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1° Cuat. de 2014  |  Resumen: Parias Urbanos  |  Sede: Puan  |  Profesor: Monica Tacca  |  Cátedra: Berbeglia

Parias Urbanos – Loic Wacquant

Parias urbanos. Estigma y división en el gueto norteamericano y la periferia urbana francesa

La “nueva” pobreza urbana en las sociedades avanzadas debe comenzar con la mención del poderoso estigma asociado a la residencia en los espacios restringidos y segregados, que quedan cada vez mas relegas las poblaciones marginadas o condenadas a la superfluidad por la reorganización posfordista de la economía y del Estado.

Este estigma contribuye a explicar ciertas similitudes en sus estrategias de enfrentamiento o escape y, muchos de los factores comunes transnacionales de superficie que dieron una validez aparente a la idea de una convergencia transatlántica entre los “regímenes de la pobreza”

Por ser el sector más bajo de los complejos de viviendas públicas de la nación, haber sufrido decadencia material y demográfica y haber recibido una afluencia de familias extranjeras, las cites de la periferia urbana francesa padecen una imagen pública negativa asociada a la delincuencia, la inmigración y la inseguridad.

Vivir en una urbanización del cinturón rojo significa estar confinado en un espacio marcado a fuego. Los medios y los propios residentes se refieren a las Quatre Mille como un “vaciadero”

La mala prensa de la estigmatización aumento con la irrupción de discursos sobre la presunta formación de las llamadas cites guetos representadas como bolsones crecientes de pobreza y desorden “árabes”

Las Quatre Mille no existen como tales en las percepciones de sus residentes. Lo que desde afuera parece un conjunto monolítico es visto por sus miembros como un cumulo sutilmente diferenciado de “micro-localidades”.

Los moradores de las cites tienen una vivida conciencia de estar exiliados en un espacio degradado que los descalifica colectivamente.

La violencia verbal de los jóvenes, así como el vandalismo, deben entenderse como una respuesta a la violencia socioeconómica y simbólica a la que se sienten sometidos por estar relegados de ese modo en un lugar denigrado.

Entre ellos hay gran desconfianza y amargura con respecto a la capacidad de las instituciones políticas y la disposición de los dirigentes.

Para los residentes de la cite resulta muy poco probable pasar por alto el desaprecio de que son objeto, ya que su lugar de residencia ha llegado a asociarse con la pobreza, el delito y la degradación moral, afecta todos los ámbitos de la existencia.

Los residentes de las Quatre Mille se apresuran a atribuir los males de su vida al hecho de haberse quedado “pegados” a un complejo habitacional.

La discriminación residencial obstaculiza la búsqueda de trabajo y contribuye a afianzar la desocupación local.

La estigmatización territorial afecta la interacción con los empleados, con la policía, los tribunales y las burocracias de bienestar social de contacto más cercano, porque ser de una cite trae aparejada una sospecha automática de desviación.

En Estados Unidos, el gueto negro tiene una posición similar y su deterioro acelerado desde los levantamientos raciales de mediados de la década de 1960 se considera la prueba incontrovertible de la disolución moral, la depravación cultural y las deficiencias de conducta de sus habitantes.

Los informes periodísticos y las teorías para explicar el presunto surgimiento de una llama infra clase en medio del gueto no hicieron más que acelerar la demonización del proletariado negro urbano al apartarlo de la clase obrera “meritoria”

El hecho de vivir en el cinturón negro de Chicago implica una presunción automática de indignidad social e inferioridad moral.

La difamación del gueto se inscribe en los datos de su ruina física y de la separación e inferioridad de las instituciones residentes.

Los niños y las mujeres que residen en viviendas públicas de las áreas céntricas deprimidas tienen dificultades para establecer lazos personales con la gente de afuera.

La discriminación residencial es al menos tan preponderante en la Ciudad Ventosa como en la periferia parisina.

Más allá de la mirada desdeñosa de los de afuera y de la realidad de una participación vedada en las instituciones normales de la sociedad, la situación deprimida de la economía y la ecología locales ejerce un efecto de desmoralización penetrante en los residentes del gueto.

El único camino al progreso es mudarse de ellos.

La posibilidad de acumular recursos para preparar una movilidad ascendente se ve erosionada por la naturaleza depredadora de las relaciones entre los residentes y la presión a favor de la uniformidad social que se ejercer sobre quienes tratan de elevarse por encima del nivel de pobreza.

Vivir en un barrio del gueto entraña un riesgo físico significativo y altos niveles de estrés psíquico que tienden a “arrastrar hacia abajo”.

La carga de la experiencia de estigmatización territorial pesa más sobre los residentes de la banlieue francesa que sobre sus pares del gueto estadounidense.

