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Resumen para el Segundo Parcial  |  Cs. Políticas (Aznar - 2015)  |  CBC  |  UBA
Partidos Políticos: (Luciana Cingolani)
Agentes con una misión de transformación de las demandas sociales en acciones políticas:
A grandes rasgos, los enfoques funcionalistas entienden los partidos como una consecuencia de las necesidades sistemáticas de la estructura social de contar con nuevos agentes políticos, luego de los procesos de modernización ocurridos a partir de las revoluciones nacionales e industriales. Los enfoques normativos, en cambio, lo conciben como entidades con una fuerte carga ideológica, cuyos fines últimos están ligados a esta carga y tienen un objetivo particular. Los enfoques racionalistas, por su parte, se concentran en las estrategias que estas organizaciones poseen para lograr acumular poder entendiendo los partidos como actores con direccionalidad, intenciones y preferencias.
Una definición de tipo normativo podría sostener, por ejemplo, que un partido político es una “asociación de individuos unida por la defensa de unos intereses, organizada internamente mediante una estructura jerárquica, con afán de permanencia en el tiempo y cuyo objetivo sería alcanzar el poder político, ejercerlo y llevar a cabo un programa político” (Dalmases). Desde la perspectiva funcionalista de David Easton, en contraste, los partidos son entendidos como canales de transmisión hacia los poderes públicos de las demandas de la población, mediante los cuales se decide que políticas públicas deben efectuarse para garantizar la convivencia pacífica y el progreso social.
Según un enfoque racionalista-empírico, se entiende a los partidos como unidades con fines y estrategias específicas de consecución del poder.
Según Max Weber (definición realista) los partidos son “formas de socialización que, descansando en un reclutamiento formalmente libre, tienen por fin proporcionar poder a sus dirigentes dentro de su asociación y otorgar por este medio a sus miembros activos determinadas probabilidades ideales o materiales”.
Anthony Downs, por su parte, define los partidos como “congregaciones de personas que buscan obtener el control del aparato gubernamental a través de obtener cargos en elecciones regulares”. Esta definición agrega las elecciones libres, por ende, estaría excluyendo los partidos que no eligen la vía eleccionaria para la concreción de los objetivos, y a quienes lo hacen a través de elecciones no competitivas. Giovanni Sartori agrega la necesidad de que los partidos políticos estén identificados formalmente y puedan diferenciarse de otros grupos activistas mediante la apelación a símbolos particulares. Es así como para él un partido es “cualquier grupo político identificado con una etiqueta oficial que se presenta a las elecciones, y puede sacar en elecciones (libres o no), candidatos a cargos públicos”
También pueden citarse las definiciones de Kenneth Janda y Alan Ware. Según el primero los partidos son “organizaciones que persiguen el objetivo de ubicar a destacados representantes suyos en posiciones de gobierno”, en términos de Ware, un partido político es “una institución que busca tener influencia en el aparato del Estado, generalmente a través de cargos en el gobierno y suele consistir en más de un interés de la sociedad, procurando agregar varios de ellos”.
En todos los casos, no caben dudas de que la principal característica de los partidos es que son instituciones políticas que vinculan al Estado con la sociedad civil.

Funciones:
En lo que respecta a la interacción entre el partido y el electorado:
Estructuración de las demandas sociales: Los partidos agregan demandas, lo cual implica su necesaria simplificación y armonización. De este modo las ordenan y les otorgan prioridades, como condición ineludible para lograr la acción colectiva.
Estructuración del voto: Los partidos sirven a los ciudadanos ordenando la multiplicidad de opciones al momento de la contienda electora.
Fomentar la socialización política: Contribuyen a la formación de la opinión pública, puesto que proveen herramientas críticas a la ciudadanía.
En lo que respecta a su interacción con el gobierno:
Reclutar, formar y seleccionar a los dirigentes políticos.
Diseño de las políticas públicas. Asimismo, una vez en ejecución los partidos suelen hacer el seguimiento y evaluación de estas.
Del mismo modo, los partidos son funcionales a la reproducción del sistema político en general, ya que son los canales que permiten ejercer la función de control de los presentantes por parte de los representados y le dan así estabilidad y legitimidad al sistema político.

Tipos de partidos políticos:
En función del momento histórico en que han tenido preeminencia:
Los partidos de notables: En estos partidos predominan los políticos que no se dedican profesionalmente a esta actividad y por ende no viven de ella ni ocupan la totalidad de su tiempo en dichos efectos. Generalmente representan intereses burgueses en su versión conservadora pro monárquica o liberal republicana. El vinculo que liga a los notables con sus seguidores está basado fundamentalmente en la confianza. Por último, el contexto político en el que operan es uno de competencia restringida y cerrada.

Los partidos burocráticos de masas: Nacen a fines del siglo XIX, impulsados por la extensión del sufragio. Así surge una nueva clase dirigente formada por políticos profesionales que dedicaban todos sus esfuerzos a las actividades del partido y van especializándose en función de las necesidades adaptativas del mismo. La estructura organizativa del partido es de tipo jerárquica. Al interior de los partidos de masas Weber diferencia entre los partidos de patronazgo y los partidos ideológicos. Los primeros están orientados exclusivamente a la obtención de beneficios estatales por parte de las organizaciones patrocinantes, mientras que los segundos promulgan valores de alcance más general. Asimismo, Duverger realiza otra clasificación de los partidos en función de su estructura, analizando si es esta directa o indirecta. Los partidos de masas de estructura directa son aquellos que se encargan de reclutar miembros de modo individual y cobrar sus cuotas sin intervención alguna de organizaciones intermedias. En contrasten los partidos de estructura indirecta se valen de las asociaciones que los patrocinan para realizar este tipo de actividades, promoviendo adhesiones que comprenden a todos los miembros de las mismas.
El partido atrapatodo: Se trata de un partido más pragmático, profundamente preocupado por la imagen de sus líderes y por adquirir ventajas en el espacio construido desde los medios de comunicación. El auge del concepto de partido atrapatodo tuvo su costado negativo ya que paso a utilizarse indiscriminadamente y por ende, según algunos autores perdió gran parte de su capacidad explicativa.
Las tipologías más recientes: La cartelización de la política partidaria supone romper con otra concepción tradicional: la idea de separación entre el partido y el Estado. En esta nueva etapa, los partidos ya no son vistos como representantes de la sociedad en el Estado, sino como mediadores que tienden a volcarse a favor del primero por sobre la segunda cuando se trata de tomar decisiones. El desplazamiento desde el rol de representantes hacia aquel de mediadores hace entender a los partidos como agencias semiestatales.

