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Clínica de adultos

Resumen General de la Materia

Cátedra: LombardiAño 2009

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La clínica… 
 

La clínica es de origen médico, no psicológico. A fines del siglo XVI, se empiezan a construir ciertos saberes acerca de la experiencia que tenían los médicos con los pacientes. Se decía que para curar, 1º era necesario saber en que consistía la enfermedad, y para saber en que consistía la enfermedad, se creo el método clínico. Dicho método consistía en ciertos pasos:

1-Observación de los pacientes

2-Descripción de los síntomas

3-Correlación de síntomas que aparecían, dando lugar a:

4-Clasificación de esos síntomas en agrupamiento de enfermedades.

A partir de esto surgía el diagnostico, la dimensión de saber que manejaba el médico, el diagnostico le permite al médico hacer un pronostico, saber cual iba a ser el desarrollo que iba a tener esa enfermedad y establecer un tratamiento.

Estos pasos (observación, descripción, correlación, clasificación), les abría a los médicos dos puertas:

Dimensión del saber: saber en cuanto a diagnostico y pronostico de la enfermedad

Dimensión del poder: poder en tanto la posibilidad de intervenir y hacer algo sobre esa enfermedad vía la terapéutica.

Estos son los comienzos de la medicina, de la ciencia donde el discurso de la razón toma el padecer del sujeto y construye un saber respecto del padecimiento subjetivo.

Pero la ciencia tiene una pasión, que es la objetividad, la pasión de hacer de su objeto de estudio, un objeto. La ciencia en su ambición de aislar el padecimiento, va dejando cada vez mas afuera al sujeto, al sujeto padeciente, y se ocupa cada vez mas de la enfermedad, del órgano enfermo, de la sustancia que está en déficit o en exceso y deja de interesarle el sujeto. El ideal de la medicina es que el paciente no hable, que el paciente se introduzca en esa maquinaria de análisis, radiografías, resonancias, etc. al final se le dice: “padece de x”, así la subjetividad queda totalmente dejada de lado.

Si toda la vía de la medicina o de la psiquiatría estudia la enfermedad o las funciones y deja de lado al sujeto, es necesario pensar una clínica distinta, que en lugar de objetivar su material de estudio, hacer de eso su objeto, lo que haga es atenerse a ese sujeto.

La clínica psicoanalítica se va a preguntar por lo que el sujeto dice de lo que tiene.

La clínica psicoanalítica 
 

En la clínica psicoanalítica opera la hipótesis del inconciente, dicha hipótesis dice que ese sufrimiento que tiene el paciente está sostenido por algún enunciado, por alguna representación o por algún significante reprimido, para llegar a este significante reprimido es necesario que el paciente diga sin controlar, sin cuidarse en relación a su decir, que produzca un discurso singular, que es el discurso de la Asociación Libre.

En la Asociación Libre, no se trata de hablar de cualquier cosa, Freud decía que es un relato que tiene que diferenciarse de la conversación ordinaria: “Usted observará que en el curso de su relato le acudirán pensamientos diversos que preferiría rechazar con ciertas objeciones criticas. Tendrá la tentación de decirse: “Esto o aquello no viene al caso, o no tiene ninguna importancia, o es disparatado, y por ende no hace falta decirlo”. Nunca ceda a esa critica, dígalo a pesar de ella y aún justamente por haber registrado una repugnancia”. Lo desagradable, lo que uno no querría decirle a otro, lo que muchas veces uno piensa, pero en la relación con el otro resulta inconfesable, lo que no se puede decir. En un psicoanálisis uno tendría que decir lo que habitualmente no querría decirle al otro.

En dicha clínica, el saber esta del lado del paciente, este no sabe que el saber está de su lado ya que es un saber inconciente.

La clínica, tiene una base: es lo que se dice. En relación a esto habrá una serie de reflexiones en relación a que se escucha en lo que el paciente dice, además de esto esta base (lo que se dice), sirve para discernir cosas que importan.

Para ese discernimiento de cosas que importan hay que dejar un registro. En psicoanálisis, lo que conocemos como los registros son los historiales, que Freud los caracterizaba como lagunares y fragmentarios. 

El objeto de estudio es un sujeto dividido, esto implica saber que hay una parte del saber que está excluida de la conciencia, que hay un saber no sabido, de aquí las lagunas mnesicas, los actos fallidos, sueños, lapsus.. Por eso los sujetos no funcionamos como un mecanismo, no podemos cumplir las normas, hacemos todo al revés, siempre tropezamos con la misma piedra, hacemos lo que no nos conviene… el sujeto funciona de una manera impredictible.

En la clínica psicoanalítica, se piensa que funciona una estructura, en esa estructura hay una parte que es un mecanismo y otra parte que es el sujeto. La parte de mecanismo es la estructura del lenguaje, que funciona como un mecanismo S1 S2, entre esos stes. Hay un intervalo donde se va a ubicar ese sujeto dividido. Ese mecanismo tiene un elemento que es ese sujeto barrado, que hace que el mecanismo funcione de manera impredecible.

En esta clínica el Otro tiene un lugar preponderante, por eso se llama que es una clínica bajo transferencia. Lo que el paciente dice, es un decir dirigido al Otro.

Cuando aparece el Otro, aparece también el enigma de qué quiere ese Otro y frente a ese enigma aparece que quiero yo de ese Otro. El padecimiento es un mensaje dirigido al Otro.