Tres factores contribuyen a explicar esta aparente disyunción. En primer lugar, la relegación en un espacio separado de inferioridad e inmovilidad social representa una violación de la ideología francesa de una ciudadanía y participación unitarias en la comunidad nacional. En contraste, la línea de color de la que el gueto es la expresión institucional más visible esta tan arraigada en la configuración del paisaje urbano norteamericano que se ha convertido en parte del orden de la cosas. En segundo lugar, los residentes del gueto estadounidense son más propensos a abrazar una ideología muy individualista de logros personales. En tercer lugar, la diferencia crucial entre ambos cinturones radica en la naturaleza de los estigmas que traen aparejados, en el primero son solo residentes pero espaciales y raciales en el segundo.

La banlieue francesa contiene una población mixta y multiétnica. Ningún marcador físico o cultural de fácil percepción los señala como miembros del cinturón rojo.

Los residentes del cinturón negro norteamericano no pueden darse el lujo de este “contexto de conciencia” dual. El gueto es una formación racial que produce una red de asociaciones materiales y simbólicas entre color, lugar y una multitud de propiedades sociales de valoración negativa.

El hecho de que el color sea un marcador de identidad y un principio de visión y división hace casi imposible que los moradores de las áreas céntricas deprimidas se liberen del estigma asociado a la residencia en el gueto.

El principal efecto de la estigmatización es similar en ambos países: consiste en estimular prácticas de diferenciación y distanciamiento sociales que contribuyen a reducir la confianza interpersonal y socavar la solidaridad social local.

Para recuperar algo de dignidad y reafirmar la legitimidad de su status a los ojos de la sociedad, los residentes de la cite y el gueto suelen destacar en exceso su valor moral como individuos.

Es como si puedan ganar en valor devaluando su barrio y a sus vecinos. También adoptan una diversidad de estrategias de distinción que coinciden en socavar la cohesión vecinal.

Dichas estrategias asumen tres formas principales

1. Evitación mutua

2. Reconstitución y elaboración de “infra diferencias”

3. Desvío del oprobio público hacia chivos expiratorios notorios

Los residentes de la cite francesa y el gueto norteamericano forman una comunidad imposible divididos entre sí. Se inclinan a desplegar estrategias de distanciamiento y “salida” que tienden a confirmar las percepciones exteriores negativas y alimentan una mortal profecía auto cumplida gracias a la cual la mancilla pública y el oprobio colectivo producen lo que afirman registrar.

El nexo entre el estigma territorial, inseguridad y abandono público es muy característico del cinturón negro por el aislamiento racial padecido por los negros norteamericanos.

Esto se refleja en la conciencia de casta y los cortes que estructuran la vida en el gueto, donde la división entre negros y blancos es omniabarcativa.

En el cinturón rojo en cambio, la oposición dominante no enfrenta a los residentes franceses nativos e inmigrantes sino a los jóvenes contra todo lo demás.

La banlieue francesa sigue siendo un universo heterogéneo en el que las categorías raciales o étnicas tienen poco vigor social.

Los afroamericanos han forjado una rica cultura expresiva que les proporciona un conjunto distintivo de prácticas, modismos y signos por los cuales se construyen a sí mismos y dan sentido al mundo que los rodeo.

Estados Unidos goza de singularidad por tener lo que Patterson llama “sistema racial clasificatorio” en el que “cualquiera que no sea completamente blanco y tenga la mínima huella de ascendencia negra, es negro”

La aplicación estricta de esta regla bloqueo el surgimiento de una categoría mixta socialmente reconocida, lo que resulta en una división infranqueable entre ellas. La raza constituye el eje en torno del cual gira la matriz cultural afroamericana.

En el gueto, la raza está inscripta en todas partes. La conciencia del color es tan ubicua y difundida en el cinturón negro que ni siquiera hacer falta mencionarla, puede pasar inadvertida. Schütz lo llama “actitud natural”

En el cinturón negro, las categorías raciales tienen una inmediatez y una generalidad.

El prisma racial a través del cual los residentes del gueto ven el mundo es tan poderoso, que quienes se las ingenian para trepar en la estructura de clases y dejar el cinturón negro son percibidos como si tratan de “volverse blancos” y se los considera “traidores”

Las mismas diferencias de clase entre los negros se expresan en el idioma de la raza.

Mientras persistan las estructuras residenciales e interaccionales del “apartheid norteamericano” no habrá razón para que la oposición existente entre blancos y negros no se reproduzca en la conciencia.

Marginalidad urbana en el próximo milenio

Analiza las modalidades con que han surgido y se estan difundiendo nuevas formas de desigualdad y marginalidad urbanas.

En primer lugar, se hace una caracterización de lo que considera un nuevo régimen de marginalidad urbana, en ascenso durante las ultimas tres décadas desde el final de la era fordista. Aun no hemos presenciado todas las consecuencias de aquel, porque su advenimiento esta ligado a los sectores mas avanzados de nuestras economías.

En segundo lugar, aborda la cuestión que orienda los debates europeos sobre el resurgimiento de la indigencia, la división y la tensión en las metrópolis.

Sintomas de marginalidad avanzada

El final de SXX presencia una trascendental transformación de las raíces, la composición y las consecuencias de la pobreza urbana en la sociedad occidental.

