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Resumen de Aristóteles  | Teoría Política y Social I (Cátedra: Rossi - 2018)  |  Cs. Sociales  |  UBA

Aristóteles

 

Libro primero:

 

 

 

 

Origen del Estado y de la Sociedad:

 

Todo Estado esta conformado por una asociación de familias que tienden a un bien común, y éste bien es el objeto más importante de esta asociación de tipo política, ya que, como en todas las asociaciones que forma el hombre, sólo hacen lo que les parece bueno. En las familias las bases de las asociaciones se dan, entre el señor y el esclavo, y ente el esposo y la mujer, siendo éstas, asociaciones de tipo natural, puesto que la naturaleza ha creado seres para mandar y otros para obedecer, donde el que esta dotado de razón y previsión sea el dueño, y el que por sus facultades corporales sea capaz de obedecer y cumplir las órdenes, obedezca como esclavo.

 

La primera asociación se da entre muchas familias, conformando el pueblo, y de la asociación de muchos pueblos, se forma el Estado que llega a su forma última, cuando es capaz de bastarse absolutamente a sí mismo, es decir, que se forma por la necesidad de satisfacer las necesidades de la vida. La formación del Estado es un hecho natural, ya que el hombre es un ser naturalmente sociable, porque no puede bastarse a sí mismo separado del todo como el resto de las partes, siendo aquél que vive fuera de ésta, un ser superior a la especie, o una bestia. Por todo esto, la naturaleza arrastra instintivamente al hombre a la asociación política.

 

La naturaleza le concede al hombre exclusivamente la palabra, mediante la cual, diferencia el bien del mal y lo justo de lo injusto, siendo esto la principal característica que lo hace distinto de los demás animales. La justicia es una necesidad social, porque el derecho es la regla de la vida para la asociación política, y la decisión de lo justo es lo que constituye al derecho.

 

Por último, el Estado es siempre anterior a la familia y a cada individuo en particular, porque el todo esta siempre por encima de las partes, y una vez que es destruido éste, ya no hay partes, porque solas carecerían de función alguna.

 

De la esclavitud:

 

Los elementos de la economía doméstica son los esclavos y los hombres libres, siendo las partes primitivas, el señor y el esclavo, el hombre y la mujer y por último el padre y los hijos, siendo posible añadir un cuarto elemento que es la llamada adquisición de la propiedad, ya que sin las cosas de primera necesidad, el hombre no podría vivir.

 

La propiedad es un elemento de la naturaleza, siendo dentro de ésta, el esclavo, la

 

 

propiedad viva. Pero el esclavo no es sólo un esclavo, sino que depende de su señor absolutamente, convirtiéndose en propiedad como instrumento de uso, pero absolutamente individual, al ser un hombre de otro hombre. "...Si las lanzaderas tejiesen por sí mismas; si el arco tocase por sí solo la cítara, los empresarios prescindirían de los operarios y los señores de los esclavos..." (pág. 45).

 

Algunos esclavos lo son por naturaleza, ya que hay seres que desde el momento en que nacen están destinados a obedecer y otros lo están para mandar, porque ambos elementos, la obediencia y la autoridad, se encuentran en todo conjunto que aspire a un resultado común, con razón se puede sostener que hay esclavos y hombres libres que lo son por obra de la naturaleza. El hombre esta formado por un alma que le sirve para mandar, y un cuerpo que le sirve para obedecer, en los hombres corruptos suele dominar el alma sobre el cuerpo, que es lo contrario a la naturaleza. "...El alma manda al cuerpo como un dueño a su esclavo, y la razón manda al instinto como un magistrado, como un rey..." (pág. 47).

 

Si bien hay esclavos que lo son por naturaleza, los vencidos en la guerra también se los reconoce como propiedad del vencedor, ya que la victoria supone siempre una superioridad en ciertos temas y la virtud tiene derecho, como medio de acción, a utilizar hasta la violencia.