Ley de hierro de la oligarquía:
Según esta, las elites partidarias llegan al poder bajo la promesa de que liberaran a las bases de un régimen opresor, pero una vez en el poder esto no tiene lugar, pues el objetivo pasa a ser continuar preservando el poder. Las organizaciones se nutren de personal especializado, ante lo cual acaba por formarse inevitablemente una oligarquía, especialmente cuanto mayor es la cantidad de miembros. La consecuencia de ello es que el partido termina por fomentar desigualdades internas en pos de la eficiencia del partido.
Estructura formal de los partidos:
Los partidos de comité están compuestos por una cantidad reducida de miembros, cuyos requisitos son muy estrechos y rigurosos. Estos partidos no tienen una inserción territorial demasiado vasta. El ejemplo clásico son los partidos de notables.
Los partidos de sección son organizaciones que están dotadas de una cuantiosa base de seguidores, las secciones desarrollan actividades permanentes y son estables. Se maximiza el reclutamiento de afiliados. Los partidos de masas socialdemócratas o liberales se corresponden con este tipo.
Según la organización de célula, los miembros del partido se organizan de acuerdo con su profesión y desde allí cumplen un rol propagandístico y de transmisión de valores. Es el tipo de organización propia de los partidos comunistas.
Por último, Duverger presenta el modelo organizativo de partidos cimentados en las milicias, en los que prepondera una estructura pétrea y jerárquica. El partido está cargado de símbolos y tiene un fuerte rasgo identitario. Se trata del esquema propio de los partidos fascistas.

Modelo originario e institucionalización:
A diferencia de Michels, Panebianco no habla de una “sustitución de los fines de la organización” sino de una articulación con los fines de la dirigencia, dado que los principios plasmados en el programa partidario ofrecen importantes incentivos para la participación, y por ende, son indispensables en tanto motor de la entidad.
Panebianco desentraña esta compleja interacción proponiendo un modelo de intercambio desigual en el que la participación solo puede asegurarse a través del otorgamiento de incentivos, ya sea colectivos o selectivos. Los primeros se encuentran en estrecha relación con la identidad, la solidaridad y la ideología del partido, y representan causas comunes aglutinadoras y de contención. Los incentivos selectivos incluyen beneficios de poder, de status o bien concesiones materiales, que subyacen “ocultos” bajo los incentivos colectivos.
A la hora de identificar las características de las interacciones, el autor se basa en la idea de los círculos concéntricos de Duverger para identificar las unidades: electores, afiliados, militantes, dirigentes. Los electores tienen un grado de participación mínimo que consiste principalmente en el acto de sufragar. Los afiliados están formalmente comprometidos con el partido, y aportan a la financiación del mismo a través de cuotas periódicas, disfrutan de incentivos colectivos y de algunos selectivos. Los militantes son una reducida minoría que participa activamente en el partido y de modo constante. Panebianco los subdivide en creyentes y arribistas, siendo los primeros aquellos comprometidos con la consecución de los fines programáticos de la organización y los segundos quienes están interesados en algún tipo de incentivo selectivo especifico. La coalición dominante o dirigencia concentra los recursos de poder y representa el centro de la organización.
Según el grado de instucionalización podemos clasificar al partido en fase originaria o natural. En la primera existe una causa y los incentivos son colectivos, los lideres tiene estrategias de predominio y libertad, es un sistema de solidaridad y cooperación, en esta fase la institucionalización es baja. En la fase natural existe mayor institucionalización de modo natural, se contemplan incentivos selectivos y restricciones organizacionales, es un sistema de intereses y de competencia. Antes de institucionalizarse un partido podría dejar de existir.
Variables para ver el grado de institucionalización:
Expansión inicial según la penetración territorial y su difusión.
Patrocinio, es decir quien sostiene al partido. Puede ser nacional o internacional.
Carisma, puede ser puro o de situación. Con mucho carisma, menores son las posibilidades de lograr la institucionalización.
Grado de autonomía del partido
Grado de sistematización que va adquiriendo ese partido, es decir, si está muy sistematizado y formalizado, la institucionalización será fuerte.
Indicadores de institucionalización: Burocracia central, homogeneidad dentro de los niveles de participación, fuertes de financiamiento, tipo de relación con otras organizaciones y relación entre normas y realidades partidarias.

Sistemas de Partidos:
Subsistema del sistema democrático en los que se producen relaciones de competencia y cooperación entre los partidos. Los sistemas de partidos pueden funcionar también en los regímenes no democráticos.

Modelos:
Según el enfoque morfológico: (Duverger) El primer criterio para analizar el sistema de partidos es el morfológico, es decir, según la cantidad. Si hablamos de un partido seria un sistema monopartidista. Dos partidos seria bipartidista. Y por último, si existen tres o más partidos seria un sistema multipartidista. El sistema electoral va a influir en la cantidad de partidos. Para Duverger el mejor sistema es el bipartidista y la primera crítica que le hacen a este enfoque es su simpleza.
Según el enfoque de competencia espacial: (Schumpeter y Downs) Este criterio se enfoca en cómo se da la competencia en el sistema de acuerdo al mercado político. En este esquema los presidentes de los partidos son maximistas de votos. Se clasifican según espacio de izquierda (Estado mas influyente en la económica) o de derecha (Estado menos influyente en la económica). La competencia puede ser centrípeta (cuando tiende desde izquierda o derecha al centro) o centrifuga (cuando tiende a los polos, es decir, o a izquierda o a derecha). La crítica que se le hace a este enfoque es que no se vota racionalmente por falta de información.
Enfoque morfológico, de competencia espacial y distancia ideológica: Sartori toma los dos enfoques anteriores y les agrega la distancia ideológica. Dice que los partidos que se pueden contar son los que más se orientan o al gobierno o a la oposición. Este criterio en la actualidad casi no existe ya que solo se cuentan los partidos que tienen fuerza.

Tipos de sistemas de partidos según Sartori: (7)
Sistemas unipartidistas:
Sistema de partido único: (estructura de poder monopólica) No existe la competencia ya que no se permite otro partido.
Sistema de partido hegemónico: (estructura de poder jerárquica) Permiten la existencia de otro partido pero solo como partidos subordinados al partido principal.
Sistema de partido predominante: (estructura de poder de concentración unimodal) Siempre gana el mismo partido. A diferencia de los dos tipos de partidos unipartidistas anteriores, este es un sistema competitivo.
Sistema de bipartidismo: Sartori lo considera como el mejor tipo. La oposición es responsable y el gobierno tiende al centro. Es un sistema transparente y moderado. La estructura de poder es equilibrada.
Sistema de partidos pluripartidista moderado: (La estructura de poder tiene poca fragmentación y/o segmentación polarizada) Es similar al bipartidismo pero con más partidos políticos y se quiebra la sociedad. La competencia tiende al centro (centrípeta).
Sistema de partidos pluripartidistas polarizado: Competencia centrifuga, es decir, hacia los polos. (Estructura de poder: fragmentación alta con polarización). Pueden haber muchos más partidos intermedios y existen las súper ofertas, es decir las promesas desmedidas para obtener el voto.
Sistema de partidos atomizados: Es una categoría residual, que indica que ya no es necesario contar los partidos. Se trata de un escenario en el que el sistema se encuentra en una fase previa a la consolidación y ningún partido tiene efectos apreciables sobre el resto.
Enfoque genético: (Lipset y Rokkan) Este modelo no es aplicable a América Latina. Se basa en el origen de los partidos, es decir como surgen. En toda sociedad existen fracturas que hacen que se originen los partidos, es decir existen clivajes. Entre los umbrales que los partidos deben sortear se encuentra la legitimación, es decir, que los reconozcan dentro del sistema político; la incorporación, o sea igualdad ante los otros partidos; representación, esto quiere decir que una vez consolidados puedan acceder a la representación parlamentaria; y por último, el poder de la mayoría, que sería el poder real, es decir, ganar las elecciones.

