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Realidad Económica Argentina

Resumen: Características del Endeudamiento Externo a partir de la Dictadura Militar

Año 2009

Altillo.com

CARACTERÍSTICAS DEL ENDEUDAMIENTO EXTERNO A PARTIR DE LA DICTADURA MILITAR

 

El endeudamiento externo surgió en 1979, cuando la Reforma Financiera que puso en marcha la política económica de la dictadura militar en 1977 convergió con la apertura del mercado de bienes y de capitales y el establecimiento de una tasa de cambio decreciente en el tiempo (‘tablita de Martínez de Hoz). A partir de esas políticas, las tasas de interés internas se adecuarían a las vigentes en el mercado internacional, igualación que nunca ocurrió. Se constituyeron las condiciones para que se desarrolle la valorización financiera por parte del capital concentrado interno.

A partir de 1978-82, se generó un espectacular aumento en la deuda externa, que fue resultado de un cambio cualitativo en su naturaleza.

Durante las décadas que rigió la industrialización sustitutiva, el incremento del endeudamiento externo se producía casi exclusivamente cuando las importaciones superaban a las exportaciones. Las disputas entre el espacio urbano y rural se sustentaban en una producción industrial vinculada al abastecimiento del mercado interno y demandante de cuantiosas importaciones, y en un sector agropecuario que era proveedor de las divisas. El resultado de la Balanza Comercial expresaba la pugna entre ambos. No se repitió ese comportamiento desde 1979, porque el aceleradísimo endeudamiento externo se inició con un superávit en la B.C. y una inédita disponibilidad de reservas nacionales.

Otras modificaciones del nuevo endeudamiento: los principales prestamistas ya no fueron los organismos internacionales de crédito, sino la banca privada transnacional. El FMI como el Banco Mundial pasaron a ser representantes y negociadores de los principales prestamistas (bancos privados extranjeros). (Cambios en la oferta de crédito externo)

La demanda de crédito externo también reflejó cambios: el Estado dejó de ser el demandante exclusivo, desde 1979, y el sector privado fue un demandante importante de recursos del exterior y deudor externo.

Los deudores externos que comenzaron a imponer el ritmo de todo el endeudamiento externo – público y privado -  fueron los del sector privado: reducido número de grupos económicos, conglomerados extranjeros y empresas transnacionales, que conformaban el núcleo del capital concentrado argentino.

Esta situación alteró el carácter del endeudamiento del sector público porque quedó subordinado a las necesidades de los sectores dominantes. El Estado fue el proveedor de divisas para abastecer la demanda de dólares en el mercado de cambio y se hizo cargo de la deuda contraída por los grupos económicos y capitales extranjeros.

 

’80: LAS TRANSFERENCIAS DE INGRESOS HACIA LOS ACREEDORES EXTERNOS Y EL CAPITAL CONCENTRADO

 

La política económica de la dictadura impulsó un acelerado endeudamiento externo, caracterizado por las consecuencias generadas al modificar la situación del sector externo y las propias condiciones internas de la economía. Respecto a la industrialización sustitutiva, se invirtieron los papeles, porque en el modelo anterior los ciclos de endeudamiento  estaban en función de las condiciones internas de la economía local.

La primera consecuencia de la deuda externa fue impulsar una significativa salida de recursos para pagar los intereses a los acreedores externos. Al operar dentro del país como una masa de recursos valorizable, le permitió a los principales deudores externos privados convertirse en destinatarios privilegiados de una profunda redistribución del ingreso, en contra de los asalariados que impuso la dictadura y que benefició al conjunto del capital, y luego pasó a manos del capital concentrado interno en base a la valorización financiera de su deuda externa. La valorización financiera fue posible debido a que la tasa de interés interna superaba el nivel vigente internacional. Estas nuevas características definieron la preeminencia de la valorización financiera sobre la producción de bienes e impulsaron una fuga de capitales que determinó la internacionalización de los grupos económicos locales.

1.      Los ingentes ingresos que perdieron los asalariados y recibieron los grupos económicos y de capital extranjero se vieron acrecentados por los subsidios y transferencias que les aportó el Estado. La descomunal transferencia de ingresos desde los asalariados y el Estado hacia el capital concentrado dio como resultado una fuga de capitales al exterior que igualó/superó el pago de los intereses a los acreedores externos.

(Hay que tener en cuenta que el país suspendió los pagos entre 1988-990, adoptando la moratoria de hecho, una de las principales causas de la crisis hiperinflacionaria.)