 

El saber emplear a los esclavos constituye una ciencia, no por poseerlos, sino porque se sirve de ellos, esta consiste en saber mandar lo que los esclavos deben hacer, para poder ellos dedicarse a la vida política o a la filosofía. También se les podrían enseñar ciertas artes como preparar las viandas, ya que algunos servicios son más necesarios que otros

 

De la adquisición de los bienes:

 

 

 

La adquisición de los bienes no se debe confundir con la administración doméstica, ya que una emplea lo que la otra suministra.

 

Algunos hombres son nómades, éstos viven en absoluta ociosidad, sin trabajo, y se alimentan de la carne de los animales que crían, otros viven del pillaje, otros de la pesca, otros cazan las aves y los animales bravíos, pero la mayoría vive del cultivo de la tierra y de sus frutos, siendo los modos de existencia del hombre: nómade, agricultor, bandolero, cazador o pescador, pudiendo combinar los diversos modos de vivir como por ejemplo, siendo nómades y salteadores o cultivadores y cazadores. La naturaleza nada hace en vano, por lo que es de necesidad que halla creado todo esto para el hombre, hasta la guerra misma es un medio de adquisición de bienes.

 

La riqueza es la abundancia de los instrumentos sociales, que es natural, y domésticos, que procede del arte y de la experiencia, a este género se lo llama adquisición de bienes.

 

El cambio es aplicable a todas las propiedades, si bien en su origen no se extendía mas allá

 

 

de las cosas necesarias para la vida, a medida que las relaciones se fueron transformando, se introdujo el uso de la moneda y con ésta nació la venta, que reveló cómo la circulación de bienes podía ser origen y fuente de ganancias considerables. Por ende, el dinero es el que parece preocupar al comercio, porque es el elemento y el fin de sus cambios, el interés es dinero producido por el dinero mismo, siendo de entre todas las adquisiciones, la usura, la más contraria a la naturaleza, que es un modo de adquisición nacido del dinero, al cual no se le da el destino para el cual fue creado.

 

Consideración práctica sobre la adquisición de los bienes:

 

Se deben conocer bien a fondo el género, el lugar y los productos que más prometan, también es esencial tener un conocimiento de la agricultura y las tierras, las cuales es preferible que sean arboladas, se ocupa a su vez de todos los animales, tanto acuáticos y volátiles, que puedan ofrecer alguna ventaja.

 

Su elemento principal es el comercio, que se divide en: marítimo, terrestre, y al por menor, entra también en consideración el préstamo a interés y finalmente, el salario. El último tipo de riqueza es la explotación forestal y minera, que pude ser de tantas clases como metales se saquen del seno tierra.

 

Conviene a todos los jefes de Estado, tener conocimiento de tales recursos, puesto que muchos gobiernos tienen la necesidad, como las familias de enriquecerse; y muchos gobernantes creen que sólo de esta parte de la gobernación deben ocuparse.

 

Del poder doméstico:

 

La administración de la familia descansa en tres tipos de poder: el del señor, el del padre y el del esposo, según sobre quién se gobierne, si sobre el esclavo, los hijos o la mujer. Sobre los dos últimos, se manda como a seres igualmente libres, aunque sometidos a una autoridad diferente, que es republicana (respecto a la mujer), o regia (respecto de los hijos), ya que las afecciones y la edad dan a los padres el poder, lo mismo que los reyes, quienes deben ser superior a sus súbditos por sus facultades naturales, pero sin embargo, ser de la misma raza que ellos.

 

Una de las cuestiones que se suscitan es la de saber si al esclavo, aparte de actuar como instrumento y servidor, le son correspondientes algunas virtudes. Evidentemente, es necesario que posea algunas virtudes, aunque muy diversas de las que le corresponden a la mujer o a los hijos, por esto, el hombre libre manda sobre el esclavo de muy distinta manera a la que lo hace con los otros, estando éste absolutamente privado de voluntad alguna. El esclavo participa de nuestra vida, y no debe poseer virtud alguna más de la que le exige su esclavitud.

 

Libro tres:

 

Del estado y el ciudadano:

 

 

 

El Estado es una comunidad, formada por elementos diferentes y el gobierno de ese estado, depende de la organización impuesta por todos los miembros que lo conforman.

