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Sociedad y Estado

Resumen sobre Basualdo

Cat: Mesyngier

Sede: Drago Prof: Cecilia Pitelli 2º Cuat. de 2013

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Sistema político y modelo de acumulación en Argentina
Introducción
Durante la dictadura de 1976, se interrumpe con el proceso de industrialización sustitutiva para darle lugar a la valorización financiera y la producción se orienta hacia el mercado interno, plagado de capitales extranjeros. En esta época se conformaron las importantes ciudades industriales de Rosario, Córdoba y el Gran Buenos Aires.
Este nuevo patrón de acumulación implantó el predominio del capital sobre el trabajo, el cual se ve en la regresividad de la distribución del ingreso y la creciente exclusión social. Se dio un salto cualitativo en la explotación de los trabajadores, con una expulsión de mano de obra que generaba aun más desocupación y subocupación.
Este contexto era propicio para los sectores dominantes, por lo que buscaron la manera de mantener estas condiciones una vez acabada la dictadura y durante los períodos constitucionales.
En el texto, Basualdo analiza las formas en las que se consolidó la valorización financiera, garantizando el control político y social sobre la sociedad, cuando está basado en la concentración de capitales y la exclusión social.

1. Las nuevas características del sistema político y la sociedad civil a partir de la dictadura militar
Las dictaduras son derrotas sociales que traen aparejadas la reestructuración de la economía y la sociedad civil. Sin embargo, para esto también es necesario el aniquilamiento de los sectores populares, mediante la inmovilización social.
Una vez que se agotó el modelo represivo y se interrumpió la industrialización, los sectores dominantes consideraron redefinir el sistema político mediante una estrategia negativa para los sectores populares, ya que consistía en impedir la movilización de los mismos, inhibiendo su capacidad de cuestionamiento. Esto se logró a través de un proceso de integración de las conducciones de los grupos sociales, es decir, de una cooptación por parte de los sectores dominantes de los líderes de los sectores numerosos. Esta táctica tenía como objetivo perpetuar la dominación impidiendo sistemáticamente la formación de una clase dirigente por parte de los grupos adversarios. Esto lo hacen porque quieren generar consenso sobre el nuevo patrón de acumulación y el desarrollo de sus propios intelectuales orgánicos es imprescindible para conducir a la consolidación de la valorización financiera.
Gramsci plantea una teoría política sobre Italia que bien podría aplicarse para Argentina, salvando ciertas diferencias. Ésta presenta una situación de transformismo, donde los sectores dominantes excluyen a las clases subalternas, al mismo tiempo que siguen dominándolos sobre una base de integración de las conducciones políticas. Según esta perspectiva, el consenso se genera sobre la superestructura mientras que la estructura se mantiene en la misma posición, gracias a la hegemonía de los intelectuales orgánicos.
Para Gramsci, existen dos tipos de situaciones duraderas de dirección política. La primera es la hegemonía, donde la sociedad civil dirige a la política y utiliza un bloque ideológico para conseguir su poder. En cambio, la dominación implica que la sociedad política intenta neutralizar al resto de las clases y no se apoya en ninguna base social extensa.
La teoría gramsciana se aplica para Argentina de la siguiente manera.
Los sectores dominantes nunca lograron imponer un partido político propio y, únicamente, llegaban al poder mediante golpes de Estado y a través de sus intelectuales orgánicos. En ausencia de un partido orgánico y con una fuerte ideología, resulta fácil cooptar al partido que está en el gobierno. El control se realiza por parte de grupos económicos y conglomerados, los cuales son propietarios de múltiples firmas localizadas en diversas actividades. En otras palabras, ante la ausencia de un partido de derecha, la fracción dominante se encarga de moldear el transformismo argentino.
En este país, el sujeto que impulsa la constitución de un sistema político no solo forma parte de un sector dominante sino que también opera desde la falta de mediación. De esta manera, se dice que se apoyan en una base material, donde radican las ventajas relativas.
No obstante, Gramsci presenta un carácter dualista en su análisis, lo que impide el tratamiento adecuado de las coacciones económicas, entre otras, el miedo al desempleo que produce ciudadanos silenciosos y obedientes. También, escapa a Gramsci un factor material, la corrupción, que es el consentimiento por la compra, sin ningún tipo de atadura ideológica.
Los factores que hacen posible la dominación en Argentina son: la concentración del ingreso y la consolidación de la valorización financiera, junto con una distribución regresiva del ingreso, lo que genera la reducción del salario real y la expulsión de trabajadores del mercado laboral. Éstos colaboran en el deterioro de las condiciones de vida. Asimismo, las hiperinflaciones adoptan un carácter disciplinario, dado que desemboca en la desocupación y la desindustrialización. Las mismas llevaron a la conformación de un ejército industrial de reserva.
La causa mayor de esto son los negocios efectuados entre los políticos y los empresarios, que devienen en un factor organico ya instalado, la corrupción. Éste es un fenómeno estructural e intrínseco al nuevo patrón de acumulación. La corrupción logra la cohesión del bloque de poder, evitando las deserciones y la disgregación del mismo.
En resumen, la incidencia de los sectores dominantes sobre la política, sus negocios y la integración ideológica de las conducciones de los sectores populares consolidan la valorización financiera mediante el transformismo.
No obstante, hay que incorporar un elemento material más: los elevados salarios relativos de los cuadros orgánicos. Se le asignan recursos económicos para asegurar las altas remuneraciones relativas de los que se integran a los nuevos cuadros dominantes. Esto provoca la integración de la política con los sectores dominantes y el descabezamiento de los sectores populares al igual que la incorporación de intelectuales independientes, desligados del sistema político.