En “discurso de apertura a la sección clínica”, Lacan da tres definiciones de clínica psicoanalítica:

  1. La clínica tiene una base, es lo que se dice en un psicoanálisis.
  2. La clínica, consiste en el discernimiento de cosas que importan.
  3. La clínica es lo real, en tanto lo imposible de soportar.

Hacer un psicoanálisis requiere de un esfuerzo, se requiere de un esfuerzo de parte del paciente de asociar libremente, como dice Lacan, a esa persona que viene a pedir algo hay que decirle que tiene que sudar un poquito, que tiene que hacer el esfuerzo de asociar libremente y con cierta regularidad, para que esa persona pueda llegar a hablar de su síntoma en su particularidad.  
 

¿De qué clínica hablamos? Situar la clínica como interrogación implica diferenciarla de la terapéutica sin análisis ni reflexión critica y de las respuestas precarias y exteriores que puede dar una mera nosografía. El caso clínico es tomado en su particularidad, es el tipo clínico que forma parte de las coordenadas de su síntoma. Reconocer al paciente como sujeto, es la responsabilidad que toma el psicoa. Clínico. El marco de la cátedra es psicoa. Pero toma en consideración e intenta diferenciar de la suya otras perspectivas clínicas prevalentes en el mundo actual: psiquiatrícas, psicofarmacologicas, psicoterapéuticas. Que su marco sea psicoa. Quiere decir que privilegia como vía de estudio y de tratamiento del síntoma lo que sobre él dice el sujeto que lo padece y también lo que sobre ese sujeto dice el síntoma a quien sabe escucharlo.

El programa de la materia tomará  como eje la reflexión sobre las elecciones del ser hablante. El termino “elección” esta presente desde el comienzo de la obra de Freud y es esencial a toda clínica del psicoa. Esta se basa en los resultados de elecciones ya realizadas y de las que el sujeto debe hacerse cargo (elección de objeto, de sexo, de síntoma y de tipo clínico), y en las consecuencias sintomáticas de elecciones demoradas (que producen conflicto, irresolución, duda, división subjetiva, culpa e inhibición en cuanto a la acción). Se enfocarán aquellos momentos e instancias electivas en la constitución del ser hablante que tienen consecuencias decisivas desde la perspectiva de la clínica psicoa. Y que permite hacer valer una causalidad del síntoma que en algún punto preciso se aparta de todo determinismo automático (genético, neurofisiológico, incluso simbólico). La concepción psicoa. De la cura permite resaltar algunos momentos decisivos en el tratamiento, en los que la causalidad electiva y el consentimiento advertido son la clave de la operatoria psicoa. El comienzo del tratamiento, la percepción del síntoma por parte del paciente (eso que solo él conoce de sí, pero sin reconocerse en ello), la exploración de las posiciones subjetivas del sujeto respecto de los actos que podrían satisfacerlo (si admitiera pagar el precio de la perdida que requiere toda elección). Los momentos cruciales de la experiencia clínica son aquellos que el clínico y también el paciente deben tomar decisiones.  
 
 
 

Introducción a lo real: sem 11

Lo real se presentó en el psicoanálisis bajo la forma del trauma y se presentó en la experiencia analítica. El trauma muestra (en la exp. Analítica), algo inasimilable, siempre ligado a un carácter accidental, de encuentro fallido. Se arriva a algo de lo real por la vía del encuentro. ESE TRAUMA HA DE SER TAPONADO POR LA HOMEOSTASIS SUBJETIVANTE, ES LA FUNCIÓN DEL FANTASMA QUE ORIENTA TODO EL FUNCIONAMIENTO DEFINIDO POR EL PRINCIPIO DE PLACER.

Hablar del fantasma, ya es hablar de lo que tapona, de la pantalla por el trabajo del ppio. De placer (proceso primario).

El fantasma va a ser siempre algo que vela, algo que tapa, algo que disimula. La conciencia también funciona como pantalla, la conciencia tiene idéntica función al fantasma. 

En los sueños se sitúan 2 polos:

  1. El sueño de comodidad: se articula a un deseo, el deseo de dormir.
  2. El sueño de angustia: el sueño llega lo más posible cerca de un real deseado.
 
 
  1. El síntoma es lo que viene de lo real
  2. Lo real es lo que retorna siempre al mismo lugar.
  3. Lo real como imposible.
 
 
  1. Lo real es estructurado por lo simbólico, cuando queda atrapado por este. Porque la simbolización mortifica, vacía la plenitud de lo real del cuerpo. Hay algo del goce que es evacuado, el cuerpo es entonces, un cuerpo vaciado de goce. No hay referencia del cuerpo, lo único que queda como operación de lo simbólico, son ciertos lugares como reservas naturales de goce, que son las zonas erógenas. De allí que los retornos de goce en el cuerpo aparecen como modos de sintomatización. El cuerpo implica una falla de lo simbólico, el retorno del goce en el cuerpo. (Ej.: histeria, psicosis).
  2. Lo real es producto de lo simbólico. Luego de la operación de lo simbólico sobre lo real, quedan ciertos restos, objetos a, llamados PLUS DE GOCE. Son objetos que recuperan ese goce perdido. PRIMERO EL NUCLEO DE LO REAL ES EL GOCE, EL GOCE ES LA BASE SOBRE LA QUE ACTÚA LA SIMBOLIZACIÓN, PERO LUEGO ES EL RESTO, SON ESOS OBJETOS QUE INTENTAN RECUPERAR EL GOCE PERDIDO.
  1. No omisión: Decir todo lo que a uno le pasa por la cabeza. Lacan confronta la atención entre decir lo importante, lo relevante vs... Decir lo cotidiano, lo ordinario.
  2. No sistematización: Acompaña la regla de abstinencia, atención flotante… Uno debe liberar todas las cadenas del relato, hablar de lo cotidiano, de lo ordinario, también eso tiene una significación según el orden que ocupe en esa sucesión.
 