 

El ser ciudadano no depende del domicilio, ya que esclavos y extranjeros también poseen uno, tampoco proviene del derecho de entablar una acción jurídica, porque esto pueden hacerlo las personas que no son ciudadanos, la característica distintiva del ciudadano es que este goza de funciones políticas y judiciales, tanto como juez o magistrado, es decir que posee libertades políticas. Dentro de la categoría de los ciudadanos, hay una división entre Ciudadanos incompletos: que son aquellos que aún no han llegado a la edad de inscripción cívica; y Ciudadanos jubilados: que son los ancianos que ya han sido borrados de la inscripción cívica.

 

La definición de ciudadano es relativa del lugar donde se la aplique, varía según la forma de gobierno, el caso del que estamos hablando acá, es el correspondiente a la forma democrática principalmente.

 

La obra común de todos los ciudadanos es la prosperidad de su estado, sin importar las diferencias de los destinos de sus actos, así, la virtud del ciudadano se refiere exclusivamente a la relativa al estado, pero como este se encuentra revestido de diferentes formas (según el tipo de gobierno que adopte), la virtud del ciudadano no puede ser nunca una, al contrario de la virtud del hombre de bien, que es una y absoluta , entonces, es lícito que la virtud del ciudadano sea distinta que la del hombre privado.

 

Teniendo en cuenta la república perfecta, donde cada ciudadano debe llenar las funciones que le han sido confiadas, supone que cada uno debe tener una función diferente según su función, con lo que no puede existir identidad entre la virtud cívica, que puede variar según la función que cada uno desempeñe dentro de la república perfecta, y la virtud privada, que tiene que ser única y puede no encontrarse presente en todos los hombres. El magistrado digno de ejercer el mando, debe de contar con esta doble virtud, de buen ciudadano y de hombre de bien, por lo que a los hombres destinados a ejercer el poder, es preciso educarlos de manera especial.

 

El buen ciudadano debe poseer las virtudes, tanto de mando (la prudencia), como de súbdito (la obediencia), y contener así la ciencia, la fuerza del mando y la obediencia. Debe saber tanto obedecer, como mandar a los que los obedecen para que realicen los trabajos, entre éstos se hallan incluidos los artesanos.

 

En conclusión, el ciudadano es aquel hombre político, que es o puede ser dueño de ocuparse, tanto personal como colectivamente de los intereses comunes y tiene participación en los asuntos públicos. Las condiciones del ciudadano van a variar según el tipo de constitución sea aristocrático, en el que el honor de desempeñar las cuestiones públicas esta reservado a la virtud y a la consideración, los artesanos y obreros no serían ciudadanos dentro de este sistema, mientras que estarían considerados dentro de la clase

 

 

ciudadana en algún otro, pero no en la constitución perfecta.

 

Teoría de los gobiernos y de la soberanía:

 

La constitución es la que determina en todas partes la organización del Estado en relación con las magistraturas, principalmente la soberana, el soberano es siempre el gobierno, por lo que es la constitución misma.

 

Se pueden diferenciar dos tipos de constituciones, según el interés que persigan, pueden ser:

 

Constituciones puras: son las hechas en vistas del interés general, son puras porque practican rigurosamente la justicia

 

Constituciones impuras: sólo tienen en cuenta el interés personal de los gobernantes, no son más que una corrupción de las buenas constituciones, están viciadas.

 

Aristóteles divide las formas de gobierno en puras e impuras, que son las deformaciones de las formas puras, según persigan el interés de uno o muchos. Así, encuentra dentro de las formas puras de gobierno:

 

La Monarquía: que es el gobierno de uno sólo.

 

La Aristocracia: que es el gobierno de una minoría conformada por hombres de bien. La República: que es el gobierno de la mayoría

 

Y dentro de las formas impuras, están:

 

La Tiranía: que es la que tiene como fin el interés personal del monarca. La Oligarquía: que es la que tiene como fin el bien personal de los ricos. La Demagogia: que tiene como fin el bien particular de los pobres.

 

El fin del Estado debe ser siempre, no sólo la existencia material de todos los asociados, sino también su felicidad y su virtud, siendo ésta última la de primer cuidado dentro del Estado, para que la asociación política no se convierta en una alianza militar, ni la ley en una mera convención. La ciudad es la asociación del bienestar y de la virtud, para el bien de las familias y las diversas clases de habitantes, para alcanzar una existencia que se baste a sí misma.