La desocupación y la marginalidad social operan como disciplinador de la clase trabajadora y como impulsor de la incorporación de los nuevos cuadros al planteo dominante. También, garantizan la permanencia y la cohesión de los mismos.
En el caso argentino, se puede observar un angostamiento de la autonomía de la política respecto de los intereses sociales de los sectores dominantes, generando una falta crónica de alternativas que integren las necesidades y las aspiraciones de los sectores populares, desencadenando una ilegitimidad del sistema político en su conjunto.

2. Etapas y características de la articulación entre el sistema político y la valorización financiera
Las tres etapas de la evolución argentina en los últimos 25 años son: la dictadura militar, período en el cual se instauró el nuevo patrón de acumulación, mediante el aniquilamiento de los sectores populares; el primer período constitucional, donde la profundización gravita en torno a la integración molecular; y los dos períodos de gobierno peronista y el primero de la Alianza, en los cuales se profundiza el mercado financiero mediante la incorporación de fuerzas políticas enteras.

Primera etapa. La dictadura militar
Las nuevas condiciones de la economía mundial planteaban el establecimiento de un nuevo régimen de acumulación, dirigido por los sectores dominantes y su voluntad de destruir la identidad nacional de los sectores populares, dando por finalizado el empate hegemónico. Entonces, se pone en marcha el plan de aniquilamiento de los militantes de los sectores populares y de interrupción de la industrialización sustitutiva.
El predominio de la valorización comienza con la Reforma Financiera de 1977 y la apertura del mercado de bienes y capitales, dado que los productos importados erosionan el mercado interno y la apertura financiera trae el fenómeno del endeudamiento externo del sector público y del privado.
Los grupos económicos locales y las empresas transnacionales se endeudaron para obtener renta mediante colocaciones financieras, en tanto la tasa de intereses superaba la de interés internacional, para remitir sus recursos al exterior.
En este proceso de fuga de capitales el Estado mantiene una elevada tasa de interés a través del endeudamiento interno, provee las divisas que luego se irán del país y asume como propia la deuda externa del sector privado.
Cabe destacar que el origen del capital transferido al exterior está en la redistribución del ingreso en contra de los asalariados. La otra cara son los beneficiarios, es decir, un conjunto de grupos econmicos locales, un conglomerado de empresas extranjeras y la banca local y acreedora.
Los intelectuales orgánicos provienen del establishment económico y social pero no son la única ofensiva con la que cuenta el sector dominante. El mismo forma cuadros propios que le garanticen la implementación de transformaciones necesarias para la valorización financiera.
El brazo armado de los sectores dominantes efectuó un replanteo de la Doctrina de Seguridad Nacional. En primer lugar, asumía que el crecimiento económico y la inclusión social eran objetivos irremplazables para superar las contradicciones sociales que las Fuerzas Armadas debían encauzar usurpando el poder político. En segundo lugar, las FFAA debían reprimir a las organizaciones políticas que alteraran el proceso de acumulación en marcha. Finalmente, que el espacio de influencia estaba delimitado por las fronteras nacionales.
A partir de la dictadura, abandonan la concepción de que el crecimiento económico y la inclusión social sean pilares básicos y la reemplazan por la desindustrialización, la concentración del ingreso y la represión, encaminada a disciplinar y controlar a los sectores populares. Además, la represión recayó sobre todos los integrantes, no solo armados, de las organizaciones populares. Finalmente, se consolidó la idea de que una tercera guerra mundial estaba en pleno desarrollo.
Por un lado, se trataba de fuerzas represoras con un alto grado de corrupción, en base a la apropiación de recursos estatales, bienes materiales y personas. Por otro lado, se diluyó la verticalidad del mando, adoptando un comportamiento deliberativo. A partir de esto, se abre una feroz competencia entre el ejército y la marina, orientada a definir la conducción del partido.
Este nuevo funcionamiento suponía la redefinición y subordinación del sistema político que incluía la cooptación de dirigentes de los partidos tradicionales. Por otro lado, la construcción del partido militar planteaba una necesidad de creciente autonomía, lo cual superaba las tareas de aniquilamiento y desmovilización. De esta manera, volvía inorgánica y disfuncional a la conformación del mismo.

Segunda etapa. Los comienzos del transformismo argentino
El primer gobierno constitucional
A partir de 1982, comienza la década de “crisis de la deuda externa”. En México, comienza la moratoria, caracterizada por una escasez de financiamiento externo. La Argentina sufre esta restricción y oscila entre estancamiento y crisis económica, con una restricción en la formación de capital vinculada a la fuga de los mismos. Durante estos años, se consolida la valorización financiera por lo que el proceso económico es conducido por los grupos económicos locales, los conglomerados extranjeros y la banca acreedora, sobre la base de una redistribución de ingresos que pierden los asalariados y el carácter regresivo de la estructura impositiva al igual que la orientación de las transferencias estatales.
Sin embargo, debido al estancamiento del financiamiento internacional, los acreedores externos verán una baja en su influencia sobre el Estado en comparación con los otros dos sectores del establishment.
El endeudamiento radicó en la capacidad que les otorga a los grupos económicos y conglomerados la recepción de los ingresos que perdieron los asalariados. También influyeron los recursos remitidos al exterior.
Los pagos derivados del endeudamiento externo no constituyeron la única transferencia al exterior ya que hay que tener en cuenta la fuga de capitales al exterior.
Durante la sustitución de importaciones, las alianzas entre los asalariados y las empresas nacionales eran centrales para enfrentar a las empresas transnacionales. De esta manera, el dominio ejercido por el capital transnacional era visto como un obstáculo.