2.      La 2° transferencia de recursos tiene carácter interno, ya que afecta a los ingresos percibidos por los asalariados. Los trabajadores dejaron de percibir el 12% del valor agregado generado anualmente, y el cual se distribuyó hacia los empresarios y hacia el núcleo del capital concentrado (grupos económicos y capitales extranjeros).Mientras el impuesto inflacionario era pagado por los sectores más postergados, los recursos que originó fueron apropiados por un reducido número de beneficiarios. El impuesto inflacionario se encontraba privatizado, al servicio de distintos grupos que, vinculados con su capacidad de lobby, pudieron beneficiarse.

3.      La 3° transferencia de recursos canalizados pro el estado hacia capital concentrado: entre 1981-89, el capital concentrado se apropió de una masa de recursos que duplicó los recursos pagados a los acreedores de la deuda externa, y que equivalían al PBI generado por la economía en todo un año.

Dentro de las transferencias encontramos: los subsidios al sector financiero por la quiebra de entidades y licuación de la deuda interna, que puso en marcha Cavallo en 1982 cuando era presidente del BCRA; el costo fiscal de la promoción industrial; los subsidios a las exportaciones industriales; todas transferencias que tenían al capital concentrado como receptor privilegiado. Otras dos transferencias vinculadas con el endeudamiento:

  1. la estatización de la deuda externa privada: Los grupos económicos y capital extranjero transfirieron una parte mayoritaria de su deuda al Estado entre 1981-89, basándose en los regímenes de seguro de cambio  que se pusieron en marcha entre 1981-2, e implicó el traslado al Estado de la deuda por parte de grupos económicos y capital extranjero.
  2. y los subsidios transferidos a través de los primeros regímenes de capitalización externa (rescate de bonos de la deuda externa emitidos por el Estado en 1982): surgieron en una reunión del FMI, donde le plantearon a los países latinoamericanos que debían devolver el capital adeudado. Debido a que las divisas de estos países no alcanzaban, los representantes políticos de los acreedores externos plantearon que el capital debía saldarse mediante la venta de activos estatales (privatización de empresas públicas). En Arg, la capitalización comienza en 1985. El primer régimen de capitalización de la deuda externa fue el que terminó de transferir la deuda privada al sector público (régimen de capitalización con seguros de cambios).

Sin embargo, la principal vía de canalizar los recursos públicos al capital concentrado local fueron los sobreprecios que paga el Estado a sus grandes proveedores de bienes y servicios. Estas transferencias encubiertas estaban concentradas en grandes empresas oligopólicas (grupo económico Pérez Compane, y conglomerados extranjeros Techint, Siemens y Fiat).

La inversión neta fija alcanzó niveles llamativamente reducidos. Se trata de una reducción inédita, resultado de una decreciente disminución de la misma y que ocasionó que no se alcanzara a cubrir las necesidades re reposición  de maquinaria y equipos obsoletos.

La fenomenal redistribución del ingreso a favor de los grupos económicos y capital extranjero no dio lugar a una reactivación de la inversión porque los recursos que perdieron los asalariados y el Estado se remitieron al exterior. Esta fuga de capitales fue equivalente/superior a la transferencia de recursos al exterior al pago de intereses.

La reducción de la inversión constituye un fenómeno económico y social de trascendencia por dos motivos:

1.      fue decisiva para determinar el estancamiento y crisis de la economía, que al reducir la demanda de mando de obra disminuyó el salario real.

2.      indica que una interrupción o disminución del pago de intereses no habría aminorado la crisis, la reducción del salario real y la desocupación, porque esos recursos no habrían sino aumentado la fuga de capitales.

 

LA VINCULACIÓN ENTRE EL ENDEUDAMIENTO EXTERNO, LA REDISTRIBUCIÓN DEL INGRESO Y LA FUGA DE CAPITALES: VALORIZACIÓN FINANCIERA

 

En los ’80, la interrupción de la sustitución de importaciones trajo cambios estructurales. La industrialización dejó de ser el eje ordenador de la actividad económica, y el endeudamiento se tornó un factor decisivo debido a su incidencia en la salida de recursos para pagar los intereses como en la redistribución del ingreso hacia el capital concentrado y la fuga de capitales. La valorización financiera era el nuevo eje.

Para los grupos económicos y capital transnacional, el endeudamiento operaba como una masa de capital líquido que se valorizaba en el mercado interno debido a las diferencias de las tasas de interés internas (a las cuales colocaban los fondos) respecto de las vigentes en el mercado internacional (a las cuales se endeudaban), lo que generaba una renta financiera que remitían al exterior. Era una garantía ante los bancos del exterior que les permitía obtener nuevos créditos y era un capital que producía nuevas rentas financieras.