 
  1. Asociación libre.
  2. Ruptura dimensión imaginaria.
  3. Uso del diván (no excluyente)
 
 
  1. Atención flotante.
  2. Apartamiento del juicio cc.
  3. Quiebre de la dimensión imaginaria, (al no escuchar bajo el modo de selección).
  4. Tipo de escucha analítica es artificial.
  5. Neutralidad: alude a la función de analista, el que da las interpretaciones y soporta la Transf... deberá ser neutral, no intervenir como individualidad psicosocial.
  6. El analista debe abstenerse de todo consejo, ser neutral con respecto a las manifestaciones Transf.
 
 
  1. El valor dado a la palabra del sujeto, a la suposición de una verdad en juego en ella, a la suposición de un saber que le otorga a esa palabra un valor que no se encuentra ni en la psiquiatría ni en otras vertientes terapéuticas. El analista sostiene allí lo que Lacan llamó “sumisión absoluta a las posiciones subjetivas del enfermo”.
  2. 2- Son también análisis, en tanto hay un oyente que no es cualquiera. Es un analizado, alguien que ha pasado por la experiencia del inc. Y de la castración, es alguien entrenado para escuchar en los dichos, el decir, para localizar al sujeto de la enunciación y no quedar atrapado en los enunciados, en el yo. Es alguien que ha sido entrenado para interrogar la demanda y con sus intervenciones producir una modificación en la posición del sujeto respecto de sus dichos, respecto de su síntoma, respecto de su realidad, alguien que puede orientar sus intervenciones al encuentro con lo real. Un oyente que puede convertir esa palabra en algo diferente al discurso del yo, dando lugar a la producción del sujeto y haciendo posible, por vía de la interpretación, una transmutación subjetiva, algo que puede marcar para el sujeto un antes y un después. Es la presencia del analista, del analizado lo que permitirá hacer de las entrevistas preliminares o no, algo diferente a una simple recopilación de datos o a un mero trabajo de sugestión.
  1. Concierne a lo que debe esperarse del paciente: que se apegue a su analista.
  2. Apunta a la posición del analista mismo, Freud dijo que durante el tratamiento de ensayo no comentará los decires del paciente “mas que lo indispensable para la continuación del relato”.
  1. Rectificación subjetiva
  2. Transferencia
  3. Interpretación
  1. demanda en el plano de la necesidad.
  2. Demanda de amor, demanda de ser alguien para alguien.
  1. Puntuación
  2. Corte de sesión
  3. Desciframiento
  4. Alusión
  1. La cita
  2. El enigma
  1. Equivoco gramatical
  2. Equivoco semántica
  3. Equivoco homofonito
 
 
  1. El discurso del Amo
  2. El discurso Universitario
  3. El discurso Histérico
  4. El discurso Analítico
  1. La palabra tiene en la cura todos los poderes.
  2. Estamos bien lejos, por la regla fundamental de dirigir al sujeto hacia la palabra plena, ni hacia el discurso coherente, pero lo dejamos libre de intentarlo.
  3. Esa libertad es lo que mas le cuesta tolerar.
  4. La demanda es la que se pone entre paréntesis en el análisis, está excluido que el analista satisfaga ninguna de ellas.
  5. No se pone ningún obstáculo a la confesión del deseo, es hacia eso donde el sujeto es dirigido, incluso canalizado.
  6. La resistencia consiste en la incompatibilidad del deseo con la palabra.
  1. Una acción inmotivada, enmarcada en cierta escenificación.
  2. Relatada como situación repetida, que se comete antes o después de sesión.
  1. El acto es un ste
  2. El acto es un ste que se repite
  3. Como efecto del acto el sujeto queda marcado por una denegación, un desconocimiento.
  1. El fenómeno elemental en la psicosis, acompañado del estado de certeza.
  2. La angustia, donde emerge algo que no engaña.
  3. El acto, ste que vuelve sobre sí que no remite a otra cosa. El acto arranca de la angustia su certidumbre.
 
 
  1. La prohibición
  2. La interpretación. Limitada a pacientes que poseen egos bien integrados.
  3. Fortalecer el yo.

  Pasaje al acto: Es salirse de la escena, caerse de la escena. El sujeto queda ahí identificado a ese objeto de resto y se deja caer. El pasaje al acto hay que entenderlo como un no referido al Otro, hay que entenderlo como la separación del Otro verdaderamente lograda (x ejemplo el suicidio), El pasaje al acto es lo que no se quiere decir, lo que se rechaza decir pasa al acto, es rechazo de saber, se opone al trabajo analizante, se opone al trabajo del ste.

Este dejar caer, es el correlato esencial del pasaje al acto. El dejar caer es visto del lado del sujeto. El pasaje al acto está del lado del sujeto, en tanto que éste aparece borrado al máximo por la barra. El momento del pasaje al acto es el del mayor embarazo del sujeto, con el añadido comportamental de la emoción como desorden del movimiento. Es desde allí donde se encuentra, se precipita y bascula fuera de la escena. Esta es la estructura del pasaje al acto.