A partir de la dictadura, los acreedores externos y el capital concentrado interno controlan el proceso económico con base en la sobreexplotación y la subordinación del Estado. Por lo tanto, la valorización financiera no está condicionada por el consumo de los sectores populares ni las fronteras nacionales, impulsando la disolución del capital industrial local.
El partido de gobierno constitucional, influido por los resabios de la dictadura militar, asumía un diagnóstico sobre la economía que no responde a la realidad. Se asumía que se había agravado la restricción externa de la economía argentina debido al crecimiento de la deuda externa. Esto entendía que no se habían registrado modificaciones estructurales por lo que la economía seguía respondiendo al funcionamiento típico de la segunda etapa de sustitución.
Esto era así porque la deuda era una variable que afectaba al sector externo sin provocar modificaciones en la economía interna. En otras palabras, seguía vigente estructuralmente la sustitución de importaciones pero con un notorio agravamiento de la situación de la balanza de pagos debido al endeudamiento externo.
Las políticas económicas encabezadas pro Grinspun estaban orientadas a lograr una renegociación con los organismos internacionales y los acreedores externos que disminuyeran el pago de los intereses ya que la deuda era impagable. Sobre esa base, se intentaba generar la redistribución del ingreso a favor de los asalariados para reactivar la producción interna, controlar la inflación y redefinir el poder sindical.
Ante su fracaso, asumió Sourrouille, quien mantiene el diagnóstico estructural, pero plantea la superación de la deuda basándose en el despligue de un modelo exportador y en la reactivación de la inversión. Se conforma el Plan Austral, el cual sostiene que mediante las exportaciones permiten el pago de los intereses de la deuda y el aumento de las importaciones posibilita el crecimiento económico mientras que la inversión hace efectivo ese crecimiento. El crecimiento del ahorro, a su vez, es compatible con el consumo.
En efecto, a partir de la valorización, el ahorro interno es insuficiente para posibilitar niveles de inversión que garanticen un crecimiento significativo, debido al nivel de consumo de los sectores altos y por la significativa fuga de capitales.
Uno de los factores que condicionan la viabilidad de la estrategia planteada es la fuga de capitales. Argentina se ha convertido en un país exportador de capitales privados, que buscan un mayor refugio en monedas fuertes. Este drenaje se agrega al pago de los intereses de la deuda.
La deuda externa ilegitima se entiende como la obtenida por los sectores privados.
La convergencia entre las organizaciones empresarias de diferentes actividades económicas fue un factor que desgastó al primer gobierno constitucional. Estos acuerdos se desplegaron en un contexto heterogéneo, producto de la concentración económica, ya que agrandaba su presencia en las diversas organizaciones empresariales.
Existió, de esta misma forma, una estrecha relación entre los principales referentes de los grupos económicos locales y los conglomerados extranjeros, con un conjunto de funcionarios importantes del gobierno. Si bien las negociaciones de los mismos estaban centradas en aspectos económicos, existieron aspectos políticos de trascendencia, por ejemplo, la reformulación del formato estructural estatal y la reelección presidencial.
Ambas instancias plantearon exigencias mediante los acuerdos entre las organizaciones empresariales y negociaron directamente con el partido de gobierno sus intereses específicos. Así fue posible que la economía influyera en la política porque mantuvieron las prebendas obtenidas durante la dictadura y porque le agregaron otras vinculadas a la nueva etapa.
De esta manera, la consolidación económica de los sectores que fueron la base social de la dictadura, avanzó mediante la influencia de dos procesos. El primero fue la imposibilidad de la política gubernamental para constituir una alianza social que permitiera modificar el patrón de acumulación. El otro, es la estrategia de la fracción local de los sectores dominantes, que enfrentaba la política gubernamental asociada con otras fracciones empresarias y negociaba y subordinaba la acción del gobierno mediante tratativas directas con el partido de gobierno.
Las vinculaciones entre el partido de gobierno y el sector dominante fueron el vehículo para la extorsión y dieron lugar a modificaciones constitutivas del transformismo, poniéndose en mercha un proceso de cooptación ideológica al igual que de negocios políticos y económicos.
Se inicia, así, la etapa de absorción gradual pero continua de los intelectuales orgánicos, es decir, de la decapitación de los sectores subalternos como forma de inmovilizarlos. Cabe destacar que también se afianzan las relaciónes del sistema político con empresarios locales.
Asimismo, comienzan a crecer los operadores políticos, caracterizados por su pragmatismo y falta de ideología, lo que esconde su ruptura con las concepciones y la historia de los grupos sociales. Son depositarios de los negocios políticos y económicos por lo que se ubican en posiciones decisivas.
Según max Weber, el boss es un empresario político de tipo capitalista, que por su cuenta, proporciona votos ya que da los medios. Es el receptor directo de las sumas de dinero de los grandes magnates de las finanzas. Busca exclusivamente poder, como fuente de dinero pero también por el poder mismo. Carece por completo de ideología y de principios.
En 1987, el diagnóstico oficial cambia y presenta la crisis del modelo populista y facilista, centralizado y estatista. La salida consistía en reestructurar al Estado, mediante la privatización y la apertura importadora. Entonces, en 1988, se lanza un plan de privatización, rechazado por la oposición peronista.
Una primera alternativa era que las políticas fueran impulsadas por los grupos económicos y los conglomerados extranjeros, pero era poco plausible ya que eran los principales beneficiarios del aparato estatal ineficiente. En cambio, los acreedores externos sufrían las postergaciones económicas y el incumplimiento de las reformas por lo que proponían que los países latinoamericanos pagaran los intereses y el capital endeudado por más que fuera evidente que su pago fuera imposible. De allí, surgió el Plan Baker, el cual imponía los programas de conversión que consistía en el rescate de los bonos de la deuda externa a cambio de activos físicos. Este es el origen de la privatización de empresas, ya que los principales activos eran las empresas públicas.
