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Resumen Para 1er Parcial: Weber, Platon, Aristoteles, Maquiavelo, Hobbes, Locke, Rousseau  |  Teoría del Estado (Sanguinetti - Negro - 2009)  |  Derecho  |  UBA
El poder: Los tipos de dominación (Max Weber)

Su enfoque no radicó en cómo se instala el poder o bajo qué medios, sino que su estudio intentó contestar por qué el pueblo obedece al poder, por qué nos sometemos y aceptamos ser dominados.

Para Weber, la política está directamente relacionada con el Estado, ya que es el esfuerzo por controlar el poder estatal. Según el sociólogo, siempre existieron los Estados, en tanto históricamente siempre se dieron relaciones de poder y dominación.

El poder es la capacidad de que el otro haga lo que uno quiere, es lograr imponerse ante los demás. En cambio, en la dominación no existe una imposición, ya que hay un consentimiento y una aceptación obediente.

Si bien el Estado tiene el monopolio de la fuerza, lo que Weber intenta demostrar, es que no es exitoso simplemente por lograr imponer su poder. Necesita lograr que las personas acepten ser dominadas, que el pueblo consienta en ello.

Así, Weber propuso 3 modelos ideales de dominación:

  1. Carismático : Asociado a un líder. La gente confía emocionalmente en sus cualidades, por lo que deciden seguirlo. Es un tipo de dominación inestable, ya que si ese líder muere o traiciona las expectativas del pueblo, se derrumba.
  2. Tradicional : Es un tipo de dominación que no se cuestiona, ya que la tradición, la costumbre y la historia hacen que uno obedezca el poder vigente. Es un modelo estable (ejemplo, el feudalismo).
  3. Racional-Legal: Este tipo de dominación no se funda ni en las costumbres, ni en el carisma de un líder, sino en la validez de lo establecido legalmente. Las órdenes son impersonales y objetivas, ya que lo que se exalta es el poder de la ley, sin importar quién o bajo qué sistema se promulguen.


Platón

Platón nació en el seno de una familia aristocrática, por lo que desde pequeño estuvo
muy cerca del mundo político. Por lo tanto, todo su pensamiento está claramente trazado por el sector social al cual pertenecía.
En la Grecia antigua, se creía que “la Areté” (es decir, la virtud) era el eje de la educación del joven griego para convertirse en un hombre. Su significado, incluye conceptos como los de magnanimidad, templanza, y justicia. Está directamente relacionado con las condiciones que el alma ha desarrollado para vivir con “lo bueno”, “lo justo”.
Si bien la posesión de la areté estaba mayormente restringida a los varones de la nobleza, Platón creía que esta no era suficiente para poder gobernar: era necesario también amar a la sabiduría.
Platón era un idealista, ya que toda su doctrina ética se basaba en delinear cómo tendría que ser el mundo para llegar a ser perfecto.
En el texto de Platón extraído de la obra La República, nos encontramos con el famoso mito de la caverna en donde se relata la historia de unos individuos que después de pasar toda su existencia en una caverna atados de pies y manos, sin ver nada más que unas sombras, son llevados a la luz.
En este texto nos encontramos con una metáfora que se refiere a la distancia entre la ignorancia y la sabiduría, en la que se da paso a un ser que ha vivido desde siempre en un mundo donde no podía avanzar más, donde no podía conocer más, porque estaba literalmente atado de pies y manos, entendido esto no en el plano físico, sino en el plano psíquico e intelectual. En el momento en que dicho ser avanza hacia el conocimiento y la sabiduría se encuentra en un lugar inconcebible anteriormente en el que no había pensado nunca, ni siquiera imaginado. Este mundo “de las ideas” da paso al desarrollo del verdadero ser.
El conocimiento hace que la razón se involucre, y la razón nos conduce hacia la verdad que es la esencia del bien. Aquellos que llegan a la razón y a la verdad, son los filósofos. El buen gobernante, por ende, es aquél que ha encontrado la sabiduría.
Para Platón, la mejor Polis es aquella en que todos los habitantes han alcanzado la felicidad. Para ello, tienen que hacer lo que mejor realizan, de acuerdo a sus dotes naturales.
Se pueden ver en el énfasis puesto en la disciplina y dominio del cuerpo mediante la gimnasia, una de las actividades principales, y la lucha, pero una formación acabada incluía también las artes de la oratoria, la música y —eventualmente— la filosofía.
Los logros de la educación nos llevan a la contemplación del Bien. Los hombres así educados serán los adecuados para el régimen político deseado por Platón. La nueva polis precisa que esos hombres salgan del mundo de las sombras en el que están inmersos al mundo de la luz. Si el individuo está preparado para ello por una educación armónica, podrá ser también ciudadano del régimen no corrompido y que supere los defectos de los estados actuales.
La ciudad platónica necesita un gobernante perfecto y armonioso, que haya sido formado e instruido desde su niñez en los principios didácticos de la República. Los fundamentos del Estado platónico se revelan en su estructura. Corresponden a su teoría del alma tripartita, las tres partes en que se divide el cuerpo de los ciudadanos: la prudencia del alma corresponde a los magistrados educados en filosofía, la del valor engloba la parte guerrera de los ciudadanos, y la templanza refiere a los campesinos y mercaderes. La Sofocracia es una aristocracia del intelecto:

Se concibe la justicia como una relación de las clases del Estado y se compara con la relación que existe entre las partes del alma en el compuesto individual. El Estado justo es aquel que reúne estas 3 virtudes.

Platón cree que las mejores formas de gobierno son la Monarquía y la Aristocracia, ya que el resto de las formas de gobierno terminan degenerándose.
La timocracia, por ejemplo, es el gobierno de aquellos guerreros que cuando alcanzan la victoria buscan insaciablemente el honor. Quieren que se reconozca su grandeza, y este será su único motor. Tarde o temprano se buscará sacar a los guerreros del poder, y dará lugar a una oligarquía.
La oligarquía es el gobierno de los ricos para los ricos, cuyo poder se basa en la riqueza y sólo tiene en vista su propio bien. En este tipo de gobierno, los ciudadanos pobres se encuentran oprimidos, ya que los dirigentes sólo buscan satisfacer sus propias ambiciones, sin pensar en el bien de todos. Si los pobres logran tomar el poder, se estará en presencia de una democracia.
La democracia es el gobierno de los pobres para los pobres, y representa para Platón el régimen de gobierno de la multitud, la libertad absoluta, un régimen sin ley, y principalmente sin autoridad reconocida y sin organización social. Este sistema no puede responder a sus exigencias, ya que la multitud es incapaz de adquirir y de poseer la ciencia política. Este tipo de régimen, desemboca generalmente en una tiranía.
El tirano gobierna en su solo interés, y sin tener para nada en cuenta los intereses de las personas que valen tanto o más que él. Por lo tanto, no puede ser jamás incluido dentro de las formas deseables de gobierno.

Para Platón, lo único que puede resguardar a la ciudad de estas formas de gobierno es LA LEY, es decir, la racionalización de la vida cotidiana. Aún en la sofocracia, la ley es el instrumento del rey filósofo para regular de manera buena y justa los hechos que ocurran en la polis. La ley está directamente relacionada con la moralidad imperante, y es un resguardo contra las pulsiones de cada uno. La ley es una manifestación artificial de la justicia, e implica que la sociedad esté sometida al Estado.