 

Si dentro de la ciudad hay algún ciudadano, o muchos, que tengan tal superioridad de méritos que los demás ciudadanos no puedan competir con el suyo, siendo la influencia política de estos individuos, incomparablemente más fuerte, no pueden ser confundidos en la masa de la ciudad, porque reducirlos a iguales sería cometerles una injuria, ya que podría decirse que son dioses ente los hombres.

 

La ley no se ha hecho para seres superiores, sino que ellos mismos son considerados la ley, sería ridículo intentar someterlos a la constitución. Esto es considerado causa de Ostracismo en otros estados, principalmente en los democráticos, donde se cuida la igualdad entre todos los ciudadanos, cuidando que ninguno sobrepase en poder al otro, pero lo que se

 

 

debe hacer en estos casos es tomar a esto como rey mientras viva.

 

En todos los casos, es preferible que la soberanía resida en la ley positiva, que en algún ciudadano, ya que el hombre se corrompe ante el atractivo del instinto y las pasiones del corazón cuando se encuentra en el poder. La ley, en cambio, "es la inteligencia sin ciegas pasiones".

 

Libro cuatro:

 

Teoría General de la ciudad perfecta:

 

El gobierno perfecto es aquel que procura a todos los ciudadanos el goce de la más perfecta felicidad, dividiendo a estos goces en tres diferentes clases: los que están fuera de su persona, bienes del cuerpo y bienes del alma consistiendo así la felicidad en la reunión de todos éstos, que pueden ser adquiridos y conservados mediante la virtud. La felicidad es patrimonio de los corazones más puros y de las inteligencias más distinguidas, siendo por lo tanto el estado más perfecto, el más dichoso y más próspero. La felicidad nunca puede estar acompañada del vicio, porque tanto el Estado como el hombre no prosperan sino a condición de ser virtuosos y prudentes, transformándose en el fin esencial de la vida de ambos el alcanzar este grado de virtud y hacer todo lo que ella ordene.

 

Para Aristóteles el Estado más perfecto es aquél en el cual cada ciudadano puede, gracias a las leyes, practicar lo mejor posible la virtud y asegurar su felicidad, adoptando el camino que le parezca mejor, así, algunos se dedicarán a la política y otros a la filosofía. La felicidad sólo se encuentra en la actividad, pues sólo en ella se realiza la virtud, por lo cual es un error preferir la inacción al trabajo, siendo por lo tanto la actividad el asunto capital de la vida.

 

En ese Estado perfecto debe haber equilibrio entre la cantidad de ciudadanos y la extensión del suelo (causa material del estado). No debe haber demasiados habitantes ya que no es posible el orden en la multitud, su cantidad debe ser reducida de modo que sea posible que se conozcan entre sí, para que de esta manera las elecciones y sentencias jurídicas no sean necesariamente malas pero a la vez debe alcanzarse un mínimo necesario para la subsistencia.

 

En cuanto al territorio sobre el cual se asienta el Estado, debe ser fértil y ni demasiado pequeño - que impediría satisfacer las necesidades de sus habitantes - ni demasiado grande - que lo tornaría ingobernable.

 

La justa proporción consiste en tener el mayor número posible de ciudadanos capaces de satisfacer las necesidades de su existencia, pero no tan numerosos que dificulten su inspección o vigilancia.

 

Los elementos indispensables para la existencia de la ciudad son: la subsistencia, las artes, las armas, cierta abundancia de riquezas, culto divino y decisión sobre los asuntos de

 

 

interés general y procesos individuales; para todos y cada uno de estos elementos debe haber en el Estado ciudadanos dedicados a procurarlos, ya que la falta de cualquiera de ellos resultaría en la imposibilidad del autoabastecimiento de esa sociedad.

 

Se pueden suponer diversas combinaciones según la importancia relativa que se atribuya a las funciones anteriores, siendo ésto lo que constituye la característica propia de cada forma de gobierno; así, en la democracia todos los derechos son comunes, al contrario de lo que ocurre en la oligarquía.