En 1979, confluyen la Reforma Financiera con la apertura externa en el mercado de los bienes (importadora) y en el mercado de capitales (endeudamiento externo). El grueso del endeudamiento de las grandes firmas se destinó a la realización de colocaciones financieras en el mercado interno e internacional, lo que le permitió al capital oligopólico obtener una ingente renta que se canalizó hacia el exterior, desvinculándose del proceso económico local.

El  Estado cumplió un papel insustituible: mientras su endeudamiento en el mercado interno mantenía las diferencias positivas entre las tasas de interés internas y externas, su endeudamiento en el exterior permitía obtener las divisas que los grupos económicos y capitales extranjeros adquirían en el mercado cambiario y luego remitían al exterior. Más tarde, la importancia del Estado siguió siendo decisiva mediante los regímenes de seguros de cambio que se hizo cargo de la deuda externa de los grupos económicos y conglomerados extranjeros, que no pagaron la deuda externa que contrajeron y eximieron a sus depósitos en el exterior de funcionar como garantías.

Todas estas redistribuciones fueron posibles debido a los recursos que perdieron los asalariados directa (se redujeron sus ingresos) e indirectamente (por el carácter regresivo de la estructura impositiva y la orientación de las transferencias de recursos).

El predominio de los capitales concentrados es más nítido si tenemos en cuenta que los acreedores externos fueron afectados por la moratoria de hecho, con la suspensión de pagos en 1988 a 1990, mientras que las ingentes transferencias del Estado a los grupos económicos y capital extranjero continuaron.

A partir de la dictadura militar, el capital concentrado interno, constituido por capital extranjero y grupos económicos locales, pasó a controlar el proceso económico en base a la explotación de los trabajadores y la subordinación del Estado a sus intereses particulares.

 

’90: LAS TRANSFORMACIONES ESTRUCTURALES Y LAS CARACTERÍSTICAS DEL NUEVO CICLO DEL ENDEUDAMIENTO EXTERNO

 

En 1988, Argentina asume una ‘moratoria de hecho’, al suspender el pago de las obligaciones del endeudamiento externo. La pugna entre el capital concentrado interno y los acreedores externos incidió en el estallido de la crisis hiperinflacionaria de 1989, que terminó con el gobierno de Alfonsín y comenzó con la ‘corrida’ en el mercado cambiario iniciada por los bancos extranjeros, luego de reiteradas advertencias del FMI al gobierno para que retomara los pagos.

Durante la crisis, la relación entre ambos sectores dominantes era compleja, pero coincidían en que se debía acentuar la concentración del ingreso y encarar la privatización de empresas públicas. Los acreedores externos consideraban la capitalización (rescate de los bonos de la deuda externa) como la única forma de recuperar el capital adeudado. Esa política también era fundamental para el capital concentrado interno, porque era la oportunidad histórica de acceder a la propiedad de activos de gran magnitud y de una elevada rentabilidad potencial, sobre todo cuando desde la propia administración estatal se forzaban medidas para facilitarles el acceso a la propiedad de empresas públicas.

Las principales discrepancias giraron en torno al destino de las transferencias estatales y al grado de exposición a la competencia externa de las producciones locales, y se expresaron en el contenido de la Ley de Emergencia Económica, como en la desregulación económica que involucró la liberización de mercados, la remoción de barreras arancelarias, y la consolidación de múltiples estructuras oligopólicas.

Las reformas estructurales, privatizaciones, y el Plan de Convertibilidad fueron las políticas para superar las crisis hiperinflacionarias de 1989 y 1990.

Desde 1990, comenzó la negociación por el capital y los intereses adeudados, que culminó en 1992 con el Plan Brady, que normalizó la situación con los acreedores externos privados a los cuales se les entregaron bonos del Tesoro de EEUU, y se estableció un cronograma de pagos, por lo que se accedió nuevamente a un amplio endeudamiento externo.

Se inició un nuevo ciclo de crecimiento económico financiado por los ingresos provenientes de las privatizaciones y un aceleradísimo endeudamiento externo. Por ello se modificó la composición del endeudamiento externo. En los ’80, se registró una creciente incidencia de la deuda externa pública, ya que grupos económicos y capitales extranjeros transfirieron su deuda al Estado, pero en los ’90, el sector privado fue el más dinámico.

