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Semiología Resumen para el Primer Parcial Cátedra: Arnoux 1º Cuat. de 2012 Altillo.com

El signo lingüístico (Saussure)
LA MATERIA Y TAREA DE LA LINGÜÍSTICA.
La materia está constituida por todas las manifestaciones del lenguaje humano: de pueblos salvajes o de naciones civilizadas, de tiempos pasados o presentes, teniendo en cuenta para cada período el lenguaje correcto y todas las formas de expresión. El lingüista deberá tener en cuenta los textos escritos, porque son lo únicos que nos permiten conocer los idiomas pasados.
La tarea del lingüista es: a) hacer descripción e historia de todas las lenguas que puede alcanzar y hacer historia de las familias de las lenguas y reconstruir las lenguas madres de cada familia. b) Buscar las fuerzas que entran en juego de manera permanente y universal en todas las lenguas y deducir las leyes generales que reducen los fenómenos particulares de la historia. c) delimitarse y definirse ella misma.
La lingüística tiene relaciones estrechas con otras ciencias. Los límites que las separan no siempre aparecen con nitidez. Hay que distinguir cuidadosamente la lingüística de la etnografía, prehistoria y antropología que estudia al hombre desde su especie, mientras que el lenguaje es un hecho social. Todo es psicológico en la lengua, incluidas sus manifestaciones materiales y mecánicas, como los cambios fonéticos. La relación con la fisiología es unilateral, la lingüística exige aclaraciones a la fisiología de los sonidos, pero no le proporciona ninguna. Lo esencial de la lengua no es el carácter fónico del signo lingüístico.
LA LENGUA: SU DEFINICIÓN.
De una palabra pueden estudiarse varios puntos de vista: sonido, expresión de una idea, correspondencia con su lengua madre, etc. Por eso en la lingüística es el punto de vista el que crea el objeto. El fenómeno lingüístico tiene dos caras que se corresponden. Son:
. No se puede reducir la lengua al sonido, ni separar el sonido de la articulación bucal. No se pueden definir los movimientos de los órganos vocales si se hace abstracción de la impresión acústica. Los sonidos no existen sin órganos vocales y no se perciben sin el oído.
. El sonido que hace al lenguaje no es más que el instrumento del pensamiento y no existe por sí mismo. Es una unidad acústico-vocal, fisiológica y mental.
. El lenguaje tiene un lado individual y uno social, no se pueden separar.
. El lenguaje implica un sistema establecido y una evolución. Pareciera sencillo distinguir el sistema de su historia, lo que es y lo que ha sido, pero es una relación tan estrecha que es difícil separarlas.
En ninguna parte se nos ofrece entero el objeto de la lingüística. O nos concentramos en un solo lado, con el riesgo de no percibir las dualidades, o estudiamos el lenguaje por muchos lados y el objeto se aparecerá como un montón confuso de cosas heterogéneas.
Por eso, hay que colocarse desde el primer momento en la lengua y tomarla como la norma de todas las otras manifestaciones del lenguaje. La lengua es lo único susceptible de definición autónoma y es la que da un apoyo al espíritu.
La lengua no se confunde con el lenguaje: es una determinada parte de él, esencial. Es un producto social del lenguaje y conjunto de convenciones adoptadas por la sociedad para permitir el ejercicio del lenguaje en los individuos. Es una totalidad y un principio de clasificación. El ejercicio del lenguaje es una facultad que nos da la naturaleza, mientras que la lengua es algo adquirido y convencional que debería quedar subordinada al instinto natural en lugar de anteponérsele. El lenguaje es multiforme y heteróclito, físico, fisiológico y psíquico, pertenece al dominio individual y social.
Saussure concuerda con Whitney y dice que la lengua es una convención y la naturaleza del signo en que se convierte es indiferente. Esta idea la respalda el lenguaje articulado. En el lenguaje, la articulación (serie de cosas) puede designar la cadena hablada en sílabas o la cadena de significaciones en unidades significativas. Considerando la segunda cadena, se puede decir que no es el lenguaje hablado el natural al hombre, sino la facultad de constituir una lengua (sistema de signos distintos que corresponden a distintas ideas).
Por debajo del funcionamiento de los órganos que nos ayudan a hablar, escribir, escuchar, etc. Existe una facultad más general, la que gobierna a los signos (la lingüística).
LUGAR DE LA LENGUA EN LOS HECHOS DEL LENGUAJE.
Para hallar en el lenguaje la parte que corresponde a la lengua, hay que situarse ante el acto individual que reconstruye el circuito de la palabra. Este acto necesita de dos individuos: a y b.
El punto de partida está en el cerebro de A, los hechos de la conciencia (conceptos) están asociados con las representaciones de los signos lingüísticos (imágenes acústicas) que sirven para su expresión. Un concepto desencadena en el cerebro una imagen acústica (fenómeno psíquico) y sigue un proceso fisiológico: el cerebro transmite a los órganos de la fonación un impulso correlativo a la imagen, las ondas sonoras se propagan por la boca de A al oído de B (proceso físico). El circuito sigue en B un orden inverso: del oído al cerebro, transmisión fisiológica de la imagen acústica. En el cerebro, se asocia psíquicamente esta imagen con el concepto correspondiente.
A este proceso se le podría agregar la sensación acústica, la identificación de esa sensación con la imagen acústica, la imagen muscular de la fonación, etc. Nuestra figura distingue las partes físicas (ondas sonoras) de las fisiológicas (fonación y audición) y de las psíquicas (imágenes verbales y conceptos). Hay que distinguir la imagen verbal del sonido mismo, que es completamente psíquica como el concepto con el que se asocia.
El circuito se puede dividir:
a) Parte externa: vibración de los sonidos. Parte interna: el resto.
b) Parte psíquica y no-psíquica (hechos fisiológicos de los órganos y físicos exteriores al individuo).
c) Parte activa (ejecutiva en la parte psíquica): va del centro de asociación en uno de los sujetos al oído de otro. Pasivo (receptiva): va del oído al centro de asociación.
También hay una facultad de asociación y coordinación que se manifiesta en los casos que no se trata de signos aislados. Esta facultad es la que lleva a la organización de la lengua como sistema. Para comprenderlo hay que salir del acto individual, que es el embrión del lenguaje y encarar lo social.
Los individuos ligados por el lenguaje reproducirán los mismos signos unidos a los mismos conceptos. Lo que no se sabe es cuál es el origen de esta cristalización social. La parte física puede descartarse como origen, ya que cuando oímos hablar a una persona de otra lengua percibimos los sonidos pero no comprendemos. La parte psíquica tampoco, el lado ejecutivo queda afuera, porque jamás está a cargo de la masa, siempre es individual y el individuo es su árbitro (‘el habla’).
Lo que es idéntico en todos los sujetos hablantes es el funcionamiento de las facultades receptiva y coordinativa. Si se abarcaran todas las imágenes acústicas de cada individuo, toparíamos con el lazo social que constituye la lengua. Es un tesoro depositado por la práctica del habla en los sujetos de la misma comunidad, un sistema gramatical existente en cada cerebro del conjunto de individuos.
Separar la lengua del habla separa lo que es social de lo individual y lo que es esencial del accesorio de lo más o menos accidental. La lengua es el producto que el individuo registra pasivamente, la reflexión no interviene en ella más que para la actividad de clasificar. El habla es un acto individual de voluntad e inteligencia, el sujeto hablante utiliza el código de la lengua para expresar su pensamiento personal y tiene un mecanismo psicofísico que le permite exteriorizar su pensamiento. Lo que definimos son cosas y no palabras, por eso no todas se pueden traducir en cualquier idioma. Ej: en alemán Sprache quiere decir lengua o lenguaje. Ninguna palabra corresponde exactamente a cada una de las nociones, toda definición hecha a base de una palabra es cana, un mal método partir de palabras para definir cosas.
Lengua: objeto definido en el conjunto de los hechos del lenguaje. Se localiza en la porción determinada del circuito donde la imagen acústica se asocia con un concepto. La lengua es la parte social del lenguaje, exterior al individuo que por sí solo no puede crearla ni modificarla. Existe en virtud al contrato establecido entre los miembro de una sociedad. El individuo necesita el aprendizaje para conocer su funcionamiento. Un hombre privado del uso de hablar conserva la lengua con solo comprender los signos vocales que oye. La ciencia de la lengua puede prescindir para su estudio de los demás elementos del lenguaje. El lenguaje es heterogéneo, la lengua es delimitada y homogénea (sistema de signos que sólo es esencial la unión del sentido y la imagen –partes psíquicas-). Es un objeto de naturaleza concreta. Los signos son asociaciones ratificadas por el consenso y el conjunto constituye la lengua, son realidades asentadas en el cerebro. Los signos son tangibles (escritura) mientras que es imposible fotografiar los actos de habla; la fonación implica un movimiento infinito de músculos que es imposible conocer. En la lengua no hay más que imagen acústica y se puede traducir en imagen visual. Cada imagen acústica es un número limitado de fonemas susceptibles a ser evocados en escritura por un número correspondiente de signos. La lengua es el depósito de las imágenes acústicas y la escritura es su forma tangible.
LUGAR DE LA LENGUA EN LOS HECHOS HUMANOS: SEMIOLOGÍA.
La lengua es clasificable entre los hechos humanos, el lenguaje, no. La lengua es una institución social, pero se diferencia de otras ciencias (como las políticas).
La lengua es un sistema de signos que expresan ideas, es comparable a la escritura, al alfabeto de sordomudos, las formas de cortesía, etc. Se puede concebir una ciencia que estudie la vida de los signos en la vida social, la semiología. Nos enseñará en qué consisten los signos y cuáles son las leyes que los gobiernan. La lingüística es una parte de esta ciencia en general. Las leyes de la semiología serán aplicables a la lingüística y esta última se ligará a un dominio definido en el conjunto de los hechos humanos. La lingüística deberá definir qué es lo que hace de la lengua un sistema en el conjunto de los hechos semiológicos; la psicología deberá determinar el puesto de la semiología.
La semiología no se reconoce como ciencia autónoma porque giramos en un círculo vicioso: por un lado está la lengua para comprender la naturaleza del problema semiológico, pero para eso, tendría que estudiar la lengua en sí misma. Esto hasta ahora se ha encarado en función de otro punto de vista.
Tenemos la concepción de un gran público que ve a la lengua como una nomenclatura, lo cual suprime su investigación. Luego, el punto de vista del psicólogo que estudia el mecanismo del singo en el individuo, pero no lo lleva más que a lo individual, sin alcanzar lo social del signo por naturaleza. Algunos advierten que el signo debe estudiarse socialmente, pero no retienen más que los rasgos de la lengua que la ligan a otras instituciones. El signo es ajeno a la voluntad individual o social, es su característica esencial. Esta característica aparece claramente en la lengua, pero se manifiesta en las cosas menos estudiadas. Para Saussure el problema lingüístico es el semiológico. Para descubrir la naturaleza de la lengua hay que considerarla en lo que tiene en común con otros sistemas. EJ: factores lingüísticos: aparato fonador. Con Esto se esclarecerá el problema lingüístico y se considerará a los ritos, costumbres como signos para agruparlos en la semiología y explicarlos por las leyes científicas.
El signo lingüístico:
SINGO, SIGNIFICADO, SIGNIFICANTE.
Para algunos la lengua es una nomenclatura. Ej: dibujo de árbol (árbol). Es criticable porque supone ideas preexistentes a las palabras, no aclara si el nombre es vocal o psíquico, supone que el vínculo que une un nombre a una cosa es simple. Pero nos muestra que la unidad lingüística es doble, hecha con la unión de dos términos.
Los términos que forman el signo lingüístico son psíquicos y están unidos en nuestro cerebro por la asociación. Lo que se une no es una cosa y un nombre, sino un concepto una imagen acústica. La imagen acústica no es física, es una huella psíquica del sonido material, es la representación, es sensorial. El carácter psíquico de las imágenes acústicas aparece cuando observamos nuestra lengua materna. Sin mover los labios podemos hablarnos a nosotros mismos. Las palabras de la lengua materna son imágenes acústicas, evitando hablar de los ‘fonemas’ que las componen. Fonemas refiere a la acción vocal, la palabra hablada. La lengua es un depósito, recibida desde afuera. La imagen acústica es la representación de la palabra, fuera de toda realización del habla. El signo lingüístico es una entidad psíquica de dos caras, concepto e imagen están unidos y se reclaman recíprocamente. Las vinculaciones consagradas por la lengua son las únicas que nos aparecen conformes con la realidad. Llamamos signo a la combinación de concepto e imagen acústica, pero en el uso corriente este término designa a la imagen sola. Si llamamos signo sólo a la figura del árbol, olvidamos que conlleva el concepto de ‘árbol’. Concepto se reemplaza por el término significado e imagen acústica por el de significante, estos nombres señalan la oposición que los separa.
PRIMER PRINCIPIO: LO ARBITRARIO
El lazo que une al significado y significante es arbitrario. Ej: la idea de ‘sur’ no está ligada por relación interior con la secuencia de los sonidos s-u-r que le sirve de significante, podría estar representada por otra secuencia de sonidos. Sirve de prueba las diferentes lenguas.
Todo medio de expresión recibido de una sociedad se apoya en una convención. Ej: los signos de cortesía están figados por una regla que obliga a emplearlos. Los signos enteramente arbitrarios son lo que mejor realizan el ideal del procedimiento semiológico; por eso la lengua es el más complejo y característico sistema de expresión. La lingüística puede erigirse en el modelo general de toda semiología, aunque la lengua sea un sistema particular.
Símbolo y signo no son sinónimos. El símbolo nunca es completamente arbitrario, no está vacío, hay un vínculo natural entre significante y significado. Ej: el de la justicia es la balanza, y no podría reemplazarse por un carro.
Arbitrario no debe dar idea de que el significante depende de la libre elección del hablante; quiere decir que es inmotivado con relación al significado, con el cual no guarda en realidad ningún lazo natural. Hay dos objeciones que se le podían hacer a este principio: -las onomatopeyas pareciera que no son arbitrarias. Pero nunca son elementos orgánicos de un sistema lingüístico. La cualidad de sus sonidos actuales es un resultado fortuito de la evolución fonética. Además, su elección es arbitraria en cierta medida porque son la imitación convencional de ciertos ruidos. Quedan más o menos engranadas en la evolución fonética y morfológica. Ej: piopio (latín), pigeon.
- las exclamaciones, parecen expresiones espontáneas de la realidad. Pero se puede negar que haya un vehículo necesario entre significado y significante; se sabe que muchas exclamaciones comenzaron por ser palabras con sentido determinado.
SEGUNDO PRINCIPIO: CARÁCTER LINEAL DEL SIGNIFICANTE.
El significante se desenvuelve en el tiempo y tiene los caracteres que toma el tiempo: representa una extensión, esa extensión es mesurable en una sola dimensión. Es una sola línea. Los significantes acústicos disponen de la línea del tiempo; sus elementos se presentan uno tras otro, forman una cadena, Este carácter se destaca inmediatamente cuando los representamos por medio de la escritura, donde la sucesión en el tiempo es sustituida por la línea espacial de los signos gráficos. Ej: si acentúo una sílaba se hacen elementos significativos diferentes.
INMUTABILIDAD
La masa social no es consultada y el significante escogido por la lengua no podría ser reemplazado por otro. Es contradictorio ya que dice que se puede elegir pero afirma ‘será ese signo y no otro’. La masa no puede ejercer su soberanía sobre una palabra, está ligada a la lengua tal como es. La lengua aparece siempre como una herencia de la época precedente. El acto por el que se habrían distribuido los nombres para las cosas podemos concebirlo pero no comprobarlo. Un estado de la lengua dado es un producto de factores históricos que explican por qué es inmutable el signo, por qué se resiste a toda substitución arbitraria.
Esta objeción nos lleva a situar la lengua en su marco social y a plantear la cuestión como nos la plantearíamos para las demás instituciones sociales. La forma en la que se transmiten estas es la cuestión general que encierra la inmutabilidad. Hay un equilibrio diferente entre la tradición impuesta y la acción libre de la sociedad. Para saber por qué el factor histórico de la transmisión de la lengua domina y excluye todo cambio lingüístico general, habría que considerar los esfuerzos que exige el aprendizaje de la lengua materna. La reflexión no interviene en la práctica de un idioma, los sujetos son inconscientes de las leyes de la lengua, por ende no pretenden cambiarla. Cada pueblo está generalmente satisfecho de la lengua que ha recibido.
Hay consideraciones más esenciales. El carácter arbitrario del signo, lo arbitrario del signo pone a la lengua al abrigo de cualquier tentativa que tienda a modificarla. Para que una cosa sea cuestionada se deben tener fundamentos razonables. Se podría discurtir un sistema de símbolos, porque tienen una relación racional con la cosa significada, pero por lo que se refiere a la lengua, esta base falta y desaparece la discusión. No hay ningún motivo lógico que haga preferir sister a hermana.