Sistemas de partidos en América Latina:
Mainwaring y Scully plantean además de las dimensiones de Sartori, que existe una más para entender el sistema de partidos en América Latina. Esta dimensión es la institucionalización, es decir, un sistema de partidos con reglas normadas y estables que trae implícito que es competitivo. Los países no desarrollados están débilmente institucionalizados. Un sistema posee esta característica cuando cumple con las siguientes dimensiones o formas de ver la institucionalización:
Estabilidad de los patrones de competencia: Si se mantiene la competencia estable y gira en torno al centro.
Grados de enraizamiento de los partidos en la sociedad: Partidos reconocidos y aceptados por la sociedad porque son parte de ella (partidos antiguos y estables).
Legitimidad del partido y elecciones.
Personalismo que el sistema admite, es decir, los actores externos rápidamente conocidos y aceptados sin partido que los apoye. Cuanto más personalismo, menos institucionalización.
Existen tres fenómenos que se usan de indicadores para medir la institucionalización:
Volatilidad electoral: Traspaso de votos de un partido a otro entre diferentes elecciones.
Conexión ideológica entre partidos y votantes: Se mide por la probabilidad de que el votante modifique su voto cuando los partidos cambian si posición.
Personalismo que admite el sistema: Voto ganado por candidatos externos.

Los partidos en el gobierno:
Se ha señalado el importante acercamiento de los partidos políticos hacia la estructura estatal, al punto de que han llegado a ser denominados agencias semiestatales. Según Strom el tipo ideal de gobierno se produce cuando un único partido obtiene el control total del aparato del Estado a través de las elecciones y una vez en el sigue fielmente las políticas estipuladas. En la visión de Katz existen tres condiciones que describen un gobierno de partido: primero, todas las decisiones del gobierno son tomadas por personas del partido que ocupan cargos o por dirigentes nombrados directamente por ellos; en segundo lugar, las políticas son adoptadas por el partido cuando el gobierno es monocolor o en negociaciones entre partidos si se trata de una coalición. Por último los nombramientos de los principales cargos son seleccionados por el partido, y una vez en el ejercicio estos funcionarios se dirigen a la ciudadanía a través de los partidos. Del mismo modo, existen variantes de gobierno de partido basadas en el rol que juega el electorado. En un primer modelo, las elecciones son meros plebiscitos que expresan opiniones acerca del desempeño del partido en el gobierno, otorgándoles a los electores el poder de decidir si debiera continuar o no dicha composición partidaria. En un segundo tipo las coaliciones de gobierno se forman luego de las elecciones. Ningún partido ocupa una posición dominante, pero la negociación de conformación del gobierno es entre partidos, y existe una alternancia entre los mismos. En el tercer tipo no hay mayor alternancia de los partidos en el gobierno, porque siempre hay socios que conforman las coaliciones.
Aunque la mayoría de las democracias occidentales contienen fuertes elementos del gobierno de partidos, existen alternativas al mismo. Katz menciona tres de ellas: el neocorporativismo, la democracia pluralista y las democracias de referéndum.

Elecciones: (Miguel De Luca)
Una elección puede definirse como “una forma de procedimiento, reconocida por las normas de una organización, en virtud de la cual todos o algunos de sus miembros escogen a un número menor de personas, o a una sola persona, para ocupar cargos en tal organización”, o bien, como un mecanismo institucionalizado a través del cual un grupo de individuos expresa sus preferencias para decidir quiénes se desempeñaran en los pues de un órgano, unipersonal o colegiado, con atribuciones de gobierno, representación o control y, por lo tanto, con autoridad sobre ese mismo grupo. Para cargos públicos, la elección es un método alternativo a la sucesión hereditaria, a la designación, al criterio de la antigüedad, a la adjudicación ex officio, a la adquisición, al sorteo o a la apropiación de la fuerza.
A diferencia de los métodos mencionados, la elección entraña la existencia de: un corpus electoral determinado con la anterioridad a ella, una votación por al menos un postulante o grupo de candidatos para un o dos puestos reconocidos y una regla de computo de esos votos t un criterio de decisión para determinar la asignación de él o los cargos en juego.
Para puestos gubernamentales, una primera y básica distinción entre las elecciones es la que se funda en el status político del cargo o los cargos a cubrir. Así, las elecciones de mayor relevancia son las de carácter nacional. En cambio, las elecciones para autoridades de unidades políticas subnacionales suelen ser consideradas como de segundo orden.
Las elecciones también pueden distinguirse según su nivel de intermediación y, por tanto, en directas e indirectas. En las directas, los propios electores deciden inmediatamente quienes serán los ocupantes de los cargos, mientras que en las indirectas estos votan por un grupo de personas más reducido, unos delegados o representantes, que toman tan determinación por ellos.
Otra importante clasificación de las elecciones es la que pueden establecerse a partir del contexto en el que éstas se desarrollan y de las consecuencias que traen aparejadas, es decir, según su gado de pluralismo, libertad e importancia. El pluralismo es considerado aquí en términos de la oferta política presentada a los votantes: una elección es plural cuando existe la posibilidad de postular múltiples candidaturas a la vez que los distintos aspirantes poseen una sincera aspiración de obtener el o los cargos en disputa. Por su parte la libertad electoral implica que los electores estén en condiciones de decidir su voto sin presiones ni amenazas y con un mínimo de información sobre las diversas propuestas que se presentan, y que los candidatos en liza puedan desarrollar sus actividades de proselitismo de modo tal que no encuentren obstáculos significativos para comunicarse con los votantes.
Por último, la importancia de una elección se vincula con su impacto sobre los procesos políticos de la comunidad política en que se ha celebrado, y muy específicamente, sobre el ejercicio del gobierno.
Desde un máximo de pluralismo, libertad e importancia a una completa ausencia de estos tres requisitos, existe un consenso generalizado en catalogar las elecciones en competitivas, semi-competitivas y no-competitivas.
Las elecciones competitivas son consideradas el procedimiento característico de la democracia y construyen la base fundamental de este tipo de régimen político. La selección de un gobierno implica la concentración del apoyo en unos pocos encargados de llevar adelante un programa, un conjunto de propuestas globales de intervención sobre una comunidad política. En la democracia las elecciones funcionan asimismo como una herramienta de control de los gobernados sobre los gobernantes, a través del voto los lideres y representantes están sometidos al juicio periódico del ciudadano común, quien puede “premiar” o “castigar” a estos funcionarios. Las elecciones constituyentes, ante todo, son un mecanismo sencillo de participación institucionalizada de la ciudadanía en los asuntos públicos. Asimismo, las elecciones funcionan como proveedoras de legitimidad al ejercicio del poder y al gobierno de un partido político o de una coalición de partidos. Desde la perspectiva de esta función, puede decirse que las elecciones refuerzan la división entre gobernantes y gobernados proveyendo estabilidad y asegurando una importante influencia a los primeros.
Por las elecciones semi-competitivas se entiende a aquellas que se desarrollan en un marco político que solo en apariencia respeta los principios básicos y los procedimientos característicos de un comicio competitivo. Por lo general en estas las autoridades en el poder proclaman que estén protegidas de manera absoluta las libertades de elegir y de ser elegido, pero en los hechos tales garantías se encuentran vulneradas por la existencia de disposiciones legales o practicas políticas como la privación del derecho a votar por razones políticas y la falsificación del padrón electora, entre otras. En este contexto, los opositores que están habilitados para competir hacen campaña en un marco político muy restringido y sin ninguna aspiración realista de llegar al poder. En consecuencia, en estas elecciones los votantes no pueden cambiar de gobernantes de turno o rechazar a los postulantes propuestos por ellos. Por lo general, las elecciones
semi-competitivas son celebradas por líderes de regímenes autoritarios para mejorar su imagen frente a la opinión pública. Este tipo de comicios es también el que se practica en los denominados sistemas de “partidos hegemónico” donde la organización política en el gobierno tiene la victoria asegurada.
En las elecciones no competitivas el votante no dispone de ninguna facultad ni para decidir ni para manifestar su opinión e libertad, ya sea porque todos los dirigentes opositores al gobierno carecen de la posibilidad de ser electos, porque solo se admite la presencia de una única organización política o porque todo el proceso eleccionario está controlado por las autoridades estatales o partidarias mediante la coerción directa y evidente. De este modo, estas elecciones funcionan como un ejercicio de movilización de las masas con excepcional énfasis puesto en la participación, como un acto ritual de confirmación de la lealtad hacia un partido político o como un proceso de “educación” de la población.

