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Comunicación II

Resumen de Quevedo: Acerca de lo Olmédico

Cátedra: Mangone

1° Cuat. de 2010

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Acerca de lo olmédico - Quevedo

 

             El psicoanalista, dramaturgo y actor Eduardo Pavlovsky señaló con desagrado el excesivo espacio que la prensa argentina otorgó a la muerte de Alberto Olmedo. En contraposición, resaltaba el escaso tratamiento que se le da a temas como la deuda externa y sus responsables, los ladrones de guante blanco, las estafas perpetradas por funcionamiento de YPC, etc.

         En mi opinión (Quevedo) esta manera de hablar de Olmedo para  hablar de otra cosa, forma parte de un malentendido que quisiera poner en evidencia. Comenzaré entonces haciendo una breve referencia a ciertos comentarios aparecidos en la prensa local, luego de aquella trágica madrugada del 5 de marzo de 1988.         

 

De la crítica

 

         El primer malentendido en el tratamiento periodístico de la muerte de Alberto Olmedo, consistió en las mil formas de emparentarla con el “caso” Monzón.

         Recalaron siempre en meras coincidencias evidentes sin establecer esa supuesta conexión entre los dos hechos

         Pavlovsky: “por extraños motivos o tal vez por la acción de los medios de comunicación la gente se ocupa de lo que no debería importarle, pues no afecta su realidad concreta cotidiana”.

        

         En otro pasaje de su artículo, Pavlovsky propone que la energía libidinosa se ponga al servicio de temas como “el deterioro económico de la población” que sí tienen que ver con lo que preocupa a la gete.  Basta tener una mínima idea de la relación de la gente con sus ídolos para saber que éstos forman parte sustancial de las “grandes preocupaciones de su realidad concreta cotidiana” .

         Es cierto que la prensa más comercial y menos seria abusó del tema, pero no pongamos la carreta delante de los bueyes: es porque a la gente le preocupa y  le dele lo sucedido (y porque afecta realmente su vida cotidiana) que cierta prensa  puede dar un tratamiento tal a esos temas. Obviamente, los problemas de la deuda externa y de los ladrones de guantes blanco deberían ocupar un espacio periodístico mayour, pero esto forma parte de otra discusión. Es una gran simplificación suponer que el espacio dedicado a los ídolos caídos es sustraído, en una suerte de maniobra encubridora, a temas “mas relevantes”.

        

         Interpretaciones psicoanalíticas hecha fuera de todo encuadre específico y más allá de las condiciones que la práctica psicoanalítica requiere, no pueden llegar muy lejos. En efecto parten de postulados teóricos generales para arribar a conclusiones que no superan el sentido común más extendido. Hasta mi tía sabe que Olmedo se suicidó.

         La muerte de Alberto Olmedo fue utilizada de manera diversa - para hablar de variados temas: los entretelones de la farándula y en especial de Nancy Herrera (casi todos los medios); la prensa sensacionalista y los ladrones de YPF; el psicoanálisis y su capacidad explicativa; etc ¿Y de Alberto Olmedo? En general, muy poco..

 

 

De política y moral

 

         La gente se quedó sin su ídolo y sin algunas ilusiones. Cada uno de nosotros es un personaje de Olmedo que, quizá sin saberlo, se ríe de sí mismo.

         Quisiera hacer un par de observaciones al artículo de Soriano. Observaciones que servirían como excusa para atacar dos tesis sobre Olmedo que juzgo equivocadas.

 

         Soriano nos habla del Olmedo de la dictadura.. “se volvió vulgar, degradante, fascistoide”.

         Los calificativos “vulgar y degradante” corresponden en todo caso, a ciertos patrones morales y estéticos con los que Soriano debe medir las acciones del prójimo.. Pero lo que “fascitoide” supone es abrir un juicio político que coloca la discusión en otro terreno.

         Una afirmación personal: Creo que Alberto Olmedo nunca tuvo interés en utilizar su humor para hablar, directa o indirectamente, de política.