La multitud de signos necesarios para construir cualquier lengua. Un sistema de escritura compuesto por letras puede ser reemplazado por otro. Lo mismo ocurriría con la lengua si tuviera un número limitado de elementos, pero los signos son innumerables,
El carácter complejo del sistema. Ése es el lado por el que no es completamente arbitraria y el punto en el que aparece la incompetencia de la gente para transformarla. El sistema se puede captar mediante la reflexión. Podría concebirse tal cambio gracias a la intervención de especialistas, gramáticos, lógicos, etc. Pero la experiencia muestra que estas injerencias no han tenido éxito.
La resistencia de la inercia colectiva a toda innovación lingüística. En la lengua todos y cafa uno participamos en ella en un momento, por eso la lengua dufre sin cesar la influencia de todos. De todas las instituciones sociales, la lengua es la que menos asidero ofrece a las iniciativas. Forma cuerpo con la masa social, y aparece como un factor de conservación.
La lengua tiene un carácter de fijeza porque está unida al peso de la colectividad y porque está situada en el tiempo. La solidaridad del pasado invalida la libertad de elegir. Decimos ‘hombre y perro’ porque antes de nosotros se ha dicho ‘hombre y perro’.
Debido a que el signo es arbitrario no conoce más ley que la tradición, y por estar fundado en la tradición puede ser arbitrario.
MUTABILIDAD.
El tiempo, que asegura la continuidad de una lengua, posee el efecto de alterar más o menos rápidamente los signos lingüísticos, puede hablarse a la vez de inmutabilidad y mutabilidad del signo. El signo está en condiciones de alterarse porque se continúa. El principio de alteración se funda en el principio de continuidad.
La alteración puede darse por cambios fonéticos sufridos por el significante o cambios de sentido que afectan el significado. Pero también, cualesquiera que sean los factores de alteraciones, actúen aisladamente o combinados, siempre conducen a un desplazamiento de la relación entre significado y significante. Puede pasar que aunque el concepto sea el mismo, la relación del signo cambie por dos formas: el significante ha sido modificado no sólo en su aspecto material, sino en su forma gramatical. Siempre hay un desplazamiento de relación
Una lengua es impotente para defenderse contra los factores que desplazan la relación del significado y el significante. Es una de las consecuencias de la arbitrariedad del signo. La lengua no está limitada en nada en la elección de sus medios. Este carácter separa la lengua de todas las instituciones. Situada a la vez en la sociedad y en el tiempo, nadie puede cambiar nada en ella, y la arbitrariedad de sus signos entraña teóricamente la libertad de establecer cualquier relación entre la materia fónica y las ideas. La lengua evoluciona desde sus sonidos, sentidos, etc. La evolución es fatal. El hombre que pretenda componer una lengua inmutable se parecería a la gallina que ha incubado un huevo de pato: la lengua creada sería arrastrada por la corriente que arrastra a todas las lenguas. El tiempo altera todo, no hay razón para pensar que la lengua puede escapar a esta ley universal.
COMO RESUMEN:
En el lenguaje se distinguen dos factores: la lengua y el habla. La lengua es el lenguaje menos el habla, son los hábitos lingüísticos que permiten a un sujeto comprender y hacerse comprender. Pero también es necesaria una masa hablante para que haya lengua. La lengua es un fenómeno semiológico. Su naturaleza social es uno de sus caracteres internos. En la lengua se tiene en cuenta la realidad social, no el hecho histórico.
El signo lingüístico es arbitrario, parece que la lengua es un sistema libre, organizable a capricho. Su carácter social no se opone a este punto de vista. Pero lo que nos impide mirar la lengua como una convención simple, modificable a capricho de los interesados es la acción del tiempo que se combina con la fuerza social. Si se tomara la lengua en el tiempo, sin la masa hablante quizá no se comprobaría ninguna alteración. Pero si se considera el tiempo sin la masa hablante tampoco hay alteración, por lo tanto al esquema se agrega el tiempo. La lengua no es libre, porque el tiempo permitirá a las fuerzas sociales que se ejercen sobre ella desarrollar sus efectos y se llega a principio de continuidad, que anula la libertad. Pero la continuidad implica la alteración, el desplazamiento considerable de las relaciones.
Valor lingüístico:
LA LENGUA COMO PENSAMIENTO ORGANIZADO EN LA MATERIA FÓNICA
La lengua es un sistema de valores puros, en su funcionamiento entren en juego dos elementos: las ideas y los sonidos. Nuestro pensamiento es una masa amorfa e indistinta, sin la ayuda de los signos, seríamos incapaces de distinguir dos ideas de manera clara y constante. En el pensamiento no hay ideas preestablecidas, nada es distinto antes de la aparición de la lengua. La sustancia fónica es una materia plástica que se divide en partes distintas para suministrar los significantes que el pensamiento necesita. Podemos representar la lengua como una serie de subdivisiones contiguas marcadas a la vez sobre el plano indefinido de las ideas confusas y sobre el plano de los sonidos. El papel característico de la lengua frente al pensamiento no es el de crear un medio fónico material para la expresión de ideas, sino ser intermediaria entre pensamiento y sonido, su unión lleva a deslindamientos recíprocos de unidades. No hay materialización del pensamiento ni espiritualización de los sonidos, el ‘pensamiento-sonido’ implica divisiones; la lengua elabora sus unidades al constituirse entre dos masas amorfas. Cada término lingüístico es un miembro donde se fija una idea de un sonido y donde el sonido se hace el signo de una idea. El pensamiento es el anverso y el sonido el reverso del papel, no se puede cortar uno sin el otro.
La lingüística trabaja en el terreno limítrofe donde los elementos de los dos órdenes se combinan, esta combinación produce forma, no sustancia. La elección que se decide por tal porción acústica para tal idea es arbitraria. Por eso los valores son enteramente relativos y el lazo entre idea y sonido es arbitrario.
Lo arbitrario del signo nos hace comprender mejor por qué el hecho social es el único que puede crear un sistema lingüístico. La colectividad es necesaria para establecer los valores cuya única función está en el uso y el consenso general; el individuo por sí solo es incapaz de fijar ninguno.
La idea de valor nos muestra cuán ilusorio es considerar un término como la unión de cierto sonido con cierto concepto. Definirlo así sería aislarlo del sistema del que forma parte.
El VALOR LINGUISTICO CONSIDERADO EN SU ASPECTO CONCEPTUAL (SIGNIFICADO)
Uno de los aspectos del valor lingüístico es considerar al valor de una palabra como la propiedad que tiene ésta de representar una idea. El valor es un elemento de la significación y es difícil saber cómo se distinguen a pesar de ser dependientes. La lengua es un sistema en donde todos los términos son solidarios y el valor de cada uno no resulta más que de la presencia simultánea de los otros. Los valores están constituidos:
a) Cosa desemejante susceptible a ser trocada por otra cuyo valor está por determinar
b) Cosas similares que se pueden comparar con aquella cuyo valor se está por ver
Ej: una moneda de cinco centavos tiene cierto valor porque. Se la puede trocar po una cantidad determinada de algo distinto (pan), se la puede comparar con un valor similar de otro sistema (10 centavos, 5cnts de dólares). Una palabra puede trocarse por alo desemejante (una idea), puede compararse con algo de su misma naturaleza (otra palabra). Su valor no estará fijado si nos limitamos a decir por qué se puede trocar (su significación), hace falta compararla con los valores similares, palabras que se pueden oponer.
Dentro de una misma lengua, todas las palabras se limitan recíprocamente: temer, tener miedo. No tienen valor propio más que por su oposición (si temer no existiera se diría tener miedo). También hay términos que se enriquecen por contacto con otros. El valor de todo término está determinado por lo que lo rodea. De la palabra ‘sol’ no se puede fijar su calor si no se considera lo que la rodea.
Si las palabras estuvieran encargadas de representar conceptos dados de antemano, cada uno de ellos tendría correspondencias exactas para el sentido en otro idioma. En todas las lenguas en vez de haber ideas dadas de antemano hay valores que emanan de sus sistemas. Cando se dice que los valores corresponden a conceptos, se entiende que son diferentes, definidos no positivamente por su contenido, sino negativamente por sus relaciones con los otros términos del sistema. Su más exacta característica es ser lo que los otros no son.
La parte conceptual del valor está constituida por sus conexiones y diferencias con los otros términos de la lengua.
EL VALOR LINGUISTICO CONSIDERADO EN SU ASPECTO MATERIAL (SIGNIFICANTE)
Lo que importa en la palabra no es el sonido por sí mismo, sino las diferencias fónicas que permiten distinguir esas palabras de todas las demás. Nunca podrá un fragmento de la lengua estar fundado en otra cosa que en su no coincidencia con el resto. Arbitrario y diferencial son dos cualidades correlativas.
Es imposible que el sonido, elemento material, pertenezca por sí mismo a la lengua. Para la lengua es una cosa secundaria, materia que pone en juego. Los valores convencionales tienen el carácter de no confundirse con el elemento tangible que les srive de soporte. Ej: no es el metal o el dibujo de la moneda lo que le da valor, sino su relación con otros y las convenciones de la sociedad.
El significante lingüístico no es fónico, constituido por las diferencias que separan su imagen acústica de todas las demás. Este principio se aplica también a los fonemas. Cada idioma compone sus palabras a base de un sistema de elementos sonoros, cuyo número está determinado. Pero lo que los caracteriza es el hecho de que no se confunden con los otros. Lo prueba el margen y la elasticidad que los hablantes gozan para la pronunciación con tal que los sonidos sigan siendo distintos de los otros. Ej: la ‘r’ es pronunciada diferente en inglés francés y español. La lengua no pide más que la diferencia y exige que el sonido tenga una cualidad invariable. Esto sucede también en la escritura: los signos son arbitrarios (no hay ninguna conexión entre ‘t’ y su sonido), el valor de las letras es negativo y diferencial. Los valores no funcionan más que por su oposición en un sistema compuesto por determinado número de letras. El medio de producción del signo es indiferente.

EL SIGNO CONSIDERADO EN SU TOTALIDAD.
En la lengua no hay más que diferencias sin términos positivos. No implica ni ideas ni sonidos que preexistan al sistema lingüístico, sólo diferencias conceptuales y fónicas nacidas de ese sistema. El valor de un término puede modificarse sin tocar su sentido ni sus sonidos, sólo por el hecho de que tal otro término vecino ha sufrido una modificación.
Pero, si se considera el signo en su totalidad, nos encontramos en presencia de una cosa positiva en su orden. Un sistema lingüístico es una serie de diferencias de sonidos combinadas con una serie de diferencias de ideas; este enfrentamiento engendra un sistema de valores que constituye el vínculo efectivo entre los elementos fónicos y psíquicos en cada signo.
Hay casos en los que la alteración del significante conduce a la alteración de la idea y donde se ve que la suma de las ideas distinguidas corresponde a la suma de los signos distintivos. Cuando se confunde un término por una alteración fónica, se confunde también su idea. Y a la inversa, toda diferencia de ideas percibida tiene a expresarse por significantes distintos, dos ideas que no se distinguen se confunden en el mismo significante.
Si comparamos los signos no se puede hablar de diferencia, pero si hablamos del significante (‘madre’ ‘padre’) y del significado (el concepto de ‘madre’ padre’) sí se pueden comparar. Entre los signos no hay más que oposición. Lo que es cierto en el valor también lo es en la unidad. Es un fragmento de la cadena hablada que corresponde a un concepto, son puramente diferenciales. Los caracteres de la unidad se confunden con la unidad misma. En la lengua, lo que distingue a un signo es todo lo que lo constituye.
Lo que se denomina como ‘hecho de gramática’ expresa una oposición de términos que resulta significativa. Los términos que se presentan en el hecho gramatical están constituidos por un juego de oposiciones en el seno del sistema. Unidad y hecho de gramática son nombres diferentes para designar aspectos diversos de un mismo hecho general: el juego de las oposiciones lingüísticas. No se confundirían si los signos lingüísticos estuvieran contituidos por otra cosa que no sea diferencias. Pero por ser la lengua, no se encontrará en ella nada simple, sólo un equilibrio complejo de términos que se condicionan recíprocamente. La lengua es forma y no sustancia. Todas nuestras formas incorrectas de designar las cosas de la lengua provienen de la suposición involuntaria de que hay una sustancia en el fenómeno lingüístico.

Relaciones sintagmáticas y relaciones asociativas:
DEFINICIONES.
Las relaciones y diferencias entre términos se despliegan en dos esferas distintas, cada una generadora de un orden de valores: la oposición entre esos órdenes nos hace comprender mejor la naturaleza de cada uno. De un lago las palabras contraen entre sí relaciones fundadas en el carácter lineal de la lengua, que excluye la posibilidad de pronunciar dos elementos a la vez. Se alinean uno tras otro en el habla. Estas combinaciones se llaman sintagmas. Se componen siempre de dos o más unidades consecutivas. Ej: si hace buen tiempo, saldremos. Un término adquiere su valor porque se opone al que le precede o le sigue en un sintagma.
Por otra parte, las palabras que ofrecen algo en común se asocian en la memoria y se forman grupos, todas tienen algo en común. Su sede está en el cerebro. Se llaman relaciones asociativas.
La conexión sintagmática se apoya en dos o más términos. La conexión asociativa une términos en una serie virtual perteneciente a la memoria (mnemónica).
RELACIONES SINTAGMÁTICAS.
No basta considerar la relación que une las diversas partes de un sintagma, hace falta tener en cuenta la relación que enlaza la totalidad con sus partes. La oración es el tipo de sintagma por excelencia. Pero pertenece al habla, no a la lengua. Lo propio del habla es la libertad de combinaciones
Hay un gran número de expresiones que pertenecen a la lengua (frases hechas), no se les cambia nada aunque reflexionemos que las partes tienen diferentes partes significativas. Ej: buen día. La tradición los suministra. También hay palabras que se caracterizan por una anomalía morfológica mantenida por la fuerza del uso. Hay que atribuir a la lengua todos los tipos de sintagmas constituidos sobre formas regulares. Como no hay nada de abstracto en la lengua, sólo existen cuando ha registrado un número suficiente de sus especímenes. Cuando una palabra como ‘indecorable’ surge en el habla su pone un tipo determinado que es posible por el recuerdo de palabras similares (intolerable). Lo mismo pasa con las oraciones o grupos de palabras establecidas sobre los patrones regulares. No se puede combinar ‘la tierra gira, qué te ha dicho?’
En el dominio del sintagma no hay límite señalado entre hecho de la lengua, uso colectivo, hecho del habla, etc.

RELACIONES ASOCIATIVAS.
Los grupos formados por asociación mental no se limitan a relacionar los dominios que presentan algo en común, crea tantas series asociativas como relaciones diversas haya. Ej: enseñanza, enseñar, enseñemos, hay un elemento común en todos los términos, pero la palabra ‘enseñanza’ se puede hallar implicada en una serie basada en otro elemento en común (enseñanza, esperanza, tardanza). La asociación puede basarse en los significados (enseñanza, aprendizaje, educación). Una palabra cualquiera puede evocar todo lo que sea susceptible de estarle asociado. Los términos de un grupo asociativo no se presentan ni en número definido ni en orden determinado; sin embargo, solo el primero de estos caracteres se cumple sin excepción. Ej: dominio, dominar, dominado. Es un grupo asociativo pero la serie no es indefinida como caluroso, temeroso, etc. El número de casos ‘domi’ es determinado. Su sucesión tampoco está ordenada, los gramáticos la agruparon arbitrariamente.

La lingüística estática y evolutiva:
DUALIDAD INTERNA DE TODAS LAS CIENCIAS QUE OPERAN CON VALORES
La intervención del tiempo puede crear dificultades a la lingüística. La dualidad de otras ciencias se impone, por ejemplo, en las ciencias económicas. Procediendo de esta manera se obedece a una necesidad similar a la que nos obliga a separar la lingüística en dos partes, cada una con su principio. Estamos ante la noción de valor, en ambas ciencias se trata de un sistema de equivalencia entre dos órdenes diferentes (trabajo-salario/significado-significante)
Para que las ciencias delimiten el eje donde se sitúan tienen que ver:
a) Eje de simultaneidades: relaciones entre cosas coexistentes, excluida la intervención del tiempo
b) Eje de las sucesiones: donde nunca se puede considerar más que una cosa por vez, pero donde están situadas todas las cosas del primer eje con sus cambios.
Esta distinción se impone al lingüista ya que la lengua es un sistema de valores que nada determina fuera del estado momentáneo de sus términos. El valor tiene su raíz en las cosas y en sus relaciones naturales, hasta cierto punto se puede seguir este valor en el tiempo, sin olvidar que en cada momento depende de un sistema de valores contemporáneo. Su vínculo con las cosas le da base natural y las apreciaciones que inspire no son completamente arbitrarias: su variabilidad es limitada. Cuanto más complejo y rigurosamente organizado es un sistema de valores, más necesario se hace estudiarlo sucesivamente según los ejes.