El nuevo auge del endeudamiento, encabezado por el sector privado, está influido por la reestructuración económica y socia, privatizaciones en medio, ya que los grupos económicos y conglomerados extranjeros, que habían terminado de transferir su deuda al Estado, comenzaron a endeudarse para financiar una parte del capital de trabajo de los nuevos consorcios que se hicieron cargo  de los servicios públicos e incrementar sus activos mediante fusiones, adquisiciones de empresas y nuevos negocios. Estos capitales fueron los agentes económicos que se encontraron en mejores condiciones para contraer el nuevo endeudamiento en el exterior, debido a que se habían desembarazado de la deuda y habían adquirido empresas públicas.

Otra alteración fue la pérdida de importancia de los bancos privados transnacionales. Desde el Plan Brady, la mayor parte de la deuda dio lugar a la emisión de bonos, títulos y obligaciones, posibilitando la irrupción de otros acreedores.

El conjunto de transformaciones indica que el nuevo ciclo de endeudamiento externo de los ’90 fue conducido por los grupos económicos y capitales extranjeros que convergieron con el endeudamiento que llevaron a cabo grandes bancos del mercado local. Ese endeudamiento externo y la superación de la crisis se realizaron a costa del resto de los sectores sociales y el Estado. Ambos pagaron los costos de la crisis provocada por las disputas entre los sectores dominantes.

La evolución de la distribución del ingreso y la cristalización de los niveles de desocupación y subocupación, son expresiones de los costos que se le imponen a la clase trabajadora. Las pérdidas del Estado también son severas: debió transferir sus empresas para pagar el capital adeudado a los acreedores externos y hacerse cargo, mediante el Plan Brady, de las deudas impagas.

 

’90: EL CAPITAL CONCENTRADO

 

Los conflictos internos que estallaron en el poder económico afectaron la composición de la cúpula económica que había surgido en la dictadura militar. Dicha modificación consistió en la consolidación de un conjunto de grupos económicos locales y empresas extranjeras que condujeron al a segunda etapa de la industrialización sustitutiva: los conglomerados extranjeros. Se generaron acentuadas disparidades dentro del capital oligopólico local y dentro del capital extranjero. Las empresas transnacionales redujeron su influencia, debido a la ingente repatriación de capitales.

Hasta 1995, los cambios en la conformación de la cúpula giran alrededor de la privatización de empresas públicas, cuyo primer efecto fue una caída vertiginosa en la participación de las empresas del Estado en la cúpula empresaria y una inédita expansión de las asociaciones, debido a la irrupción de consorcios encargados de la prestación de servicios públicos.

A raíz de las crisis hiperinflacionarias, un conjunto de agentes económicos no pudo superarlas y desaparecieron transfiriendo sus empresas a los grandes conglomerados extranjeros. Pero se advertía también que existía otro conjunto de grupos económicos que aumentaros sus activos e incidencia  económica: Pérez Compane, Astra, Loma Negra, Arcor y Clarín; Techint; son los que acrecentaron su influencia en la facturación de la cúpula.

A partir de 1995, la situación se alteró porque el monto de facturación se estancó. La contracara está constituida por la trayectoria de dos tipos de capitales extranjeros, cuyas ventas aumentaron, incrementando su participación en la facturación total.

 

’90: ENDEUDAMIENTO EXTERNO, SALIDA DE CAPITALES AL EXTERIOR Y VALORIZACIÓN FINANCIERA

 

Los sectores dominantes impusieron una visión sobre la crisis hiperinflacionaria de 1989 que consistió en entender que ese era el resultado ineludible por haber mantenido un Estado ‘distribucionista’ que condenaba al estancamiento económico y la desigualdad social.

La visión dominante se difundió y el conjunto del sistema político desplegó una serie de transformaciones que se proponían quitarle al Estado incidencia económica y capacidad regulatoria. La privatización de las empresas públicas y la desregularización, al permitir la competencia del mercado, traerían aparejadas una mejor distribución del ingreso vinculada a una expansión económica. Nada de esto ocurrió.

Durante los ’90, el Estado ha sido actor central en la redistribución del ingreso y la riqueza hacia el capital concentrado interno. Basta recordar la sistemática pérdida de los derechos laborales que sufren los trabajadores; la subvaluación de los activos públicos privatizados; la garantía de rentas extraordinarias; subsidios directos; y puesta en marcha de regímenes como el de especialización que beneficia a empresas oligopólicas.

