que predica al hombre con quien se asocia y le garantiza su participación plena en la competición con sus otros en el orden de contrato; ora también como otro del mismo, par-aliado o competidor en la conversación, en el comercio, en el debate, en el trabajo.

La ausencia real de esas determinaciones hace que el sistema dependa, intermitentemente, de la voluntad efectiva de dominación del hombre, que recurre cíclicamente a la violencia psicológica, sexual o física para restaurar esta "segunda naturaleza", reciclando el orden y realimentando el poderoso estereotipo. Ésta es la razón, también, que hace que la violencia moral sea el telón de fondo y horizonte permanente de la reproducción del orden de estatus. En todos los casos, cuando se trata de formular un modelo capaz de dar cuenta de los procesos violentos, el sujeto, la posición de ego o centro del sistema en equilibrio inestable es, si hablamos en términos de género, masculina y heterosexual; si hablamos en términos de raza, blanca; si hablamos en términos de clase, rica; si hablamos en términos de nación, estadounidense. Pues es el sujeto que ve el mundo desde esa posición de poder en la coordenada de estatus y quien se ve compelido a proteger, reforzar o restaurar cíclicamente su lugar en el orden, tanto en relación con sus otros en el régimen de estatus como en relación con sus otros en el orden del contrato. No es por otra razón que la mayor parte de los crímenes y agresiones violentas en todas las sociedades conocidas son perpetrados por hombres, mientras que los perpetrados por mujeres son, aún hoy ya pesar del aumento de la criminalidad femenina y de la población carcelaria femenina, numéricamente irrelevantes.


 

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