La multiplicidad de signos prohíbe en absoluto estudiar simultáneamente las relaciones en el tiempo y las relaciones en el sistema. Así se distinguen dos lingüísticas, ‘lingüística evolutiva (diacrónica)’: describe estados de la lengua sucesivos, la lengua según el eje del tiempo, los fenómenos que hacen pasar a la lengua de un estado a otro; todo lo que tiene que ver con evoluciones. ‘Lingüística estática (sincrónica)’: la ciencia de los estados de la lengua, lo que se refiere al aspecto estático.

LAS DOS LINGUÍSTICAS OPUESTAS EN SUS MÉTODOS Y SUS PRINCIPIOS.
El aspecto sincrónico es predominante ya que para los hablantes es la verdadera y única realidad. En cambio, si se coloca en la perspectiva diacrónica, ya no es lengua lo que percibe, sino una serie de acontecimientos que la modifican. Se dice que hay que saber el origen de cada estado dado ya que nos muestran su verdadera naturaleza, pero esto muestra que la diacronía no tiene fin en sí misma.
- Distintos métodos:
a) La sincronía conoce sólo una perspectiva, la de los sujetos hablantes. Su método consiste en reconocer su testimonio. Para saber qué cosa es una realidad hay que averiguar si existe en la consciencia de los sujetos. La diacrónica, en cambio, debe distinguir dos perspectivas: la prospectiva que sigue el curso del tiempo y la retrospectiva que lo remonta
b) El estudio sincrónico tiene por objeto el conjunto de los hechos correspondientes a cada lengua, la separación llegará hasta los dialectos y subdialectos. No es preciso el término sincrónico, hay que reemplazarlo por indiosincrónico. La lingüística diacrónica rechaza una especialización semejante, los términos que considera no pertenecen a la misma lengua sí o sí. La sucesión de hechos diacrónicos y su multiplicación espacial crea la diversidad de idiomas, hasta que tengan entre sí un vínculo histórico.
Uno es una relación entre elementos simultáneos, el otro la sustitución de un elemento por otro en el tiempo, un acontecimiento. Las identidades diacrónicas y sincrónicas son muy diferentes.

CONCLUSIONES.
Primero debimos elegir entre la lengua y el habla, ahora entre diaconía y sincronía. De este doble principio de clasificación se puede decir que todo lo diacrónico en la lengua lo es por el habla; allí se encuentran todos los cambios, se inician primero en cierto número de individuos antes de incorporarse al uso. Aunque no todas las innovaciones tienen el mismo éxito, mientras sigan siendo individuales no hay que tenerlas en cuenta, sólo entran en observación en el momento en que la colectividad las acoge. En la innovación siempre hay dos momentos, el primero el que surge en los individuos, el segundo el que se convierte en hecho de la lengua idéntico, pero adoptado por la colectividad.
Si cada idioma forma un sistema cerrado, todos suponen ciertos principios constantes que reaparecen al pasar de uno a otro, porque permanecemos dentro del mismo orden. Lo mismo ocurre en un estudio histórico: se opera sobre hechos similares que hay que comparar para establecer las verdades generales del orden diacrónico. Cada lengua forma una unidad de estudio hay que considerarla alternativamente desde el punto de vista estático e histórico. Nunca hay que olvidar que en teoría esta unidad es superficial, mientras que la disparidad de idiomas oculta una unidad profunda. Es necesario situar cada hecho en su esfera y no confundir los métodos. Las dos partes de la lingüística constituirán el objeto de estudio. La sincrónica se ocupa de relaciones lógicas y psicológicas que vinculan los términos y que forman el sistema. La diacrónica estudia las relaciones que ligan términos sucesivos no percibidos por la colectividad, y que constituyes unos a otros sin formar un sistema.
La comunicación lingüística (Jackobson)
Destinador…. Contexto…. Destinatario
Mensaje
Contacto
Código
Cada uno de estos elementos da origen a una función lingüística diferente. Se ha podido cuestionar a Jackobson con motivo de la extensión que le da al término ‘código’, ya que no denota un conjunto de reglas de correspondencias estables entre significantes y significados.
Comunicar sería hacer saber, poner al interlocutor en posesión de conocimientos que antes no tenía. Pero tal concepción (para Ducrot) es demasiado reductora. Ej: los filósofos de Oxford estudian los actos de lenguaje como prometer, aconsejar, elogiar, considerándolos tan lingüísticos como el acto de saber.
Se dejará de definir a la lengua a la manera de Saussure como un código (instrumento de comunicación). Se la considerará como un juego que se confunde con la existencia cotidiana. Estas consideraciones, integran la competencia lingüística, un componente pragmático y admitir los valores ilocutorios, las intenciones que el emisor tengan al realizar el acto de habla.
Funciones: Para lograr una comunicación efectiva es necesario saber cómo hablar y escribir de acuerdo con el contexto en que nos encontramos. Sin embargo, nos falta referir a lo relacionado con las intenciones que se tiene a la hora de hablar. La lengua es una de las vías más perfectas para volcar intenciones. No nos movilizan los mismos propósitos cuando vitoreamos a un ganador que cuando exponemos un tema en un examen.
Las funciones (intenciones) están siempre presente en el lenguaje, pero predominará una u otra. Esta función se pone de manifiesto por medio de los recursos que el hablante emplea.
La diversidad de los mensajes reside no el monopolio de una u otra función sino en las diferencias de jerarquía entre estas, depende de la predominante. Pero, si bien la orientación hacia el contexto (función referencial) es dominante en muchos mensajes, la participación de las funciones secundarias debe ser tomada en consideración por el lector.
Tipo de funciones:
• Función emotiva o expresiva:
Predomina el emisor y su actitud respecto a lo que dice. Se habla en primera persona, se utilizan interjecciones y oraciones exclamativas. Da la impresión de cierta emoción, verdadera o simulada. Pueden ser poemas, títulos de películas, diálogos, autobiografías..
• Función apelativa o conativa:
Predomina el receptor a partir de un ‘yo’ que pide, ordena, trata de convencer. Pueden ser discursos políticos, publicidades.
• Función referencial:
Predomina el referente o contexto y se utiliza para contar, explicar, informar.
• Función fática:
Predomina la intención de establecer un contacto con alguien, se utilizan palabras que nos confirmen que la comunicación está establecida y asegurada. (Hola, ¿me escuchás?)
• Función metalingüística:
La usamos para hablar de la legua misma, para aclarar aspectos del código. (Es cierto que la expresión ‘de acuerdo a’ es incorrecta?)
• Función poética:
Está centrada en el mensaje en sí mismo. Lo más importante es la forma en que se organiza. Predomina en textos literarios, en especial, en la poesía, pero también se da en la propaganda, la publicidad y eslóganes.
Crítica del esquema:
CÓDIGO
Aparece formulado en singular y entre el emisor y receptor. Plantea dos problemas. El de homogeneidad los participantes no hablan la misma ‘lengua’. Jackobson afirma que el emisor se adapta al código que maneja el receptor, mimetizándose con el de este para crear un código común (el del destinatario). Otros, tienen una postura crítica a esta unicidad del código. Bourdieu estima que el empleo de este artificio teórico (lengua común) desempeña un papel ideológico preciso: sirve para enmascarar la existencia de tensiones, enfrentamientos y opresiones. Negar la existencia de esto significa un intento de conjugar las diferencias sociales.
Las opiniones difieren, toda palabra quiere decir lo que yo quiero que signifique, pero al mismo tiempo toda palabra quiere decir lo que quiere decir. Hablar es procurar que coincidan esas dos intenciones significantes. Hay que admitir que la comunicación autorizaba una intercomprensión parcial. La comunicación se funda sobre la existencia de idiolectos y el mensaje mismo se desdobla en lo que concierne a su significado.
El otro problema es el de la exterioridad. El código no es exterior a los interlocutores, su conocimiento es interno, es un conjunto de aptitudes que nos sujetos internalizan. Debe insertarse ahora uno en la esfera del emisor y otro en la del receptor. Se llamará ‘competencia de un sujeto’(lingüística) a todas sus posibilidades lingüísticas, lo que es susceptible de producir e interpretar. Esta competencia se encuentra restringida en el caso en el que el sujeto, cuando funciona la comunicación, se encuentra en posición de codificar.
El universo del discurso:
El emisor no elige libremente tal o cual ítem léxico, tal o cual estructura sintáctica, tomándolos de sus aptitudes lingüísticas sin otra restricción que ‘lo que tiene que decir’. Aparecen filtros que restringen las posibilidades de elección que dependen de dos factores:
a) Las condiciones de la comunicación: datos, escritura u oralidad, la organización del espacio, el objeto de reflexión. Estos datos no son pertinentes más que bajo la forma de representaciones, que los enunciadores construyen a partir de ellos. Hay que admitir en su competencia cultural de imágenes que el emisor y el receptor se forman de ellos mismos y de su interlocutor. Quién soy yo para hablarte así? Quien es él para que yo le hable así? Quién soy yo para que él me hable así? Quién es él para que me hable así?
b) Restricciones del género. Ej: para analizar el discurso lingüista hay que tener en cuenta:
- Naturaleza del locutor, naturaleza de los alocutarios (edad, cantidad, nivel), la organización material, política y social, el canal empleado, etc.
- Se trata de un discurso que obedece restricciones: discurso didáctico (restricción del género) que se refiere al lenguaje (restricción temática)
Los modelos de producción y de interpretación:
Los modelos de competencia lingüística son el conjunto de conocimientos sobre la lengua que tienen los sujetos. Cuando estos conocimientos se ejecutan en un enunciado, los sujetos hacen funcionar reglas generales que rigen la codificación y decodificación. Esto constituirían ‘modelos de producción e interpretación’. Estos modelos son comunes a todos los sujetos hablantes.
Reformulación del esquema (Kerbrat-orecchioni).
Es imposible disociar las competencias lingüísticas y paralingüísticas ya que en la comunicación oral, al menos, es ‘multicanal’ para transmitir las significaciones y apoyos fonemáticos. También hay una autocrítica a este modelo: no permite dar cuenta de la reflexividad, simetría y transitividad de las características de la comunicación verbal. El receptor funciona al mismo tiempo como emisor ya que la comunicación es simétrica. Del lado del emisor entran en juego su competencia verbal de codificación y decodificación para los comportamientos del receptor. Estas propiedades permiten oponerla a otros tipos de comunicaciones. Ej: mensajes de carteles de señalización urbana, la comunicación no es reflexiva, ni simétrica ni transitiva.
Los destinatarios directos e indirectos pueden estar presentes o ausentes.
• Alocutarios (presentes):
Presente locuente: se da en un diálogo común en el cual el rol de emisor y receptor varían según quién hable y quién conteste. Ambos están presentes.
Presente no locuente: Se da en conferencias, por ejemplo. Una o varias personas son emisores y los receptores están presentes pero no pueden hablar con ellos o comunicarse directamente con el emisor.
No alocutarios (ausentes):
Previstos: Puede ser que el emisor hable por radio esté en la TV, etc. Los receptores no están presentes pero el emisor sabe que se está comunicando con alguien
No previstos: Se da en casos que el mensaje del emisor llega por medio de otros canales o en otras épocas a personas que no tenía planeado contactar. Por ejemplo: el discurso de la Reina de Inglaterra luego de la muerte de Lady Di llega en forma escrita a una universidad para que los alumnos lo analicen.
Ausente locuente: Receptores que físicamente están ausentes pero sin embargo pueden contestar. Por ejemplo: chat, teléfono.
Ausente no locuente: El receptor está ausente y no tiene medios para contestarle al emisor. Ej: libros.
El receptor puede ser real, virtual o ficcional. Ficcional cuando al lector virtual se le otorgan los poderes de un ser real, responde y dialoga con el narrador. El referente es complejo; una parte es exterior al mensaje y rodea la comunicación, se inserta en ella. Está presente y es perceptible. Por otra parte, es convertida en contenido del mensaje, se refleja en la competencia ideológica y cultural de los sujetos. El canal es el soporte de los significantes, funciona como filtro suplementario ya que la naturaleza del canal no deja de tener incidencia en las elecciones lingüísticas. A medida que se desarrolla la comunicación se va dando una modificación de los protagonistas, se adapta su código al del otro. Esto supone un esfuerzo por ponerse en lugar del otro. El universo del discurso son filtros que limitan las posibilidades de elección del lenguaje. Dependen de las condiciones de la comunicación, las características del tema, el fin y el estilo, es decir, las restricciones del género. Cómo actúa en la codificación y decodificación el filtro complejo es el universo del discurso. Cómo se efectúa la puesta en referencia del mensaje, tratar de elaborar modelos de producción e interpretación que permitan la conversación de la lengua del discurso.
Géneros discursivos (Bajtín)
Todos los mensajes, sin importar contexto o propósitos, siguen las características temáticas, estructurales o estilísticas de un género. Estos rasgos comunes que tienen los géneros permiten que los agrupemos en apartados relativamente estables.
Los géneros se dan tanto en la oralidad (básicos: charlas, chistes..) y se vuelven más complejos en la escritura (monografías, expedientes.. ). Si se aprende a leerlos de determinada manera, según el formato característico, será mucho más sencillo entenderlos. Una vez incorporada la superestructura se puede rellenar si es escritor o interpretar si es lector. Ejemplo: ante una noticia periodística, el lector entrenado sabrá que los titulares y entradas son síntesis y el resto del cuerpo completa detalles. Para escribir una noticia, se deberá seguir esta estructura también.
Los géneros son históricos, cambian con el tiempo y las costumbres de las épocas. Pueden desaparecer, pueden surgir nuevos y pueden transformarse mezclándose entre sí. Ejemplo: el género policial reelabora materiales del género judicial (informe de forense, descripción del escenario, declaraciones de testigos, informe psicológico, etc.)
El reconocimiento del género permite solucionar problemas interpretativos. Pero no siempre es sencillo detectar clasificaciones genéricas. Ejemplo:relato y cuento. Son literarios, breves, tienen mucho en común. Pero, un cuento busca producir una tensión desde el comienzo, un conflicto, un clímax, para luego originar la distensión y solución. El relato, en cambio, no posee conflicto ni clímax.
Para poder diferenciar con certeza los géneros escritos podemos basarnos en la información que acompaña al texto (paratextual). En caso de un libro, el cuerpo (diagramación, tapa, contratapa, epígrafe, título etc.) ayuda a descubrir el género, las intenciones, los modos de lectura, los grados de ficción o realidad, entre otras cosas. Ejemplo: distinción entre autobiografía (la realidad de lo acontecido que une a la persona del escritor con lo narrado) y novela autobiográfica (con carga de ficción, el narrador no coincide con la persona del escritor).
A partir de la identificación del género, el lector se prepara para creer o no creer en las cosas que se cuentan en el texto.
Algunos géneros: discursivos (periodísticos), académicos (universitarios), religiosos (sermones), literarios (narrativa), políticos (discursos), musicales (jazz).
EL PROBLEMA DE LOS GÉNEROS DISCURSIVOS
El carácter y las formas del uso de la lengua son tan multifirmes como las esferas de la actividad humana. El uso se lleva a cabo en forma de enunciados (orales y escritos) concretos y singulares. Estos enunciados reflejan las conficiones específicas y el objeto de cada una de las esferas por su contenido (temático), por su estilo verbal (selección de los léxicos) y por su estructuración. Los tres momentos están vinculados en la totalidad del enunciado y se determinan por la especificidad de una esfera dada de comunicación. Cada esfera del uso de la lengua elabora sus tipos relativamente estables de enunciados (géneros discursivos). En cada una de ellas existe un repertorio de géneros que se diferencia y crece a medida que se desarrolla y se complica la esfera misma. Aparte hay una heterogeneidad de los géneros discursivos. La diversidad de los géneros es tan grande que no puede haber un solo enfoque para su estudio.
De ninguna manera se debe subestimar la extrema heterogeneidad de los géneros. Hay que prestar atención a la diferencia entre géneros simples (primarios) y complejos (secundarios). Los secundarios surgen en una comunicación cultural más compleja desarrollada y organizada, principalmente escrita. Ej: comunicación artística, científica, novelas, etc. Estos géneros absorben y reelaboran los diversos géneros primaros constituidos en la comunicación discursiva inmediata. Los primarios se forman dentro de los complejos y pierden su relación inmediata con la realidad y con los enunciados reales de otros. Ej: las cartas dentro de una novela, conservando su forma y su importancia cotidiana tan sólo como las partes del contenido de la novela. La diferencia entre los géneros es grande y por eso la naturaleza del enunciado debe ser descubierta y determinada mediante el análisis de ambos tipos.
Toda investigación acerca de un material lingüístico concreto tiene que ver con enunciados concretos (escritos u orales) relacionados con diferentes esferas de la actividad humana y de la comunicación; de allí los investigadores obtienen los hechos lingüísticos necesarios. El menosprecio de la naturaleza del enunciado y la indiferencia frente a los detalles de los aspectos genéricos del discurso llevan al formalismo y a una abstracción excesiva, desvirtúan el carácter histórico de la investigación y debilitan el vínculo del lenguaje con la vida. El lenguaje participa en la vida a través de los enunciados que lo realizan, y la vida participa del lenguaje a través de estos enunciados.