 

         El hecho de que Basta de mujeres (película de Olmedo) pueda ser usada como ejemplo de una película que no favorecía los planes morales y políticos de la dictadura, no nos habilita a atribuir alguna intención ideológica positiva al humero de Olmedo.

         Sería tan injusto atribuirle contenidos políticos pro-militares como anti-militares.

 

         Una segunda tesis (equivocada) sobre Olmedo: Se trata de la idea bastante extendida de que su talento fue desperdiciado. Esta apreciación parte del hecho de que nuestro medio artístico esta controlado por un pequeño grupo de empresarios preocupados sólo por el dinero.

         A mi parecer, el malentendido se establece en esta suposición de que Olmedo hubiera sido un grande “en serio” si hubiera abandonado nuestra televisión mediocre y comercial y hubiera hecho humor en un medio más digno y mejor manejado. Frente a so, quisiera sostener otra afirmación: el genio de Olmedo fue aprovechado en toda su dimensión justamente porque se desarrolló en ese medio tan especial que es la televisión y que Olmedo dominó como nadie. Ahora bien, para afirmar esto, creo que es necesario precisar algunas cuestiones sobre el género televisivo.

 

De la televisión.

 

         Más que ningún otro género, la tv tiene la particularidad de presuponer siempre al espectador, de considerarlo siempre ahí. El pacto con el televidente suele ser fuerte y trata de ser recíproco. La tv está absolutamente al servicio del presente, se sabe efímera y presiente que su destino es el instante.

         Toda producción televisiva esta llamada a perecer. Cuando hablo de género televisivo lo hago en sentido estricto es decir suponiendo que la tv tiene un lenguaje específico y hasta una estética propia.

         No pretenderé aquí definir los rasgos propios de éste género, pero sí diré que seguramente se distingue de los otros lenguajes: opera, teatro, cine, radio, etc., (aunque estos sean transmitidos por tv, sabemos que son c/u de ellos)

         Hay tipos de programas que son televisión pura, que no tienen  otra aspiración que entretenernos, hacernos pasar un buen momento. Olmedo aspiraba a hacernos reír. Y lo lograba.    

         Cualquiera puede imaginar lo difícil que resulta esto para alguien que, como Olmedo, contaba con pocos recursos técnicos y artísticos. Porque el “Negro” no era Jerry Lewis que, además de ser un gran actor, cantaba, bailaba, escribía guiones y dirigía.

         Pretendo mostrar que el manejo de su lenguaje requiere de un talento especial e infrecuente. Se trata más bien de partir del reconocimiento de ciertas características que están en la base de la televisión y que hacen a su oficio.

         La tv se consume de modo privado, a diferencia del cine o del teatro. Esto abre una relación especial con el público al que se intenta retener de modos específicos.

         Cada vez que la luz roja de una cámara se encendía, se encendía a la vez su genio. Por eso no fue un actor desperdiciado. Muy por el contrario: supo aprovechar todo lo que la tv le podía dar y a partir de allí inventó un tipo de humor que luego otros asimilaron. Fue el creador de un lenguaje de palabras truncas, de miradas furtivas y de intenciones sugeridas.

 

De Olmedo

 

         Olmedo desarrollaba estos diferentes niveles de actuación de manera intuitiva y hasta caótica: solía contar una historia banal, ero sugiriéndonos que él estaba, al mismo tiempo, en otra cosa. Sobre una historia siempre reiterada, el era capaz de imprimir algo nuevo. Olmedo estaba esperando lo imprevisto. Aprovechaba cualquier error de libreto, una luz mal colocada, au apuntador que llega tarde, un ruido  inesperado, un decorado que no responde a las expectativas. Y si algo de esto no ocurría, él lo creaba.

         Su magia no reside en sus recursos técnicos sino en las posibilidades creativas que le ofrece al actor.

         Olmedo quiso tan solo jugar y divertirse un rato, sin pasarnos ninguna factura.