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2º Parcial A  |  Sociología de la Cultura (Cátedra: Urresti - 2021)  |  Cs. Sociales  |  UBA

1. Interprete aspectos seleccionados de la película utilizando las siguientes nociones: cultura y construcción social de la subjetividad, considerando cuestiones de clase, género y generación.

1 En el filme francés Stella (2008) vemos la vida de dos niñas, una de ellas es Stella, protagonista y narradora de la película, y la otra es Gladys, de quien se haría amiga Stella a lo largo de la película. La trama gira alrededor de cómo Stella se encuentra con un mundo distinto al cambiarse a un prestigioso colegio al que ella no logra adaptarse debido a que procede de una familia con un nivel económico distinto, una cultura distinta, distintas normas, etc. En fin, ella explícitamente afirma que no es como los demás de su colegio, se siente distinta en un mundo que no conoce.

Por otro lado, en su casa (que funciona como bar, hotel para desahuciados y una especie de baile) o en la casa de su abuela al norte del país, Stella se siente muy en “sintonía” respecto a los demás, son sus pares, sus colegas. Se podría decir que Stella se identifica consigo misma, se identifica con un grupo e identifica otro grupo de sujetos diferentes a ella y al grupo al cual pertenece. En la construcción social de sujetos, se pone mucho en juego el tema de la identidad, y esta identidad es una que, más allá del carácter singular de los sujetos en su proceso de diferenciación, se hereda culturalmente, primero a través de la familia y luego a través de los demás ámbitos de socialización como pueden ser la escuela, el club, la comunidad religiosa, etc.

Haciendo primero un énfasis en cuestiones relacionadas a la clase, la película muestra dos estilos de vida: por un lado la familia de Stella y por otro la de Gladys. Pero hay un detalle que nos muestra la película el cual es que, si lo pensamos un poco, mientras que el estilo de vida de la familia de Gladys se asemeja más a los compañeros de la nueva escuela, el estilo de vida de la familia de Stella se asemeja más a la de sus amigos del norte o a la de los clientes del bar de sus padres. Siguiendo a Bourdieu, podríamos representar al mundo social en forma de “un espacio pluridimensional de posiciones tal que toda posición actual puede ser definida en función de un sistema pluridimensional de coordenadas” (Bourdieu 1990, p.283). Esto es lo que él llamó el campo social y, en este, los agentes y grupos de agentes se definen por sus posiciones relativas en ese espacio. En el campo social encontramos que hay una mayor distancia entre la familia de Gladys y la de Stella que entre esta última y los clientes del bar, pues los volúmenes y tipos de capital (de los cuales se deriva la posición en el espacio social) que poseen son muy distintos.

Sobre este espacio de posiciones relativas y diferenciales, continúa Bordieu, es posible recortar clases. Él las define como “conjuntos de agentes que ocupan posiciones semejantes y que, situados en condiciones semejantes y sometidos a condicionamientos semejantes, tienen todas las probabilidades de tener disposiciones e intereses semejantes y de producir, por lo tanto, prácticas y tomas de posición semejantes” (ibid, p. 284). Volviendo a la película, son claramente distintas las condiciones objetivas en las cuales viven las familias de Gladys y Stella, de ahí que sus intereses sean diferentes, mientras que a Gladys le gusta leer y estudiar en su tiempo libre o asiste a clases de danza y piano, Stella en su tiempo libre suele pasarlas con sus colegas del bar jugando cartas, cantando, escuchando sus conversaciones, etc.

Además, las categorías de percepción del mundo social son producto de estructuras sociales. Esta percepción del mundo social, al ser producto de la incorporación de estructuras objetivas del espacio social, “inclinan a tomar el mundo social […] como algo natural” (ibid, p. 289). Stella en ningún momento se cuestiona su estilo de vida como lo dañino que en realidad puede ser para ella y su desarrollo, lo acepta y elogia como uno a ser tomado como referencia. Ella quizás no daría cuenta de esto, su estilo de vida, hasta chocar con sus compañeros nuevos, con quienes desde el vamos marca una diferenciación propia. Así, concluye Bordieu, “el mundo social accede, en la objetividad misma, al estatuto de sistema simbólico, el cual […] se organiza según la lógica de la diferencia, de la separación diferencial, de esta manera constituida como distinción significante.” (ibid, p. 292). El espacio social y las diferencias en el trazadas tienden a funcionar simbólicamente como espacio de los estilos de vida, grupos caracterizados dentro del espacio por estilos de vida diferentes que luego heredan los agentes como pertenecientes a clases diferentes.