Todo estilo está vinculado con el enunciado y con las formas típicas de enunciados (géneros). Todo enunciado es individual y puede reflejar la individualidad del hablante, poseer este estilo. Pero no todos los géneros son suceptibles al reflejo de la individualidad. Las condiciones menos favorecedoras para este reflejo en el lenguaje se da en aquellos géneros que requieren formas estandarizadas. Ej: órdenes militares, en el trabajo, etc. En la gran mayoría de los géneros discursivos, un estilo individual no forma parte de la intención del enunciado. En diferentes géneros pueden aparecer diferentes estratos y aspectos de la personalidad. La definición del estilo en general y de un estilo individual, requiere de un estudio más profundo de la naturaleza del enunciado y de la diversidad de los géneros. Los estilos lingüísticos son estilos genéricos de determinadas esferas de la actividad y comunicación humana. A los géneros les corresponden diferentes estilos. Una función determinada y unas condiciones determinadas generan ciertos géneros, es decir, tipos temáticos, composicionales y estilísticos de enunciados relativamente estables. El estilo tiene que ver con unidades composicionales y determinados tipos de estructuración. No existe una clasificación reconocida de estilos de la lengua. Junto con estilos de la lengua figuran las palabras dialectales, anticuadas y expresiones profesionales.
La separación entre estilos y géneros se pone de manifiesto de forma nefasta en la elaboración de una serie de problemas históricos. Los cambios históricos en los estilos de la lengua están vinculados a los cambios de géneros. Los enunciados y los géneros son correas de transmisión entre la historia de una sociedad y la de la lengua. Ni un solo fenómeno nuevo puede ser incluido en el sistema sin pasar la compleja prueba de elaboración genérica. Donde existe un estilo, existe un género. La transición de un estilo de género a otro cambia la entonación del estilo pareciendo inadecuado para ese género y destruye o renueva al género mismo.
El estudio de los géneros discursivos es indispensable para la elaboración productiva de todos los problemas de estilística. También hay que tener en cuenta las relaciones entre el léxico y la gramática. En muchos casos la frontera entre gramática y estilo se borra. Existen fenómenos que los investigadores relacionan con la gramática y otros con la estilística. Ej: el sintagama. Si se analiza sólo dentro del sistema de la lengua, se trata de un fenómeno gramatical, pero si se analiza dentro de todo el enunciado o género es un fenómeno de estilo. La elección gramatical de un hablante es un acto de estilística. Deben combinarse orgánicamente. Una profunda comprensión del enunciado y las características de los géneros puede asegurar una solución correcta del complejo problema metodológico. El estudio del enunciado como una unidad real de comunicación discursiva permitirá comprender de una manera correcta la naturaleza de las unidades de la lengua: palabra y oración.



EL ENUNCIADO COMO UNIDAD DE LA COMUNICACIÓN DISCURSIVA. DIFERENCIA CON UNIDAD DE LA LENGUA (PALABRA Y ORACIÓN).
a) Funciones y ficciones del lenguaje. Expresividad (Humboldt) objetivismo abstracto (Saussure) dialogismo (Bajtín).
Humboldt: La función comunicativa de la lengua en la lingüística del siglo XIX, la dejaba de lado como algo accesorio. En el primer plano estaba la función del pensamiento independientemente de la comunicación. ‘La lengua es una condición necesaria del pensamiento del hombre incluso en soledad’. A pesar de las diferencias entre enfoques de esta función, su esencia se reduce a la expresión del mundo individual del hablante. El lenguaje es la necesidad del hombre de expresarse, se restringe a la creatividad de del individuo. Aunque hay distintos enfoques, todos subestiman la función comunicativa de la lengua. Que el receptor sea sólo un oyente da un concepto distorsionado del proceso complejo, multilateral y activo de la comunicación discursiva. En realidad, el oyente al percibir y comprender el significado del discurso, toma una activa postura de respuesta. Puede estar o no de acuerdo, lo completa, lo aplica, etc. Esta postura está desde el comienzo del discurso. Toda comprensión del discurso tiene un carácter de respuesta, pero el grado de participación puede ser muy variado. No siempre hay lugar para una respuesta en voz alta, pero la compresión activa del oyente puede traducirse en una acción. Ej: obedecer. O puede quedar como una comprensión silenciosa (respuesta de acción retardada), tarde o temprano lo escuchado resurgirá en los discursos posteriores o conducta del oyente. Todo hablante también es contestatario, él no es el primer hablante, cuenta con la presencia de ciertos enunciados anteriores suyos o ajenos, con los cuales su enunciado establece relaciones. Todo enunciado es un eslabón en la cadena organizada de enunciados.
El oyente que aparece con pasiva comprensión no corresponde con el participante real de la comunicación. Lo que está representado en el esquema es un momento abstracto de un acto real. Esta abstracción es justificada ya que debe ser comprendida conscientemente como tal y no tiene que presentarse como la totalidad concreta del fenómeno. El esquema falsea el cuadro efectivo de la comunicación.
b) Imprecisión terminológica. El enunciado
El mismo menosprecio del papel del otro se manifiesta en el uso ambiguo del término ‘discurso’. Puede designar a la lengua, al habla, a un enunciado separado o a un género discursivo. Se explica por el hecho de que el problema de enunciado y géneros está poco elaborado.
El discurso puede existir en la realidad en forma de enunciados concretos pertenecientes a los hablantes. El discurso está vertido en la forma del enunciado que pertenece al sujeto determinado y no puede existir fuera de esta forma. Los enunciados, por más variados que sea, forman la unidad de comunicación discursiva, por lo tanto tienen rasgos estructurales comunes y fronteras bien definidas.
c) Los enunciados tienen fronteras. Donde hay fronteras hay diálogo
Las fronteras se determinan por el cambio de los sujetos discursivos, por la alternación de los hablantes. Todo enunciado posee un principio y un final absoluto. Antes del comienzo están los enunciados de otros, después las respuestas de otros. Un hablante termina su enunciado para ceder la palabra a otro o para que comprenda. El enunciado está delimitado con precisión por el cambio de sujetos (primer rasgo) y termina cediéndole la palabra a otro. Ej: el diálogo clásico, tiene sencillez y claridad. Cada réplica posee una conclusión que se puede ser contestada y adoptar una posición. Entre las réplicas se establecen relaciones (preguntas, afirmación, etc.). Estas relaciones son imposibles entre unidades de la lengua (palabra-oración), sólo son posibles en enunciados porque presuponen la existencia del otro.
Es necesario explicar el problema de la oración como unidad de la lengua, a diferencia del enunciado como unidad de la comunicación discursiva. La oración es una idea concluida que se relaciona con otras ideas de un mismo hablante dentro del enunciado. El hablante hace una pausa para pasar a otra idea suya que complete o fundamente a la primera. El contexto de la oración es el del discurso de un mismo hablante, no se relaciona por sí misma con el contexto y con otros enunciados, se vincula con ellos a través del enunciado en su totalidad. No posee una plenitud de sentido ni una capacidad de determinar la postura de respuesta de otro hablante. Tiene naturaleza, límites y conclusión gramaticales. Pero la falta de una teoría de enunciado lleva a una confusión entre oración y enunciado.
Los enunciados adquieren carácter interno gracias a que el sujeto manifiesta su individualidad mediante el estilo, esto es lo que crea fronteras internas que la distinguen de otras obras relacionadas en el proceso de la comunicación. Una obra está orientada hacia la respuesta comprensiva de otros, puede adoptar diversas formas: intención educadora, convencer, etc.
El cambio de los sujetos discursivos que enmarca al enunciado, es el primer rasgo constitutivo del enunciado como unidad de la comunicación que lo distingue de la unidad de la lengua. El segundo rasgo es la conclusividad específica del enunciado. Este rasgo representa una parte interna del cambio de los sujetos, este cambio se da por el hecho de que el hablante dijo tolo lo que quiso decir, percibimos el fin del enunciado. El primer criterio de la conclusividad es la posibilidad de ser contestado, de tomar postura de respuesta. Es necesario que el enunciado tenga carácter concluso para poder ser contestado. Para eso, es insuficiente que el enunciado sea comprensible lingüísticamente. Este carácter de totalidad conclusa se determina por tres momentos que se relacionan entre sí: sentido del objeto del enunciado agotado; el enunciado se determina por la intencionalidad discursiva; el enunciado posee formas típicas, genéricas y estructurales de conclusión.
Primer momento: puede ser casi completo en esferas cotidianas, en esferas oficiales donde los géneros discursivos tienen un carácter estandarizado al máximo y el momento creativo está ausente casi por completo. Pero en las esferas de creación es posible un grado muy relativo de agotamiento del sentido, se puede hablar sobre un criterio mínimo de conclusividad.
Segundo momento: en cada enunciado podemos entender la intención discursiva del hablante. La intención determina la elección del objeto y sus límites y su capacidad de agotar el sentido. También la elección de la forma genérica en el enunciado. La intención es el momento subjetivo del enunciado. Los participantes directos de la comunicación abarcan rápidamente y con facilidad la intención o voluntad discursiva del hablante y perciben la totalidad del enunciado en proceso de desenvolvimiento.
Tercer momento: formas genéricas estables del enunciado. La voluntad discursiva del hablante se realiza en la elección de un género determinado. La elección se define por la especificidad de una esfera discursiva dada, por las consideraciones sobre el tema, por la situación y los participantes de la comunicación. La intención se aplica y se adapta al género. Todos nuestros enunciados tienen formas típicas para la estructuración de la totalidad relativamente estables. En la práctica los usamos con seguridad y destreza pero teóricamente podemos no saber nada de su existencia. Aprender a hablar quiere decir aprender a construir los enunciados. Los géneros discursivos organizan nuestro discurso de la misma manera de las formas gramaticales. Aprendemos a plasmar nuestro discurso en formas genéricas y al oír el discurso ajeno adivinamos su género desde las primeras palabras.
Muchas personas que dominan la lengua de una manera formidable se sienten desamparadas en algunas esferas de la comunicación. Por el hecho de que no dominan las formas genéricas prácticas creadas por estas esferas. Una persona que maneja el discurso en diferentes esferas de la comunicación cultural puede ser callada o torpe en una plática de salón. No se trata de pobreza de vocabulario, sino de inhabilidad para dominar el género de la conversación mundana.
Un hablante no sólo dispone de las formas obligatorias (léxico y gramática) sino que cuenta con formas obligatorias discursivas. Los géneros son dados, por eso un enunciado aislando individual y creativo no puede ser considerado como ‘libre’. La gran mayoría de los lingüistas comparte este punto de vista: consideran que el ‘habla’ es una combinación individual de formas lingüísticas y no encuentran ninguna otra forma normativa.
La noción de la forma del enunciado total es lo que nos dirige en el proceso del discurso. La intencionalidad de nuestro enunciado puede requerir una sola oración o más. Es el género elegido lo que establece los tipos de oraciones y relaciones entre estas.

Oración: unidad de la lengua, aislada es perfectamente comprensible (comprendemos su significado lingüístico): Es imposible adoptar una postura de respuesta a no ser que sepamos que el hablante expresó cuanto quiso decir. Pero, no se trataría de una oración sino de un enunciado que consisten en una sola oración (enmarcado y delimitado por cambio de sujetos). Si la oración está en un contexto, adquiere la plenitud de su sentido dentro de ese contexto. La oración es un elemento significante de un enunciado completo que adquiere su sentido definitivo dentro de la totalidad. La oración posee una conclusividad del significado y una de la forma gramatical, pero la conclusividad de significado es de carácter abstracto y por eso es tan clara. No tiene autor ni pertenece a nadie. Funcionando en un enunciado completo es la expresión de la postura individual en una situación concreta.
El tercer rasgo del enunciado que determina su composición y estilo es el momento expresivo, una actitud subjetiva y evaluadora desde el punto de vista emocional con respecto al contenido semántico. Un enunciado neutral es imposible. Una actitud evaluadora del hombre con respecto al objeto de su discurso determina la selección de los recursos léxicos gramaticales y composicionales del enunciado. La lengua como sistema dispone muchos recursos para expresar la postura emotiva y valorativa del hablante, pero estos medios son neutros respecto a la valoración determinada y real. Ej: amorcito es neutra como lejos. Representa una posible actitud emotivamente valorada respecto a la realidad, pero no se refiere a una realidad determinada. Uno de los recursos expresivos es la entonación expresiva que es un rasgo constitutivo del enunciado. No existe fuera del enunciado. La palabra y la oración como unidades de la lengua carecen de entonación. Existen los modelos de enunciados valorativos que expresan alabanza, aprobación, etc. Las palabras que adquieren en la vida política y social una importancia se convierten en enunciados expresivos administrativos (paz, libertad)
La emotividad no es propia de la palabra. El significado de la plabra carece de ella. Las palabras que denotan emociones o evaluaciones son tan neutras como todas las demás; adquieren su valor en el enunciado. Hay una expresividad típica ‘aureola estilística’ pero no pertenece a la palabra de la lengua sino al género en que la palabra suele funcionar. La expresividad genérica es impersonal. Las palabras no son de nadie, pero las oímos y vemos en enunciados individuales, en ellos poseen matiz típico. Tienen una expresividad fijada por el contexto del enunciado. Los significados neutros de las palabras aseguran su carácter y la intercomprensión de todos los que hablan. Se puede decir que cualquier palabra existe para el hablante en sus tres aspectos: neutra, sin pertenecer a nadie; ajena que pertenece a otros y mi palabra, en una situación determinada y con una intención. La palabra está compenetrada de mi expresividad. En este caso aparece como la expresión de cierta posición valorativa del individuo. En cada época, en todas las áreas de la práctica existen determinadas tradiciones expresas y conservadas en formas verbalizadas. Por eso la experiencia discursiva individual de cada persona se forma y desarrolla en una constante interacción con los enunciados individuales ajenos. Puede ser caracterizada como proceso de asimilación de palabras ajenas. Nuestro discurso está lleno de palabras ajenas de diferente grado de asimilación; estas aportan su propia expresividad, su tono apreciativo que se asimila y reacentúa por nosotros. La oración posee cierta entonación gramatical pero no expresiva. Las entonaciones específicamente gramaticales son: conclusiva, explicativa, disyuntiva, etc. La entonación enunciativa, interrogativa, exclamativa y la orden tienen fusión entre la entonación gramatical y lo que es propio de los géneros discursivos.
El momento expresivo viene a ser un rasgo constitutivo del enunciado. El sistema de la lengua dispone de formas necesarias para manifestar la expresividad, pero la lengua misma y sus unidades significantes carecen de expresividad.
d) La polifonía:
Las fronteras del enunciado se fijan por el cambio de los sujetos discursivos. Los enunciados no son autosuficientes y ‘saben’ uno del otro, se reflejan mutuamente. Todo enunciado debe ser analizado como respuesta a los enunciados anteriores de una esfera dada. Los refuta, los confirma, los completa, etc. Uno no puede determinar su propia postura sin correlacionarla con las de los otros. Cada enunciado está lleno de reacciones que tienen diferentes formas: pueden ser introducidos directamente al contexto de un enunciado o introducirse solo palabras, ambos pueden conservar su expresividad ajena o sufrir un cambio de acento (ironía, indignación). Los enunciados se pueden hacer referencia a ellos como opiniones bien conocidas por el interlocutor o pueden sobrentenderse calladamente. La expresividad de un enunciado se determina por el objeto, el sentido y por los enunciados ajenos emitidos acerca del mismo tema, por los enunciados que contestamos, polemizamos; son ellos los que determinan las reiteraciones, la selección de expresiones duras o suaves, el tono desafiante, etc. La expresividad de un enunciado nunca puede ser comprendida y explicada si se toma en cuenta nada más su objeto y su sentido. La expresividad contesta, expresa la actitud del hablante hacia los enunciados ajenos. Por más monológico que sea un enunciado no puede dejar de ser una respuesta a aquello que ya se dijo a cerca del mismo objeto aunque el carácter de respuesta se manifestaría en los matices de su sentido, expresividad, estilo, etc. Un enunciado está lleno de matices dialógicas porque nuestro mismo pensamiento se origina y se forma en el proceso de interacción y lucha con pensamientos ajenos. Los enunciados de otros que separamos como tales, al ser introducidos en el nuestro le aportan algo que aparece como irracional desde el punto de vista de la sintaxis. Las interrelaciones entre el discurso ajeno introducido y el resto del propio no tienen similitud con las relaciones sintácticas propias. Sin embargo, estas interrelaciones son análogas a las relaciones que se dan en el diálogo. La entonación que aisla el discurso ajeno se marca en la escritura con comillas. Es una especie de transposición del cambio de sujetos. Las fronteras que crean son débiles y específicas; la expresividad penetras fronteras y se extiende hacia el discurso ajeno. Este discurso posee una expresividad doble: la propia y la del enunciado que acoge el discurso ajeno. Todo puede tener lugar donde el discurso se cita explícitamente y se pone en relieve. Los cambios de los sujetos se perciben con claridad. Además podemos descubrir una serie de discursos ajenos semicultos o implícitos. El enunciado hay que analizarlo en relación con el autor y en su nexo con otros enunciados relacionados con él (del mismo género).