A través de los organismos internacionales de crédito, los acreedores externos podían determinar las características globales de la política económica pero las condiciones específicas que adoptaban las mismas eran modeladas por los intereses particulares del capital concentrado interno. Esto hizo que tuvieran una participación relativa secundaria en la redistribución del excedente interno cuando Argentina asume una moratoria externa al suspender los pagos de las obligaciones vinculadas a su endeudamiento con el exterior.

La crisis hiperinflacionaria de 1989
Las presiones de los organismos internacionales de crédito resultaron inútiles debido a la influencia interna de los sectores dominantes y su capacidad de veto. También influyó la disputa entre el FMI y el Banco Mundial, el cual insistia en las reformas estructurales mientras que el primero quería los pagos. Esta pugna terminó con George Bush, quien exigio ambas cosas. En estas condiciones, surge una crisis hiperinflacionaria debido a la corrida cambiara de 1989.
La crisis tenía como objetivo eliminar las restricciones estructurales que impedian el desarrollo y la consolidacion del patron financiero.
El primer problema que tenían los sectores dominantes era que el Estado relegaba a los acreedores externos. De allí, el nuevo formato y funcionamiento del aparato estatal se conforma de transferencias de recursos originados anteriormente con otros nuevos, surgidos a partir de la valorización financiera. Por otra parte, surge la transferencia de la deuda externa privada al sector público y la licuacion de los pasivos internos. Éstas potencian la expansion de los grupos económicos. Por ende, la fracciónexcluida considera que se necesita una reestructuracion para poder cobrar lo adeudado y garantizar beneficios futuros.
El segundo problema es la distribución del ingreso y la relación entre el capital y el trabajo.
Al igual que la remocion de las trabas al capital financiero, era necesaria la redefinición de la naturaleza del sistema político, ya que impedia la convalidación de formas estructurales y la profundización del proceso en marcha. En la primera gestión constitucional se ve un claro desfasaje entre el avance de la valorización financiera y el funcionamiento del sistema político.
Entonces, la crisis trae como consecuencia el disciplinamiento en el conjunto social, en tanto instala una nueva relación entre el capital y el trabajo del sistema político. En esto se ve un avance del transformismo, donde se sigue inmovilizando a las masas a partir del descabezamiento y la cooptación de los dirigentes. Pero como es solamente conducida por una fracción del establishment, los resultados se encuentran divididos. La solución era la homogeneización del sistema bipartidista para convalidar las modificaciones estructurales planteadas.
Según Guillermo O´Donnell existen diversos tipos de crisis. En primer lugar, se encuentra la crisis de gobierno, en la cual hay una inestabilidad política y sus funcionarios dejan sus cargos; luego, está la de régimen, que consta de grupos expulsándose al igual que de la pretensión de instaurar criterios de representación y canales de acceso distintos a los existentes. En tercer lugar, en la crisis de expansión donde los grupos, partidos, movimientos y personal gubernamental realizan interpelaciones a sectores sociales para establecer identidades colectivas conflictivas. La misma genera preocupación en la clase dominante ya que cuestiona su dominación. Además, existe la crisis de acumulación, resultante de acciones de clases subordinadas, las cuales son vistas por los dominantes como obstáculos en el funcionamiento de la economía y de las tasas regulares de acumulación del capital. Por último, la de dominación celular o social, es una crisis de las relaciones sociales que constituyen a las clases y sus formas de articulación.
En 1989, existía una crisis de gobierno, que provocó la salida anticipada de la primera gestión constitucional y de régimen dado que las fracciones dominantes pretendían reemplazar los criterios de representación establecidos. Igualmente se trata de una crisis de acumulación porque se intenta remover los obstáculos que le otorgan un papel secundario e impulsar el desarrollo del capital financiero.

Tercera etapa. La consolidación del transformismo argentino
La primera gestión menemista
El nuevo gobierno establece relaciones con los grupos económicos locales, demostrando la relación entre los empresarios y el sistema político. Como resultado, la primera gestión económica es ejercida por integrantes de la firma Bunge y Born. El enfrentamiento con los acreedores se institucionaliza mediante medidas como intentar estabilizar las cuentas públicas y la situación del sector externo, sin prever la implementación de reformas estructurales.
Sin embargo, debido a las presiones de los acreedores, tienen lugar reformas a favor de éstos. Primeramente, la Ley de Emergencia Económica, destinada a eliminar los subsidios y reintegros impositivos mientras que la Ley de Reforma del Estado dispuso la intervención de las empresas estatales. También acompañó la reforma tributaria, que generalizaba la aplicación del impuesto al valor agregado, gravando patrimonios y reduciendo alícuotas del impuesto a las ganancias.
La consecuencia es el aumento del tipo de cambio y de las tarifas públicas, provocando al hiperinflación. En 1991, Cavallo, quien tenía buenas relaciones con el establishment, lanza el Plan de Convertibilidad y el Brady, el cual establece un cronograma de pagos para la deuda externa. Se accede nuevamente a un endeudamiento externo que se incrementa por ambos sectores. Finalmente, la reforma de la corte para garantizar la vigencia del transformismo, ya que concentró la suma de poder público en el ejecutivo, se aseguraba la mayoria d elos votos y legislaba en base a los decretos de necesidad y urgencia.
En este sentido, ambas fracciones estaban de acuerdo en que, para superar la crisis, era necesario consolidar la concentración del ingreso. De esta manera, los sectores populares sufrían la transferencia de riqueza y se encontraban inhibidos de influir además de que debían pagar los costos de la misma.