El sujeto se mueve en dirección a evadirse de la escena. Es lo que nos permite reconocer el pasaje al acto en su valor propio, y distinguirlo del acting.

Ejemplos: En el caso de la joven homosexual, la tentativa de suicidio es un pasaje al acto, mientras que toda la aventura con la dama de dudosa reputación es un acting out. La bofetada que da Dora al Sr. k es un pasaje al acto, todo su comportamiento paradójico con la pareja k es un acting out.

Se nos presenta también como una escena hecha o relatada, pero es una escena que consiste fundamentalmente en la ruptura de la escena. El ejemplo mas clásico es el suicidio.

El sujeto se identifica al objeto a, convirtiéndose en lo que a es en tanto resto o deshecho. En las distintas dimensiones teóricas que convergen para situar al objeto a, objeto causa de deseo, objeto deshecho, resto. Se presentifica el anudamiento del sujeto al objeto. El sujeto se identifica con ese objeto desecho, y se arroja de la escena. Salto al vacío. De una escena en lo real se pasa a un real sin escena.

En el pasaje al acto el Otro (A) esta ahí, esta demasiado presente en forma absoluta pero el sujeto no espera ya nada de el. Se ofrece al Otro (A) en esta posición de resto, de desecho. Se arroja en forma sacrificial sin ninguna esperanza ya de hacerse escuchar. El sujeto y el objeto caen así; podemos concluir que tanto en el acting out como en el pasaje al acto, la clínica nos muestra la relación entrañable de un sujeto con el objeto a. En el pasaje al acto el sujeto se identifica con el objeto a y la escena cesa. 
En ambos casos se trata de un significante forcluido, de un significante expulsado a lo real acting out y pasaje al acto cuestiones ambas que nos provocan a redoblar nuestra apuesta en la clínica en función y posición de analistas re-interrogando y cuestionando nuestra praxis y abriendo quizás nuevas perspectivas y modalidades diferentes de asistencia.
 
 

Los impasses de la identificación del sujeto: Lombardi

Decir que el sujeto es lo representado por un ste para otro ste, podría llevar a suponer que hay un ste que representa bien al sujeto, que habría una buena identificación del sujeto del inc. Una representación adecuada y esto no es así. Cualquier trazo unario que ustedes encuentren en un síntoma, es una manera de identificar al sujeto. Algunas son muy obvias (ejemplo del tartamudo en la fiesta).

El neurótico testimonia en el análisis que las identificaciones le caen mal, le producen malestar. Las identificaciones son el resultado de un mandato a gozar de cierto modo y en algún momento puede pasar que el sujeto no quiera eso, que quiera otra cosa, que quiera liberarse de ese ste que lo identifica. En la neurosis se trata de eso de que un sujeto padece de ideales, de stes amo que los molestan y quiere desembarazarse de eso. A nivel de los stes del goce.

Ningún sujeto se siente, durante mucho tiempo plenamente confortado por su identificación a un ideal. Llega un momento en que eso asfixia.

Logró eso por lo que tanto había luchado y resulta que ahora que lo tiene, ahora que es reconocido como tal, como psicólogo por ejemplo, eso no soluciona los problemas que tenía sino que a lo mejor le crea otros suplementarios. No sabe que hacer, pero ¿No sabe que hacer con qué? Allí surge toda la problemática del deseo, que se moviliza cuando el sujeto sale de la universidad-madre.

Cualquier ste que representa al sujeto retorna sobre él diciéndole: “eres esto”. Ese significante, por mas ideal que sea (hermoso, genio, o cualquier otro), toma forma de mandamiento, de insulto se podría decir. Hay algo insultante en el ste, en cada ste. El sujeto necesita para poder vivir que en alguna parte él no sea eso. Hay algo que resiste a ser significantizado en el sujeto y que las formaciones del Inc. no hacen sino producir. Es decisivo no creerse demasiado los halagos, o los títulos, porque en cualquier momento muestran su otra faz de insulto.

Lo que rescata al sujeto de la identificación ideal es ese objeto, ese efecto de pérdida de identidad en que consiste el producto del trabajo del Inc., el objeto a. Ese objeto asegura al sujeto su existencia en otro lugar, en otro lugar fuera de esos stes que lo mortifican. “Un sujeto que fuera sujeto puramente del ste sería un sujeto muerto”, esta muerto, pero es inmortal al mismo tiempo.

Esa producción del Inc., el a, que viene a funcionar como causa del deseo del sujeto, es lo que detiene el efecto mortificante del ste, lo que hace que el sujeto quiera algo.

De esa manera se alivia de la carga insoportable de sostener ideales en el grado en que lo hace un melancólico, y en cierto sentido, sin renunciar a ellos. Un melancólico rechaza su deseo con tal de no desprenderse de sus identificaciones ideales. Entonces los reproches, por ejemplo, que son el retorno de cierto tipo de objeto a que es la voz, le vuelven desde lo real. Como él no quiere saber nada con el objeto como causa del deseo, le retorna desde lo real.

Estos reproches, esta voz que le retorna de lo real al melancólico, es un objeto a, pero en el cual el sujeto no reconoce la causa de su deseo, él no quiere saber nada con su deseo.

El neurótico tampoco parece querer saber nada con la causa de su deseo, porque le teme. Le teme a su deseo, lo angustia, porque si lo sigue éste lo lleva por vías que implican una pérdida de identidad, una pérdida de referencias simbólicas, de las referencias ideales que trae consigo desde la infancia. Eso no le gusta, prefiere evitarlo, prefiere disfrazar la causa de su deseo en su fantasía.