Una modificación significativa es la interrupción de la incesante transferencia de capitales locales al exterior por parte del capital concentrado. Cesó la salida de capitales y volvieron al país una parte de los capitales que se habían fugado. Otro fenómeno fue que el endeudamiento externo total se estabilizó.

La convergencia de ambos procesos estableció la convicción de que la economía se había recobrado. Se habría producido un cambio histórico en el comportamiento del capital concentrado, ya que los recursos que antes se fugaban al exterior, ahora se estarían canalizando para la inversión, aumentando la capacidad productiva de la economía local. La única restricción al crecimiento fue el pago de intereses y amortizaciones a los acreedores externos.

El comportamiento del capital concentrado está vinculado con la privatización de empresas públicas. El crecimiento de la deuda externa se atenúo con las privatizaciones porque una parte significativas de los ingresos estatales por ese concepto se concretó a través del rescate de bonos de la deuda, mientras que la entrada de capitales locales radicados en el exterior cobró impulso porque los grupos económicos trajeron parte de los capitales, con el objetivo de adquirir participaciones accionarias en el capital de múltiples consorcios que se apoderaron de empresas públicas.

Una vez que se desaceleró el ritmo de las privatizaciones, la situación se modificó drásticamente, porque la salida de capitales al exterior creció por encima del endeudamiento (1994-97).

Todas las evidencias ponen de manifiesto que el capital concentrado, luego del corto intervalo generado por la privatización, retomó decididamente un comportamiento económico fuertemente asentado en la valorización financiera, con una creciente remisión de recursos al exterior. Todo indica que la valorización financiera y la salida de capitales  al exterior fueron impulsadas por la confluencia del endeudamiento externo con la notable rentabilidad que obtuvieron los servicios públicos privatizados y la venta de las empresas y participaciones accionarias de los grupos económicos desde ’95.

El endeudamiento externo privado se valorizó internamente en base a dos condiciones básicas: la diferencia a favor de las tasas de interés internas respecto de las internacionales y el seguro de cambio que supone el régimen de convertibilidad. Parte del endeudamiento que se destino a financiar parte del capital de trabajo cumplió un papel insustituible para la vigencia de la valorización financiera, porque permitió a las empresas disponer del propio capital para otros fines. Esta función indirecta es nueva, no existió en la sustitución de importaciones y permitió al capital concentrado orientar el capital propio a la valorización financiera en el exterior.

Los consorcios privados se hicieron cargo de empresas públicas pagando precios subvaluados y con un alto componente en bonos de la deuda externa. La transferencia de empresas monopólicas y oligopólicas con mercados cautivos fue acompañada por marcos regulatorios que aumentaron la capacidad de los consorcios a imponer sus intereses en la estructura de precios relativos y en el funcionamiento general de los mercados, lo cual les garantizó una elevada y creciente rentabilidad, la cual operó como forma de garantizar la concentración del ingreso y como la manera de aumentar las ganancias patrimoniales. Una vez que se realizaron las ganancias patrimoniales, el capital líquido que obtuvieron acrecentó la salida de recursos al exterior.

Sus resultados fueron similares en tanto la transferencia de ahorro interno al exterior  y la renta superaron la salida de recursos debido al pago de los intereses y amortizaciones de la deuda. Es decir, el comportamiento de los sectores dominantes tuvo mayor relevancia que el pago de intereses y amortizaciones de la deuda externa. La salida de capitales al exterior supera entre 3 y 12 veces la entrada de inversión extranjera directa, lo cual reafirma el carácter depredatorio del patrón de acumulación.

 

La deuda externa es uno de los factores que resultan decisivos para la consolidación de la hegemonía del capital concentrado y subordinación de sectores populares.

Una de las consecuencias que generó fue la pérdida de recursos, lo cual implicó el pago de los intereses y la amortización del capital adeudado a los acreedores extranjeros, los que se acrecentaron debido a los nuevos créditos y a la imposibilidad de cubrir todas las obligaciones. También dio lugar a transformaciones de carácter interno y que, además de producir la redistribución del ingreso, dieron lugar a la salida de capital al exterior, resultado del comportamiento económico. La deuda generó 2 grandes movimientos de ingresos: vinculado con el pago de intereses y amortización del capital adeudado; y referido a los recursos que recibieron los grupos económicos y capitales extranjeros a partir de la redistribución del ingreso y transferencias de recursos provenientes del Estado, las cuales dieron lugar a la salida de recursos al exterior. Estos 2 movimientos se generaron en los ingresos que perdieron los sectores populares y empresarios más débiles.