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Trabajo Social I Resumen de Hobsbawm: Revolución Industrial Cátedra: Melano 2° Cuat. de 2009 Altillo.com

Revolución Industrial

¿Qué significa la frase “estallo la Rev. Ind.”?  Significa q un día entre 1780 y 1790 y por primera vez en la historia humana, se liberó de sus cadenas al poder productivo de las sociedades humanas, que desde entonces se hicieron capaces de una constante, rápida y hasta el presente ilimitada multiplicación de hombres, bienes y servicios.

La rev. Ind puso a las ciencias en un lugar indiscutible.

La agricultura estaba preparada para cumplir sus 3 funciones fundamentales en una era de industrialización:

Los agricultores iban a alzar una última barrera para impedir el avance de los industriales entre 1795 y 1846.

Las primeras manifestaciones de la Rev. Ind. Ocurrieron en una situación histórica especial, en la que el crecimiento económico surgía de las decisiones entrecruzadas  de innumerables empresarios privados e inversores, regidos por el principal imperativo de la época: comprar en el mercado más barato y vender en el más caro.

Dado que ya se habían puesto los principales cimientos sociales de una sociedad industrial se requerían 2 cosas:

 
 

La ind. Británica, como todas las demás ind. Algodoneras, tuvo su origen como un subproducto del comercio ultramarino, que producía su material crudo y los artículos de algodón indio, que ganaron los mercados, de los que los fabricantes europeos intentarían apoderarse con sus imitaciones.

Entre 1750 y 1759, la exportación de algodones británicos aumento más de 10 veces.

En términos mercantiles, la Rev. Ind puede considerarse, como el triunfo del mercado exterior sobre el interior.

Hispanoamérica vino a depender virtualmente casi por completo de las importaciones británicas durante las guerras napoleónicas, y después de su ruptura con España y Portugal se convirtió  casi por completo en una dependencia económica de Inglaterra, aislada de cualquier interferencia política de los posibles competidores de este último país. En 1820, el empobrecido continente adquiría ya una cuarta parte más de tela de algodón ingles que Europa; en 1840 adquiría la mitad que Europa.

Desde 1790 la ind. Algodonera británica encontró su suministro, al cual permaneció ligada su fortuna hasta 1860, en los recién abiertos estados del sur de los estados unidos.

El algodón fue la primera industria revolucionada y no es fácil ver que otro hubiera podido impulsar a los patronos de empresas privadas a una Rev. En 1880 la algodonera era la única industria británica en la que predominaba el taller o “hilandería”.

Aunque la expansión de la ind algodonera y de la economía ind dominada por el algodón “superaba todo cuanto la imaginación más romántica hubiera podido considerar posible en cualquier circunstancia”, su progreso distaba mucho de ser uniforme y en la década 1830-1840 suscitó los mayores problemas de crecimiento.

Los primeros tropiezos de la economía ind capitalista se reflejaron en una marcada lentitud en el crecimiento y quizás incluso en una disminución de la renta nacional británica en dicho periodo.

Sus más grandes consecuencias fueron sociales: la transición a la nueva economía creó  miseria y descontento, materiales primordiales de la Rev. Social. Y en efecto la Rev. social estallo en la forma de levantamiento espontanea  de los pobres en las zonas urbanas e industriales, dio origen a las Rev. de 1848. En el continente y al vasto movimiento cartista en Inglaterra. El descontento no se limitaba a los trabajadores pobres. Los pequeños e inadaptables negociantes, los pequeños burgueses y otras ramas especiales de la economía, resultaron también víctimas de la Rev. Ind y de sus ramificaciones. Los trabajadores sencillos e incultos reaccionaron frente al nuevo sistema destrozando las maquinas que consideraban responsables de sus dificultades, pero también una cantidad de pequeños patronos y granjeros simpatizaron abiertamente con esas actitudes destructoras, por considerarse también víctimas de una diabólica minoría de innovadores egoístas. La explotación de trabajo que mantenían las rentas del obrero a un nivel de subsistencia, permitiendo a los ricos acumular los beneficios que financiaban la industrialización y aumentar sus comodidades, suscitaba el antagonismo del proletariado.