Hay una nueva división internación del trabajo y se desarrollan nuevas industrias basadas en revolucionarias tecnologías de la información, que han producido la modernización de la miseria.

Antes la pobreza era en gran medida residual o cíclica, en cambio, hoy en dia parece mas largo plazo o permanente y establecida en barrios relegados de mala fama en los que el aislamiento y la alienación sociales se alimentan uno al otro.

La consolidación de este nuevo régimen se meuve por diversos caminos y asume diferentes formar.

En EEUU y el Reino Unido, ha sido facilitada por la política de achicamiento total del Estado llevada adelanto por partidos conservadores y liberales y por la creciente separación espacial y social de personas blancas y de color. En otras naciones, esa política ha sido atenuada y se complico con el conflictivo tema de la integración de los inmigrantes y refugiados del Tercer Mundo.

Los signos reveladores de la nueva marginalidad, son reconocibles incluso para el observador casual de las metrópolis occidentales.

Las elites estatales y los expertos en políticas publicas están preocupados por impedir o contener los “Desordenes” que se preparan dentro y en torno de los enclaves de declinación y abandono urbanos.

Cuatro lógicas estructurales alimentan la nueva marginalidad

1. Dinamica macrosocial: La nueva marginalidad urbana es resultante de la desigualdad creciente en el contexto de un avance y una prosperidad económica global.

Se difunde en una era de caprichoso pero resuelto crecimiento que provoco una espectacular mejora material para los miembros mas privilegiados de las sociedades.

La opulencia y la indigencia, el lujo y la penuria, la abundancia y la miseria florencieron lado a lado.

Las nuevas formas de búsqueda de productividad y rentabilidad en la “alta tecnología” degradaron la industria manufacturera, y los sectores de servicios empresarios y financieros dividen la fuerza de trabajo y polarizan el acceso al empleo durarero y las retribuciones procuradas por el.

La modernización postindustrial se traduce en puestos altamente calificados para el personal y la descalificación de empleos para trabajadores sin preparación.

Cuanto mas avanza la economía capitalista remodelada, mas amplio y profundo es el alcance de la nueva marginalidad y mas son las personas arrojadas a la agonia de la miseria sin tregua ni remedio.

2. Dinamica económica: La nueva marginalidad urbana es el subproducto de una doble transformación de la esfera del trabajo. Una es cuantitativa y entraña la eliminación de millones de empleos semicalificados. La otra es cualitativa e implica la degradación y la dispersión de las condiciones básicas de empleo, remuneración y seguridad social para todos los trabajadores.

Primero, una fracción significativa de la clase obrera constituye una “población excedente absoluta” que nunca vuelve a encontrar trabajo.

Segundo, el carácter mismo de la relación salarial cambio en las dos ultimas décadas, ya no otorga una protección a toda prueba contra la amenaza de pobreza. Con la expansión del trabajo temporario, la erosion de la protección sindical, escalas remunerativas de dos niveles, resurgimiento de talleres negreros, salarios de hambre y privatización de bienes sociales, el contrato salarial se ha convertido en una fuente de fragmentación y precariedad.

3. Dinamica política: La fragmentación y desocializacion del movimiento obrero no son los únicos factores que alimentan el ascenso de la nueva pobreza humana. Los Estados de Bienestar son productores y modeladores de desigualdad y marginalidad urbanas.

Los estados despligan programas y políticas destinados a limpiar las consecuencias mas evidentes de la pobreza y amortiguar su impacto social y espacial. Tambien contribuyen a determinar quien queda relegado, como, donde y durante cuanto tiempo.

Los estados son grandes motores de estratificación por propio derecho. Proporcionan o impiden el acceso a una escolarización y formación laboral adecuadas, fijan condiciones para ingresar al mercado laboral, distribuyen bienes básicos de subsistencia, apoyan u obstaculizan ordenamientos familiares y hogareños.

El achicamiento y la desarticulación del Estado de Bienestar, son dos causas del deterioro y la indigencia sociales.

Los estados marcan la diferencia cuando se preocupan por hacerlo.

4. Dinámica espacial: Durante la expansión industrial de la posguerra, la pobreza se distribuía en las metrópolis. La nueva marginalidad se conglomera en áreas “irreductibles” y a las que “no se puede ir”.

Un penetrante estigma territorial recae firmemente sobre los residentes de esos barrios de exilio socioeconómico. Acompaña a la estigmatización territorial, una disminución del sentido de comunidad que solía caracterizar a las antiguas localidades obreras.

Este debilitamiento de los lazos comunitarios con base territorial alimenta una retirada a la esfera del consumo privatizado y las estrategias de distanciamiento.

La posibilidad de que este sea un fenómeno transicional conducente a la desconcentración espacial de la marginalidad urbana.

Debe destacarse que esos barrios de relegación son criaturas de las políticas estatales en materia de vivienda, urbanismo y planificación regional. Su surgimiento, consolidación y dispersión final son una cuestión política.