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Historia Social General I Charles Maier, "El colapso del comunismo"

Cátedra: Lettieri

2° Cuat. de 2011

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¿Por qué se produjo el colapso del comunismo como sistema de gobierno a finales de los años 80?
La mayoría de los comentarios occidentales han puesto el acento en las demandas de libertad y en la superioridad económica del capitalismo moderno. El problema no es que estas explicaciones sean erróneas, sino que son demasiado generales.
Muchas de las dificultades del comunismo también ha acuciado a Occidente. Aun cuando la descomposición del comunismo ha sido función de sus propias rigideces e injusticias, también es verdad que ha sido resultado asimismo de tensiones y presiones que afectaban tanto al Este como al Oeste. Algunas de las crisis del comunismo han sido también crisis para el capitalismo.
En el desarrollo de estas crisis el periodo comprendido entre finales de los años 60 y principios de los 70 constituyo una ruptura decisiva. Los conflictos ideológicos que emergieron en 1968 conmocionaron tanto al Este como al Oeste. La sacudida de Checoslovaquia y la ola de desordenes estudiantiles y de malestar obrero en el Oeste representaron un profundo desafío a la trayectoria modernizadora o reformista de los años 60. Fueron seguidas a principios y mediados de los años 70 por una profundización de las dificultades económicas.
Los acontecimientos de 1989-1990 guardan una relación con las conmociones de 1968 que es de alguna manera análoga a la relación que existió entre los resultados de la unificación nacional de 1865 a 1870 y la revolución de 1848.
La inmunidad rusa frente a la revolución de 1848-49 ayudo a reestabilizar a los regímenes de Europa Central. La fortaleza soviética en 1968 hizo añicos la reforma en Europa Oriental. Sin el baston ruso los países vecinos no hubieran podido resistir las presiones a favor de un cambio radical: ni en el siglo diecinueve ni en el veinte.
Pero a finales de los años 80 era la propia Rusia la que estaba generando presiones en pro de la transformación.
Hay que recordar que en los años 70 los expertos occidentales censuraban en sus propias economías la presencia de sindicatos demasiado crecidos, presupuestos excesivamente abultados y la irremediable decadencia de la ética del trabajo. A finales de 1989 y principios de 1990, en cambio, el capitalismo remontaba el vuelo.
Las dificultades económicas de los 70 plantearon espinosas alternativas tanto al Este como al Oeste, acosado por el conflicto social y la confusión acerca de las políticas a seguir, Occidente opto en principio por la disciplina del mercado mundial. El Este, en cambio, dio marcha atrás respecto de las reformas económicas que había empezado a implantar.
A lo largo de los años 50 y 60 las sociedades europeas occidentales y orientales gozaron de tasas de crecimiento más o menos equiparables, tanto el socialismo como el capitalismo respondían a las oportunidades y demandas derivadas de la recuperación de los estragos de la guerra.
En 1980 todos los países de Europa Oriental se encontraban claramente por detrás de los niveles occidentales. De entre todos ellos, Alemania del Este consiguió los mejores resultados.
Los años de Brezhnev que hoy son condenados rotundamente por el estancamiento que comportaron, fueron un esfuerzo final y ambicioso de resucitar las viejas formulas: control central, grandes proyectos, movilización de energía barata y trabajo barato, producción en masa, a pesar de que el régimen asumió un significativo esfuerzo de rearme y trato de evitar el recorte del consumo domestico.
Hacia 1980 los avances económicos de la Unión Soviética eran producto del desarrollo extensivo, es decir, el crecimiento dependía de la mayor utilización de trabajo, capital y tierra, no del aumento de la eficiencia de la producción.
La utilización de fuerza de trabajo era en 1980 en la URSS mas alta que en cualquier otro lugar. Sin embargo, la fuerza de trabajo había llegado a su límite.
La planificación central y el desarrollo parecieron viables desde 1930 a 1969 porque la tecnología preponderante de la época parecía apoyarse en grandes unidades productivas y en la industria pesada. El progreso económico parecía depender de la producción en masa. La eficiencia quedaba simbolizada en la cadena de montaje, la producción mecanizada de productos estandarizados. Los planificadores comunistas se identificaron con la mística del fordismo tan entusiásticamente como los dirigentes económicos occidentales.
¿Y por que no podría el socialismo haber subsistido como un enclave de industria pesada, de cadenas de montaje fordistas, como un monumento viviente a las tecnologías económicas de los años 50? El problema consistía en que el mundo comunista no podía seguir siendo un enclave. Había cifrado su validación ideológica en la competición con Occidente y estaba retrocediendo a ojos vista.