Reglas básicas de las elecciones:
Son un conjunto de normas que estipulan los requisitos para ser elector o candidato y que determinan el contexto en el cual tanto unos como otros participan en la contienda. En las democracias esta regulación está orientada a garantizar las funciones que las elecciones cumplen en ellas. Entre las reglas más importantes se encuentran el derecho de voto y padrón de electores, la modalidad del voto, las candidaturas y la campaña electoral y el financiamiento de la política.
Derecho de voto y padrón de electores: Toda elección organizada requiere resolver de antemano y de modo preciso quienes poseen el derecho a votar (capacidad electoral activa). La extensión del sufragio consistió en la progresiva remoción de diferentes barreras que excluían de la participación activa a la gran mayoría de la población, puesto que hasta entonces el voto era considerado una prerrogativa limitada solo a unos pocos. El reconocimiento normativo de la capacidad electoral activa no implica la incorporación automática al cuerpo electoral: la inscripción en un padrón, censo o registro es condición indispensable para ejercer el derecho de voto en forma inmediata y en cada caso concreto. La manipulación del padrón electoral ha sido (y es) uno de los recursos más usuales para distorsionar el resultado de un comicio.
Modalidad del voto: En los procesos de extensión del derecho a intervenir en las elecciones se registraron la adopción de normas que franqueaban la participación política de los sectores más pobres y la introducción de disposiciones relativas a la influencia, la privacidad y la libertad del voto que afectaban el valor o la eficacia del sufragio. La expansión de los principios democratizadores impulso también, por fin, la institución de modalidades tales como el voto igual y el voto secreto. El principio de “una persona, un voto” termino imponiéndose a estipulaciones como el voto “múltiple”, “plural” o “reforzado”. De esta manera el voto igual garantizo la elección de las autoridades gubernamentales por una autentica mayoría de los ciudadanos. Por su parte la modalidad del voto emitido en papel impreso o manuscrito y depositado en una urna, es decir, el voto secreto estuvo orientado a proteger a los ciudadanos de los sectores sociales económicamente dependientes y, por tanto, más expuestos a apremios o coacciones pero también a aquellos que deseaban expresar sus preferencias por propuestas que no eran las mas difundidas entre los de su propia clase social o grupo de pertenencia. Por último, entre las regulaciones más relevantes relativas a la modalidad del voto, se encuentra la referida a su obligatoriedad. En general e establecimiento del voto obligatorio ha contribuido a asegurar la participación en las elecciones de los sectores sociales más pobres y marginados, contribuyendo así a su incorporación a la vida política.
Candidaturas: Toda elección requiere de la presentación de candidatos. Bajo un régimen democrático toda persona disconforme con las opciones políticas existentes goza del derecho a proponer su propia candidatura. Sin embargo, incluso en condiciones de pluralismo y libertad usualmente se establecen algunas restricciones vinculadas con las características personales o con las posiciones ocupadas por los probables aspirantes. Estas limitaciones configuran una situación jurídica bien definida denominada “capacidad electoral pasiva”. Por su parte, no existen casos donde un postulante pueda ser inscripto oficialmente en la contienda electoral sin demostrar el sostén de un partido político o la disposición de recursos organizativos y financieros equivalentes a ese respaldo. En la mayor parte del mundo democrático, la nominación de los aspirantes no está estipulada por ley sino que es una cuestión exclusivamente reservada a las organizaciones partidarias: estas deciden que atributos o requisitos debe reunir una persona para obtener la postulación. La selección de los candidatos es una de las facultades más importantes que poseen las organizaciones partidarias.
Campaña electoral y financiamiento de la política: En las democracias, la campaña electoral es la etapa de la votación en la cual los candidatos dan a conocer a la opinión pública sus propuestas, generalmente agrupadas en una “plataforma” o “programa”. Durante ese tiempo, los partidos políticos y sus postulantes apelan a diversos recursos para reclamar y obtener el apoyo de la ciudadanía. De este modo, a través de las campañas electorales los votantes pueden informarse respecto de quienes son las personas que buscan su voto, cuales son los partidos que los apoyan y cuál es el conjunto de propuestas que prometen impulsar en caso de ser electos. Para poner en marcha la campaña electoral los partidos requieren de importantes sumas monetarias y de un relevante acceso a la televisión y los diarios, en general, solo posible si se dispone de fondos suficientes. Por ello, cada vez es más común la aprobación de iniciativas legislativas que habilitan la intervención estatal para garantizar la igualdad de oportunidades para los contrincantes o para que el dinero no influya de manera determinante en el resultado de una elección.

