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Psicología Evolutiva - Niñez

Resumen para el 1er Parcial: Brazelton Cátedra: Pizzo

1° Cuat. de 2013

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I. La prehistoria del vinculo
El embarazo de cada mujer refleja toda su vida previa a la concepción. Las experiencias con su propia madre y su propio padre, sus posteriores experiencias con el triangulo edipico y las fuerzas que la llevaron a adaptarse a éste con mayor o menor éxito y a separarse de sus progenitores. Todo esto influye en la adaptación de la mujer a este nuevo rol.
Identidad de género: se refiere a la sensación subjetiva de pertenecer a un sexo y que parece desarrollarse desde el comienzo de la vida, bajo la influencia de fuerzas tanto biológicas como ambientales.
El deseo de tener un hijo: es producto de muchos motivos e impulsos diferentes. Los factores más importantes son:
a. Identificación: cuando una niña recibe cuidados, es probable que conciba la fantasía de convertirse en la persona que cuida, en lugar de la que es cuidada. Aprenderá por imitación cómo se comportan las figuras maternas.
b. El deseo de ser completa y omnipotente: implica el deseo de conservar una imagen idealizada de una misma como persona completa y omnipotente, el deseo de duplicarse o reflejarse y el deseo de cumplir los propios ideales. El autor utiliza el termino “narcisista” para referirse a esta actividad de desarrollar y mantener una autoimagen y también al grado de empeño en dar esa imagen. La actividad narcisista se expresa en la vida psíquica a través de fantasias, entre las cuales esta la fantasia de ser completo y omnipotente. Uno de los postulados básicos de la teoría psicoanalítica del narcisimo es que existe una tendencia a gratificar estas fantasia de integridad y omnipotencia; y que sobre la base de esta gratificación se construye el sentido de sí-mismo de un ser humano. El deseo de ser completa es satisfecho tanto por medio del embarazo como de un hijo. La madre contemplara al hijo deseado ante todo como una extensión de su propio sí-mismo.
c. El deseo de fusión y unidad con otro: también esta la fantasia de la simbiosis, de la fusión de una misma y el hijo. Y junto con este deseo de unidad con el hijo esta el deseo de volver a la unidad con la propia madre de una. Este deseo es una fase vital del desarrollo normal, una fantasia fundamental para el mantenimiento de la autoestima y una parte importante de la vida amorosa adulta. Después del parto, el desarrollo y mantenimiento de actitudes maternales de vinculo dependen de que la mujer recobre estas fantasias de unidad con su propia madre. El futuro hijo encierra la promesa de una relación estrecha, del cumplimiento de las fantasias infantiles.
d. El deseo de reflejarse en el hijo: el reflejarse es una dimensión fundamental del narcisismo, del desarrollo y mantenimiento de una autoimagen sana. Uno tiende a amar su propia imagen reproducida. El deseo de una mujer de tener un hijo seguramente incluirá la esperanza de que ella habrá de duplicarse. Esta esperanza mantiene viva una sensación de inmortalidad. El deseo de tener un hijo incluye el deseo de ver reflejadas en el hijo las marcas de la propia creación y de la capacidad de la mujer de ser madre.
e. Cumplimiento de ideales y oportunidades perdidas: los progenitores imaginan que su futuro hijo tendrá éxito en todo aquello en que ellos fracasaron. El hijo imaginario entraña el ideal del yo del progenitor. Debe ser perfecto, debe concretar todo el potencial latente en los progenitores. Los deseos narcisitas pueden interferir en el desarrollo del niño mas adelante, es vital entender que también son indispensables. Estos deseos preparan a la madre para el vinculo: ella debe ver a su hijo como algo único, como un potencial redentor de esperanzas perdidas y como un ser con pleno poder para cumplir sus deseos.
f. El deseo de renovar viejas relaciones: el deseo de tener un hijo también incluye el deseo de un nuevo compañero con el cual revivir viejas relaciones. La expectativa de recobrar vínculos pasados es un incentivo para tener un hijo. Los padres ven en cada futuro bebe una posibilidad de revivir vínculos que pueden haber estado inactivos durante años, una nueva oportunidad de concretarlos. El futuro hijo es un objeto de transferencia, es decir, que los sentimientos y relaciones inconscientes de los padres serán transferidos al hijo. Se considera al futuro hijo como reparador, porque encierra la promesa de recrear relaciones inactivas que fueron gratificantes en el pasado.
g. La oportunidad tanto de reemplazar como de separarse de la propia madre: en su deseo de tener un hijo, la mujer experimenta una singular forma de doble identificación. Se identificara simultáneamente con su propia madre y con su feto, y asi representara y elaborara los roles y atributos tanto de la madre como del bebe, sobre la base de experiencias pasadas con su madre y ella misma como bebe.
Son todos factores que contribuyen a darle vigor a la capacidad de la mujer de ser madre y cuidar a su hijo.
II. Los albores del vinculo
El trabajo del embarazo: los 9 meses de embarazo brindan a los futuros padres la oportunidad de prepararse tanto psicologica como físicamente. La preparación psicologica, tanto consciente como inconsciente, esta estrechamente entrelazada con las etapas físicas del embarazo de cada mujer. Después de los 9 meses casi todos progenitores tienen la sensación de estar completos y listos.