La crisis hizo que el capital concentrado interno coincidiera con los acreedores externos porque así accedería a la propiedad de activos de enorme magnitud con elevada rentabilidad. El sistema político impulsa la privatizacion de empresas, preservando monopolios con garantías de internacionalización de rentas extraordinarias, la transferencia de activos de un poder decisivo en los precios y la concentración del capital.
Las discrepancias entre los sectores dominantes giraban en torno a las transferencias estatales y al grado de exposición externa de las producciones locales.
El avance de los sectores dominantes fue posible debido a la consolidación del transformismo como sistema de dominación. La autonomía relativa de la política desaparece. No solo los intelectuales orgánicos sustentan la valorización financiera, sino también la transformacion del sistema del partido de gobierno y la incorporación del sistema bipartidista en el cual los partidos pierden su identidad específica. Los dos partidos centrales se incorporan a la orbita de los sectores dominantes, descabezando a los sectores sociales e inhibiendo su reacción.
Ambas modificaciones superan las barreras estructurales que obstaculizaban el desarrollo de la valorización al mismo tiempo que revierten la inorganicidad del sistema político, estableciendo una sincronía entre el plano estructural y el superestructural.
La modificación más trascendente del sistema político es la pérdida de identidad social histórica, garantizando su desvinculación orgánica con los sectores que expresaba. Como consecuencia del vaciamiento ideológico y social, desaparece la discusión político-ideológica. Simultáneamente, se registra la disolución de la militancia, la cual es repelida.
El principal aporte del transformismo es dotar a los partidos de formato empresario. Ahora, se trata de instituciones con una organización vertical regida por las relciones contractuales, donde los operadores definen las decisiones partidarias y manejan los recursos que disponen los partidos.
Las relaciones contractuales reemplazan a los lazos ideológicos y políticos. Los salarios derivados de las funciones estatales tienen una importancia para la cohesión y funcionamiento vertical del partido y del que ejerce la función de oposición porque es una cohabitación partidaria en la administración estatal.
Se genera una dualidad en la estructura ocupacional del sector público entre la planta permanente y los contratados. El financiamiento para implementar proyectos específicos potencia el crecimiento de los contratos. Asimismo, la triangulación con otros organismos internacionales o nacionales canalizan los fondos estatales para realizar contratos de personal. Los contratados cuentan con los salarios más altos, permitiéndole financiar a sus cuadros, lograr nuevas adhesiones y acallar a los críticos reales.
Finalmente, la tercera forma de ingresos percibidos por el sistema político son los sobornos que le pagan a los sectores dominantes y que adopta una gama de modalidades y se verifica en los diferentes niveles institucionales. La corrupción se trata de una característica estructural y permanente del sistema de dominación.
De esta manera, la consolidación del transformismo modela a la política en torno a los sectores dominantes, abandonando su identidad histórica y adquiriendo un formto y una dinámica empresarial. Así, el sistema político se desvincula de los sectores sociales, que se ven impedidos de enfrentar su explotación y exclusión social porque sus intelectuales orgánicos se integraron a los sectores dominantes pero siguen apareciendo como supuestas conducciones. A medida que se profundiza el sistema de dominación se hace cada vez más nítida la existencia de un partido político principal (peronismo) y de otro auxiliar (radicalismo). Su diferenciación se encuentra en el papel e incidencia orgánica que asumen cada uno de ellos.
En la convergencia de las reformas estructurales, la convertibilidad cambiaria y la negociación se registra un período de crecimiento con dos procesos complementarios y decisivos:
a) los sectores dominantes superan las contradicciones y el establishment adquiere una homogeneidad inédita ya que constituyeron una comunidad de negocios sobre la base de su asociación en la propiedad de los consorcios privatizados.
b) A partir de la superación de la inflación, el nuevo endeudamiento externo y la expansión del crédito interno, se genera un nuevo ciclo expansivo del consumo interno que incorpora a los sectores sociales, dando mayor consenso social.
Con la crisis hiperinflacionaria de 1989, los grupos económicos no pudieron seguir excluyendo a los capitales extranjeros y éstos no pudieron negar la presencia de los primeros.
En el transformismo, se consolida la acumulacion originaria que indica el momento de su consolidación. La privatización de las empresas estatales puso en juego la transferencia de activos superiores a los montos pagados por el sector privado, a lo que hay que agregarle los elevados beneficios potenciales garantizados por los monopolios y la formulación de marco regulatorio que lo convalida. Al mismo tiempo, el proceso de desregulación abre el mercado comercial y financiero.
El proceso se dio en un período muy breve lo cual permitió que los adjudicatarios capitalizaran la valorización de las firmas luego de su privatización y facilitó la aprobación de marcos regulatorios precarios o inexistentes. Asimismo, tiene vastos alcances en el cual el Estado tansfiere hasta sus espacios de apropiación de renta, como el petróleo, al capital privado. Finalmente, tiene una proporción alta de capitalización de bonos de la deuda externa y una participación escasa de oferentes en las principales licitaciones originada en un conjunto de restricciones que allanaron el camino a los grandes grupos económicos y empresas extranjeras.
Los sobornos fueron de tal magintud que le permitieron al Estado concretar una acumulacion originaria que sería complementada con nuevos elementos, conformando la acumulacion ampliada. Los “retornos” están vinculados al: a) precio fijado para los activos y los montos posibles de capitalización de deuda; b) el endeudamiento externo de las empresas durante el proceso de privatización acelerada; c) la adjudicación de las licitaciones o concesiones propiamente dichas; d) el contenido de los marcos regulatorios iniciales.
Asimismo, existe otra vía de ingresos que consiste en los retornos derivados del gasto y las inversiones realizadas por el Estado.