Sistema Electoral:
Mecanismo de cómputo de los votos y de transformación de esos votos en cargos ganados por los partidos y los candidatos.
Según Douglas Rae, esto puede definirse como un conjunto de reglas y procedimientos “que gobierna el proceso por el que las preferencias electorales se articulan en votos y por el cual estos votos se traducen en la distribución de la autoridad gubernamental entre los partidos políticos en competencia”. En la misma línea argumental, Dieter Nohlen sostiene que “los sistemas electorales contienen, desde un punto de vista técnico, el modo según el cual el elector manifiesta a través del voto el partido o candidato de su preferencia, y según el cual esos votos se convierten en escaños”. Mientras Sartori precisa que “los sistemas electorales determinan el modo en que los votos se transforman en curules, y por consiguiente afectan la conducta del votante”. En el proceso de traducción de votos a cargos, todos os sistemas electorales producen un efecto reductor: no todos los partidos políticos que se presentan al comicio logran obtener cargos o bancas.

Atributos más relevantes de los sistemas electorales:
Distrito o circunscripción electoral: Cada una de las secciones en las que el electorado es dividido o agrupado a los fines de la votación y el computo de los sufragios, y a las cuales se le asignan un número determinado de bancas a repartir entre los distintos partidos políticos en competencia. La creación del distrito electoral conlleva la toma de dos decisiones: la relativa a los límites de la circunscripción y la concerniente a su base poblacional. Por su parte, la base poblacional de un distrito electoral refiere a la cantidad de bancas asignadas y su relación con el número de electores o pobladores que allí reside. Tanto las delimitaciones como la fijación de la base poblacional de los distritos electorales constituyen decisiones políticas donde siempre están presentes la posibilidad de desviaciones, manipulaciones o distorsiones como el gerrymandering y el malapportionment.
El gerrymandering se practica cuando un partido político determina los limites de las circunscripciones teniendo en cuenta la orientación del electorado y, según su propia conveniencia construye artificialmente distritos “seguros” o baluartes agrupando en ellos a sus votantes más fieles, y dispersa la concentración de los electores poco afines distribuyéndolos en varias circunscripciones. El malapportionment puede ser el resultado de una decisión inicial deliberada cuando la primera base poblacional fue fijada contemplando desequilibrios o bien la consecuencia de movimientos migratorios u otros fenómenos demográficos posteriores, no acompañados de ajustes en la asignación de los escaños por distrito.
Por otra parte, a los fines electorales, la característica más importante de la circunscripción es su magnitud o tamaño. Este rasgo se refiere al número de cargos que se eligen por ese distrito. En función de su magnitud o tamaño, las circunscripciones se dividen en uninominales (cuando se elige una sola banca) y plurinominales (cuando se eligen dos o más cargos). Y a su vez, las circunscripciones plurinominales pueden ser diferenciadas en pequeñas (dos a cinco bancas), medianas (entre seis y diez) y grandes (más de diez bancas). En efecto, puede señalarse que cuanto mayor es el tamaño de la circunscripción, aumenta la cantidad de partidos políticos con posibilidades de obtener uno de los puestos en liza.
Tamaño de la asamblea legislativa: Es el número total de escaños sujetos a elección. El tamaño de la asamblea legislativa constituye un factor de fuerte incidencia sobre la proporcionalidad y sobre el grado de multipartidismo, ya que las posibilidades para los partidos menores de acceder a la distribución de bancas decrecen a medida que disminuye el número de miembros del órgano legislativo a elegir.
Fórmula electoral: Procedimiento de calculo que convierte en forma usualmente mecánica los totales de los votos de los electores en una determinada distribución de los puestos en disputa entre los distintos partidos políticos o candidatos. Las formulas electorales se diferencian habitualmente en “mayoritarias” y “proporcionales”.

Las formulas electorales mayoritarias tienen como objetivo principal consagrar un gobierno y garantizar la gobernabilidad mediante la fabricación de mayorías legislativas. Dentro de estas se encuentran la comunmente denominada mayoría simple, el voto alternativo y la de mayoría absoluta. La formula de la mayoría simple adjudica la banca o la mayoría de las bancas en disputa al partido político o candidato que haya obtenido más votos, independientemente de la diferencia de sufragios entre este y su rival más cercano. La formula de voto alternativo presenta un mayor interés por reforzar la representatividad de los elegidos al exigir para su consagración no ya una simple pluralidad de votos, sino más de la mitad de los sufragios. Para ello establece un mecanismo en donde en una boleta común los votantes ordenan a los postulantes que aparecen según sus preferencias. Por último, la formula de mayoría absoluta también comparte para la asignación del cargo exigencia de más de la mitad de los votos. Para conseguir este propósito si ninguno de los partidos políticos o candidatos obtiene una mayoría absoluta en la elección, esta votación es considerada insuficiente y se contempla una segunda competencia o “doble vuelta” en la que solo pueden competir los postulantes ubicados en los dos primeros puestos o bien todos aquellos que hayan superado un porcentaje de votos preestablecido.

Por su lado, las formulas proporcionales tienen como objetivo principal garantizar un reparto equitativo de las bancas entre quienes compiten. Este tipo de formulas concibe la representación en los órganos de gobierno colegiados como una muestra o espejo del electorado y busca un equilibrio entre los votos obtenidos y los escaños asignados. Existen dos variantes de estas formulas: el voto único transferible y las formulas proporcionales de lista. El voto único transferible se aplica a candidaturas individuales dispuestas en una boleta común sobre la cual los votantes indican sus preferencias por los postulantes con números sucesivos hasta agotar la cantidad de bancas a elegir en el distrito. El procedimiento contempla la existencia de un cociente o cuota necesaria para conseguir un escaño, calculado en función del número total de votos y la cantidad de cargos en juego. Por su parte, en las formulas proporcionales de lista se distinguen dos grupos: las de resto mayor y las de promedio mayor. Las formulas de resto mayor (Hare) se caracterizan porque el prorrateo de los cargos se realiza en dos etapas: en la primera se establece una “cuota electoral” para determinar cuántos votos debe obtener cada lista para obtener un escaño, y en la segunda se asignan esas bancas según la cantidad de veces que cada lista alcanza esa cuota. En cambio en las de promedio mayor (D’Hondt) se distinguen porque para la asignación de bancas dividen el número de votos obtenidos por cada lista por una serie de divisores y, luego, distribuyen los cargos según los más altos cocientes resultantes hasta repartir todos los puestos en liza. En el presente, la formula de representación proporcional con voto por listas partidarias son las más difundidas en todo el mundo; están presentes en casi toda Europa y en un importante número de países de América Latina, entre ellos, Argentina.
Barrera o Umbral de Exclusión: Es el numero mínimo de votos establecido para que un candidato o partido político pueda acceder al reparto de cargos. El objetivo de la barrera electoral es excluir de la distribución de bancas a los partidos minoritarios y evitar, así, problemas de gobernabilidad generados por una excesiva fragmentación de la representación política existente en el órgano de gobierno para el que se convoco a elecciones. En general las barreras electorales suelen ser divididas en “bajas” y “altas”. Entre el 1% y el 3% de los votos, sería una barrera baja. Por el contrario, si fuera mayor del 5% de los votos, sería una barrera alta. Estas barreras “altas” provocan una significativa reducción del número de partidos políticos representados en el órgano de gobierno en comparación con aquellos que han obtenido votos en la elección popular. La existencia de un umbral electoral no significa que todo partido político que lo supera pueda efectivamente conseguir un escaño. Por ello, se distingue entre una “barrera legal” (el umbral fijado por la normativa electoral) y una “barrera efectiva” (el piso de votos que efectivamente son necesarios para lograr acceder a la asignación de escaños). Cuanto más baja es la magnitud del distrito, mas alta es la barrera efectiva, mientras que cuanto más aumenta la dimensión de la circunscripción, el umbral efectivo se convierte en menos relevante.