El objeto del discurso no llega a tal por primera vez en este enunciado, el hablante no es el primero que lo aborda. El objeto del discurso se encuentra hablado y valorado de distintas maneras. En la mente del hablante se combinan dos concepciones cuando se pronuncia, por ejemplo, la sig. Oración: el sol alumbra. Se justifica y se fundamenta por el contexto de un enunciado completo que las incluye en una comunicación discursiva. Si son enunciados conclusos tienen alguna justificación en la situación que las introduce en la cadena de la comunicación discursiva.
Los enunciados no están dirigidos únicamente a su objeto, sino también a discursos ajenos sobre este último. La actitud hacia el discurso ajeno difiere por principio de la actitud hacia el objeto. Pero un enunciado no sólo está relacionado con eslabones anteriores, sino con los posteriores. El enunciado se construye desde el principio tomando en cuenta las posibles reacciones de respuesta. El papel de los otros es sumamente importante. El hablante espera desde el principio su contestación y comprensión activa.
e) siempre hablamos a alguien:
Un signo importante del enunciado es su orientación, la propiedad de estar destinado. El enunciado tiene autor y destinatario. El destinatario puede ser un participante e interlocutor inmediato de un diálogo cotidiano, representar un grupo especialista o un público homogéneo, opositores, etc. También puede haber un destinatario indefinido. Todos estos tipos de destinatario se determinan por la esfera de la praxis humana y la vida cotidiana a la que se refiere el enunciado. La composición y el estilo dependen de un hecho concreto: a quién está destinado y cómo el hablante percibe a sus destinatarios. Todo género posee su propia concepción del destinatario. Éste puede coincidir personalmente o aquel a quien corresponde el enunciado. Ej: en un diálogo cotidiano, el destinatario es a quien contesto y de quien espero respuesta. El enunciado de aquel a quien contesto ya existe, pero su contestación aún no apareció. Al construir mi enunciado, siempre tomo en cuenta hasta qué punto conoce la situación, si posee o no conocimientos de la esfera cultural, cuáles son sus simpatías y antipatías y esto generará una reacción. Este tanteo determinará el género del enunciado, la selección de estructuración y los recursos lingüísticos (estilo). Ej: en los textos científicos es fácil distinguir al destinatario y todo se reduce a la cantidad de sus conocimientos especializados para pensar en la estructuración. Matices más delicados de estilo se determinan por el grado de intimidad entre los participantes. Los géneros familiares e íntimos perciben a su destinatario alejado del marco de las jerarquías sociales, lo cual genera más sinceridad.
La familiarización de estilos abre camino hacia la literatura a estratos de la lengua que anteriormente se encontraban bajo prohibición. Los géneros y estilos íntimos se basan en una máxima proximidad interior entre hablante y destinatario. El discurso íntimo está compenetrado de confianza y consentimiento, delicadeza y buena intención. En esta atmósfera el hablante abre sus profundidades internas. Esto hasta ahora fue poco estudiado. Los estilos neutrales y objetivos presuponen una especie de identificación entre los participantes, la unidad de puntos de vista, al precio de un rechazo total de la expresividad. A diferencia de los enunciados y géneros, las unidades significantes de la lengua carecen de ese carácter destinado: no pertenecen a nadie y no están dirigidas a nadie. Si una determinada palabra y oración está dirigida hacia alguien, estamos frente un enunciado concluso. Una oración rodeada de contexto adquiere un carácter destinado sólo mediante la totalidad el enunciado.
Cuando se analiza una oración aislada de su contexto, las huellas del carácter destinado y la influencia de la respuesta prefigurada, los ecos dialógicos del cambio de sujetos se borra, se pierde porque es ajeno a la oración como unidad de la lengua. El análisis estilístico que abarca todas las facetas del estilo es posible sólo como análisis de la totalidad del enunciado y dentro de aquella cadena de comunicación discursiva cuyo eslabón inseparable representa el enunciado.
El aparato formal de la enunciación. (Benveniste).
Todas las descripciones lingüísticas dedican un lugar al empleo de las formas (conjunto de reglas que fijan condiciones sintácticas en la que deben aparecer las elecciones). Estas reglas están articuladas con reglas de formación y se establece cierta correlación entre las variaciones morfológicas y las combinaciones de los signos. Limitadas las elecciones de una y otra parte se obtiene un inventario exhaustivo de los empleos y formas. Las condiciones de empleo de las formas no son idénticas a las condiciendo de empleo de la lengua; la diferencia implica otra manera de ver las cosa, describirlas e interpretarlas. El empleo de las formas dio un número de modelos. La diversidad de ellos es enorme.
Otra cosa es el empleo de la lengua. Este fenómeno es tan trivial que se confunde con la lengua misma. La enunciación es poner a funcionar la lengua por un acto individual de utilización; es el acto de producir un enunciado. La relación entre locutor y lengua determina las características lingüísticas de la enunciación. El locutor toma la lengua por instrumento y los caracteres linguísticos que marcan esta relación. Este proceso se puede estudiar de tres modos:
• El primero es perceptible y directo. Es la realización vocal de la lengua. Sonidos emitidos y percibidos. Se deben estudiar como proceso de adquisición, difusión y alteración, proceden siempre de actos individuales. En lo científico, se procura eliminar los rasgos individuales del enunciado. Pero todo el mundo sabe que los sonidos nunca son reproducidos exactamente y la noción de identidad sólo es aproximada. El mecanismo de esta producción es otro problema, la enunciación supone la conversión individual de la lengua en discurso. Es la semantización de la lengua lo que ocupa el centro de este aspecto de enunciación y conduce a la teoría del signo y al análisis de la significancia. Consideraremos a los procedimientos en los cuales las formas lingüísticas se diversifican y se engendran. La gramática transformacional ayuda a codificarlos y formalizarlos a partir de una sintaxis universal.
• Otro enfoque consiste en definir la enunciación en el marco formal de su realización. Hay que esbozar dentro de la lengua, los caracteres formales de la enunciación a partir de la manifestación individual que actualiza. Son necesarios y permanentes, están ligados a la particularidad del idioma elegido. En la enunciación consideramos el acto mismo, las situaciones donde se realiza, los instrumentos que la consuman. El acto individual introduce al locutor como parámetro en las condiciones necesarias para la enunciación. Después de la enunciación, la lengua se efectúa en una instancia de discurso que emana de un locutor, forma sonora que espera un auditor y suscita otra enunciación a cambio. La realización individual es un proceso de apropiación del aparato formal de la lengua y enuncia su posición de locutor mediante indicios y procedimientos accesorios. En cuando se declara locutor implanta al otro delante de él, toda enunciación postula un alocutario. La apropiación de la lengua es la necesidad de referir por el discurso al mundo.
Estas condiciones van a gobernar el mecanismo de la referencia en el proceso de enunciación. El acto individual de apropiación introduce al que habla en su habla. La presencia de él e su enunciación hace que tenga una referencia interna. Esto se manifestará mediante un juego de formas cuya función es poner al locutor en relación constante con su enunciación. La emergencia de los indicios de persona yo denota al individuo de la enunciación, el término tú al individuo alocutario. Los indicios numerosos de la ostensión (aquí, éste) son términos que designan al objeto al momento de ser pronunciada la enunciación. Pronombres personales, demostrativos (individuos lingüísticos) remiten siempre a individuos en lugares y en momentos. Estos individuos lingüísticos proceden del hecho de que nacen de una enunciación. Términos aferentes a la enunciación (paradigma entero) formas temporales que determinan por relación con el ego. Los tiempos coinciden con el momento de la enunciación. Podría creerse que la temporalidad es un marco innato. Es producida en realidad en la enunciación y por ella. De allí procede el término presente, por ende, del tiempo. Es la presencia en el mundo que sólo el acto de enunciación hace posible. Podría mostrarse mediante análisis de sistemas temporales en diversas lengas la posición del presente. El presente formal explicita el presente inherente a la enunciación que se renueva con cada producción de discurso. Continuidad y temporalidad se engendran en el presente de la enunciación y se delimitan entre lo que va a volverse presente y lo que pasó.
• Hay que distinguir las entidades de la lengua que tienen estatuto permanente de aquellas que existen en la red de individuos y en un ‘aquí-ahora’ del locutor. La enunciación da las condiciones necesarias para las grandes funciones sintácticas. El enunciador se sirve de la lengua para influir sobre el comportamiento del alocutario, dispone un aparato de funciones: interrogación suscita respuesta; intimación órdenes, imperativos, vocativos implican una relación inmediata y referencia necesaria del tiempo de la enunciación; aserción apunta a comunicar una certidumbre, tiene instrumentos propios ‘sí/ no’; los modos que enuncian actitudes del enunciador hacia lo que anuncia (espera, deseo, duda) quizá.
Lo que caracteriza la enunciación es la acentuación de la relación discursiva al interlocutor. Plantea el cuadro figurativo de enunciación: dos figuras en estructura de diálogo, son alternativamente protagonistas de la enunciación. Hay casos que no hay diálogo fuera de la enunciación ni enunciación sin diálogo. No se trata de diálogo ni de enunciación, consiste en proverbios citados. El competidor que dispone mayor provisión de proverbios sale ganando. El monólogo procede de la enunciación. Es un diálogo interiorizado formulado en lenguaje interior entre dos ‘yo’. Estas situaciones pedirán una descripción doble. La comunión fática es el fenómeno psicosocial de funcionamiento lingüístico. Malinowski partió del papel que tiene el lenguaje. El discurso funda un aporte entre los individuos.
El lenguaje empleado en relaciones sociales libres merece una consideración especial, cuando se charla para descansar de trabajo es claro que estamos ante otra manera de emplear la lengua. No depende de lo que pasa en el momento, está privada de contexto, el enunciado no puede ser vinculado al comportamiento del locutor u oyente. Preguntas sobre el clima son intercambio no para informar ni para expresar un pensamiento. Es un nuevo tipo de empleo de la lengua (comunión fática), un discurso en el cual los nexos de unión son creados por un intercambio de palabras. Desempeñan una función social, pero no son el resultado de una reflexión intelectual. Es evidente que la situación exterior no interviene en la técnica de la palabra, consiste en una atmósfera de sociabilidad y en el hecho de la comunión persona de esa gente. La situación consiste en acontecimientos lingüísticos, apunta a ligar a los participantes por medio de un sentimiento. Aquí estamos ante un diálogo, una relación personal creada por una forma convencional que se satisface con su logro. En este contexto habría que estudiar los cambios léxicos que la enunciación determina, distinguirla de la hablada y la escrita, etc.
Enunciación (Filinich)
El acto de apropiación del lenguaje por parte de un yo que apela a un tú permite detectar las huellas que conforman y evidencian la presencia de un sujeto. Esto da cuerpo a la imagen del destinatario y se configura a sí mismo al plasmar su propia imagen en el discurso que produce
CONCEPTOS GENERALES DE LA TEORÍA DE LA ENUNCIACIÓN
Hay dos posibles manera de estudiar al lenguaje. Una consiste en considerarlo como un sistema de significación cuyos elementos se definen por las relaciones que entablan entre sí. Otra, consiste en el ejercicio del lenguaje como una acción cuya significación depende de las relaciones estructurales entre sus elementos y de los interlocutores implicados en un espacio-tiempo. Adoptar una perspectiva implica arribar a resultados y partir de presupuestos diferentes: ‘qué bello día’ puede ser analizada por su gramática y correcto uso de la lingüística o ser considerada un enunciado, una ocurrencia singular de la frase efectuada en determinadas circunstancias. Privilegiar uno u otro aspecto implica adoptar diferentes concepciones acerca de la significación y el lugar del lenguaje en la sociedad.
Austin revela la preocupación por sacar a la luz el poder del lenguaje de efectuar acciones. Ej: ‘juro decir la verdad’ en un juicio es realizar un juramento. Decir es hacer y desde el momento que se ha realizado la acción hay consecuencias jurídicas. Otros ejemplos son prometer, invitar, bautizar, aconsejar, etc. Estos verbos preformativos pusieron en evidencia las facultades presentes en todas las emisiones lingüísticas. Poseen un ordenamiento gramatical aceptable (acto locucionario) toda frase realiza un acto ilocucionario por el cual afirma, interroga, ordena, etc. Y también hay un acto perlocucionario que es producir un efecto sobre el interlocutor. Searle completa las obras de Austin, desarrolló la teoría de actos de habla consiste en realizar actos conforme a reglas, hablar es la unidad básica de comunicación, Searle distingue diversos géneros de actos de habla y diversas reglas que los gobiernan. Reconocerá tres géneros: actos de emisión, actos proposicionales y actos ilocucionarios. Añade el perlocucionario como correlativo del ilocucionario. Esto lleva al autor a distinguir entre reglas regulativas y constitutivas que son las condiciones necesarias para realizar diversos tipos de actos de habla ilocucionarios. Esta perspectiva fue incorporándose en la lingüística y permitió focalizar la preocupación por el sujeto hablante, su relación con el lenguaje y su interlocutor, los efectos de su discurso y empiezan a aparecer como un problema que obliga una revisión de las bases de la lingüística. Las incorporaciones de las reflexiones de Austin y Searle se deben a los trabajos de Benveniste.
Su punto de partido es la crítica a la concepción instrumental del lenguaje: considerarlo un instrumento es una evidencia de la cual hay que desconfiar. No es el hombre quien creó el lenguaje como una prolongación exterior a él, es el lenguaje el que fundó la especificidad de lo humano, gracias a él se estableció el reconocimiento entre hombre y demás especies, la conciencia de sí y del otro. Es en y por el lenguaje como el hombre se constituye como sujeto. Pero no es posible concebir un sujeto hablante sino como un locutor que dirige su discurso a otro, el yo implica el tú. La polaridad de personas es el primer argumento de Benveniste para sostener el carácter lingüístico de la subjetividad. Es el acto de decir el que funda al sujeto y al otro en el discurso, esto conlleva la instauración de un lugar desde el cual se habla alrededor del cual se organiza el discurso. Esta relación yo/tu es la relación que subyace a todo enunciado. Por eso se pueden reconocer dos ‘yo’ en un enunciado. Ej: llegué temprano (el sujeto explicito que realiza el acto de llegar y el implícito que realiza el acto de decir. El segundo argumento se basa en el reconocimiento de otros elementos que poseen el mismo estatuto de pronombres personales, son formas vacías cuya significación se realiza en el acto del discurso: indicadores de deixis, demostrativos, adverbios, esto-aquí-ahora. Organizan el espacio y el tiempo alrededor del centro constituido por el sujeto de la enunciación y marcado por el ego. El tercer argumento es la expresión de temporalidad. El presente es el tiempo en el que se habla. Fuera del discurso el tiempo no existe. Cada acontecimiento enunciativo inaugura un presente en función del cual se comprenden los variados tiempos del enunciado. Ej: ayer fue feriado marca anterioridad del suceso con respecto al tiempo presente en la enunciación. De estos tres argumentos Benveniste dice que el lenguaje es la posibilidad de la subjetividad por contener las formas lingüísticas apropiadas a su expresión y el discurso provoca la emergencia de la subjetividad. El sujeto del cual se habla no preexiste ni se prolonga más allá de su discurso, se constituye en el marco de su actividad discursiva. Benveniste apunta a incorporar las formas de expresión de la subjetividad en la lengua misma. Tales formas están previstas por la lengua y se recurre a ellas para adoptar el papel de sujeto de enunciación y dejar las huellas en el enunciado.
ENUNCIADO Y ENUNCIACIÓN
En todo enunciado es posible reconocer dos niveles: lo expresado la información transmitida, la historia (lo enunciado) y la enunciación (enunciativo), el proceso por el cual lo expresado es atribuible a un yo que apela a un tú. El enunciado (enuncivo) es la materialidad perceptible realizada con cualquier sustancia expresiva, verbal oral escrita sonora, etc. El enunciado conlleva a dos niveles: lo explícito que es objeto del discurso y lo implícito que es la enunciación presupuesta, proviene de un yo que destina su alocución a un tú.
Lo enunciado puede verse como el objeto manifiesto de toda enunciación. La enunciación posee la misma estructura que un enunciado, se compone de sujeto, verbo y objeto. El sujeto es yo-tu, el verbo es el que designa el acto enunciativo (decir) y el objeto el propio enunciado. Ej: estoy enfermo. Yo te digo que… subyace a todo enunciado y reconoce el objeto en el ‘estoy enfermo’. Entonces hay una estructura de sujeto/verbo/objeto del enunciado y una estructura de sujeto/verbo/objeto de enunciación. Atendiendo a lo dicho (enuncivo) se pueden identificar marcas sobre el objeto y el sujeto; para borrar identidad del autor se puede incluir un enunciador colectivo (se pensó…) sería una opinión general compartida por el Enunciatario. La forma impersonal del verbo refuerza la aceptación generalizada, el enunciador se muestra partícipe y distante. Busca mediante un nosotros abrir una brecha en una valorización en la sociedad para sembrar sospechas e introducir una nueva concepción respecto a algo.