El fundamento, el motor del acto, causa de la acción del hombre, es ese objeto que causa el deseo. Pero para ponerlo en juego hay que dejar de lado ciertas identificaciones, ciertos “yo soy esto”, porque la experiencia del acto transforma al sujeto en algo que ya no es eso que él creía que era.

¿Cómo disfraza la causa del deseo el neurótico en su fantasear? Escondiéndola en el Otro, al que lo hace portador del objeto oral, anal, la mirada, la voz. Transfiere al Otro de su fantasma la causa del deseo.

 

El objeto a como causa del deseo y como condición de goce:

El objeto a es el núcleo elaborable de los goces. No hay goce que no lo implique de algún modo. El sujeto se excita pensando en tal o cual imagen del fantasma, pero la fuerza libidinal viene de la mirada oculta que organiza la escena. El a en el fantasma es condición de goce, condición necesaria, pero no suficiente. Lo que debe producirse para que haya goce fantasmatico en el estilo de la neurosis es que el objeto a sostenga la presencia del falo. No hay otro falo que el que puede producirse detrás del velo, cuando la mirada se deja engañar. Porque la mirada puede por el contrario, fuera del uso en el fantasma neurótico, hacer valer la castración en lugar del falo.

Ese mismo objeto a es capaz de funcionar, en cambio, como causa del deseo, por su condición de objeto perdido, perdido e irrecuperable, pero presente, no falta. Decir que algo falta es diferente a decir que está perdido, lo que falta es representable, lo que está perdido no. El falo, por mas que falte, por mas que sea objeto del deseo, no es causa del deseo, porque es esencialmente ausencia, una ausencia representable, pero ausencia.

Cuando el objeto se despega de toda representación falica, cuando se quitan los velos, cuando la castración del Otro es una evidencia, el objeto se retira de toda manifestación, de todo fenómeno perceptible, la demanda es llamada a silencio, la voz calla, la mirada se ciega, el deseo surge con toda su fuerza, tanta que a veces fuerza al acto. 
 

En la dinámica efectiva del análisis no tiene mucho sentido hablar de estructuras clínicas. Es mejor hablar de tipos clínicos que se definen por la estructura del síntoma, del síntoma analítico.

Si el análisis funciona, la estructura obsesiva en determinado momento se quiebra y surge eso que Freud llamó el núcleo de histeria que existe en toda neurosis obsesiva. Entonces, ¿Cambia el tipo clínico? En cierto sentido sí. Puede ser que una histérica al poco tiempo del análisis ya no tenga síntomas conversivos. ¿Entonces porqué llamarla histérica? Porque habla en discurso histérico, pero también el obsesivo habla, a partir de cierto momento del análisis, en discurso histérico.

La fijeza del síntoma es mucho mayor de lo que puede parecer. La terapia analítica lleva muchas veces a hacer otra cosa con su síntoma (con su síntoma que no cesa de venir de lo real a pesar del análisis), no deja de ser obsesivo, pero hace algo con su pensamiento, algo distinto de la paja mental con que antes se atormentaba. También hay casos en que el síntoma desaparece, desplazado por la actividad del sujeto, del sujeto destituido. Allí hay un cambio en el tipo clínico.  
 

Seminario 12: problemas cruciales para el psicoanálisis:

Cuales son las condiciones requeridas para que alguien pueda decirse: “yo soy psicoanalista”

Es del psicoanalista del que se espera saber

Lugar del analista: sujeto se caracteriza como siendo del orden de la falta.

El análisis esta para enseñarnos que la astucia está en la razón porque el deseo está determinado por el juego ste, el deseo es lo que surge de la marca del ste sobre el ser viviente y lo que se trata para nosotros de articular es: ¿qué es lo que pueda querer decir las vías que trazamos del retorno del deseo a su origen ste? ¿Qué quiere decir que haya hombres que se llaman psicoanalistas? Es evidente que en ese registro el psicoanalista se introduce en 1º lugar como sujeto supuesto saber, es él mismo quien soporta el estatuto del síntoma. El psicoanalista es llamado al lugar del sujeto supuesto saber.

El síntoma sería necesario definirlo como algo que señala. Como un sujeto que sabe que eso le concierne, pero que no sabe lo que es.

Es de lo real y de su estatuto de lo que se trata en la operación analítica.

En el síntoma hay una indicación del saber al que el síntoma mismo alude, que esa indicación sea o no tenida en cuenta permite distinguir entre la clínica Freudiana y todas las demás. Es evidente, de distintas maneras en cada uno de los tipos clínicos. En la neurosis porque lo inc. Que se expresa transpuesto, desfigurado, deformado en el síntoma o en otras formaciones del inc. Tiende a organizarse como un saber a partir de la presencia de alguien que escucha.

¿Dónde ubicar ese saber? ¿En el Inc.? ¿En el clínico? Es una experiencia común para quienes han pasado por un análisis, que las raíces inc. Del síntoma condescienden a manifestarse con menos rodeos en la medida en que media una suposición de saber en quien escucha.

El analista debe estar advertido de esto, que sepa manejar los resortes que mueven ese saber.

Un lapsus, un ste de esos que se repiten ya a lo largo de una primera entrevista, muestran muchas veces muy rápidamente, por la insistencia repetitiva misma, que hay un goce al que el sujeto ha quedado fijado y que inmoviliza su deseo. Esos stes que se repiten pueden ser entendidos por el clínico como manifestaciones de algo que incita al sujeto a gozar.