Otros atributos de los sistemas electorales:
Estructura de la boleta de votación: Frente a una boleta con estructura cerrada y bloqueada, el votante manifiesta su apoyo a una lista, pero no puede introducir reemplazos en los candidatos que figuran en ella, ni tampoco modificaciones en el orden en que los mismos están ubicados. En cambio, con la lista cerrada y desbloqueada el elector puede alterar el orden en el cual los candidatos han sido presentados por el partido político. Por último, la lista abierta permite que el votante pueda alterar tanto el orden como el nombre de los candidatos que figuran en ella incorporando incluso postulantes de otros partidos y, en definitiva, confeccionar su propia boleta.
Posibilidad de unir listas: Refiere a la habilitación formal para que distintos partidos políticos que se organizan en forma dividida en una elección, puedan aliarse y computar los votos obtenidos por las boletas separadas de cada una de ellas como si fueran correspondientes a una sola lista.


Movimientos Sociales: (Federico M. Rossi)
En los siglos XVII y XVIII, durante el proceso de constitución y expansión de Estado-nación europeo, tuvo lugar el primer antecedente de los movimientos sociales. Por un lado, surgen revueltas impositivas, negándose la población civil a pagar tributos cada vez más altos para costear las guerras; y por otro lado, los campesinos se rehúsan a participar como fuerza militar. Una de las condiciones centrales para el surgimiento de los movimientos sociales son las transformaciones del incipiente Estado-nación promovidas por las guerras. Otra condición necesaria era la emergencia del capitalismo y la consecuente proletarización, favoreciendo la creciente participación en la vida política de los nuevos trabajadores urbanos.
En algunas ciudades de Europa occidental burgueses y aristócratas disidentes elaboraron alianzas contingentes con los trabajadores insatisfechos. De esta manera los obreros obtenían protecciones legales y sociales a cambio de ofrecer su participación directa en campañas. Entre 1791 y 1806 surgió en Inglaterra y luego se expandió a los Estados Unidos el primer movimiento social. Aunque algunos investigadores consideran que emergió unos pocos años antes, otros como Charles Tilly sostienen convincentemente que el movimiento abolicionista fue el primer movimiento social.

Definición:
Se considera a los movimientos sociales como una forma más de acción política “normal” con un desarrollo histórico tan antiguo como el de los partidos políticos.
Según Karl Marx la estructura de una etapa historia es la economía organizada en un modo de producción específico. En el modo de producción capitalista, la burguesía es la clase dominante ya que posee los medios de producción social, pero la lucha entre la clase dominante y la dominada inevitablemente provocara la sustitución de esta relación por un nuevo orden social.
Los enfoques norteamericanos abundaron a los movimientos como resultado de reacciones irracionales ante privaciones provocadas por una situación de anomia y desorganización social. Los estructural-funcionalistas, concebían a los movimientos como los efectos no deseados de aceleradas transformaciones sociales. Ante situaciones de crisis, los movimientos sociales son reacciones que buscan desarrollar nuevas creencias compartidas para reinstalar la cohesión social. Las explicaciones concentradas en los aspectos psicológicos de los individuos destacaban a los que protestan como personas aisladas socialmente con un sentimiento de agresión acumulado debido a una sensación de carencia relativa, ante la expansión de la sociedad de masas u la consecuente fragmentación de los lazos sociales. A pesar de sus diferencias, ambas perspectivas consideraban a los movimientos como actores irracionales, reacciones debidas a disfunciones del aparato de integración social del sistema, y por tanto incapaces de postular cambios positivos.
Herbert Blumer define movimientos sociales como “emprendimientos colectivos para establecer un nuevo orden de vida”
Según Alain Touraine los movimientos sociales no son un producto marginal del orden, sino las fuerzas centrales luchando unas contra otras para controlar a producción de la sociedad por sí misma y la acción de las clases para dar forma a la historicidad.
La llamada teoría de la movilización de recursos afirma que los fenómenos sociales y psicológicos están siempre presentes en los conflictos de una sociedad por lo que no pueden ser considerados elementos suficientes en la explicación de la emergencia de los movimientos sociales.
Según Charles Tilly un movimiento social es una serie mantenida de interacciones entre quienes ostentan el poder y personas que afirman con credibilidad representar a grupos desprovistos de representación formal, en el transcurso del cual esas personas plantean públicamente exigencias de cambios en la distribución o el ejercicio del poder, y respaldan esas exigencias con manifestaciones de apoyo.

Características que definen a los movimientos sociales:
Su concepción como redes informales de interacción compuestas por individuos, grupos y/u organizaciones.
La presencia de solidaridades y creencias compartidas que constituyan una sensación de pertenencia y provean de una identidad colectiva.
La presencia de antagonismos sobre el control de algún recurso, es decir, la existencia de acción colectiva orientada al conflicto.
El uso de la protesta.
Su perduración en el tiempo más allá de las protestas.
Por consiguiente, los movimientos sociales son definidos de forma más precisa como: redes informales basadas en creencias compartidas y solidaridad, que se movilizan sobre temas conflictivos, por medio del uso frecuente de varias formas de protesta. En otras palabras, un movimiento social no es una organización ni un tipo de conflicto o tendencia artística o cultural. Requiere de una identidad colectiva esta siempre orientado al conflicto y es, en esencia, político.