La nueva situación trae aparejado un incremento ostentoso en el consumo de los integrantes del sistema político al mismo tiempo que generan una enorme capacidad de ahorro. Sin embargo, la distribución de ingresos, el nivel de consumo y la capacidad de ahorro no son uniformes. Cuanto mayor es la jerarquía partidaria, mayor es la incidencia en las decisiones y la participación en los resultados.
La capacidad de ahorro sienta las bases materiales para la mayor autonomía relativa del sistema político y el desarrollo de contradicciones con las fracciones del sector dominante. La forma de inversión que garantice una reproducción ampliada de los recursos es un desafío para el Estado. No obstante, el primero radica en el blanqueamiento de los mismos provenientes de actividades ilegales, para lo que es necesario implementar un circuito financiero que lo hiciese posible. Éste se implementa en el comienzo de la nueva administración peronista.
El contar con la estructura financiera que permitiera el lavado de los recursos mediante su fuga al exterior no agotaba el problema porque quedaba la maximización de la rentabilidad. Se debía tener en cuenta la tasa de interés en el mercado internacional, que era más reducida que la interna, que el sistema no tenía incidencia directa en la generación de los nuevos negocios y en la regulación. Ambos factores, como aseguraban una parte significativa de los recursos, debían ser repatriados.
Los recursos no solo estuvieron destinados a controlar la propiedad de un conjunto de empresas estatales privatizadas sino también se diversificaron hacia otras actividades con alta rentabilidad garantizadas desde el Estado.
Sobre estas bases, se firma el Pacto de Olivos, el cual permitía la reelección de Menem, quien reforma la Corte Suprema al tiempo que ubica al peronismo como el partido de mayor jerarquía orgánica y al radicalismo como su rueda auxiliar.

El último mandato de Menem
Se interrumpe la onda de crecimiento en 1992 al registrarse alteraciones estructurales en la comunidad de negocios. Se vuelve a generar un crecimiento económico que culmina en 1994. En este tiempo, hay un crecimiento de las ventas de la cúpula empresaria que evoluciona similarmente a la expansion de la economía en su conjunto. Mientras el PBI se contrae, las ventas de la cúpula crecen. Las firmas se muestran independientes del ciclo económico. Esto implica que las crisis recaen sobre la sociedad. De allí, el acentuamiento en la concentración del ingreso con el empeoramiento de las condiciones de vida. Sin embargo, la regresividad distributiva es el resultado de la desocupación y subocupación. Esto genera un ejército de reserva que precariza las condiciones laborales, deprime el nivel salarial y expande la marginalidad social. Éste es un instrumento de disciplinamiento y desmovilización de la clase trabajadora.
La desindustrialización avanza a partir de la apertura comercial, fundada en las importaciones de bienes. En términos generales, la política arancelaria se caracteriza por ser un instrumento central de la estabilización de precios en el corto plazo y un elemento fundamental para el creciente desplazamiento de la actividad industrial y la concentración y centralización económica. La apertura comercial se conjuga con el deterioro del tipo de cambio real, acentando las asimetrías.
Por otra parte, se vuelve a diluir la comunidad de negocios dado que se cristalizan asimetrías en los precios internos entre los bienes y servicios no transables con el exterior y los transables protegidos y, por otro, los transables. Esa asimetría está vinculada al tamaño de las firmas y los procesos de privatización. Tienen lugar transferencias que aumentan la facturación de empresas locales y conglomerados extranjeros, en detrimento de los demás tipos de propiedad. Apenas iniciada la fase declinante del proceso privatizador se reaviva la salida del capital local al exterior, basándose en la elevada rentabilidad de las grandes empresas.
De esta manera, los grupos mantienen su poder económico, en tanto se registra una disminución relativa en la importancia de los activos fijos y un aumento sustancial en la incidencia de los activos financieros. La nueva estrategia productiva consiste en concentrar su capital fijo en las actividades que exhiben ventajas comparativas naturales.
Por el contrario, el capital extranjero exhibe una evolucion opuesta porque son los principales compradores de los activos que enajena el resto del espectro empresario. El avance de los extranjeros se origina en la incorporación de nuevas empresas y la adquisición de empresas ya instaladas.
También se originan modificaciones en el trasnformismo, enraizadas en el intento de modificar la escena política por parte de los sectores subalternos. La única expresión de disenso fue el denominado grupo de los ocho, que luego forma el Frepaso. Superaron el 20% de los votos, hecho que amenaza con afectar las bases mismas del transformismo ya que cuestiona al sistema desde afuera. Se despliega una crisis de expansión porque se trata de la irrupción de una fuerza política que cuestiona el regimen imperante y podría permitir un avance en la organización de los sectores populares.
La Alianza cometió tres errores estratégicos que sientan las bases para la participación activa de los partidos. El primero fue considerar la regresividad económica y social como resultante del predominio que ejerce el sector financiero y el menemismo. Desde la óptica frepasista, derrotar electoralmente al partido peronista se podía impulsar la producción y la desconcentración del ingreso. El segundo, es la distancia que los dirigentes establecen respecto de su fuerza social, lo que ocasiona desaliento a la organización para hacer viables los acuerdos con las fracciones dominantes. El tercero es que consideran a la corrupción como un fenómeno privativo del partido hegemónico y no inherente al sistema de dominación. En consecuencia, para erradicarla, es necesario derrotar al partido hegemonico y asentar una alianza social. Es decir, lo contrario que hicieron cuando, como parte de la Alianza, derrotaron al partido hegemónico y ejercieron el gobierno.
La Central de Trabajadores Argentinos se encuentra enraizada en la tradición combativa y popular del sindicalismo. Mediante la participación, la elección directa y autonomía del Estado, intenta reconstruir la fragmentación de los trabajadores ocupados, desocupados y jubilados.