Todo iba muy bien para los ricos que podían encontrar cuanto crédito necesitaran para superar la rígida deflación y la vuelta a la ortodoxia monetaria de la economía  después de las guerras napoleónicas; en cambio, el hombre medio era quien sufría y quien en todas partes y en todas la épocas del siglo XIX solicitaba, sin obtenerlos, un fácil crédito y una flexibilidad financiera. Los obreros  y los pequeños burgueses descontentos se encontraban al borde de un abismo y por ello mostraban el mismo descontento, que les uniría en los movimientos de masa del  “radicalismo”, la “democracia” o el “republicanismo”.                                                                                                            Sin embargo, desde el punto de vista de los capitalistas, esos problemas sociales solo afectaban al proceso de la economía si, por algún accidente, derrocaran el orden social establecido. Por otra parte, parecía haber ciertos fallos inherentes al proceso económico que amenazaban a su principal razón de ser: la ganancia. Si los réditos del capital se reducían a 0, una economía en la que los hombres producían solo por la ganancia, volvería aquel estado estacionario temido por los economistas. los 3 fallos más evidentes fueron el ciclo  comercial de alza y baja, la tendencia de la ganancia a declinar y la disminución de las oportunidades de inversiones provechosas.

Las perturbaciones agrarias fueron la causa principal de las más profundas depresiones hasta el final del periodo que estudiamos.

Después de 1815:

Surge el avance del ferrocarril, que se dice que es hijo de la mina, y el gran triunfo del hombre por medio de la técnica.

En las dos primeras décadas del ferrocarril la producción de hierro se triplico y también la del carbón. La razón de esta súbita, inmensa y esencial expansión estriba en la pasión, aparentemente irracional, con la que los hombres de negocios y los inversionistas se lanzaron a la construcción de ferrocarriles.

El hecho fundamental en Inglaterra en las dos primeras generaciones  de la Rev. Ind fue que las clases ricas acumularon rentas tan de prisa y en tan grandes cantidades que excedían a toda posibilidad de gastarlas e invertirlas.

Virtualmente libres de impuestos, las clases medias continuaban acumulando riqueza en medio de una población hambrienta, cuya hambre era la contrapartida de aquella acumulación.  
 

El primer factor y quizás el más crucial que hubo de movilizarse y desplegarse, fue el trabajo, pues una economía industrial significa una violenta y proporcionada disminución en la población agrícola y un aumento paralelo en la no agrícola y casi seguramente un rápido aumento general de toda la población. Lo cual implica también un brusco aumento en el suministro de materias alimenticias, principalmente agrarias, es decir, “una Rev. Agrícola”.

El gran crecimiento de las ciudades y pueblos no agrícolas en Inglaterra había estimulado naturalmente mucho la agricultura. Ese cambio precedido  a la Rev. ind haciendo posibles los primeros pasos del rápido aumento de población, por lo que el impulso siguió adelante.

Una cosa era adquirir un núm. suficiente de trabajadores, y otra adquirir una mano de obra experta y eficaz. La experiencia del siglo xx a demostrado que este problema esa tan crucial como difícil de resolver. En primer lugar todo trabajador tiene que aprender a trabajar de una manera conveniente para la industria.

Los patronos ingleses se quejaban constantemente de la indolencia del trabajador o su tendencia a trabajar hasta el alcanzar el tradicional salario semanal y luego detenerse. La solución se encontró estableciendo una disciplina laboral draconiana. Pero sobre todo en la práctica donde era posible de retribuir tan escasamente al trabajador que este necesitaba intensamente toda la semana para alcanzar unos salarios mínimos. En las fabricas en donde el problema de la disciplina laboral era más urgente, se considero a veces más conveniente el empleo de mujeres y niños, mas baratos que los hombres, hasta el punto de que en los telares algodoneros de Inglaterra, entre 1834 y 1847, una cuarta parte de los trabajadores eran varones adultos, más de la mitad mujeres y chicas y el resto muchachos menores de 18 años. Otro procedimiento para asegurar la disciplina laboral es el lento proceso de la industrialización en aquella 1°  fase, fue el subcontrato o la práctica de hacer de los trabajadores expertos los verdaderos patronos de sus inexpertos auxiliares.

El subpatrono tenía desde luego un interés financiero directo en que sus operarios alquilados no flaqueasen.

Lo exiguo del capital local hizo a los 1° industriales más duros, tacaños y codiciosos, y , por tanto, más explotaron a sus obreros; pero esto refleja el imperfecto fluir de las inversiones nacionales y no su insuficiencia.

El Trabajador Pobre

3 posibilidades se abrirán al pobre, que se encontraba al margen de la sociedad burguesa y sin protección efectiva en las regiones todavía inaccesibles de la sociedad tradicional.

Lo primero, no solo era técnicamente difícil para quienes carecían de un mínimo de bienes o de instrucción, sino también profundamente desagradable. La introducción de un sistema individualista puramente utilitario de conducta social. En la época de Lutero el rico solía tratar al pobre con caridad y el pobre vivía sencillamente, pues en aquellos días los ordenes más bajos necesitaban mucho menos que hoy para ropas y otras cosas. Pero incluso en ese modesto lugar en el orden social parecía que iba a serle rebatado.