Tipos de movimientos:
Los movimientos instrumentales son aquellos que están orientados a producir cambios en las políticas públicas o en el sistema político aplicando una lógica de acción con arreglo a fines.
Los movimientos culturales son aquellos que están mayormente orientados hacia la constitución identitario y, de un sentido alternativo que desafié los patrones políticos coculturales dominantes. Dentro de esta categoría pueden ubicarse dos subtipos:
Por un lado, se encuentras los movimientos subculturales, es decir aquellos que están primordialmente dirigidos a la constitución de identidades colectivas que son reproducidas por la interacción del grupo para sí mismo.
Por otro lado, están los movimientos contraculturales. La principal diferencia con los subculturales radica en la disposición de su acción. A pesar de ser el núcleo de su interés la identidad alternativa al código dominante, hacen hincapié en la relación con el entorno. Orientados al conflicto por algún tipo de poder, derivan su identidad colectiva del conflicto y la interacción confortativa con los otros grupos. Su identidad es central e innegociable.
Tipología por escala de acción: Los movimientos sociales también pueden ser clasificados sobre la base de la escala de su acción. Siguiendo tres criterios: el tipo de relaciones con los aliados; los modos de enunciación de los conflictos; y las formas de definición de los antagonistas, es posible agruparlos en aquellos locales, nacionales y transnacionales.
Los movimientos locales son aquellos que establecen relaciones en el espacio geográficamente inmediato, concibiendo los conflictos como circunscriptos a un barrio, provincia, etc., y que por lo tanto ven como su principal antagonista a un actor local.
Los movimientos nacionales son los que, sin trascender las fronteras, se encuentran extendidos geográficamente y establecen contacto con organizaciones y grupos de todo un país ya que conciben a sus conflictos como nacionales y frente a un actor de este mismo ámbito.
Los movimientos transnacionales, en cambio, establecen vínculos en varios países y conciben los conflictos como continentales o globales, enfrentando a actores internacionales.

El problema del surgimiento de los movimientos sociales.
Explicaciones contextuales: estructura de oportunidades políticas. Desde su creación en la década de 1970, en concepto de estructura de oportunidades políticas ha sido considerado el elemento clave para responder las preguntas relativas a la emergencia de la protesta y los movimientos. La oportunidad política está compuesta, por lo menos, por las siguientes variables: el grado de apertura relativa del sistema político institucional (su permeabilidad a los movimientos), la estabilidad o inestabilidad de las alineaciones entre elites, la presencia o ausencia de aliados influyentes, y la capacidad y propensión gubernamental a la represión.
Explicaciones según las redes individuales de reclutamiento. La existencia de lazos y redes sociales previas son la base de todo reclutamiento de participantes de acciones colectivas beligerantes. Florence Passy ha establecido tres funciones básicas de las redes individuales de reclutamiento: función de socialización y constitución identitaria, función de conexión estructural y función de moldeado de la decisión y modo de participación.
Explicaciones según marcos interpretativos. Los marcos son metáforas especificas, representaciones simbólicas e indicaciones cognitivas utilizadas para presentar conductas y cuentos de forma evaluativa y para sugerir formas de acción alternativa. A partir de este concepto, William Gamson destaca tres componentes de los marcos interpretativos: la percepción de injusticia, la percepción de agencia y la constitución de una identidad colectiva.
En resumen, para que un movimiento surja es necesario que se produzca una muy compleja combinación de elementos del contexto (oportunidades políticas), y que ante esto las personas interpreten la existencia de una situación donde deben participar (marcos interpretativos), lo que será posible y se sostendrá en el tiempo gracias a sus vínculos y lazos previos (redes de reclutamiento).

La organización del movimiento:
Modelo OMS vs Modelo SPIN:
Una organización de movimiento social (OMS) es una compleja, o formal, organización que se identifica con los objetivos y preferencias de un movimiento social o contra-movimientos e intenta implementar objetivos.
El modelo SPIN se define por ser:
Segmentado: compuesto por muchos y diversos grupos independientes, pero que se fusionan o dividen.
Policéntrico (o descentralizado): por carecer de un liderazgo centralizado y membrecía formal.
Reticular: es una estructura en la que las células o nodos están vinculadas entre sí, no a través de un punto central, sino mas bien por juegos entrecruzados de relaciones personales u otros vínculos intergrupales.

El poder del movimiento: La protesta:
La protesta ha sido considerada como una forma de acción típica de los movimientos sociales porque, a diferencia de los partidos políticos y los grupos de presión, poseen escasos canales a través de los cuales pueden acceder a los que toman decisiones.
Por protesta se entiende a los acontecimientos visibles de acción pública contenciosa de un colectivo, orientados al sostenimiento de una demanda. En este sentido, cabe remarcar que el concepto se limita a partir de su carácter contencioso e internacional, por un lado, y de su visibilidad pública, por el otro.
Repertorio de protesta significa la totalidad de los medios de los que dispone (un grupo) para plantear exigencias de distinto tipo a diferentes individuos o grupos.
En el repertorio de la protesta conviven tres lógicas, cada una sustentada en un principio diferente, las que pueden combinarse. Todas ellas representan el poder con el que cuenta esta forma de acción colectiva.
La lógica del potencial daño material: el principio es el de la violencia política, el que implica infligir las mayores pérdidas materiales posibles a aquel que es considerado antagonista.
La lógica de los números: el principio es el de la democracia representativa, demostrando que existe una mayoría en un tema determinado que piensa diferente respecto de los representantes.
La lógica del testimonio: el principio es el de la democracia participativa, donde el poder emana del esfuerzo personal y no de una autoridad forma.
Liderazgo Político: (Martin D’Alessandro)
El liderazgo de los gobernantes ha sido históricamente entendido como necesario para los sistemas políticos en lo que respecta a su estabilidad y buen funcionamiento, como la instancia mediadora entre la tiranía y la ley implacable.
El liderazgo deseado, entonces, será aquel que respetando las leyes conduzca a la sociedad a su nivel más perfecto, en el que se aspire al bien común y la felicidad de toda la comunidad.

La relación del líder con el entorno:
Hay tres formas esenciales e interrelacionadas en las que se pone en manifiesto la relación y dependencia del liderazgo con respecto al medio. La posición ocupada dentro del marco estructural de la sociedad, las oportunidades que se presentan y los determinantes históricos de cada sociedad. En las democracias contemporáneas, la forma de ejercer el liderazgo político desde el poder ejecutivo depende de las siguientes estructuras institucionales: la cantidad y calidad de los recursos a disposición del poder ejecutivo; la relación del poder ejecutivo con los otros poderes; y la relación del poder ejecutivo con su partido político.
No obstante los determinantes institucionales, se presentan casos en los que algunos primeros ministros o presidentes no aprovechan las oportunidades que dicho cargo les confiere y, de este modo, no consiguen convertirse en verdaderos líderes; ergo, la posición es condición necesaria mas no suficiente para ejercer el liderazgo.
Así como ocupar una alta posición institucional no es sinónimo de liderazgo, tampoco lo es el poder. Lo que diferencia el poder de los líderes de otros tipos de poder es la naturaleza de su relación con los demás. El líder ejercita su poder a través de sus seguidores.
Un líder es alguien que influye en un grupo este o no formalmente en la cabeza de este grupo. En otras palabras, el liderazgo no se consigue por el hecho de tener subordinados, sino que es conferido por seguidores.