En cuestiones de generación, quizás la diferencia más marcada la encontramos entre Stella con sus padres y su abuela. Siguiendo a Urresti, “las múltiples maneras de comprender, valorar y vivir el presente tienen, entre otros factores de diferenciación, a las generaciones y sus distancias” (Urresti 2012, p.53). En la sociedad moderna, caracterizada por una temporalidad acelerada alimentada por los grandes avances tecnológicos en las comunicaciones de masas, el desarrollo de los medios y tecnicas de produccion y distintas revoluciones sociales (muchas de ellas con jóvenes como protagonistas de estas, los representantes y resultantes de distintos periodos temporales), la experiencia personal de un sujeto tiende a caducar a gran velocidad. Esto implica importantes diferencias entre sujetos que socializan en periodos de tiempo distintos, generaciones distintas, brechas que, con el correr del tiempo, se van achicando (por ejemplo, primero son veinte años entre generación y generación, luego diez, etc.) y cuanto más aumentan esas distancias generacionales, más se acentúan las diferencias.

El mayor problema que Stella arrastra es que ella no es comprendida por sus padres y estos no tienen herramientas para ayudarle en el nuevo mundo que está conociendo. Siguiendo los aportes de Margaret Mead (1970) al debate generacional de construcción de subjetividades, podríamos hablar de que, en función de los cada vez más acelerados cambios en la sociedad, se está entrando en una etapa completamente nueva de la evolución cultural llamada cultura prefigurativa. En esta, los pares están reemplazando cada vez más a los padres como modelos significativos de conducta. Este nuevo tipo de cultura implica una ruptura con las culturas cofigurativas, donde los individuos, al ponerse en contacto con otras formas culturales, basan sus modelos en sus pares. Es decir, se ponen en contacto distintas culturas pero sin destruirlas. En cambio, la cultura prefigurativa renuncia a toda configuración postfigurativa (donde los jóvenes copian la vida de sus antepasados anclando el presente y el futuro con el pasado), renuncia a toda determinación por el pasado, Mead habla de una ruptura generacional que abarca todo el mundo.

Las consecuencias de este nuevo modelo cultural son dos: por un lado es que los jóvenes, al no tener modelos de referencia del pasado, están ausentes de guías en el presente. En la familia de Stella, los modelos que expone su madre o su padre poco y nada le sirven a ella para su desarrollo en la nueva escuela, ni siquiera se esfuerzan por entender sus problemas simplemente afirman que ellos “se las pudieron arreglar solos”. Esto genera una sensación de distancia y soledad entre miembros de distinta generación, los padres de Stella experimentan problemas que su hija no puede entender (los problemas en su matrimonio) y viceversa (el tener que adaptarse a una nueva y prestigiosa escuela parisina). Por otro lado, se genera un problema en la comunicación de distintas generaciones, si bien hablan usando las mismas palabras, estas asumen significados diferentes. Los padres de Stella renuncian a entablar un nuevo diálogo con Stella, ellos se ocupan de cosas del negocio y a ella que la eduque la escuela, “que la escuela las arregle contigo” afirma su madre. Esto y más evidencia la profunda ruptura generacional entre ambas partes.

En cuestiones de género, la construcción del concepto de hombre y concepto de mujer varía en cada cultura, en cada mundo de sentido. Verena Stolcke afirma que “las nociones de género y de cultura son hoy tan ubicuas como ambiguas. Se han convertido en palabras percha, una especie de comodines que se emplean con intenciones y significados de lo más diversos” (Stolcke 2004, p. 69). Mientras se intentaba delegar ciertas características del género al espacio de lo natural, lo atemporal, para ocultar las relaciones de dominación masculina que se construían por detrás, las académicas feministas tomaban al género y realizaban de este como producto de fenómenos socio-culturales. En fin, los roles de género están atados a contextos culturales específicos, siguiendo a Moore, no hay una construcción universal del género ni siquiera en la función más natural de todas, la “maternidad” (Moore 2009, p. 45).