 

Siendo los ciudadanos los únicos que componen el cuerpo político, se abstendrán de realizar trabajos contrarios a la virtud o relacionados a la agricultura, puesto que para ocuparse de la cosa pública se necesita tiempo ocioso.

 

Los ciudadanos están divididos en dos clases: los guerreros y lo que deliberan sobre los negocios del Estado y juzgan los procesos, confiriendo las funciones según las distintas etapas de la vida, habida cuenta que una necesita del vigor de la juventud y las otras prudencia, la que es propia de las etapas maduras de la vida. Los artesanos, como otras clases extrañas a las nobles ocupaciones de la virtud, no gozan de derechos políticos.

 

Un Estado es virtuoso sólo cuando todos los ciudadanos que lo componen lo son. Tres son las cosas que pueden hacer al hombre bueno y virtuoso: la naturaleza, en cuanto nos concede virtudes espirituales y corporales, el hábito, que pervierte o mejora las cualidades naturales y la razón a cuyo imperio el hombre está sometido.

 

De si la autoridad y la obediencia deben ser alternativas o vitalicias:

 

Siempre es preferible que aquellos cuya superioridad de jefes fuese incontestable manden sobre los súbditos, pero siendo tales diferencias muy difíciles de encontrar, la alternativa entre mando y obediencia debe ser común a todos los ciudadanos, porque el Estado no podría vivir sin la igualdad.

 

La naturaleza creó dentro de la misma especie unos destinados a obedecer y otros capaces de mandar; una autoridad que es conferida a causa de la edad, no provoca celos ni fomenta la vanidad de nadie cuando cada cual está seguro que con el devenir de los años obtendrá la misma prerrogativa, por esto, la autoridad y obediencia deben ser a la vez perpetuas y alternativas y, por consiguiente, la educación debe ser igual y diversa.

 

El alma se compone de dos partes: una que posee en sí misma la razón y que encierra el fin mismo al que debe aspirarse, la otra que obedece a la razón y a la que pertenecen las virtudes que constituyen al hombre de bien. La razón, a su vez, se divide en especulativa y práctica, siendo preferible escoger las actos que pertenecen a la parte naturalmente superior.

 

A su vez, la vida comprende trabajo y reposo, guerra y paz. Los actos humanos hacen

 

 

relación sea a lo necesario, sea a lo bello, no buscándose lo necesario y útil sino en vista de lo bello; por esto, el hombre de Estado debe ajustar las leyes en orden a las partes del alma y a los actos, teniendo en cuenta el fin más elevado al cual ambas pueden aspirar. A este fin conviene dirigir a los ciudadanos desde la infancia y durante todo el tiempo que permanezcan sometidos a jefes. Vale más y es más conforme a la virtud dirigir hombres libres que esclavos, no debiéndose tener por dichoso a un Estado ni por muy hábil a un legislador cuando sólo se ha fijado en los peligrosos trabajos de la conquista, puesto que con tan deplorables principios cada ciudadano pensará sólo en usurpar el poder absoluto en su propia patria lo más pronto posible.

 

El legislador no debe sino más que despertar en el corazón de los hombres buenos sentimientos y el Estado, para gozar de paz, debe ser prudente, valeroso y firme; sus ciudadanos deben tener valor y paciencia en el trabajo, filosofía en el descanso y prudencia y templanza en ambas situaciones.

 

No se puede exigir a los niños, sino hasta los cinco años, la aplicación intelectual o fatigas violentas que impidan su crecimiento, pero sí la actividad necesaria para evitar la pereza total del cuerpo. Los magistrados encargados de su educación, deben vigilar tanto las palabras como los cuentos que escuchan e incitarles al movimiento, sobre todo en los juegos; prevendrán que se comuniquen con esclavos y que permanezcan alejados de espectáculos o palabras indignos de un hombre libre; resguardarán a los jóvenes de los peligros de reuniones, de representaciones de piezas satíricas y comedias, sino hasta que tengan la edad en que puedan asistir a comidas comunes y beber vino oscuro. Se los debe alejar principalmente de todo aquello que esté relacionado con el vicio o la malevolencia.


 

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