Definición:
Se puede decir que son lideres los que dentro de un grupo detentan tal posición de poder que influye en forma determinante en las decisiones de carácter estratégico, poder que se ejerce activamente y que encuentra una legitimación en su correspondencia con las expectativas del grupo.
Las decisiones estratégicas, que pueden ser según el contexto o con otros, le brindan legitimación al líder. Según el contexto pueden ser sobre el presente, que muestran los logros y mantienen el liderazgo, o sobre el futuro que permiten seguir manteniendo objetivos comunes y amplían el liderazgo.

Estilos:
El liderazgo Laissez-faire es una especie de liderazgo liberal donde el líder prefiere no entrometerse en asuntos ajenos a su responsabilidad personal.
El liderazgo transaccional, al contrario, es un estilo de liderazgo “manos adentro”, ya que el líder adopta un papel más activo en relación con la formulación de políticas públicas y gerenciamiento gubernamental.
En el liderazgo transformista, el líder, en vez de ser un coordinador o gerenciador, es un inspirador o visionario que está motivado por convicciones fuertemente ideológicas y tiene la determinación personal y el deseo político de llevarlas a cabo.

Subtipos de liderazgos:
Activos-positivos: pragmáticos y adaptativos.
Activos-negativos: rígidos y compulsivos.
Pasivos-positivos: complacientes y manipulables.
Pasivos-negativos: retraídos y poco precisos.

Proceso de liderazgo:
Zona de confianza: formación de confianza mutua entre el líder y las masas.
Ejercicio del liderazgo: la legitimación.










Relaciones Internacionales: (Elsa Llenderrozas)

Concepto:
Todas interacciones humanas a través de las fronteras nacionales y de los factores que afectan tales interacciones. Se las define como aquellas relaciones entre individuos y colectividades humanas que en su génesis y su eficacia no se agotan en el seno de una comunidad diferenciada y considerada como un todo, que fundamentalmente (pero no exclusivamente) es la comunidad política o Estado, sino que trascienden sus límites.
Celestino del Arenal sostiene que las relaciones internacionales abarcan el conjunto de las relaciones sociales que configuran la sociedad internacional, tanto las de carácter político como las no políticas, sean económicas, culturales, humanitarias, religiosas, etc., tanto las que se producen entre los Estados como las que tienen lugar entre otros actores de la sociedad internacional y entre estos y los Estados.
En efecto, las relaciones internacionales son todas las formas de interacción entre miembros de sociedades separadas, estén o no propiciadas por un gobierno. Estas incluyen intercambios sociales, culturales, económicos y políticos.
En términos generales, todos estos tipos de interacciones constituyen relaciones internacionales.

Tradiciones de pensamiento:
Tradición Hobbesiana o realista: Describe las relaciones internacionales bajo un estado de guerra. La política internacional se caracteriza por los conflictos de intereses entre los Estados. El concepto de interés es definido en términos de poder. El Estado es libre de perseguir sus objetivos, sin restricciones morales o legales de ningún tipo. Los acuerdos internacionales se respetan solo si es conveniente hacerlo, según su propio interés, si no es así, pueden incumplirse. El sistema internacional es considerado de naturaleza anárquica.
Tradición Kantiana o universalista: La naturaleza de la política internacional reside en los lazos transnacionales entre sociedades, que crean vínculos entre individuos de diferentes países. La naturaleza humana es perfectible y el tema dominante de las relaciones internacionales es la relación entre todos los hombres dentro de la comunidad humana. Los conflictos de intereses existen a nivel superficial, entre los grupos dirigentes de los Estados, pero en realidad los intereses de todos los pueblos son idénticos. Existen imperativos morales que limitan la actuación externa de los Estados, estos apuntan a la eliminación del sistema de Estados y su sustitución por una sociedad cosmopolita.
Tradición Grociana o internacionalista: Se sitúa entre las dos anteriores y describe la política internacional como una sociedad de Estados o sociedad internacional. Los Estados no están en lucha constante, sino que sus conflictos se ven limitados por reglas e instituciones comunes. Las actividades internacionales que mejor representan este modelo son el comercio y las relaciones económicas y sociales entre los Estados. Todas las relaciones estatales están limitadas por reglas e instituciones.

Paradigmas:
En el tercer debate se reconoce la presencia de tres grandes paradigmas o mapas mentales dominantes:
Paradigma realista tradicional: es considerado como el central y dominante dentro de la disciplina. Se caracteriza por: a) Considerar al Estado, como un actor unitario y racional, como la principal unidad de análisis. La política interna puede separarse claramente de la política exterior y los Estados tienen distintas capacidades, lo que hace que haya grandes potencias y Estados menores; b) El realismo centra su análisis en cuestiones referidas al conflicto, la guerra, la estrategia y las alianzas militares; c) Los Estados son considerados como actores unitarios que están en una situación de conflicto potencial o latente.
Paradigma transnacionalista globalista: los elementos centrales son: a) El Estado deja de ser actor exclusivo, racional e impenetrable, convirtiéndose en un actor fragmentado. Se incorpora una pluralidad de actores; b) Se establece una nueva agenda de investigación donde se abandona la exclusividad de los temas políticos y militares, y se incorporan nuevas cuestiones propias de los países desarrollados; c) Se sostiene el concepto de sociedad mundial o globalismo. No hay anarquía sino un cierto orden internacional creado a partir de intereses mutuos, donde la cooperación es posible.
Paradigma estructuralista o de dependencia: se caracteriza por: a) Tomar como unidad de análisis al sistema capitalista mundial y sus componentes y analizar la lógica de dominación existente en el capitalismo; b) Los temas centrales son el origen, la evolución y la naturaleza del sistema capitalista mundial y las relaciones económicas actuales, la dependencia y el subdesarrollo; c) La lógica del sistema mundial es conflictiva y de explotación. La periferia está condenada a trabajar para el centro. El sistema no genera en ningún caso intereses comunes ni cooperación.

Concepciones teóricas dominantes en el siglo XX:
Idealismo: En términos generales el idealismo se identifica con una concepción positiva de la naturaleza humana y una visión no determinista del mundo. Esta corriente de pensamiento sostiene la exigencia de intereses complementarios no antagónicos entre los Estados, cree en la oportunidad que estos generan para la cooperación, y en la búsqueda de la racionalidad y moralidad internacional en el comportamiento estatal.
Realismo: En general, los realistas tienen una concepción antropológica pesimista, porque sostienen que la naturaleza humana no es innatamente buena o perfectible, sino que es constante y está en permanente conflicto por la búsqueda de poder. La mayoría de los escritores realistas creen que la naturaleza humana es irracional, egoísta y que tiende a la violencia. De allí surge la necesidad de diseñar el marco político (interno y externo) que pueda minimizar la propensión humana al conflicto.

 

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