Duranto el mandato de Menem existen dos contradicciones. La primera consiste en la creciente búsqueda de autonomia relativa que exhibe el sistema político respecto del establishment. Cumplida la acumulación originaria, el Estado encara la acumulación ampliada y avanza sobre patrimonios de los sectores predominantes. Esto indica que los sectores dominantes creen que deben disciplinar y subordinar a un sistema político que afecta los intereses específicos del establishment.
La otra contradicción es la acentuada simbiosis del sistema político con una de las fracciones dominantes y la relativa lejanía con las otras. Debido a la imposición del sector local, los acreedores extranjeros no tuvieron demasiada influencia.
Una característica del gran capital autóctono es su gran capacidad de lobby o de influencia sobre las políticas estatales alta con respecto al menor poderío económico de las fracciones extranjeras.
En este contexto, existe, entonces, una diferenciación entre los capitales de origen europeo y norteamericano. Mientras que los primeros participan activamente en la conformación del nuevo sistema político, los otros tienen que avanzar mediante la imposición de políticas, que de todas formas, los dejan marginados de algunos espacios más redituables. Las mismas exhiben una creciente inorganicidad para facilitar una mayor incidencia de estos capitales en la economía interna.

La Alianza
A lo largo de la crisis, se perfilan dos proyectos alternativos a la Convertibilidad. El primero, asentado en colocaciones financieras en el exterior, mientras que el otro surge de la posición en activos fijos del sector financiero. El vinculado a los capitales extranjeros tiene como objetivo la dolarización, ya que les garantiza a los radicados en el pais el mantenimiento del valor en dólares de sus activos, y al sector financiero que sus deudas no se acrecentaran. El otro tiene como objetivo la devaluación y la instrumentación de subsidios estatales para la producción de bienes exportables. La devaluación implicaría una pérdida para los capitales extranjeros y los grupos producirían altas tasas de ganancias, además de que continuan con importantes inversiones productivas en el país. Por lo tanto, obtendrían cuantiosas ganancias patrimoniales en dólares y aumentarían la facturación y la rentabilidad de sus actividades productivas internas al ser fuertes exportadores.
Un elemento social y político de estos proyectos son los organismos internacionales de crédito, que imponen sus políticas de ajuste e impulsan un proceso de democratización y combate de la pobreza. Desde su punto de vista, las políticas no serían incompatibles con los modelos económicos en tanto la pauperización es un resultado indeseado del comportamiento del sistema político e institucional, que neutraliza los efectos positivos de dichas políticas.
La reformulación del sistema político es un intento de neutralizar la subordinación a la fracción local, introduciendo una nueva dinámica subordinada a sus propios intereses.
Los organismos internacionales de crédito ajustaban los presupuestos bajo la excusa de los elevados salarios relativos de los funcionarios provinciales. Sin embargo, en mediano plazo, la idea era redefinir la existencia misma de las provincias a través de la fusión de varias de ellas en regiones administrativas; de compatibilizar la reducción de los costos de las administraciones provinciales con una política tendiente a aunlar la identidad política, social y cultural, bloqueando la posibilidad de definir una estrategia propia.
Las ONG eran entidades no contaminadas de la corrupción estatal, dotadas de conocimiento técnico y capacidad organizativa para solucionar problemas específicos. Sobre la base de la crisis de representación, había que impulsar la disolución de todo lazo entre representante y representado, asumiendo que los pobres eran víctimas del ajuste e incapaces de tomar decisiones y participar con autonomía.
Por otra parte, la dolarización prevé la inserción internacional del país a través del ALCA, subordinando al Mercosur como espacio de integración. Se trata de una propuesta de subordinación dado el alcance y profundidad de las propuestas que contiene.
De esta manera, los sectores dominantes intentan usufructuar en su favor la importancia que conserva en la identidad popular la alianza policlasista, ocultando que poco tienen que ver con una burguesía nacional ya que están atados a la valorización financiera y cuentan con recursos del exterior. Diseñan un conjunto de protecciones (mayor control aduanero) y subsidios (fiscales y crediticios) articulados con un proceso devaluatorio controlado.
Esto les permitiría una mayor acumulación de capital ya que se agregaría a sus notables colocaciones financieras en el exterior. El crecimiento se vincula con una salida exportadora, mientras que la desocupación y la pobreza quedan subordinadas al mismo. Tiene escaso impacto en la mano de obra y consolida bajos salarios.
Dentro del Mercosur, Brasil constituye un destino de la producción local, y le da cierta autonomía respecto a la potencia hegemónica. Se revitalizaría el mercado ampliado a partir de la modificación del tipo de cambio y, además, debido a que las producciones son potencialmente exportables a los países limítrofes. Este pseudo plan nacional, en tanto apela al crecimiento económico, destacando los sectores productivos, se dirige a conformar un frente social compuesto por instituciones tradicionales.
Esta perspectiva plantea consolidar el transformismo para neutralizar a los sectores populares. Cabe recordar que la supuesta burguesía nacional que la impulsa es la misma que sostuvo la dictadura militar y se expandió sobre la valorización financiera, la desindustrialización, la concentración del ingreso y la fuga de excedente al exterior.
La dolarización reivindica la necesidad de replantear el transformismo y lucha contra la pobreza para incrementar la incidencia política y asegurar la viabilidad de la dominación. Por su parte, la devaluación enarbola la necesidad de reactivar la producción y desconocer la deuda externa para poder ampliar su esfera de influencia. Ninguna de las propuestas dominantes incorpora algún elemento que indique la voluntad de profundizar el proceso democrático mediante la participación popular y la redistribución progresiva de los ingresos.