El enunciador puede constituirse como un no especialista cuya opinión autorizada podría imponerse sobre la opinión social. Si nos separásemos del yo de la enunciación no se podría advertir la fuerza de una estrategia discursiva que consiste en construir un enunciador próximo al Enunciatario que comparte un saber sobre algo.
La distinción entre ambos niveles se complementa con otros aspectos en los cuales es posible diferenciar una dimensión enunciva y otra enunciativa: tiempo y espacio. Tiempo enunciado y tiempo de enunciación. El tiempo enunciado implica pasado/presente/futuro con relación con los actores que las llevan a cabo. En cambio, el tiempo de enunciación se define por su relación con el tiempo enunciado. Aparecerá como simultáneo al del enunciado o como posterior o anterior a él. Hay que reconocer la diferencia entre la dimensión enunciva del tiempo que considera la relación entre diversos segmentos temporales del mismo nivel y la dimensión enunciativa que articula el tiempo de la enunciación y del enunciado.
Enunciado y enunciación son dos dimensiones siempre presentes en todo discurso, cada una de ellas comporta sus propios componentes, podemos hablar de actores tiempo y espacio de cada una. Dimensión enunciativa es siempre implícita, requiere de un esfuerzo de interpretación. La enunciación no se agota en marcas observables en enunciados, sino que se proyecta un nivel implícito de la significación.
NOCIÓN DE DISCURSO
Los usos habituales.
En el habla corriente se dice ‘discurso’ para enunciados o palabras vacías. La palabra discurso puede ser ambigua porque puede designar a un sistema que permite producir un conjunto de textos o a este mismo conjunto: el discurso comunista. También hay una distinción por parte de la lingüística que separa al discurso del relato, opone a la enunciación anclada en la situación (vendrás mañana) a otra cortada de la situación (César atacó a los enemigos).
En las ciencias del lenguaje
El término discurso en las ciencias se emplea en plural o singular. Esta noción es muy utilizada porque es el síntoma de una modificación en nuestra manera de concebir el lenguaje. Esta modificación resulta de la influencia de diversas corrientes de ciencias humanas llamadas pragmática. La pragmática constituye cierta manera de captar la comunicación verbal.
El discurso es una organización más allá de la frase, es decir, moviliza estructuras de otro orden que las frases. Ej: no fumar. Forma una unidad completa aunque no esté constituido más que por una frase. Los discursos están sometidos a reglas de organización según el grupo social determinado.
El discurso está orientado porque está concebido en función de un objetivo que se desarrolla en el tiempo de manera lineal. Se construye en función de un fin, aunque puede desviarse a mitad de camino. Este desarrollo se despliega en condiciones diferentes según el enunciado esté sostenido por un solo enunciador que lo controla (monologal) o se inscriba en una interacción donde puede ser interrumpido por el interlocutor (dialogal).
El discurso es una forma de acción sobre el otro. El problema de los ‘actos del lenguaje’ (actos de habla) mostró que todo enunciado constituye un acto que apunta a modificar una situación. Estos actos se integran al discurso de un género determinado que apunta a producir una modificación sobre el destinatario.
El discurso es interactivo, compromete a dos personas marcadas en los enunciados por los pronombres ‘yo-tú’. La más evidente es la oral. Existen numerosas formas de oralidad que no parecen muy interactivas, sin embargo. Ej: conferencista, animador de radio, etc. Esto es más claro en lo escrito donde ni siquiera está presente el destinatario. Toda enunciación está tomada en una interactividad constitutiva, es un intercambio explícito o implícito. La conversación se considera como el discurso por excelencia, sino como uno de los modos de manifestación de la interactividad fundamental del discurso. Se vuelve difícil llamar ‘destinatario’ al interlocutor porque así pareciera que la enunciación va en sentido único, lo reemplazaremos por el término ‘co-enunciador’.
El discurso está contextualizado. Sabemos que no se puede asignar un sentido al enunciado fuera del contexto. El mismo enunciado en dos lugares distintos corresponde a dos discursos distintos. El discurso contribuye a definir su contexto que puede modificar en el curso de la enunciación. Ej: dos personas pueden conversar de amigo a amigo y luego establecer otras relaciones como la de médico-paciente.
El discurso es asumido por un sujeto. El ‘yo’ se plantea como fuente e localizaciones personales, temporales y espaciales e indica qué actitud adopta respecto de lo que dice y de su co-enunciador. Indica quién es el responsable de lo que dice. Ej: ‘llueve’ es planteado como verdadero por un enunciador responsable del dicho. Pero ‘Según Paul, llueve’ es atribuir la responsabilidad a algún otro.
El discurso es regido por normas. Cada acto del lenguaje implica normas particulares. Todo acto de enunciación no puede plantearse sin justificar de una u otra manera su derecho a presentarse como tal.
El discurso está tomado en un interdiscurso. Quiere decir que sólo adquiere sentido en el interior del conjunto de discursos. Para interpretar el enunciado hay que ponerlo en relación con otros enunciados. Cada género discursivo tiene su manera de gestionar la multiplicidad de las relaciones interdiscursivas. El solo hecho de ubicarlo en el género implica que se lo ponga en relación con discursos del mismo.
ENUNCIADO Y TEXTO
Los lingüistas no disponen sólo de ‘discursos’, sino también de enunciado y texto. El enunciado no es enunciación, es el producto al acto de producción, es la huella verbal de ese acontecimiento de enunciación. Algunos lingüistas definen el enunciado como la unidad elemental de la comunicación verbal. Ej: qué chica! Hola Paul. Otros, ponen la frase que está considerada fuera de todo contexto, a la multitud de enunciados que le corresponden según la variedad de contextos en los que puede figura esta frase. Ej: ‘no fumar’ es una frase, pero es un enunciado si está ubicada en un contexto. También se emplea ‘enunciado’ para designar una secuencia verbal que forma una unidad de comunicación completa que forma parte de un género determinado. El enunciado está referido al objetivo comunicativo de su género. ‘Enunciado’ posee un valor casi equivalente a ‘texto’, que se emplea sobre todo cuando se trata de captar el enunciado como constituyendo una totalidad coherente. La lingüística que estudia esa coherencia se llama ‘lingüística textual’. Se habla de ‘texto’ para producciones verbales que están estructuradas de manera de ser repetidas, circular lejos de su contexto original. Se habla más bien de ‘textos literarios’. Un texto se presenta como distribuido entre varios locutores que pueden estar jerarquizados, sobre todo cuando hay ‘discurso referido’ (el autor incluye palabras de otro locutor. Estas distintas voces es la primera forma de heterogeneidad del texto. Otra es cuando en un mismo texto hay asociación de signos lingüísticos e icónicos.
Se utilizará ‘enunciado’ con el valor de frase en un contexto particular y ‘texto’ como unidad verbal que forma parte de un género.
SUJETO DE ENUNCIACIÓN
Pensemos en una fotografía: el autor real no contribuye a la comprensión de la imagen importa poco para realizar una lectura analítica. Sin embargo, hay otras marcas de la presencia del sujeto que destina esta imagen que no podemos obviar al ‘leer’ la fotografía. De rápidas observaciones se puede extraer algunas conclusiones sobre el sujeto. El autor empírico no tiene cabida en el análisis de la enunciación. El sujeto que estudiamos está implícito, no es exterior a él y cualquier coincidencia entre sujeto de enunciación y productor de un enunciado puede determinarse mediante otro tipo de análisis. La riqueza del concepto de sujeto de la enunciación reside en considerar al sujeto como subyacente a todo enunciado, trasciende la intención de un individuo para transformarse en una figura moldeada por su propio enunciado y existe sólo en él. El sujeto de la enunciación está compuesto por el enunciador y Enunciatario, por eso es preferible hablar de ‘instancia de la enunciación’ para diferencias a estos dos. Esta instancia acentúa el hecho de que lo que interesa es la dimensión discursiva, la plasmación de un sujeto en el discurso. Este también es causa del enunciado ya que no puede existir sin el acto del que habla, por el cual el sujeto se instala como locutor, se apropia de la lengua y se dirige a otro. Y es efecto del enunciado porque no está configurado de ante mano sino que es el resultado de su propia producción. Enunciador y Enunciatario son dos papeles que se constituyen recíprocamente en el interior del enunciado.
A su vez, se distingue el Enunciatario del receptor real. El Enunciatario es un sujeto discursivo previsto en el interior del enunciado, la imagen de destinatario que el enunciador forma para construir su enunciado. El enunciado se ajusta a los rasgos que configuran la imagen de Enunciatario mediante la utilización de segunda persona, la suposición de las necesidades del lector, etc. Lo que interesa para el análisis de la significación es la imagen de destinatario sugerida por el texto, no los receptores reales. Enunciador y Enunciatario no tienen existencia fuera del enunciado. El enunciado conlleva una información y pone en escena una situación comunicativa por la cual algo se dice desde cierta perspectiva y para cierta interpretación. El sujeto de la enunciación es una instancia lingüística propuesta por la lengua y presente en el discurso como una representación de la relación dialógica entre un yo y un tú.
MARCAS DE ENUNCIADOR Y ENUNCIATARIO
Las referencias aparecerían como el yo responsable del decir y el tú previsto por el enunciador. Con los pronombres en primera y segunda persona, la presencia de ambas figuras se puede conocer, también por los indicios que dan cuenta de una perspectiva desde la cual se presentan los hechos y una captación que pretende obtener. Kerbrat aborda la problemática de la enunciación como el ‘estudio de las huellas de sujeto enunciativo en el enunciado: yo’. Realiza un análisis detallado de deícticos y subjetivemas. Pero es necesario considerar que el enunciador no sólo se constituye así mismo sino que construye una imagen de Enunciatario, por ende también hay huellas de este. Prince retoma el concepto de ‘narratario’ y consigna señales que lo configuran: pasajes del relato en el que el narrador se refiere al narratario; pasajes que implican al narratario sin nombrarlo; preguntas que indican el género de la curiosidad del narratario; formas de negación, contradecir; términos con valor demostrativo que remiten a otro texto compartido entre los participantes; comparaciones y analogías; sobrejustificaiones: excusas el narrador por interrumpir el relato. Estos rasgos pueden darnos un bosquejo de los aspectos discursivos que contribuyen a formar al destinatario.
DEÍXIS: TIPOS Y FUNCIONES
Las lenguas tienen la capacidad de ‘gramaticalizar’ algunos de los elementos contextuales a través de la ‘deíxis’. Quienes participan en la comunicación seleccionan aquellos elementos de la situación que resultan relevantes para los propósitos de intercambio, los colocan en primer plano formando el fondo de la comunicación y se sitúan respecto a ellos. Aunque las expresiones indéxicas pueden ser de muchos tipos, las lenguas poseen elementos que se especializan en este tipo de funciones: deícticos.
La deíxis se ocupa de investigar cómo las lenguas codifican rasgos del contexto de enunciación. Los deícticos son piezas relacionados con el contexto, su significado concreto depende de la situación de enunciación: quién pronuncia, a quién, cuándo y dónde. Son elementos lingüísticos que señalan algunos elementos del contexto. Conectan la lengua con la enunciación y se dividen en varias categorías que no adquieren sentido pleno más que en el contexto en que se emiten.
La deíxis señala el terreno común, organizan el tiempo y espacio y sitúan a los participantes. Los términos deícticos pueden usarse en un sentido gestual o simbólico. Ej: me duele aquí (gestual). Aquí se acostumbra a almorzar a la una del medio día (simbólico).
• Deíxis personal: señala las personas del discurso. Son los elementos que forman el sistema pronominal (personales y posesivos) y los morfemas verbales. Selecciona a los participantes. Quien habla es ‘yo’, pero a través de la segunda persona podemos seleccionar diferentes interlocutores de forma individual o colectiva, habrá que tener en cuanta a quién nombramos en la tercera persona. Quien es ‘tú’ puede pasar a ser ‘ella’ o ‘ellos’. Lo mismo ocurre con la primera persona del plural que puede equivaler a un ‘yo+tú’ o ‘yo+él’ que puede estar presente o no en la enunciación. Con la segunda persona del plural se puede incluir a todos los presentes o ausentes. La tercera persona nombra lo que se excluye de la interacción.
• Inscripción de las personas en el enunciado: tras las huellas del enunciador se examina las diferentes estrategias que un hablante toma para elaborar su actividad verbal. El sistema lingüístico permite que los hablantes pongan en juego formas de presentación y relación con los demás a través del léxico y los deícticos.
• Persona ausente: en un texto podemos encontrar una ausencia del locutor. Se crea un efecto de objetividad y ‘verdad’ debido a que se trata sólo del referente. Los elementos más claros son la presencia de sintagmas nominales con referencia léxica y uso de la tercera persona gramatical como indicador de lo referido, ajeno al locutor. En el enfoque referencial se preferencia la tercera persona. Según Benveniste sólo la primera y segunda persona gramaticales merecen este nombre ya que la tercera es ‘no persona’. Basta el ‘yo-tú’ para determinar la interlocución. Si la tercera es inconsistente gramaticalmente, no existe como persona en el análisis del lenguaje. Con el uso de la tercera se borran los protagonistas de la enunciación. Otras marcas que borran la presencia son el uso de construcciones impersonales o pasivas sin el agente. Hay recursos que esconden o borran su presencia dando relevancia al universo de la referencia. Los participantes borrados da relieve al contenido referencial. La elección del contenido y el nivel de especificidad del léxico dibujan el perfil del posible autor y destinatario. Se puede objetivar al receptor que aparece nombrado y estaría presentado como un elemento del universo de la referencia y no como protagonista. Hay situaciones que exigen la presencia neutra del universo de referencia. Por eso importa determinar el contexto que se emiten los enunciados.
• Inscripción del yo: existen situaciones que permiten la presencia del locutor en su texto (expresión de subjetividad del lenguaje). Hay aparición de los elementos lingüísticos que otorgan expresión propia y desde la perspectiva del hablante. La enunciación es generada por un yo y un tú. La referencia deíctica a la persona que habla sirve para mostrar diferentes posiciones con la que se puede presentar el sujeto hablante. El hablante es un sujeto social que se presente a los demás de determinada manera. En el proceso de la enunciación y en el momento que se construye el discurso, también se construye el sujeto. Se adapta a la situación de comunicación y moldea su posición a lo largo del discurso tratando de que su interlocutor lo reconozca de tal manera. Hay que tener en cuenta la diferencia en la presentación de ámbito privado y el público. La autorreferencia en el privado es relajada en un contexto conocido y tranquilo. El uso del ‘yo’ en público es comprometido, arriesgado. El locutor debe responsabilizarse del contenido de lo enunciado. La segunda persona se puede utilizar para producir un efecto determinado: generalizar, incluir, etc. El locutor puede hablar de él como ‘uno-una’ que generaliza y se incorpora como un colectivo indefinido. La primera del plural incorpora al locutor a un grupo. Es grupo responsabiliza al locutor del enunciado. Este uso es ‘modestia’, que en lo público es inapropiado porque no se considera como responsable o autoridad. El plural ‘mayestático’ es el uso para la persona que habla cuando ésta se inviste de la máxima autoridad (Papa o Rey). Es simbólico. También está el uso con representantes del gobierno que suelen usar un ‘nosotros’ denominado ‘inclusivo’, incorpora al receptor, puede ser intencionado para acercar las posiciones de enunciador Enunciatario. También se da en casos como columnas periodísticas que los escritores buscan la complicidad de los lectores. Los locutores pueden optar por inscribirse en su texto de variadas maneras.
• Inscripción del tú: el receptor se hace explícito a través de los deícticos de segunda persona. Además por la deíxis social. Los deícticos de segunda y tercera diferencian el trato con el interlocutor para acercar o alejar, mostrar poder o respeto, etc. Estas características pueden mezclarse para lograr el propósito del locutor al relacionarse en la comunicación. Ej: puede haber mucha confianza y al mismo tiempo una diferencia de posición social que determina el uso de ‘usted’ (jefe). Los deícticos se adecuan al papel que el locutor le quiere dar al ‘tú’. Dependen del estatus y posición social. El receptor puede estar incluido en el grupo o generalizado. La concordancia gramatical en tercera persona de los deícticos que refieren al interlocutor indican formalidad y distancia respecto al interlocutor.
• Deíxis espacial: se organiza el lugar en el que se desarrolla la comunicación. Se selecciona lo que interesa destacar y se sitúa fuera de foco lo que no interesa. Señala los elementos del lugar en relación con el espacio que ‘crea’ el yo. Son los adverbios o perífrasis de lugar: aquí, cerca, izquierda, etc. Los demostrativos: esta, ese, aquel. Locuciones: delante de, cerca de. Verbos de movimiento: ir, venir, acercarse, bajar. Se puede jugar y mover los elementos del espacio según nuestros propósitos. Su sentido tendrá que interpretarse de forma local, con lo que designamos como ‘aquí’ y teniendo en cuanta los factores del contexto. Ej: elementos no verbales. La deíxis espacial tiene la función de marcar lo público y lo privado y señalar la imagen y distancia de las relaciones sociales.
