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Resumen de "Otra Institucionalización"  | Sistemas Políticos Comparados (Cátedra: Aznar Saguir - 2017)  |  Cs. Sociales  |  UBA
O’Donnell : Otra institucionalización

El texto comienza dando cuenta de que gran parte de la literatura contemporánea considera que a las democracias de nuestra región les falta consolidarse. Esto implica dos tareas: primero, delimitar las democracias de las otras que no lo son; y segundo, encontrar un criterio para comparar a las democracias. Con respecto a lo primero, O’Donnell considera rápidamente que el concepto de poliarquía le parece satisfactorio.
¿Qué es lo que va a considerar el autor? “Sostengo que el problema de muchas de las nuevas poliarquías no es la falta de institucionalización. En ellas existen dos instituciones extremadamente importantes, pero la manera como los cientistas políticos acostumbran conceptualizar las instituciones no nos ayuda a reconocerlas como tales” (pág. 144). De esta manera, el particularismo coexiste con otras instituciones y reglas formales en América Latina.

Para avanzar, O’Donnell fundamenta su elección del concepto de poliarquía para dar cuenta de nuestras democracias. Empieza recordando los atributos de las mismas dados por Dahl y decide agregar otros.
Primero, quienes ocupan las posiciones más altas en el gobierno no deben sufrir la terminación de sus mandatos antes de los plazos establecidos legalmente.
Segundo, las autoridades electas no deben estar sujetas a restricciones ni ser excluidas de ciertos ámbitos de decisión política.
Tercero, debe existir un territorio indisputado que defina claramente el demos votante.
Cuarto, se debe incluir una definición intertemporal: “la expectativa generalizada que el proceso electoral y las libertades contextuales se mantendrán en un futuro indefinido” (pág. 145).
Ahora bien, esta definición de poliarquía no se refiere a las instituciones formales del régimen ni tampoco sobre los temas menos formalizados: “Estos silencios son apropiados. La definición de poliarquía establece una línea divisoria crucial: separa los casos en que existen elecciones limpias, competitivas y regulares, así como las libertades contextuales arriba mencionadas, de los muchos otros casos en que todas o algunas de estas condiciones no se cumplen” (pág. 146). Al mismo tiempo, este concepto de poliarquía permite muchas variaciones entre los casos delimitados, diferencias que son empíricas y a la vez pueden ser evaluadas normativamente.

Lo que falta, luego, es una definición de institución. “Por institución entiendo un patrón regularizado de interacción que es conocido, practicado y aceptado (si bien no necesariamente aprobado) por actores que tienen la expectativa de seguir interactuando bajo las reglas sancionadas y sostenidas por ese patrón” (pág. 146).

Hechas estas conceptualizaciones, O’Donnell dice que es espurio considerar que “ciertas poliarquías no están institucionalizadas porque algunas de sus instituciones no son, o no funcionan, como las de las viejas poliarquías” (pág. 146). “Una vez que las elecciones


están institucionalizadas, se puede decir que la poliarquía, o la democracia política, está “consolidada”: si existe la expectativa de que elecciones limpias, competitivas y regulares se mantendrán en un futuro indefinido y si esta expectativa es compartida por la mayoría de los actores políticos y la opinión pública (…) entonces, ceteris paribus, es probable que la poliarquía subsiste” (pág. 147).
Para O’Donnell quienes consideran que una poliarquía se encuentra institucionalizada cuando se parece a las viejas poliarquías no están haciendo otra cosa que establecer una teleología. “No hay teoría que nos diga por qué y cómo las nuevas poliarquías que institucionalizaron las elecciones van a “completar” su complejo institucional o llegar a “consolidarse”. Todo lo que podemos decir con nuestros actuales conocimientos es que, mientras las elecciones estén institucionalizadas, las poliarquías probablemente subsistirán” (pág. 148).

Por lo tanto, de lo que se trata es de estudiar esas institucionalizaciones informales en las que los actores se mueven tan racionalmente como en otros escenarios. Es así como se hace necesario estudiar una de estas formas que tiene una gran influencias en las poliarquías de esta región: el clientelismo, y más generalmente el particularismo. “El particularismo es un importante componente del régimen político de estas poliarquías. Las poliarquías son regímenes políticos, pero no todas las poliarquías son el mismo régimen” (pág. 150).
Otro tema importante a tener en cuenta es el de la accountabilities, que cumple un rol importante en las poliarquías formalizadas. Con respecto a las informalmente institucionalizadas, “dentro del país, las elecciones son un momento en que opera algo similar a la accountability horizontal: partidos diferentes del que está en el poder tiene fiscales en los centros de votación, con el claro interés de prevenir maniobras fraudulentas” (pág. 153).

Para terminar, “las poliarquías informalmente institucionalizadas son democráticas en el sentido recién definido y cuando –como a menudo ocurre- incorporan el componente plebiscitario del gobierno delegativo, fuertemente mayoritarias. Pero sus componentes liberal y republicano son muy débiles” (pág. 154).

 

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