Aristóteles

Aristóteles es uno de los más grandes filósofos de la antigüedad, de la historia de la filosofía occidental y el autor enciclopédico más portentoso que haya dado la humanidad.
Planteaba que el Estado es algo que se da de forma natural, ya que el hombre tiende a asociarse naturalmente debido a que su propia esencia lo conduce a ello. El hombre es un animal político, un “zoon politicon”. El Estado surge a partir de la asociación de varias familias, que conforman aldeas y luego crecen hasta llegar a la forma más grande de agrupación.
El hombre, divide su ámbito en 2 partes: el ámbito privado (es decir, el oikos) y el ámbito público (es decir, la polis).
El oikos es el ámbito en el cual se desarrollan relaciones de desigualdad. Fue la unidad básica de la sociedad en la mayoría de las ciudades-estado, e incluía a la cabeza del oikos (el varón de mayor edad), su familia extendida (esposa y niños), y esclavos que vivían juntos en un marco doméstico. También incluye a sus bienes y propiedades.
La autoridad sobre el esclavo es total, ya que este no tiene voluntad ni opone resistencia. Según Aristóteles, son esclavos aquellos que naturalmente han sido dotados para ello, debido a sus características físicas e intelectuales. Su alma está ligada a la obediencia y al respeto de la autoridad. Como carece de voluntad y creatividad, es una propiedad viviente de su amo.
La obediencia y la voluntad de la esposa son de sometimiento, así como la de los hijos es incompleta, y que dependen de lo que su padre cree mejor para ellos.
Se ha visto que en todas las relaciones hay una fuerte autoridad que pone al amo sobre el resto de los integrantes del ámbito privado. En el oikos se sacian las necesidades básicas (comer, vestirse, reproducirse, etc.) y las relaciones son de desigualdad; es también el ámbito de las privaciones.
Para salir del marco privado, debo tener todas las necesidades ligadas al Oikos satisfechas y equilibradas. La POLIS (ámbito político) es el entorno de la libertad y de la igualdad. Soy libre y soy igual, porque lo que rige es la ley, y no la voluntad de un hombre por sobre el resto. Implica separarse de las necesidades de uno y no someterse a nadie mas que a la ley misma, que en definitiva la crean los propios ciudadanos.
Son todos iguales, ya que tienen las mismas condiciones respecto a la ley.
Para el bien de la Polis, se requieren ciudadanos virtuosos en lo público. Para que una ciudad sea feliz, el hombre debe pensar en el bien común y debe ser un civista y educarse en ello: una persona participativa y preocupada por su polis.
Es considerado ciudadano todo hombre mayor a 21 años, que sea hijo de madre y padre ateniense. Puede participar de todas las magistraturas, ya que a sus cargos se acceden por sorteo; no son vitalicios.
La ley máxima de la polis es la constitución, que es la forma de gobierno que adopta esa ciudad-estado. Para Aristóteles, la ley mas justa es aquella que ha sido creada para perdurar en el tiempo, lo cual no implica que no pueda ser adecuada al momento histórico, pero en su génesis debe ser pensada para el futuro. En tal sentido, tanto las leyes como la Constitución que las compone serán eficientes.
Aristóteles crea una tipología de las formas de gobierno. Para ello, usa 2 criterios: ¿Cuántos gobiernan? (Criterio cuantitativo) y ¿Para quién/es gobierna/n? (Criterio cualitativo).

Monarquía Aristocracia Politeia
¿Cuántos gobiernan? 1 Pocos, “los mejores” Muchos, los ciudadanos
¿Para quién/es gobierna/n? Para todos Para todos Para todos

Estas formas de gobierno son buenas y puras, porque aunque difieran en su criterio cuantitativo, buscan el bien de todos en el criterio cualitativo.
Es necesario también conocer la forma impura de las anteriores, ya que para llegar a mejores formas de gobierno es necesario degenerar la anterior. Aristóteles las delinea usando los mismos criterios que con las formas puras de gobierno:

Tiranía Oligarquía Democracia
¿Cuántos gobiernan? 1 Pocos, ricos Muchos, pobres
¿Para quién/es gobierna/n? Para sus propios intereses ilimitados. Gobiernan los ricos para los ricos. Prevalecen los intereses de un solo sector. Gobiernan los pobres para los pobres. Prevalecen los intereses de un solo sector.

Para Aristóteles, la forma de gobierno que reúne los mejores criterios cualitativos y cuantitativos, es la Politeia, porque implica la participación armónica de todos los ciudadanos. Según el filósofo, la clase media es la parte mas moderada de la ciudad, y por lo tanto, el gobierno debe recaer en ellos. Si se suscita una discusión entre ricos y pobres, tendrán la visión más imparcial, lo cual generará armonía y estabilidad.
Sin embargo, la Politeia debe reunir elementos de los demás modelos:
1) La cabeza de un monarca que gobierne.
2) Una asamblea de “los mejores” que legislen
3) El conjunto de ciudadanos que juzguen. El pueblo es inapelable, porque es quien juzga sobre sus propios asuntos.
La República podrá tener dos inclinaciones: Aristocrática o Democrática. La mejor de ambas es la democrática, ya que es la que se acerca más a la Politeia porque incluye la participación de las clases medias.
Las razones principales por las cuales las formas de gobierno varían y surgen las revoluciones, puede deberse a cualquiera de estos 2 motivos: el exceso de igualdad, o el exceso de desigualdad.