• Deíxis temporal: son los elementos temporales que toman como referencia el ‘ahora’ del yo. Son adverbios, locuciones, morfemas verbales, preposiciones (antes de, a partir de) y algunos adjetivos (actual, antiguo, moderno, próximo). Marcan las fronteras temporales del ‘ahora’ y su antes y después. Pueden referirse a una secuencia particular dentro del evento. Por ello el sentido de los deícticos de tiempo también tiene que interpretarse localmente.
- Presente: base del discurso por coincidencia con el momento de enunciación. Es polivalente, posee un valor deíctico que lo opone a otros tiempos y valor no-temporal. Es susceptible de integrar enunciados que expresan pasado o futuro. EJ: mañana viajo.
- Presente genérico: forma a-temporal, son textos teóricos, jurídicos. Permite construir un universo de definiciones, propiedad y relaciones extrañas a la temporalidad.
- Presente histórico: empleado en relato. El locutor narra como si comentara. Su inconveniente es que puede explorar la alternancia ‘indefinido’ y achata al texto.
- Futuro: La combinación de la primera persona y el futuro es un acto de ‘promesa’. El locutor informa su intención de hacer algo y asume la obligación de hacerlo. La segunda y el futuro es comprendida como orden o predicción. La posibilidad de decir a alguien ‘harás tal cosa’ remite a un poder o saber de predicción. La tercera y el futuro se interpreta como necesidad, corresponde según los casos a una predicción u orden (la decisión se tomará aquí). También como posibilidad, no tiene valor deíctico sino de un presente (estará haciendo lo mismo ahora). Puede ser expresada por el futura (aparecerá muchas veces este mes y luego no se la verá por un tiempo).
• Mundo narrado- mundo comentado: Weinrich estudia el uso de los tiempos en los textos desde la perspectiva comunicacional. Defiende el estatuto subjetivo del tiempo en la lengua. Distingue el tiempo lingüístico del físico (lineal, irreversible, unidireccional). Y el Tiempo cronológico (acontecimientos hacia pasado y futuro). El lingüístico no coincide con el cronológico: tiene al hablante como centro deíctico para que éste implante una perspectiva por medio de la deíxis temporal. El verbo implica el tiempo en su forma misma y lo explica por casos temporales. Se presenta como un sistema de representaciones temporales. Para él, el verbo tiene valor de poder ser usado para la predicación ya que proporciona pistas de los modos de representar la realidad. Divide en dos grupos los tiempos simples y compuestos del indicativo: uno para referirse al narrado y otro al comentado. Establece un origen (tiempo 0) que se usa para mostrar al destinatario la posición que toma el hablante.
Para el mundo narrado hay dos T0: pretérito e indefinido. El comentado tiene un T0: el presente. El resto de los tiempos se sitúan con respecto al origen de forma retrospectiva o prospectiva. La simetría entre los dos grupos se da porque el lenguaje pone a disposición del mundo del relato más tiempos porque es más difícil situarse en el mundo narrado que el comentado. El hablante selecciona un origen y se adecua a los tiempos que concuerdan con este origen. La aparición recurrente de un grupo de tiempos en un texto funciona como una ‘llamada’ a la conciencia del oyente para que considere aquello que se representa a través del discurso como algo que le implica (mundo comentado) o como algo que le libera del límite de la situación y le ubica en un escenario distinto (mundo narrado). La combinación de adverbios con el sistema de los tiempos es importante en la creación de coherencia textual.
- Mundo comentado: habrá cantado; cantará; va a cantar; canta T0; ha cantado; acaba de cantar; está cantando.
- Mundo narrado: habría cantado; cantaría; iba a cantar; cantaba cantó T0; había cantado; hubo cantado; acababa de cantar; estaba cantando.
A las dos dimensiones hay que agregar una tercera: puesta en relieve. Da cuenta de la función que a veces los tiempos cumplen, proyectan un primer plano de algunos contenidos y empujan los demás hacia atrás. El imperfecto es el tiempo del segundo plano. Los tiempos verbales tienen un valor simbólico estructurador de los diferentes tipos de discurso. La narración es el espacio de los juegos de los tiempos pasados. En la explicación tiende a dominar un presente. Para la argumentación el condicional y el futuro son los más apropiados. La alternancia de tiempos y su ocurrencia en contextos no esperados les confiere otras funciones. Esas funciones ‘secundarias’ permiten a los deícticos tener un papel en la modelización. Que haya cambios de un grupo a otro en un mismo texto permite estudiar la función fundamental que éstos cumplen. Weinrich justifica la aparición de tiempos no concordantes por la metáfora que sólo adquiere valor en el contexto. Estas limitan el efecto de validez del discurso comentado. Por el contrario, la aparición de tiempos del grupo del comentario en la narración constituyen metáforas que intensifican la validez, dan matices de tensión, dramatismo y compromiso. Las metáforas temporales se colocan bajo el concepto de ‘como si’: se comenta como si narrase, se narra como si se comentase. De ahí derivan los valores de cortesía. Ej: venía a ver si me prestaba una silla.
• Apelativos: nombres propios, pronombres personales, sustantivos comunes, títulos (mi general), término de relación (alumno), términos de parentesco (hermano), términos que designan a un ser humano (joven), términos usados metafóricamente (mi tortura), adjetivos (mi dulce). Se usan para designar locutor, alocutario y delocutario (persona de quien se habla).
Permiten la identificación de un referente, por eso son deícticos en caso de los locutivos y alocutivos. Dicen algo de una persona y manifiestan relaciones sociales. Vocativo: llama la atención del alocutario por la mención de un término que lo designa. El locutor indica qué relación tiene con él. La palabra constituye un juicio acerca del alocutario. Muestra una relación social.
• Modalidades: términos cargados de interpretaciones remiten a realidades lingüísticas variadas. Son tomados de la lógica y gramática tradicional. Es la forma lingüística de un juicio intelectual o afectivo. Hay dos elementos que se deben identificar: dictum y modalidad. El dictum corresponde al contenido representado, a la función de comunicación de la lengua. La modalidad remite a la operación psíquica que tiene por objeto el dictum. La relación entre estos elementos no es constante. Dictum ejemplos: yo creo que está allí (con sujeto modal); es preciso que se vaya (sin sujeto modal); llegará probablemente (advervio modal); quiero que te vayas (modo gramatical- imperativo). La modalidad está siempre presente. Se pueden distinguir en particular tres clases: de enunciación, de enunciado y de mensaje.
• De enunciación: indican una relación impersonal entre los participantes en una situación.
- Aseverativa: consiste en expresar un enunciado con el cual un ‘yo’ se compromete. Este compromiso no implica que lo dicho sea verdadero, sino que es lo que el hablante considera verdadero. Incluye afirmación o negación. Ej: cumpliremos con lo acordado. No cumpliremos con lo acordado.
- Interrogativa: se ve más claramente la relación entro los participantes. Formular una pregunta significa querer una respuesta. Pero también existen las preguntas retóricas. Ej: terminamos esta discusión?
- Imperativa: Cuando un enunciado emite una orden es porque se espera que algo se lleve a cabo. Las órdenes o ruegos expresan el deseo de querer que algo sea así. El modo es el imperativo. ‘Hay que, tiene que, es necesario’. El contexto ayuda a identificar si es una orden, un ruego o un pedido amable. Implica relación jerárquica. Ej: debemos salir. Retiren los papeles.

• De enunciado: Indica la relación entre el locutor y lo que dice. Sitúa al enunciado en relación la verdad, la falsedad, la probabilidad.
- Apreciativa o valorativa: juicio positivo o negativo. Ej: felizmente salió todo bien. Erróneamente creyeron en él. (por desgracia, por suerte, lamentablemente)
- Lógica: criterios lógicos que requieren esfuerzo. Ej: sin duda las causas son muchas. (Posiblemente, en verdad, evidentemente, realmente, quizá, por cierto).
Además de los adverbios se pueden emplear otros recursos: se sabe, se confirmó, se comprobó, se lamentó, se verificó. Y tiempos verbales como el condicional o modos verbales que indiquen posibilidad. Ej: llegarían más tarde. Hubieran podido llegar.
También es importante el futuro:
Primera persona + futuro = promesa. Rechazaré la propuesta.
Segunda persona + futuro = orden o predicción. Terminarás mal, deberás regresar.
Tercera persona + futuro = predicción, orden, probabilidad, posibilidad. Tendrán éxito. Durará una hora. Estará pensando en lo mismo.
Hay tres tipos de modalidad de enunciado lógica:
ASERCIÓN (estás equivocado), SUSPENCIÓN DE ASERCIÓN (puede ser que estés equivocado), REFUERZO DE ASERCIÓN (es claro que estás equivocado).
• De mensaje: se tiene en cuenta la construcción sintáctica de un enunciado y el valor semántico de los términos. Ej: Los científicos recrean el mundo La recreación del mundo la hacen los científicos.
El orden permite que se prioricen o ‘los científicos’ o ‘la recreación’. Esto demuestra una ideología de los mensajes.
En la voz pasiva el rema pasa a ser tema. Ej: Una parte de responsabilidad es dada por el comandante. La suspensión del complemento agente puede deberse a que es desconocido, no se lo quiere mencionar, etc. Cuando se escribe a veces es porque se lo quiere resaltar.


POLIFONÍA
Las variadas formas que adopta la intención de voces dentro de una secuencia discursiva o de un enunciado. Está presente lo ya dicho, los otros textos y las diversas voces sociales con sus registros.
Ruptura estilística: (isotopía estilística). Es la pertinencia de un discurso a la lengua, estilo y género, quebrada por la irrupción de fragmentos que remiten a variedades distintas. Genera contraste entre diversos efectos de sentido y pone en manifiesto los juicios de valor asociados a las variedades en juego. Ej: la presencia de términos en ingles en un texto en castellano. Los efectos de estas rupturas dependerán del funcionamiento global del texto en el que aparecen. En algunos apuntará a caracterizar a un personaje, otros una situación y en otros funcionará como símbolo de prestigio o índice de pertenencia cultural. El contraste revela, a partir del juego connotativo, que se instaura la aprehensión ideológica de una y otra lengua. En muchos casos, se debe a la presencia de unidades que remiten distintos estados de la lengua, sincronías diferentes. En otros, estos desajustes evocan a grupos diferenciados geográficamente (dialectos, sociolectos, cronolectos, etc.). La norma textual no coincide con la norma social. El contraste puede darse entre registros situacionales diferentes. Ej: lo oral en un discurso escrito. La presencia de géneros intercalados se nota más en la novela, donde se estilizan o se parodian géneros primarios y extraliterarios. En algunos textos la integración de otros tipos de discursos se realiza conservado la materialidad que les es propia: las crónicas aparecen en forma de recortes con lo que se refuerza el valor que el narrador les adjudica.
Intertextualidad: la relación que se establece entre dos textos a partir de la inclusión de uno en otro en forma de cita o alusión. Apela a la competencia cultural e ideológica de los receptores. Su decodificación es más fácil cuanto más estereotipado y universal es el enunciado aludido o citado. En los casos en que la alusión remite a universos culturales más restringidos, la recuperación del enunciado puede ser dificultosa, e incluso puede llegar a no percibir la alusión como tal. Sólo puede ser percibido por un lector más o menos informado acerca del tema. En algunas obras estas dificultades se resuelven con la aparición del enunciado aludido en otro momento del texto.
OTRAS FORMAS DE ‘DAR LA PALABRA’
Locutor/enunciador y alocutario/destinatario son necesarios para dar cuenta de la permanente posibilidad que ofrece el lenguaje de dar la palabra a personas externas. Ej: locutor (a) dirige a alocutario (b) un enunciado (e). Enunciador es la persona a la que ‘a’ le atribuye la responsabilidad de lo que dice en ‘e’ y destinatario es a quien se dice ‘e’. El enunciador es el locutor y el destinatario el alocutario. En cambio, cuando se cita lo que se dice, el enunciador puede ser a veces el alocutario o un tercero y el destinatario es mismo locutor o un tercero.
Puede ocurrir que un locutor formule él mismo las preguntas a las que tiene ganas o se cree obligado a responder. Ej: los niños hacen como si los padres les pidieran que relataran algo. ‘qué hacía yo recién, ma? Me lavaba las manos’. La madre es el alocutario y el niño es el locutor; pero hace como si su madre le hubiese preguntado ‘qué hacías?’ lo que la convierte en enunciador y al niño en destinatario. El locutor de la pregunta es su destinatario y el alocutario es el enunciador. El doble sentido de la palabra ‘cuestión’ es significativo, se considera como tema del discurso, pero se la formula considerándola una interrogación.
La negación es otro ejemplo de este fenómeno. Comprendemos muchos enunciados negativos como si fueran refutaciones de los enunciados afirmativos correspondientes, que se atribuyen a un enunciador ficticio. Las condiciones de empleo, para usarlas, tenemos que imaginar que alguien habría afirmado lo que nosotros negamos. Un enunciador diferente del locutor afirma algo y un segundo enunciador lo contradice y corrige. La relación de contrarios se da con la afirmación que se niega en el primero y que conserva una especie de presencia a pesar de ser la negación de que es objeto. En este caso obtenemos una explicación de los hechos como si describimos el enunciado negativo conteniendo a la vez una afirmación, cuyo enunciador es a veces el alocutario o un tercero. La negación no-a sigue un desarrollo que podría llegar a la conclusión a. La afirmación es lo verdadero, la negación una formalidad impuesta por la censura para que la afirmación pueda hacerse.
La posibilidad de hacer hablar a otro dentro de nuestro discurso desborda el campo de lo que se llama ‘discurso referido’. Otras formas son la apelación a la autoridad, la ironía y concesión. Un recurso a la autoridad intercalado en la exposición de un argumento, deduce una conclusión de ese argumento sin demostrar su verdad. La ironía opera del mismo modo pero inverso. Para demostrar que una tesis es falsa se utilizan a favor de ella argumentos absurdos, que se atribuyen a los defensores de esta tesis de modo que lo absurdo termina por revelar la absurdidad de la tesis. La concesión se integra en el mismo esquema. Es a menudo el de un adversario al que le damos la palabra y permitimos que argumente en dirección opuesta. Es así que podemos presentar el derecho a la palabra como refuerzo de la conclusión que nos va a oponer a él.
Estas relaciones pueden realizarse en la actividad lingüística porque la enunciación no se confunde con la emisión de palabras, ya que el locutor puede ceder el lugar de enunciador al alocutario o un tercero y ocupar el lugar de destinatario.
Empleo de refranes: enunciar un refrán es un discurso referido por excelencia. No se retoman las palabras de otro sino de la ‘impersonalidad’. La aserción de un refrán se atribuye a un personaje distinto del locutor, en ella se entremezcla la voz del locutor con todas las voces que lo han dicho antes que él.
El locutor del refrán es su enunciador, pero lo hace borrándose con la impersonalidad. La interpretación depende de factores lingüísticos y extralingüísticos, porque el refrán pertenece a un stock de enunciados conocidos por los hablantes de una lengua y porque posee propiedades específicas: estatuto genérico, cambios temporales, referencia de las clases de los individuos, etc. El refrán mantiene relaciones estrechas con la función poética de Jackobson, es la necesidad de estabilizar y memorizar el enunciado.
El desvío es un procedimiento que consisten en producir un enunciado que posee las marcas lingüísticas de la enunciación de los refranes, pero que no pertenece a los conocidos. Tiende a otorgar autoridad a un enunciado o a invalidar la del refrán por distintos motivos. Puede afectar a las condiciones de la enunciación de los refranes (condiciones formales, de empleo) y peude afectar un refrán conocido. En algunos casos el significante no se modifica pero el contexto propone otra isotopía.
La polifonía (Maingueneau)
Un locutor no se contenta con expresar sus propias opiniones, deja oír otras voces más o menos identificadas. La responsabilidad de su enunciación es atribuida a otra instancia, cuya función es marcar que el fragmento al que remite es validado. Uno percibe que el locutor deja oír otra voz y puede refutarla, por ejemplo. Son voces puestas en escena en el habla propia. Se puede establecer una frontera más o menos clara entre la enunciación del locutor que cita los dichos y la del locutor citado. La responsabilidad por las palabras y los pensamientos expresados, no es solamente atribuible al locutor. El texto cambia constantemente de plano de enunciación. A veces el autor no quiere asumir una posición respecto al tema, entonces pone en escena un conjunto de voces de las que se distancia o con las que se solidariza más o menos directamente.
