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Semiótica

Saussure y los fundamentos de la lingüística Altillo.com

Capítulo I
Naturaleza del signo lingüístico
1. signo, significado, significante
La unidad lingüística es una cosa doble, formada por el acercamiento de dos términos.
Los términos implicados en el signo lingüístico son ambos psíquicos y están unidos en nuestro cerebro por un enlace asociativo.
El signo lingüístico no une una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica (con imagen acústica nos referimos no al sonido material sino a la huella psíquica de ese sonido)
El carácter psíquico de nuestras imágenes acústicas aparece con claridad cuando observamos nuestro propio lenguaje. Sin mover los labios podemos hablarnos a nosotros mismos.
El signo lingüístico es una entidad psíquica de dos caras que puede estar representada por la figura:

Llamamos signo a la combinación del concepto y de la imagen acústica. Y podemos sustituir concepto e imagen acústica por Significado y Significante.

2. Primer principio: la arbitrariedad del signo

El vínculo que une el significante al significado es arbitrario. Este principio domina toda la lingüística de la lengua.
Con la palabra arbitrariedad, queremos decir que es inmotivado, o sea, arbitrario respecto del significado, con el que no tiene ninguna vinculación natural en la realidad.

3. Segundo principio: carácter lineal

Por ser de naturaleza auditiva, el significante se desenvuelve solamente en el tiempo y tiene los caracteres que toma del tiempo:
a) representa una extensión
b) esa extensión se mide en una sola dimensión, es una línea
Los significantes acústicos solo disponen de la línea del tiempo; sus elementos se presentan en sucesión; forman una cadena.

Capítulo II
Inmutabilidad y mutabilidad del signo
1. Inmutabilidad
El significante, en relación con la comunidad lingüística que lo emplea, no es libre, sino impuesto.
¿Por qué el factor histórico de la transmisión domina por entero y excluye todo cambio lingüístico general y repentino?
1. El carácter arbitrario del signo. La propia arbitrariedad del signo resguarda a la lengua de toda tentativa de modificarla. Para que una cosa pueda ser cuestionada, es preciso que se base en una norma razonable. La lengua, sistema de signos arbitrarios, carece de dicha base, y no cuenta por ello con ningún terreno sólido de discusión; no hay ningún motivo para preferir hermana a sister o soeur.
2. La multitud de signos necesarios para constituir cualquier lengua. Los signos lingüísticos son innumerables.
3. El carácter demasiado complejo del sistema. Es un mecanismo complejo y quienes hacen de él un uso cotidiano, lo ignoran profundamente.
4. La resistencia de la inercia colectiva a toda innovación lingüística. En la lengua, cada uno participa en cada instante, y por eso sufre la influencia de todos. Este hecho basta para mostrar la imposibilidad de una revolución. La lengua es un producto de las fuerzas sociales, herencia de una época precedente, y esas fuerzas sociales actúan en función del tiempo. En todo instante, la solidaridad con el pasado predomina sobre la libertad de expresión. Decimos "Hombre" y "Perro" porque a nosotros se nos ha dicho "Hombre" y "Perro".

2. Mutabilidad
El tiempo, tiene otro efecto, en apariencia contradictorio con el primero: El de alterar más o menos rápidamente los signos lingüísticos y, en cierto sentido, se puede hablar a la vez de la inmutabilidad y la mutabilidad del signo.
  Los dos hechos son solidarios, el signo está en condiciones de alterarse porque mantiene su continuidad, lo que predomina es la persistencia de la materia antigua. El principio de alteración se funde en el principio de continuidad.
  Cualesquiera sean los factores de alteraciones, ya sea que actúen aisladamente o combinados, siempre conducen a un desplazamiento de la relación entre el significado y el significante.
  Por ejemplo, el latín "NECARE" significa "MATAR" y ha pasado a ser en francés "NOYER" que significa "AHOGAR". Han cambiado tanto la imagen acústica como el concepto y ha habido un desplazamiento en su relación.
  Una lengua es radicalmente impotente para defenderse contra los factores que desplazan en cada instante la relación entre el significado y el significante. Esta es una de las consecuencias de la arbitrariedad del signo.
  ¿En que se funda la necesidad del cambio? No se han distinguido los diferentes factores de alteración ya que las causas de la continuidad están a priori al alcance del observador. Se puede hablar del desplazamiento de las relaciones: el tiempo altera todas las cosas; no hay razón para que la lengua escape a esta ley universal.

  Hace falta una masa hablante pa ra que haya una lengua. Son co- sas inseparables, como muestra el esquema: la ac- ción del tiempo se combina con la de la fuerza social.
  La lengua no es libre, porque el tiempo permitirá que las fuerzas que actúan sobre ella desarrollen sus efectos, y se llega al principio de continuidad, que anula la libertad. Pero la continuidad implica necesariamente la alteración, el desplazamiento más o menos considerable de las relaciones.