¿Qué puede querer decir saber en ese contexto? Un saber es lo que Freud llama Complejo inconciente, es decir, una articulación de stes. Que encierra a clave de un goce afectado por la represión. El saber, en psicoanálisis, es una articulación de stes que funciona como medio de producción de goce.

El síntoma, dice Lacan, es el modo peculiar a cada sujeto de gozar del inc.

El ste del síntoma, el ste que se repite, busca hacerse reconocer a nivel del que escucha. Es eso lo que en primera instancia encarna el clínico: el Otro que por escuchar debe recibir ese saber, debe incluso transformarse en la sede de ese saber.

¿No les parece sorprendente el hecho de la Transf. pensado en términos de saber? ¿No les parece curioso que el saber Inc. pueda suponerse en el analista?

El psicoanálisis cambia el estatuto del síntoma, que pasa a ser claramente un síntoma “para”, para el analista, aliviando su incidencia sobre el cuerpo. El analista queda incluido en la estructura del síntoma.

Hay un trabajo que se hace en el primer tiempo de un análisis, un trabajo de formalización del síntoma que implica su articulación con el Otro.

En el caso de una neurosis, se trata de un síntoma que ya en las entrevistas deja entrever una estructura de sustitución, presenta un ste que sustituye a otros según la forma de la metáfora, y es ese ste el que comanda cierto goce para el sujeto, cierto goce que es ya una interpretación sicoanalítica del sufrimiento del síntoma. Con el neurótico, suele suceder, que nos quedamos en la suposición. Podemos suponer en efecto que tal síntoma que tiene el paciente es un síntoma de análisis pero nada de lo que sucede después nos lo verifica.

Es muy común que lo que parece un síntoma analizable no tenga nada que ver con el orden causal del psicoanálisis. (ejemplo del paciente que temía tener sida, y luego tiene sida y no fue mas a la terapia).

Otra eventualidad en la que algo que parece un síntoma neurótico no es verificado como tal por el análisis, es cuando el sujeto no reconoce a su síntoma como tal, atribuyéndolo a su carácter, a la herencia, a una causa

Orgánica  o la mala suerte. De ninguna manera cree que eso pueda ser un síntoma, con el que él tenga algo que ver como sujeto del deseo. 
 

Fases del síntoma analítico: 
 

Se puede definir como momento 0 (cero) del síntoma, el de la represión bien constituida. 
 

  1. Primer momento: momento en el cual el sujeto no lo reconoce como tal. Se caracteriza por la egosintonía (Freud), el sujeto no reconoce al síntoma como sufrimiento, no advierte que padece de el porque obtiene de el un doble beneficio porque hay acomodación del yo al síntoma.
  2. Segundo momento: sucede en las entrevistas preliminares, el sujeto advierte algo que es nuevo para él, que eso que a él le pasa es un síntoma en el que tiene algo que ver él como sujeto del deseo. Aunque lo entrevea muy difusamente, la angustia surge en ese momento, delatando una vacilación fantasmatica. Eso angustia y deja entrever cierta causa de la cual el síntoma es el resultado que tiene una relación estrecha con lo mas real del síntoma, el goce sexual. Aca surge algo que tiene más que ver con un real inmiscuido en el síntoma y que revela que el síntoma puede ser una “cobertura” “envoltura” formal del goce, pero todavía no es un síntoma en sentido analítico.
  3. Tercer momento: reconocido el síntoma como algo causado por una cierta relación con el goce, hace falta que el sujeto quiera desembarazarse de eso, que quiera hacer otra cosa con eso que padecerlo y para eso entonces lo incluya en una demanda dirigida al analista, un pedido de ser liberado de ese malestar, en este momento se puede decir que es un síntoma de análisis.
 
 
 

Del fantasma al acto: El neurótico depende de la demanda para sostener su deseo, está en dependencia de que estos dos usos de la demanda se mantengan diferenciados, si estos dos usos de la demanda se juntan lo que se produce es un achatamiento del espacio del deseo. Ernest Jones decía que hay algo que teme mas el neurótico que su castración, es el desvanecimiento del deseo.

El acto es del orden de   “¡quiero esto!”.

  1. La transferencia como obstáculo (Conf. 27)
  2. La transferencia como motor
 
 
  1. Es provocado por la situación analítica.
  2. Queda intensificado por la resistencia dominante en tal situación.
  3. Es menos prudente, más indiferente a sus consecuencias y mas ciego en la estimación de la persona amada que otro cualquier enamoramiento normal.
 
 

Nuevos caminos- Inhibición síntoma y angustia – neurosis obsesiva –leer de resumen cuaderno.  
 

Efectos didácticos y terapéuticos del psicoa en el apunte  
 

La practica del psicoa en el hospital en apunte.  
 