No debe confundirse el locutor con el productor del enunciado. El productor es aquel que elabora materialmente el enunciado, pero el locutor es quien realiza la enunciación. El locutor acumula varios roles: construye la enunciación, tiene referencias en el texto, es responsable de sus puntos de vista. Puede poner en escena de su habla otras voces. Cuando un locutor evoca un punto de vista en su enunciación, no está obligado a estar de acuerdo con él. Ej: con condicionales. El locutor se plantea como no-responsable y permanece neutro; también puede plantearse de acuerdo con un punto de vista o refutarlo.
FENÓMENOS DE LA POLIFONÍA
No todas las negaciones son polifónicas, solo las polémicas. Las descriptivas se contentan con describir un estado de las cosas, no se opone a otro punto de vista.
El discurso referido directo es polifonía, ya que el locutor da la palabra otro locutor. No se plantea como el responsable de esas palabras. Es un fenómeno polifónico, pero tiene un estatus particular, el locutor no se contenta con evocar las palabras citadas, sino que imita fielmente al locutor citado.
En la concesión el punto de vista distinto está integrado en el habla del locutor, no está presentado como autónomo. Puede mostrarse ‘por cierto’ un punto de vista que coincide con lo citado, seguido de un ‘pero’ que refuta o agrega algo más a esto. Puede el locutor juntar su voz con la voz colectiva para borrar marcas de subjetividad clara. El tipo de polifonía concesiva donde el locutor se muestra de acuerdo con otro punto de vista lo encontramos por ejemplo con conectores como ‘puesto que/ aunque’. La suposición también es polifonía, ya que es un contenido implícito que es vehiculizado por un enunciado de modo tal que es sustraído a toda discusión posible. Permanece incambiado aunque la frase sea puesta en interrogación o negativamente. Diferente es el admitido que es lo que afirma explícitamente el locutor y su alocutario puede refutar. Para analizar la suposición se considera que el contenido es asumido por un se anónimo y colectivo con el cual el locutor muestra que está de acuerdo. La notable eficacia de la suposición viene del hecho de que crea dos niveles en el sentido del enunciado: lo admitido, son explícitos y refutables; lo supuesto, presentados como evidentes y válidos sin capacidad de refutación. Así, el locutor está tentado de hacer pasar en forma de supuesto lo que es problemático, lo que puede impugnar el alocutario. La suposición es un elemento normal para hacer funcionar las argumentaciones. El supuesto permite validar lo admitido que es responsabilidad del locutor.
EL RESPONSABLE DEL TEXTO
Con el texto se excede el universo de la lengua, se está obligado a tener en cuenta el estatus que le concede la cultura donde circula. Esta problemática del autor (la autoridad) incumbe a todos los géneros discursivos. A muchos textos no se les puede acreditar la imagen que comúnmente uno se hace del autor como un individuo bien identificado que elabora un texto cuyo único responsable sería él. Puede ocurrir también que un texto tenga varios autores que lo firman en forma conjunta. Hay pluralidad de autores, se presentan como una instancia unida por una misma convicción. También ocurre que la pluralidad de los autores este oculta por un nombre ficticio, un seudónimo. Debe establecerse una distinción útil entre las instancias autoriales jerarquizadas y las que no lo son. Un artículo es atribuido a un autor, pero es dominado por una instancia autorial superior: el diario, la redacción. Puede decirse que es de tal periodista o de tal diario. Existen muchos fenómenos de jerarquización. De los fragmentos que pueden escogerse de divesos autores se deslindan dos niveles: el autor que colecciona y presenta los textos y el de los diferentes autores de esos textos. Esto posibilita los grados de autoridad. Pueden oponerse los textos autorialmente homogéneos y heterogéneos. La heterogeneidad no tiene nada insólito, basta pensar en el estatus de la publicidad en un periódico. No se atribuye a los diarios la responsabilidad del contenido de las publicidades que contienen. Hay dos autoridades. La primera autoridad, por ejemplo, en una crónica suponía dos niveles de autoridad: el de la crónica y el del diario donde figura. En la autoridad derivada la crónica es un fragmento de libro atribuido a un autor, en el caso que alguien publique muchas crónicas antiguas en un libro. La autoridad no está vinculada definitivamente en el texto, depende de la manera en que el texto circula y es vuelto a utilizar. La derivada puede complicarse, un historiador vuelve a publicar ese libro con un prefacio y notas, va a instaurarse una jerarquía entre tres niveles: el del libro, el del periodista y el diario; cada uno corresponde a distintos públicos.
METAENUNCIADOR, INTERENUNCIADOR, ARCHIENUNCIADOR
Por ejemplo, en el caso de periodismo. Por la relación que se establece entre el autor de un artículo de diario ese diario como nivel superior, se dirá que el diario es el metaenunciador de sus artículos que se complementan para formar un todo. Es a quien se le pueden atribuir uno ‘ethos’ específico. Se habla de interenunciador para los textos que son atribuidos a una instancia única (el nombre de un grupo) pero que son el resultado de una negociación entre diversas posiciones. El autor es una entidad colectiva que presenta un texto que se esfuerza por borrar las marcas de discordancia de los miembros. No coincide de hecho con opiniones de ningún miembro del grupo de redactores, emerge de la colaboración de posiciones más o menos diferentes. El contraste entre los dos planos esta marcado lingüísticamente por el pasaje de un texto enunciado con yo a un texto de expertos donde yo-tú está metódicamente ausente.
El archienunciador proviene del estudio de la enunciación teatral. Caracteriza la relación entre el dramaturgo, el autor de una obra y los diferentes locutores que son los personajes. El dramaturgo no habla en su obra, pero habla a través de la interacción de sus personajes. Aparece también, por ejemplo, en el caso de dos locutores que son dominados por un archienunciador periodístico invisible que seleccionó sus dos cartas, corrigió y ordenó los textos sobre la página, etc. El archienunciador no se contenta con escoger y disponer los dichos de otros enunciadores, sino que los comenta. Este fenómeno es favorecido por una evolución en el conjunto de la prensa escrita contemporánea.
Así se explica la multiplicación de las hiperestructuras y de multitextos que agrupan artículos complementarios de géneros diferentes. Equivale a desarrollar un nivel intermedio entre diario y artículo.
EL DISCURSO DIRECTO
Es una enunciación sobre otra enunciación, una citante y otra citada.
LA MODALIZACIÓN EN UN DISCURSO SECUNDARIO
Un medio simple para el locutor de indicar que él no es el responsable de un enunciado, es afirmar algo señalando con ayuda de un marcador especializado, expresado por un punto de vista diferente al suyo. Esto es modalización en discurso secundario. El locutor se puede contentar con restituir el punto de vista del citado con ayuda del marcador ‘para x persona…’, también puede utilizar el ‘se dice’ o el condicional. El locutor que cita entre comillas puede autentificar ese discurso o refutarlo.
LOS MODALIZADORES
Gracias a los cuales el enunciador, a lo largo del discurso, puede comentar su propia habla. Tienen otras funciones que la de remitir al discurso del otro: tal vez, probablemente, al parecer, felizmente, son algunos ejemplos.
DOS SITUACIONES DE ENUNCIACIÓN
El discurso directo no se contenta con deslindar la responsabilidad del enunciador, pretende restituir las palabras citadas. Se disocia las dos situaciones de enunciación, la del citante y la del citado. Hay dos sistemas de referencia distintos para los señaladores, el habla del citante y del citado. Siendo identificado el referente, en cuanto se cambia de entorno los señaladores de un habla referida al discurso directo son interpretables sin la ayuda del discurso citante.
LA FIDELIDAD DEL DISCURSO DIRECTO
La cita puede ser la restitución de las palabras exactas del enunciado citado. El discurso ni siquiera está obligado a referir palabras efectivamente dichas, puede ser futuro o algo deseado. Aunque el directo refiera a palabras que supuestamente se dijeron, puede tratarse de una puesta en escena. Siendo reconstituida la situación de enunciación por el informado, es esta descripción subjetiva la que da su marco a la interpretación el discurso citado, no puede ser objetivo. El discurso directo es un fragmento de texto dominado por el enunciador del discurso citante que dispone de múltiples medios para darle una iluminación personal.
La elección del discurso directo está ligada al género discursivo involucrado a las estrategias de cada género. El autor citante puede: parecer autentico, poner distancia, mostrarse objetivo. Es el examen del contexto lo que permiten analizar lo que lleva a recurrir al estilo directo. No es ni una puesta en escena de un dicho atribuido a otra fuente de enunciación ni la copia de un dicho real. El discurso citante debe satisfacer dos exigencias del lector: indicar que hubo un acto de hablar, marcar su frontera con el discurso citante. En el escrito se usan los dos puntos, el guión, comillas, bastardilla, etc. También hay verbos que indican enunciación: se ponen antes ‘aclara’, son incisos en el interior ‘-contaba mientras…-‘ o al final ‘cuenta’. Muchos de ellos no designan un acto de habla. Pueden servir de introductores igual ‘acusar’.
GRUPOS PREPOSICIONALES, pueden ser introductores del discurso directo, no son neutros, ofrecen el punto subjetivo ‘confesar’. Los verbos en inciso ‘insistir’ presentan citas. Los introductores se pueden suprimir para acortar el discurso, o por el hecho de que lo citado se hace desde el punto de vista del referente del que se está hablando.
El DISCURSO DIRECTO SIN COMILLAS
Se trata de una reformulación que conserva el sentido general del mensaje citado, restituye el contenido, no su literalidad.
ENUNCIADOR GENÉRICO
Es el enunciador representante de un conjunto de locutores. Para que sea una cita directa debe estar atribuido a alguien. Recurrir a las comillas es la voluntad de poner las palabras mismas de una enunciación particular, aunque sea anónima.
EL DISCURSO DIRECTO LIBRE
No hay verbo de habla, comillas ni bastardillas. Nada la distingue como una frase asumida por el enunciador. Pero el lector familiarizado con el referente va a percibir que es discurso referido. No tiene ninguna señalización. Se puede atribuir la responsabilidad a un enunciador prototípico; así se forma el enunciador genérico.
EL DISCURSO INDIRECTO.
Discurso directo e indirecto son dos modos de cita independientes uno de otro. En el indirecto hay muchas maneras para el enunciador citante de traducir los dichos citados, porque no citamos las palabras, sino el contenido del discurso. Los dichos se presentan en forma de subordinada de objeto directo introducida por un verbo de habla (sólo del habla: no es lo mismo paul dice que llueve/paul sabe que llueve). El segundo no es discurso referido. La elección del verbo introductor esta cargada de sentido porque condiciona la interpretación del discurso citado.
UNA SOLA SITUACIÓN DE ENUNCIACIÓN
Las personas y los indicadores especio temporales del discurso citado se localizan respecto de la situación de enunciación del discurso citante. Son las designaciones y las evaluaciones las que se vuelven las del discurso citante. Ej: paul me dijo que ese imbécil de Jules había llegado. La responsabilidad se atribuye al otro, pero la comparte.
FORMAS HÍBRIDAS
LOS ISLOTES TEXTUALES
EJ: el presidente afirmó que esto podría tener ‘consecuencias’ en los soldados. El enunciador aisló con comillas un fragmento que utiliza, menciona, emplea y cita. Esta forma es hibrida: es un discurso indirecto que contiene palabras atribuidas al enunciador. Se llama ‘islote textual’. La tipografía permite ver que no está asumido por el informador.
DISCURSO DIRECTO CON ‘QUE’
Los señaladores están localizados respecto del discurso citado. Existe gracias a una evolución de los medios. Los periodistas suelen estar obligados a poner distancia a los individuos de quienes hablan, pero tratando de ‘pegarse’ a su lenguaje. Pretende restituir la perspectiva y la palabra de los actores.
EL DISCURSO INDIRECTO LIBRE
Tipo de hibridación más clásica. No tiene marcas propias y fuera de contexto no puede ser identificado como tal. No son dos voces claramente distinguidas, ni la absorción de una voz a otra. Es una mezcla de dos voces. No es posible decir qué palabras corresponden al citante o al citado. No se lo distingue, solo se percibe una discordancia de la manera de hablar del locutor. Tiene la ventaja de poder remitir a unidades superiores de la frase. Es poco usado en la prensa.
RESUMEN CON CITAS
Es señalado por bastardillas y comillas. Sin las comillas nada distinguiría las palabras del texto original y las del periodista, porque los fragmentos citados están integrados al discurso citante. Se contenta con indicar al comienzo o final que el punto de vista dado es del enunciador citado. Condensa el sentido de los dichos referidos y restituye las palabras empleadas por el locutor. Es la intervención de un locutor. Mediante tipografía distingue las palabras citadas. Pretende borrarse detrás del punto de vista de la palabra citada. Esta reservado para el periodismo. Es ético, objetivo, hace discreta la voz del citante.
RESTITUIR EL PUNTO DE VISTA DE LOS ACTORES
El locutor puede atribuir ciertos pensamientos o percepciones a un personaje en tercera persona sin que se trate de un discurso referido. En el punto de vista de los actores, se trata de pensamientos ligados a la percepción de cierto estado de las cosas; el lector se da cuenta que esta descripción esta hecha desde el punto de vista de los personajes. El punto de vista es expresado sin marcas que lo indican con claridad. También se puede indicar el punto de vista diferente distanciándose de su forma de hablar o colocando comillas. El lector lo puede percibirlo como interferencia: tiene la impresión de leer un enunciado que es asumido por alguien, pero que adopta el punto de vista del personaje. Suele confundirse con discurso indirecto libre. Es
frecuente en la prensa.
MODALIZACION AUTONÍMICA: COMILLAS BASTARDILLAS
LA AUTONIMIA
Al colocar comillas en ambos extremos del enunciado, el enunciador indica que hace mención de otro enunciado, que designa la palabra y no la realidad a través de la palabra. También se usan cuando se menciona una palabra aislada. Ej: ‘gato’ es un sustantivo masculino. Designar el singo linguistico donde se remite al lenguaje mismo se llama autonímico. El empleo usual, estándar, es cuando remitimos a realidades exteriores al lenguaje. En los autonímicos no se puede remplazar por sinónimos las palabras entre comillas.
MODALIZACIÓN AUTONÍMICA
Se extiende al conjunto de los procedimientos por los cuales el enunciador desdobla alguna manera su discurso. Habla mientras comenta su hala en vías de hacerse. El enunciador produce un ‘bucle’ en su enunciación. Por ejemplo: decir ‘de alguna manera’ muestra el verbo como parcialmente inadecuado. ‘discúlpeme la expresión’ es otro ejemplo.
TIPOS DE MODALIZACIONES AUTONÍMICAS
Estos comentarios del enunciador sobre su propia enunciación (no coincidencias del decir’) se dividen en categorías:
- La no coincidencia en la interlocución, indica distancia entre coenunciadores. Ej: si used quiere, lo que quiero decir, como dice usted.
- La no coincidencia del discurso consigo mismo. El enunciador representa un discurso distinto en su propio discurso. Ej: como dice x, para retomar sus palabras.
- La no coincidencia entre palabras y cosas, se trata de indicar que las palabras empleadas no corresponden exactamente con la realidad. Ej: se podría decir, iba a decir, si hay que poner un nombre.
- La no coincidencia de las palabras consigo mismas, el enunciador se confronta al hecho de que el sentido de las palabras es equivoco. Ej: literalmente, nunca mejor empleado.
PUESTA ENTRE COMILLAS
En el escrito la modalizacion autonimica es la mas discreta y frecuente. Mientras que ‘uhm, discúlpeme la expresión’ no indican claramente a qué elementos remiten. Las comillas enmarcan los elementos a los que remiten. Con las comillas se sabe exactamente a qué remite la modalizacion. Pero le falta al lector comprender el valor de esas comillas. El enunciador le marca la palabra pero le deja la tarea de comprender por qué llama su atención. A menudo, poner comillas puede remitir la responsabilidad a otro. Estas comillas se acumulan con un modalizador que explicita lo que motiva su empleo.
INTERPRETAR COMILLAS
Las comillas de modalizaición autonímicas no son obligatorias. El enunciador indica que su discurso no coincide consigo mismo. Para interpretarla el lector debe ver el contexto y el género discursivo. Para que las comillas se interpreten correctamente es necesaria una connivencia entre enunciador y enunciatario. El desciframiento, a su vez, va a reforzar la connivencia. El enunciador debe construirse cierta representación de sus lectores para anticipar el desciframiento. Y el lector debe construir la representación ideología del enunciador para lograr el desciframiento. Exponer ideas es hacer que el lector sea capaz de descifrar las comillas del texto que presentan esas ideas.
PAPEL DEL CONTEXTO
Desempeña un papel importante cuando se trata de interpretar comillas. El empleo de comillas es característica de una enunciación que busca un termino medio entre acercamiento y puesta a distancia.
BASTARDILLA
Se emplea para la autonimia y para la modalización autonímica. Diferencias con las comillas:
- Las comillas se agregan al enunciado, la bastardilla esta incorporada.
- En modalizacion la bastardilla se emplea de manera preferencial para palabras extranjeras. Las comillas convienen más cuando se trata de una reserva del enunciador.
Se puede usar bastardillas para insistir y destacar un fragmento de la lengua extranjera.