Capítulo IV
El valor lingüístico
1. La lengua como pensamiento organizado en la materia fónica
La lengua es un sistema de valores puros, dos elementos entran en juego en su funcionamiento: las ideas y los sonidos. Sin la ayuda de los signos, seríamos incapaces de distinguir dos ideas de una manera clara y constante.
El papel característico de la lengua frente al pensamiento es el de servir de intermediaria entre el pensamiento y el sonido. El pensamiento es caótico por naturaleza y se ve forzado a precisarse al descomponerse.
Se podría llamar a la lengua el dominio de las articulaciones, tomando a esta palabra en el sentido ya definido: cada término lingüístico es un pequeño miembro, un articulus donde una idea se fija en un sonido y donde un sonido pasa a ser el signo de una idea.

  En la lengua no se podría aislar ni el sonido del pensamiento, ni el pensamiento del sonido.
  La elección que requiere un determinado tramo acústico (sonido) para una determinada idea es totalmente arbitraria.
  Solo el hecho social puede crear un sistema lingüístico. La colectividad es necesaria para establecer valores cuya única razón de ser consiste en el uso y en el consenso general.
  Además la idea de valor, si determinada, nos muestra que es una gran ilusión considerar un término simplemente como la unión de cierto sonido con cierto concepto. Es preciso partir de la totalidad solidaria para obtener mediante el análisis los elementos que ella contiene.

2. El valor lingüístico considerado en su aspecto conceptual
  Cuando se habla del valor de una palabra, se piensa generalmente y ante todo en su propiedad de representar una idea, y este es, en efecto uno de los aspectos del valor lingüístico.
  No se debe confundir, valor lingüístico con significación
  El valor, es sin duda un elemento de significación y es muy difícil saber como se distingue de él, sin embargo es necesario aclarar esta cuestión:

  Tomemos primero la significación: como lo indican las flechas del esquema, no es más que la contraparte de la imagen auditiva, dentro de los límites de la palabra considerada como un dominio cerrado, existente por sí mismo.

  Este mismo signo, es la contraparte de los demás signos de la lengua.
  La lengua es un sistema en el que todos los términos son solidarios y donde el valor de uno, solo deriva en la presencia simultánea de los otros.

¿Cómo es que el valor se confunde con la significación, es decir con la contraparte de la imagen auditiva?
Para responder esta cuestión digamos que todos los valores están constituidos por:
1. Una cosa disímil susceptible de cambiarse por aquella cuyo valor está en cuestión
2. Por cosas similares que se pueden comparar con aquella cuyo valor está en cuestión.

Ejemplo: para determinar el valor de una moneda de 5 francos hay que saber que:
1. Se la puede cambiar por una cantidad determinada de una cosa diferente, por ejemplo pan.
2. Se la puede comparar con un valor similar del mismo sistema: por ejemplo una moneda de un franco o de otro sistema, con un dólar.

  Se puede cambiar una palabra por algo disímil, una idea, además se la puede comparar con algo de la misma naturaleza: otra palabra.
  El valor de cualquier término está determinado por lo que lo rodea.

3. El valor lingüístico considerado en su aspecto material
  Lo que importa en la palabra no es el sonido mismo, sino las diferencias fónicas que permiten distinguir a esa palabra de todas las demás, pues son ellas las que llevan la significación.
  Nunca un fragmento de lengua podrá fundarse en otra cosa que en su no-coincidencia con el resto.
  Los signos actúan no por su valor intrínsico, sino por su posición relativa.
  Es imposible que el sonido, elemento material, pertenezca por sí mismo a la lengua. El significante lingüístico; no es de ningún modo fónico, es incorpóreo, no está constituido por su sustancia material, sino únicamente por las diferencias que separan su imagen acústica de todas las demás.
  En la escritura:
  1. Los signos de la escritura son arbitrarios: no hay ninguna relación, por ejemplo, entre la letra t y el sonido que designa.
  2. El valor de las letras es puramente negativo y diferencial, así una misma persona puede escribir t con variantes tales como:

T     t     T     T     T

Lo único esencial es que dicho signo no se confunda en sus rasgos con el de la l, el de la d, etc.

4. El signo considerado en su totalidad
En la lengua no hay más que diferencias. La lengua no consta ni de ideas ni de sonidos que preexistirían al sistema lingüístico, sino solamente de diferencias conceptuales y de diferencias fónicas derivadas de este sistema.

Capítulo V
Relaciones sintagmáticas y relaciones asociativas
1. Definiciones
  SINTAGMA: se compone siempre de dos o más unidades consecutivas. Situado en un sintagma, un termino solo adquiere su valor porque se opone al precedente o al siguiente, o a ambos.
  Por otra parte, fuera del discurso, las palabras que ofrecen algo en común se asocian en la memoria, así la palabra enseñanza, hará surgir otras palabras (enseñar, informar) y esto es lo que llamamos RELACIONES ASOCIATIVAS.