Los caminos de formación del síntoma: (Freud Conf. 23)

De los sintomas neuróticos, sabemos que son efecto de un conflicto surgido en derredor de un nuevo modo de satisfacción de la libido. El síntoma es el resultado de una formación de compromiso entre dos fuerzas en conflicto, una de las dos fuerzas es la libido insatisfecha, alejada de la realidad y obligada a buscar nuevos modos de satisfacción. Entonces la formación de compromiso (síntoma) es entre las representaciones reprimidas y las representaciones represoras. La libido si sigue insatisfecha recurrirá en último término a la regresión y buscará su satisfacción en organizaciones anteriores y en objetos abandonados en el curso de su desarrollo. Lo que atrae a la libido por los caminos de la regresión son las fijaciones que fue dejando en sus diversos estadios evolutivos. Cuando las regresiones no despiertan ninguna oposición por parte del yo, no aparece la neurosis y la libido logra una satisfacción. Si la regresión no produce contradicción en el yo, no hay síntoma, por lo tanto no hay neurosis. La libido obtiene una satisfacción real, aunque anormal (PERVERSIÓN) La neurosis se produce cuando esta regresión genera conflicto en el yo. Cuando el yo no acepta estas regresiones, surge el conflicto. La libido encuentra cerrado el camino y se ve obligada a buscar otro camino  conforme a las exigencias del principio de placer. Deberá separarse del yo, y lo conseguirá apoyándose en las fijaciones que fue dejando a lo largo del camino de su desarrollo y contra las que el yo hubo de protegerse por medio de represiones.

Neurosis:

  1. Frustración de la satisfacción de la libido
  2. Regresión hacia los puntos de fijación de la libido (hasta aquí perversión)
  3. Contradicción con el yo: síntoma
 
 
  1. La disposición hereditaria
  2. La disposición adquirida en la 1º infancia.
 
 
  1. Predisposición, por fijación libidinal dada por:
  1. Constitución sexual o disposición heredada (vivencias tempranas)
  1. Predisposición adquirida en la 1º infancia o vivenciar infantil (seducción)
  1. Fantasías primordiales:
 
 
  1. amenaza de castración
  2. Observación del coito
  3. Seducción
 
 

El fantasma participa del orden imaginario, pero sólo adquiere su función en la economía por su función ste.

¿Qué es un fantasma Inc.?

Es la latencia de algo que es totalmente concebible como cadena ste. Hay en el Inc. cadenas stes que subsisten en cuanto tales, que desde ahí estructuran, actúan sobre el organismo, influyen en lo que surge en el exterior como síntoma.

El fantasma es un imaginario capturado en una determinada función ste.

Cuando vemos a un obsesivo en bruto o en estado de naturaleza, vemos a alguien que nos habla ante todo de toda clase de impedimentos, de inhibiciones, de obstáculos, de temores, de dudas, de prohibiciones. Sabemos de entrada que no será en ese momento cuando nos hable de su vida fantasmatica, sino gracias a nuestras intervenciones terapéuticas o sus tentativas autónomas de solución, de salida, de elaboración de su dificultad propiamente obsesiva. Entonces nos confiará la invasión de su vida psíquica por fantasmas.

El obsesivo siempre está  pidiendo permiso. Pedir permiso es tener como sujeto una determinada relación con la propia demanda de uno. La negativa y el permiso se implican.

Hay retorno a una de las etapas imaginarias de la infancia.

Lo que vemos es que durante la regresión, el sujeto articula su demanda actual en el análisis en términos que nos permiten reconocer una determinada relación respectivamente oral, anal, genital, con cierto objeto.

Cuando en el Inc. el sujeto articula su demanda en términos orales, articula su deseo en términos de absorción, se encuentra en una determinada relación, en una articulación ste virtual que es la del inc. Esto nos permitirá calificar de fijación en determinado algo que se presentará en un momento de la exploración analítica con su valor particular y podremos considerar interesante hacer regresar al sujeto a ese estadio para que pueda elucidarse algo esencial sobre el modo en que se presenta su organización subjetiva.

Interesa, porque en ese momento de su demanda fue cuando para él se plantearon los problemas de sus relaciones con el Otro, que luego resultaron determinantes para el establecimiento de su deseo.

Todo lo que obedece a la demanda en lo que ha vivido el sujeto es cosa pasada, de una vez para siempre. Las satisfacciones, las compensaciones que podamos darle nunca serán más que simbólicas y dárselas puede considerarse incluso un error, si no es imposible. Creo que es un error de orientación del análisis, porque deja sin verificar las cuentas, al final del análisis, de las relaciones con el Otro. 
 

El obsesivo resuelve la cuestión de la evanescencia de su deseo produciendo un deseo prohibido. Se lo hace sostener al Otro, precisamente mediante la prohibición del Otro.

Esta forma de hacerle sostener el propio deseo al Otro es ambigua, porque un deseo prohibido no quiere decir un deseo extinguido. La prohibición esta ahí para sostener el deseo, pero para que se sostenga ha de presentarse.

La agresividad del obsesivo, toda emergencia de su deseo sería para él ocasión de aquella proyección o de aquel temor de venganza que inhibiría todas sus manifestaciones.

Toda tentativa de reducir el deseo a algo cuya satisfacción se demanda tropieza con una contradicción interna.

La ilusión, el propio fantasma que está  al alcance del obsesivo es que a fin de cuentas el Otro consienta su deseo.

Los procedimientos que encuentra por sí mismo el obsesivo, en los que busca la solución del problema de su deseo, son mas adecuados, porque al menos este problema se lee en ellos de una forma clara.

Entre las formas de solución, las hay por ejemplo que se sitúan en el plano de una relación efectiva con el otro. La forma en que el obsesivo se comporta con su semejante, cuando todavía es capaz de hacerlo, cuando no está sumergido por sus síntomas, es en si misma suficientemente indicativa.

Efecto del superyó: se infligen toda clase de tareas duras, agotadoras, y por otra parte lo consiguen, tanto mas fácilmente cuanto que es lo que desean hacer y lo consiguen muy muy brillantemente y por eso tendrían todo el derecho a unas pequeñas vacaciones. En el obsesivo, el trabajo es algo muy eficaz, está hecho para liberar el tiempo de partir a toda vela,

La hazaña: el sujeto domina, doma, incluso domestica una angustia fundamental.