El proceso del embarazo puede contemplarse como 3 tareas separadas, cada una ellas asociada con una etapa del desarrollo físico del feto:
Primera etapa: los progenitores se adaptan a la noticia del embarazo, que va acompañada por cambios en el cuerpo de la madre. La primera fantasia de la mayor parte de los futuros padres es la de evitar los conflictos de su propia infancia y convertirse en progenitores perfectos. Desean proteger a su hijo de los aspectos negativos que perciben en ellos mismos. Todos los progenitores esperan ser capaces de proteger al nuevo hijo de sus propios sentimientos de inadecuación o de los fracasos percibidos en sus propias vidas. Con esta esperanza mágica, los padres se consideran a si mismos completamente propicios y positivos, listos para crear al hijo perfecto. Detrás de esta fantasia también hay ambivalencia. En un momento dado todos los progenitores empiezan a preguntarse si realmente desean convertirse en madre o padre. Todas las mujeres embarazadas temen la posibilidad de tener un hijo defectuoso. En un esfuerzo por aceptar su nueva condición, es posible que la mujer se sienta ambivalente. Las nauseas matinales y otros síntomas fisiológicos pueden expresar el lado negativo de la ambivalencia de la mujer, mientras que conscientemente ella este adaptándose con entusiasmo a su rol. Todas las mujeres embarazadas enfrentan esta ambivalencia, lo que las sorprende y decepciona.
Segunda etapa: reconocer el feto como un ser que a su debido tiempo quedara separado de la madre: durante el 5to mes de embarazo, la madre siente los primeros movimientos leves de su futuro hijo.
Hasta este primer asomo de vida, la madre puede acariciar la imagen narcisista de una total fusión con su hijo. Desde el punto de vista psicológico, el bebe ha empezado a adquirir autonomía. Aquí es donde empieza el vinculo mas temprano, puesto que ahora hay un ser separado y por lo tanto la posibilidad de una relación. La percepción de los primeros movimientos fetales es la primera aportación del futuro hijo a la relación. Cuando la madre comienza a reconocer la vida de su feto, inconscientemente se pondrá en su lugar, es decir, se identificara con él. Sus fantasias estarán basadas en la relación infantil con su propia madre. Es como si, a través de la mediación de su hijo aun no nacido, la futura madre pudiera reinsertarse en los aspectos gratificantes de sus relaciones tempranas con su madre, reabasteciéndose y revitalizándose ella misma.
Si la necesidad de dependencia es demasiado grande y esta insatisfecha, la mujer percibirá a su feto como a un rival y tal vez lo trate como a un hermano envidiado.
El reconocimiento del rol del padre ayuda a la madre a ver al bebe como un ser separado de ella misma. También le da tranquilidad de que no será la única responsable de cualquier éxito o fracaso.
El comienzo de los movimientos fetales y el reconocimiento de que el bebé es una realidad intensifican el autocuestionamiento de la madre. Puede alternarse en ella periodos de depresión y de jubilo. Sus fantasias en torno al bebe se vuelven mas especificas. Durante este periodo, tal vez comienza a soñar con el varoncito perfecto o con la niña perfecta. Es posible que se preferencia por uno u otro sexo comience a manifestarse o que reprima sus verdaderos deseos por temor a poner en peligro al feto.
Tercera etapa: el aprendizaje sobre el futuro bebe: los progenitores empiezan a experimentar al futuro hijo como a un individuo y el feto contribuye a su propia individuación por medio de movimientos, ritmos y niveles de actividad distintivos. En este periodo se suele elegir nombres, reestructurar la casa para alojar al bebe y hacer planes relativos a los permisos de trabajo y al cuidado del niño. Los padres comienzan a personificar al feto, le adjudican al futuro hijo una personalidad, un temperamento.
Durante las cuarenta semanas de embarazo, el crecimiento del feto va acompañado de un progresivo desarrollo de la imagen que tiene la madre de su bebe. Esta imagen esta basada tanto en necesidades y anhelos narcisistas como en percepciones del desarrollo del feto: movimientos fetales, actividad, patrones de respuesta. Cuando se produce el parto, la madre ya esta preparada desde hace tiempo para afrontar:
a. La conmocion de la separación anatomica
b. La adaptación a un bebe particular
c. Una nueva relación que combinara sus propias necesidades y fantasias con las de su ser separado.
El embarazo es no solo un periodo de ensayo y anticipación sino también una fase durante la cual se pueden renovar viejas relaciones, asi como una continua confrontación entre la satisfacción de los deseos y el reconocimiento de la realidad.
Las misiones que debe asumir la madre son:
1. El abrupto termino de la sensación de fusión con el feto, de las fantasias de integridad y omnipotencia propiciada por el embarazo.
2. Adaptarse a un nuevo ser que provoca sentimientos de extrañeza.
3. Llorar al hijo (perfecto) imaginario y adaptarse a las características especificas del bebe real.
4. Luchar contra el temor de dañar al bebe indefenso.
5. Aprender a tolerar y disfrutar las enormes exigencias que le impone la total dependencia del bebe. La madre tiene que soportar las intensas apetencias orales del bebe y gratificarlas con su cuerpo.