Debido a la fuerza de la valorización financiera, el Estado abandona el desafío de impulsar y planificar el desarrollo económico al igual que el de garantizar el crecimiento o la conducción mínima del proceso económico, en tanto transfiere su capacidad regulatoria al capital oligopólico. La función que cumple es la de garantizar los flujos financieros para lograr una fluida y abundante entrada de capitales y plantear las condiciones para una igualmente fluida salida de capitales locales al exterior. El endeudamiento externo también depende de la necesidad de constituir las reservas de divisas que respaldan a la Convertibilidad y garantizar las divisas que hacen posible la fuga de capitales locales y financiar el déficit de la balanza comercial. Este achicamiento de las funciones del Estado genera, consecuentemente, la ausencia absoluta de un pensamiento estratégico orientado a la conformación de una Nación. De allí que los proyectos estratégicos para nuestro país que se originen en el establishment y tengan un carácter faccioso.
El gobierno intenta avanzar otorgándole concesiones a las dos fracciones dominantes en pugna, sin definir el rumbo de una salida a la crisis actual. Esto hizo que el gobierno de la Alianza acentue la concentración del ingreso y profundice la recesión. Desde esta perspectiva, el reajuste de la economía traería aparejada una deflación general de los precios que funcionaría como una devaluación del tipo de cambio. Esto reactivaría las exportaciones, reactivando la inversion interna y externa. De esta manera, se tendería a reducir el desempleo y provocaría una sustancial mejora en las cuentas públicas.
Sin embargo, no produjo ninguna de las consecuencias declamadas porque su enfoque estaba destinado a proteger los intereses de los sectores dominantes y no guardaba ninguna relación con la realidad económica y social.
Los cuatro factores que impidieron la reversión de la crisis son:
1) El problema se origina en la demanda, lo que exige revertir la regresividad distributiva vigente en la economía argentina, reconstituyendo la demanda interna y las finanzas públicas.
2) La centralización y concentración del capital neutraliza el efecto de auste económico sobre la estructura de precios relativos. Esto se debe a que el capital concentrado no transfiere a los precios la reducción de costos sino que los mismos engrosan sus ganancias.
3) La insuficiencia de introducir una recesión generalizada para lograr una devaluación relativa de la moneda local. Se requiere una modificación de los precios relativos de alcances más vastos.
4) La creencia de que la superación de la crisis se puede lograr mediante la expansión de las exportaciones, excluyendo el consumo interno.Más aun cuando la ampliación de las mismas supone incrementos en las importaciones debido a la desintegración productiva.
El progresismo terminó convalidando la reducción de la participación de los trabajadores en el ingreso en tanto el ajuste económico transitó por una reducción salarial y un incremento de la desocupación. La reducción de los salarios de la admnistración pública impulsó una nueva reducción generalizada del nivel salarial, definiendo una nueva depresión salarial.
La gestión de Machinea estuvo permeada por los intereses de la fracción local del poder económico por la participación en su gabinete de varios funcionarios vinculados a ese conglomerado y a otros grupos económicos locales.
El agotamiento de esa gestión, puso a Lopez Murphy en el poder, planteando la misma lógica que la gestión anterior. Pero la reducción del gasto incorporaba un nuevo componente: el costo presupuestario de la política. Es decir, buscaba la disminución drástica de los gastos estatales y el debilitamiento del transformismo.
El rechazo a esta propuesta, llevó a Cavallo a intentar compatibilizar los intereses de ambas fracciones para interrumpir la recesión económica. Se necesitaba reactivar la producción mediante la elevación de aranceles y políticas sectoriales para mejorar la situación fiscal, elevando la presión tributaria para recomponer las finanzas públicas en el corto plazo. Esto privilegia la composición de la producción interna y recompone las finanzas públicas; no mejora la situación de los sectores populares ya que está acotada a las grandes firmas y los nuevos impuestos serán trasladados a los precios.
Se pone en marcha una propuesta que vincula la Convertibilidad con una canasta de monedas, de euro y dólar, que, al ser implementado, implicaría una significativa devaluación del signo monetario.
La crisis del sistema político es el resultado de la creciente ilegitimidad social y la confrontación de los proyectos alternativos.
La ilegitimidad social del transformismo está vinculada al desarrollo del patrón de acumulación. Además, la función prioritaria del Estado es asegurar el flujo de capitales y la supuesta desregulación económica es una transferencia al capital dominante del control de vastos espacios económicos. Por otra parte, los partidos políticos se encuentran desvinculados de las políticas o ideologías y están centrados en los negocios económicos, es decir que queda socialmente establecido el predominio de la corrupción política. El vaciamiento ideológico concibe a la corrupción como un fenómeno circunscripto al sistema y no a un funcionamiento superestructural vinculado orgánicamente con la valorización financiera.
Los sectores que sustentan la Convertibilidad mediante la dolarización quieren replantear la conformación del sistema político, instaurando nuevas formas de representación alejadas de la participación popular. Esto se pone de manifiesto mediante el menemismo, que desarma política y económicamente el núcleo del transformismo. Esto es difícil de percibir por dos razones. En primer lugar, porque esta iniciativa es coincidente con la que llevan los legisladores Carrió y Gutiérrez para democratizar el sistema político. En segundo lugar, esta acción es la propia estrategia adoptada por el menemismo para neutralizar ambas iniciativas, intentando erigirse en el referente indiscutido de la propia dolarización y factor político insustituible.
El agotamiento de la Convertibilidad desembocó en una crisis en el patrón de acumulación juanto a una crisis de gobierno, ya que se relevaron a los funcionarios de mayor rango y una crisis de régimen porque se intentaron modificar los criterios de representacioón. La fracción local mantiene el transformismo mientras que la extranjera persigue la profundización del funcionamiento económico actual y el replanteo del transformismo.