La demagogia ha nacido casi siempre del empeño de hacer absoluta y general una igualdad. Si bien todos son igualmente libres, se ha creído que debían serlo de una manera absoluta. La oligarquía ha nacido del empeño de hacer absoluta y general una desigualdad. Si bien los hombres son desiguales en fortuna, han supuesto que deben serlo en todas las demás cosas y sin limitación alguna.
Los unos, firmes en esta igualdad, han querido que el poder político con todas sus atribuciones fuera repartido por igual; los otros, apoyados en esta desigualdad, sólo han pensado en aumentar sus privilegios, porque esto equivalía a aumentar la desigualdad. Todos los sistemas, bien que justos en el fondo, son, sin embargo radicalmente falsos en la práctica. Y así los unos como los otros, tan pronto como no han obtenido todo lo falsamente creen merecer, apelan a la revolución.
Del exceso de igualdad y desigualdad pueden surgir otros motivos que llevan a la revolución. El ansia de riquezas y de honores, puede encender la discordia, aunque no se pretenda adquirir para sí semejantes riquezas ni honores, y se haga tan sólo por la indignación que causa ver estas cosas justa o injustamente en manos de otro. A estas dos primeras causas puede unirse el insulto, el miedo, la superioridad, el desprecio, el acrecentamiento desproporcionado de algunas parcialidades de la ciudad. También se puede, bajo otro punto de vista, contar como causas de revoluciones las cábalas, la negligencia, las causas imperceptibles, y finalmente, la diversidad de origen.

El medioevo

Es el período histórico de la Civilización Occidental comprendido entre el siglo V y el XV. Su comienzo se sitúa tradicionalmente con la caída del Imperio Romano de Occidente y su fin en 1492 con el descubrimiento de América.
Actualmente los historiadores del periodo prefieren matizar esta ruptura entre Antigüedad y Edad Media debido a los siguientes cambios: en lo económico, para la sustitución del modo de producción esclavista por el modo de producción feudal; en lo social, para la desaparición del concepto de ciudadanía romana y la definición de las relaciones de vasallaje, en lo político para la descomposición de las estructuras centralizadas del Imperio romano que dio paso a una dispersión del poder; y en lo ideológico y cultural para la absorción y sustitución de la cultura clásica por el geocentrismo cristiano o islámico.
Suele dividirse en dos grandes períodos: Alta Edad Media (siglo V a siglo X) y Baja Edad Media (siglo XI a siglo XV).
La Edad Media realizó una curiosa combinación entre la diversidad y la unidad. La diversidad fue el nacimiento de las incipientes naciones con gobiernos propios. La unidad, procedía de la religión cristiana, que se impuso en todas partes. Dios era la explicación del mundo y del hombre, que tenía su representación en la tierra mediante el Papa y la Iglesia.
Las relaciones feudales se daban a través del “enfeudamiento”. El rey entregaba un latifundio a una persona para que sea explotado con todos sus habitantes dentro. El rey recibía un tributo, y el resto de la producción quedaba a disposición del Señor Feudal. El medio de producción del medioevo estaba ligado a la tierra, y las relaciones que se daban en la sociedad eran esencialmente de vasallaje. En este escenario, se producía una cadena de relaciones de servidumbre: Dios, el Papa, la Iglesia, el Rey, el Sr. Feudal y por último el campesinado.
La revolución política moderna y la emergencia de los derechos individuales naturales, fue el resultado del desmoronamiento de lo medieval.

Dicho proceso está dotado de una serie de transformaciones ocurridas en los siglos XVI y XVII en que convergen el nacimiento y expansión de la burguesía, la consolidación de los estados nacionales, la disputa en torno a la soberanía y desde el punto de vista del saber: la matematización de las ciencias, la idea del progreso indefinido del conocimiento y de que sólo es válido aquello que puede ser justificado por la razón.

Al mismo tiempo se produce una mutación en la representación del hombre y la sociedad, y a la vez, un extrañamiento de la idea de la política entendida desde los griegos como parte de la filosofía práctica.

El hombre es esencialmente un ser político en el sentido de que para la realización de su naturaleza depende de la ciudad. La vida política es en el pensamiento griego el ámbito de la libertad y aquella a partir de la cual el hombre recibe su humanidad.

Durante la Edad Media, el rey cumple una doble función representativa: posee autoridad secular absoluta sobre sus súbditos, pero también tiene la posibilidad de velar por su bienestar; y a la vez, como gobernante consagrado ante Di’s, de quien deriva su legitimidad, está ligado a la ley divina.

