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1º Parcial D  |  Filosofía (Cátedra: Merlo - 2017)  |  CBC  |  UBA

  Los conceptos universales son las “ideas” para Platón y las “formas” para Aristóteles. Las ideas son modelos universales que las cosas tienen que imitar. La esencia (eidos) de una cosa es aquello por lo que esa cosa es lo que es. Las ideas o esencias poseen una realidad independiente y separada de las cosas y de nuestro pensamiento; se puede decir que las ideas existen por sí mismas y subsisten a las cosas. Platón considera que hay un dualismo metafísico: el mundo de lo sensible, es una realidad sujeta al cambio y contingencia; y el mundo inteligible, el de las ideas donde reina la inmutabilidad, necesidad y eternidad. A cada mundo le corresponde una forma de acceso distinta, el dualismo epistemológico: las cosas sometidas al cambio continuo sólo se pueden conocer por medio de la opinión (doxa), conocimiento basado en los sentidos; en cambio, las ideas eternas e inmutables por naturaleza son conocidas por medio de la ciencia (episteme).

  Aristóteles cree que la ciencia de la realidad trata de sustancias perceptibles (sentidos) y de formas supersensibles (razón) porque forma y materia no se separan, excepto únicamente en el pensamiento; lo que existe en realidad es la sustancia: la forma incorporada a la materia. Por lo tanto es un solo mundo el que existe y por consiguiente los conceptos universales son inmanentes, es decir, sólo existen de manera plena dando forma a los particulares (ousías primeras). A las formas, Aristóteles, le concede una entidad permanente sólo en potencial y no actual. La metafísica aristotélica distingue al “no ser” como un “no ser” absoluto que no es ni puede ser; y un “no ser” que puede llegar a ser y da lugar al “ser en potencia” como lo intermedio entre “ser” y “no ser“. El acto es lo que algo es actualmente.

  A diferencia de Platón, para Aristóteles todo conocimiento de lo universal comienza por los sentidos, no puede haber nada en el entendimiento que previamente no haya pasado por ellos.

 


  La filosofía únicamente puede darse con el surgimiento de la polis, evolucionando de pueblo en pueblo y no como parte de un milagro.

  Es necesario para el surgimiento de la filosofía y la polis un grupo de personas sedentarias para formar una ciudad, no deben tener intereses expansionistas para centrarse en el ágora, un espacio público donde se debaten los problemas de interés general. Recién en ese momento se considerará a la ciudad una polis, donde se ha separado el dominio público de lo privado con un carácter antitotalitario. Allí aparecerá la filosofía con la racionalidad y se desarrollarán políticamente volviendo a la palabra el instrumento más importante del poder con el que se debatirá, contradirá y argumentará. Con ella se logrará la isonomía donde una ley escrita será una ley común a todos pero superior a todos, racional y sometida a discusión.

 

  El discurso griego se diferencia del bíblico en sus nociones de tiempo e historia. El tiempo en el discurso griego es cíclico, es decir vuelve a empezar donde terminó; en cambio en el discurso bíblico, el tiempo es lineal, tiene un principio con sucesividad y es irreversible, no se puede volver atrás.

  Por un lado, en la historia del discurso griego, la poesía es superior a la historia porque la poesía describe cosas que vivimos, hechos universales y la historia narra situaciones particulares que ya han pasado, por lo que es contingente y no relevante, las poesías son determinadas por el equilibrio del justo punto medio. Este equilibrio impide que, por ejemplo, los esclavos puedan tener otro destino que nacer, ser y morir esclavos. Aquí la ética es parte de la política.

  En la filosofía, el amor y el conocimiento son elementos constitutivos, en donde primero se debe definir el conocimiento antes que el amor se le una. El discurso filosófico expresa el pensamiento de manera generalizada y abstracta, permitiendo a los griegos alcanzar lo inteligible detrás de lo sensible percibiendo todas las cosas y acciones con una relación causal o final. El primer axioma es el ser supremo: la physis, quien hace mover las cosas, es la causa de todo e inamovible. Para los griegos no existe ni la nada ni el cero, son considerados errores. Los dioses de la religión pública son inmanentes porque están dentro del mundo y la physis, esto provoca un indeterminismo de base que encierra el pensamiento en la mentalidad mítica, por lo que la única forma de atravesar los límites del universo es buscando afuera de la esfera religiosa.

  Por otro lado, en el discurso bíblico, los conjuntos de historias singulares son muy relevantes, en ellas se recuerdan las particularidades de cada uno de los integrantes de los pueblos y están llenas de desequilibrio. La historia bíblica no es más que la narración de éxitos y fracasos del esfuerzo por realizar la Ciudad humana de Dios. Esta historia busca definir su sentido siendo fuente de conocimiento y amor. La Biblia no es filosófica porque no es un pensamiento de la universalidad.

  El primer axioma, el ser supremo, es representado por Dios que está vivo y es un ser personal, es además el creador exnihilo por lo que es trascendente porque está afuera del mundo. El único proceso al alcance del hombre para conocer a Dios es el amor, siendo el amor y el conocimiento elementos simultáneos. Es decir que el conocimiento se revela en el acto de amor y el acto de amor ofrece instantáneamente el don del conocimiento. Aquí no entra ni sensación ni razonamiento, solo afectividad y conciencia. Este conocer-amar a Dios se completa con el conocer-amar al prójimo con un discurso moral. El monoteísmo da un sentido puramente lógico a todas las cosas: todo puede deducirse a través de un único Dios, una misma ley expresa su voluntad a los diferentes niveles de conocimiento. Además, la naturaleza, la libertad y la sabiduría aparecen no como intuiciones o conquistas de la inteligencia humana, sino como dones de Dios. Aquí, por ejemplo, el esclavo es esclavo del amo en el sector público político, pero es libre desde el punto de vista ético de Dios porque todos son iguales ante sus ojos. El hombre tiene principios normativos donde puede elegir y esto presupone su libertad. Así se expone un conflicto desequilibrado entre lo ético y lo político, siendo la ética un criterio determinante del pensamiento bíblico en sus progresos y sus límites que está en permanente equilibrio con Dios, su creador.

 

  Todo lo que se mueve o cambia es movido por otro por lo que Aristóteles postula la existencia de un primer motor inmóvil, que mueve sin ser movido, él mueve todas las cosas como causa final, es la causa del resto de la realidad. Aristóteles piensa al primer motor inmóvil (que tiene un principio físico) como la totalidad inmanente, principio y origen, un ente inteligible e inmaterial que tiene existencia real por sí mismo, una existencia actual y no potencial que puede entenderse como la physis. Ella tiene una parte racional y otra irracional. Para los griegos el universo no es creado, sino eterno, porque el concepto de la nada es absurdo para ellos, por eso piensan en algo que pone en movimiento lo que ya existe sin crear nada. Aquí el hombre es visto como un ente con racionalidad donde una finalidad única organiza el cosmos que no depende de la voluntad ética de los hombres sino del destino acordado a cada uno. Mientras para los judeocristianos el fundamento es Dios, ente de existencia real por sí mismo, dios vivo y personal que creó el universo a partir de la nada y es la causa de todo. Es colocado en el lugar del primer motor inmóvil, es un ser irracional desde la perspectiva humana y no puede ser explicado ni contenido por ella. Dios coloca al hombre como un ser libre porque le otorga la voluntad de elegir entre el bien y el mal.


 

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