2. Comente el cuadro de acuerdo con los siguientes autores: Margulis y Belvedere, Balibar, Elias, Castles y Miller.

2 Los datos arrojados por este cuadro encuentran respuesta en las características de los estados nacionales modernos, la historia argentina y la formación de minorías étnicas en el país. Siguiendo a Balibar, dado a las grandes contradicciones que se creaban en el capitalismo moderno, se resolvió por comenzar a reconstruir una forma nación que intervenga tanto en reproducción de la economía como en la formación de individuos y su vida privada, esto es la institución de un Estado nacional social. El resultado de esta nueva forma fue la “existencia de los individuos de todas las clases a su consideración de ciudadanos del Estado-nación, es decir, a su calidad de nacionales” (Balibar 1999, p. 144). En efecto, se instituye al individuo como homo nationalis, y a la comunidad de estos se inscribe bajo el nombre del “pueblo”. El pueblo reconoce al Estado como suyo y, a través de fórmulas de aspiraciones de reforma y revolución social, pretenden la transformación de “su Estado” nacional. En esto Balibar se pregunta qué es lo que hace que un pueblo sea pueblo, a lo que responde que el pueblo está formado a partir de diversas poblaciones sometidas a una ley común que no suprime las diferencias entre ellos sino que las relativiza y se las subordina, esta es que prime la diferencia simbólica entre “nosotros” y “los extranjeros”. Balibar, a esta comunidad nueva formada por el estado nacional donde prima diferenciarse con el extranjero, la llama etnicidad ficticia, y las poblaciones viven esta etnificación como si formaran parte de una comunidad natural.

Esta diferenciación entre un nosotros y un ellos se evidencia en el cuadro desde el vamos cuando se pide la opinión respecto los “distintos” grupos que habitan en el país como si hubiera algo natural mio que me hace diferente a ellos y por lo tanto puedo pensarlos como comunidades diferentes de la mía. Es más, siguiendo a Elias, no hay simplemente una diferenciación entre una comunidad y otra, sino que un grupo tiende a la exclusión y estigmatización del otro en función de preservar su identidad, afirmar su superioridad y mantener al otro en “el lugar que le corresponde”. Este conflicto entre comunidades Elias lo plantea en términos de establecidos y forasteros, siendo la única diferencia entre uno y otro que el primero reside hace más tiempo en un territorio determinado y el segundo forma parte de individuos recién llegados. Elias afirma, además, que “un grupo de establecidos tiende a atribuir al grupo de forasteros en su conjunto las características «execrables» de la «peor» selección del grupo, esto es, de su minoría anómica” (Elias 2003, p. 223). Si vemos el cuadro, no importa qué grupo de migrantes veamos, siempre hay una cuota de personas tienen una opinión regular o mala sobre ellos y, hay una gran chance de que sea por esta generalización que construyen de las cualidades negativas las minorías de los grupos de forasteros.

A lo anterior dicho, podemos sumar al debate a Stephen y Miller quienes, al hablarnos de la formación de minorías étnicas, afirman que son el producto de tanto una heterodefinición como de una autodefinición. La autodefinición refiere a “la conciencia de los miembros del grupo a una pertenencia en común sobre la base de características culturales compartidas” (Stephen y Miller 2004, p. 47). Por otro lado, la heterodefinición, refiere a “la adscripción de características indeseables y la asignación de posiciones sociales inferiores a los grupos dominantes” (ibid). La heterodefinicion es un elemento que también se encuentra en Elias, y esta es formada a partir de la mirada de los grupos dominantes, en este caso, los establecidos.

Pero, si se quiere, en el país no hay simplemente una gran categoría abarcadora de extranjeros/forasteros, sino que identificamos bien a distintos grupos étnicos y tenemos variadas percepciones de cada uno, positivas y negativas. ¿Por qué hay tal discrepancia de opiniones respecto a distintos grupos que residen en el país? No es casualidad que los inmigrantes europeos generen una mayor aceptación mientras que los demás grupos como los asiáticos, latinos o africanos se encuentran por debajo de estos. Argentina recorre una larga tradición de segregación de minorías étnicas que fue construyendo un prejuicio donde se las mira con desconfianza y rechazo. Desde la época colonial que “la superioridad de los europeos fue instalada en las leyes escritas y en los patrones valorativos y estéticos…” (Margulis y Balverde 1999, p. 80). Estas relaciones de superioridad eran reforzadas por la forma de organización y reparto económico. Consecuentemente se fueron implantando ideas cuyos principios se basaban en la inferioridad de los nativos indios, negros y mestizos. Se los consideraba como cosas, materiales de escaso valor al servicio del hombre europeo, destruyendo así su cultura y gran porcentaje de su población. Margulis y Balverde afirman que una mirada rápida a estos procesos históricos permite encontrar aspectos del pasado que conducen al desarrollo de modalidades actuales de las relaciones de clase. En sus palabras, es posible “apreciar que a las desigualdades económicas se suman procesos culturales, modos de valoración, mensajes y acciones que connotan una desigualdad valorativa, y constituyen una otredad pobre, marginada social y espacialmente” (ibid, p. 96). Y sobre esta otredad descansa un imaginario de características negativas que imprimen en el otro una condición de peligroso o inferior. Este tipo de valoraciones llevaron largos procesos que hicieron del europeo un individuo mejor aceptado en el imaginario, con características atribuidas por la comunidad nacional no tan negativas y terribles como si se les atribuyen a los demás grupos étnicos.


 

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