Lo que el obsesivo quiere mantener ante todo, aunque no lo parezca, aparentando pretender otra cosa, es este Otro en el que las cosas se articulan en términos de ste.

Su objetivo esencial es el mantenimiento del Otro. 
 

Función y campo de la palabra y del lenguaje: palabra vacía y palabra plena 
 

La palabra del paciente, toda palabra llama a una respuesta. No hay palabra sin respuesta, incluso si no encuentra mas que el silencio, con tal de que tenga un oyente, y  éste es el meollo de su función en el análisis.

La palabra vacía muestra que es mucho mas frustrante que el silencio.

Lacan llamará al psicoanalista, practicante de la función simbólica, cuyas fuentes subjetivas se encuentran en una connotación vocálica de la presencia y de la ausencia.

  Este practicante es el que vuelve a traer la experiencia psicoanalítica a la palabra y al lenguaje para lograr una eficacia en la interpretación.   Se tratará  de restituir a la palabra su pleno valor de evocación pues la función del lenguaje no es informar, sino evocar. La acción analítica no tiene otro fin que el advenimiento de una palabra verdadera y la realización por el sujeto de su historia en su relación con el futuro. Distingue también el registro del yo del registro del sujeto afirmando que no hay que confundir al yo del sujeto con la presencia que nos habla para distinguir, entonces, la palabra plena de la palabra vacía. En la medida en que el yo está también formado de palabras es necesario saber por quién y para quién el sujeto plantea su pregunta. “El arte del analista debe ser el de suspender las certidumbres del sujeto hasta que se consuman sus últimos espejismos. Y es en el discurso donde debe escandirse su resolución”.

La posición subjetiva del ser depende de una pregunta que la estructura. El orden de la pregunta pertenece al eje simbólico pero se encarna en el eje imaginario. Como dijimos al principio de nuestro texto, esa pregunta para la histeria será ¿soy hombre o mujer? dirigida a la otra mujer; para la obsesión será ¿estoy vivo o muerto? arrastrando “en la jaula de su narcisismo los objetos en que su pregunta repercute, en la coartada multiplicada de figuras mortales”.  
 
Hay que recordar que la neurosis obsesiva es una enfermedad moral donde el sujeto se reprocha su cobardía y tiene ideas mortificantes de culpa y deuda. Para poder ayudar a un obsesivo a salir de las aporías de su fantasma se necesita saber cuál es la problemática ética que está en juego en el deseo como imposible.

En la histeria la división del sujeto está más acentuada en su falta en ser o alienación al deseo del Otro. En la obsesión el sujeto puede llegar a resignar todo contacto con el otro en un aislamiento absoluto para defenderse del deseo, sumido en sus rumiaciones y denegando la división subjetiva que produce el inconsciente. Esto puede manifestarse en formaciones reactivas, como por ejemplo, frente a un impulso asesino la contrapartida de una exagerada compasión por los seres vivos.

En cuanto a la subjetivación forzada de la deuda o trance obsesivo, se hace necesario ubicarla en el orden simbólico porque allí está en juego el deseo y la ley, lo prohibido y lo permitido, el goce y su legitimación. La deuda simbólica, de la que el sujeto es responsable como sujeto de la palabra, es una hiancia imposible de colmar y sus efectos se observan en la subjetivación forzada con síntomas, inhibiciones y angustia. El deseo aparece como deseo ilegítimo o deseo de contrabando. 
En el campo del Otro cada sujeto formula una reivindicación de su derecho al goce vinculada a la deuda. Lacan llegará a ubicar la posición masculina como cuenta deudora: tiene derecho al falo pero no sin contraer una deuda; y la posición femenina como de reivindicación fálica o de crédito impugnado.

El problema del goce tanto en la neurosis como en la perversión tiene dos ejes: el fálico y el pulsional. En la psicosis, por la forclusión del falo, el goce se hace presente como goce del Otro. En la histeria y en la obsesión la reivindicación del derecho al goce se sitúa con relación al falo porque es el significante del goce.

Lacan extrae de Hegel la fórmula del deseo como deseo del Otro. El deseo no es deseo de un objeto natural sino de reconocimiento. El sujeto trasciende del nivel animal al nivel humano como deseo, como falta y lo que falta es el reconocimiento del otro deseante. La duda y la procastinación, dos rasgos de carácter del obsesivo presentes en su fantasma imaginario, son explicados como consecuencia de la servidumbre del obsesivo al amo, colocándose a la vez como amo virtual, y de la dimensión de la espera de la muerte del Otro, único límite al goce que encuentra como defensa. Esta espera, ese suspenso, esa dificultad de elegir, la duda entre algo y su contrario son inherentes a la obsesión.

El analista, con un buen manejo de las sesiones breves, puede correr al obsesivo del trabajo forzado que se propone por sus resistencias, introduciendo así una mediación con la muerte.  
 
Tanto en la neurosis histérica como en la obsesión el fantasma es una respuesta. En la histeria con relación al sexo y en la obsesión con relación a la existencia; de aquí que se pueda pensar con relación al engaño fantasmático que en la histeria se intenta engañar al deseo y en la obsesión se intenta engañar a la muerte. 
 
El analista deberá operar para no quedar enredado en la retórica de estos síntomas, con la finalidad de devolver al sujeto la responsabilidad sobre su goce: cuando no anda y cuando vuelve a andar
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