Había trabajadores que hacían lo posible para unirse a la clase media, o al menos por seguir los preceptos de austeridad, de ayudarse y mejorarse a sí mismos.

Claro que, por otra parte, había mucho más que enfrentados con una catástrofe social que no entendían, empobrecidos, explotados, hacinados en suburbios en donde se mezclaban el frio y la inmundicia, o en los extensos complejos de los pueblos industriales en pequeña escala, se hundían en la desmoralización. Privados de las tradicionales instituciones y guías de conducta, muchas caían en los abismos. Las familias empeñaban las mantas en la semana hasta el día de cobrar. El alcohol era la salida más fácil. Las ciudades y zonas industriales crecían rápidamente, sin plan y supervisión, y los más elementales servicios de la vida y de la ciudad no conseguían ponerse a su paso. Faltaban casi por completo los de limpieza en la vía publica, abastecimiento de agua sanidad y vivienda para la clase trabajadora.

Reaparición de grandes epidemias de enfermedades contagiosas, tifus, cólera y paludismo.

La bebida no era la única muestra de desmoralización, el infanticidio, la prostitución, el suicidio, el desequilibrio mental han sido relacionados con aquel cataclismo económico y social, gracias a los trabajos de algunos médicos contemporáneos a los que hoy podemos llamar “precursores de la medicina social”.

La alternativa de la evasión o la derrota era la rebelión. La situación de los trabajadores pobres y especialmente el proletario industrial que formaba su núcleo era tal que la rebelión no solo fue posible sino casi obligada. Aparición del movimiento laboral y socialista, la Rev. De 1848 sería su consecuencia directa.

Sin duda la verdadera pobreza era peor en el campo y especialmente entre los jornaleros, trabajadores domésticos, rurales y campesinos que vivían en tierras pobres y estériles. Una mala cosecha provocaba verdaderas hambrunas.

Aparte de estas tormentas generales algunas catástrofes especiales estallaban sobres las cabezas de los diferentes géneros de trabajadores humildes.

Materialmente, es probable que el nuevo proletariado fabril estuviera mejor. Claro que no era libre, estaba bajo el estricto control y la disciplina más estricta dictada por el patrono. Tenían que trabajar las horas y las condiciones que les impusieran, aceptar los castigos y multas con los que lo sancionaban, a la vez, que los patronos aumentaban sus beneficios.

En industrias o zonas aisladas tenían que comprar en las tiendas del dueño, en otras recibían los jornales en especie, o vivían en las casas que el patrono les proporcionaba.

El trabajador era explotado y empobrecido por el rico, que se hacía más rico mientras el pobre se hacía más pobre. Y que el pobre sufría porque el rico se beneficiaba. El mecanismo social de la sociedad burguesa era profundamente cruel, injusto e inhumano.

Si la vida fuera algo que pudiera comprarse, con dinero el rico viviría y el pobre moriría.

Lo verdaderamente nuevo en el movimiento laborista de principios del siglo XIX  era la conciencia de clase y la ambición de clase. No era el “pobre” el que se enfrentaba al rico. Una clase especifica, la clase trabajadora, obreros o proletariado, se enfrentaban a otra, patronos o capitalistas. La revolución francesa dio confianza a esta nueva clase; la Rev. ind imprimió en ella la necesidad de una movilización permanente.

La novedad y rapidez del cambio social que los absorbía, incito a los trabajadores a pensar  en los términos  de una sociedad completamente distinta, basada en sus experiencias e ideas opuestas a las de sus opresores. Sería cooperativa y no competidora, colectivista y no individualista. Sería “socialista”, representaría  una alternativa permanente y practicable al presente sistema.

En los primeros años de la década 1830-1840 ya existían la conciencia de clase proletaria y las aspiraciones sociales.

La experiencia de la clase trabajadora daba al trabajador pobre las mayores instituciones para su defensa de cada día: la “unión general” y la sociedad de ayuda mutua y las mejores armas para la lucha colectiva: la solidaridad y la huelga.

Los proletarios no se mantenían unidos por el mero hecho de ser pobres en el mismo lugar, sino por el hecho de que trabajar juntos en gran número, colaborar en la tarea y apoyarse los unos en los otros era toda su vida. La solidaridad inquebrantable era la única arma; solo con ella podían demostrar su modesto pero decisivo haber colectivo.

El movimiento laborista fue más bien un frente común de todas las fuerzas y tendencias que representaban a los trabajadores pobres, principalmente a los urbanos, era una organización de autodefensa, de protesta, de revolución. Pero para el trabajador era más que un instrumento de combate era también su norma de vida.