Con el advenimiento de la modernidad se instituye la sociedad y a la vez los individuos dotados por su condición de hombres de un conjunto de derechos innatos. El derecho natural se emancipa de la teología con lo cual surge el problema de su validación.

La aparición de una esfera social, constituida por individuos autónomos, libres e iguales y portadores de derechos, constituye una nueva significación imaginaria que se desarrolla durante la modernidad.

Maquiavelo

Su postura es “realista”, ya que se aleja de las concepciones ideales, y muestra la realidad tal cual es. Exalta el gobierno Republicano.

Es Italiano, y como tal, entiende que su país estaba en desventaja respecto al resto ya que seguía siendo un mosaico de ducados, principados y repúblicas. En ese contexto, escribió “el príncipe”: un manual de relaciones políticas que tiene como objetivo la unificación de su país.

Detecta que hay 2 fuerzas esenciales que determinan la política:
“Virtú”: Es la capacidad del político para aprovechar las circunstancias oportunamente, leyendo la historia y midiendo los tiempos, eligiendo el momento adecuado para la acción política utilizando todas las herramientas a su alcance. El virtuoso es el político que logra alcanzar sus objetivos mediante la fuerza y la astucia. Es virtud saber utilizar la fuerza y la violencia, pero también el engaño y la traición cuando estos resultan útiles. Es una cualidad subjetiva e interna.

“Fortuna”: Es la suerte, el azar, el conjunto de elementos que los hombres no pueden controlar ni entender, y que sin embargo son determinantes para sus empresas. Es una cualidad objetiva y exterior.

La virtú y la fortuna operan en conjunto: es virtuoso aquel que es capaz de actuar cuando la fortuna está de su lado, y también el que es capaz de generar las condiciones para que la fortuna lo acompañe. El arte de la política depende de ambas cuestiones.

Por otro lado, su postura siempre parte de una visión antropológica negativa. Califica al hombre de “ingrato, cambiante, simulador y disimulador, cobarde frente al peligro, ávido de ganancia”. Es por ello que la política es tan relevante: se hace necesaria a partir de un estado de guerra latente, porque entre ellos hay relaciones de poder que generan tensiones. El hombre es un ser peligroso y ávido de poder, y en consecuencia, todo el análisis de Maquiavelo va a estar construido sobre ese supuesto.

El poder, que se halla en el Estado, es la capacidad de aplacar los conflictos entre los hombres. La única finalidad que debe tener es mantenerse, perpetuarse en el tiempo. Para Maquiavelo, la política es dominación, porque es lo único que puede traer la armonía, sin importar los medios que utilice. Por este motivo, la excluye de cuestiones morales, y la separa de cualquier otro tipo de esfera (sobre todo, la religiosa).

El político busca el poder, y en pos de ese objetivo, todas las acciones son válidas. El “ser bueno moralmente” resulta incompatible con el “ser bueno políticamente”, porque el primero se priva de una serie de herramientas que lo dejan en inferioridad de condiciones.
Cuando el príncipe llega al poder debe utilizar su fuerza de una sola vez y toda junta para librarse de quienes se opongan a sus ideas. Deben establecerse reglas claras a seguir, que serán acatadas por el temor. Usar la violencia constantemente es una arbitrariedad, y trae odio en la sociedad, lo cual no es bueno.

El príncipe debería buscar ser amado y temido a la vez, pero como resulta difícil combinar ambas cosas, es mucho más seguro ser temido que amado. Esto se debe a que los hombres vacilan menos en atacar a un hombre que se hace amar, porque el amor se mantiene bajo un vínculo de obligación que los hombres rompen cuando resulta conveniente. En cambio, el miedo se mantiene por temor al castigo, que nunca lo abandona.
El temor debe infundarse mediante el ejército, que debe ser propio. Los ejércitos mercenarios no son buenos porque se venden al mejor postor, ni tampoco del ejército prestado porque siempre responderán a su dueño.
El príncipe debe mostrarse austero, y gastar solo lo necesario, porque sino el pueblo creería que los tributos se usan para los lujos personales del príncipe. El gobernante nunca debe inmiscuirse en la propiedad ni la mujer de sus súbditos.

Por otro lado, el príncipe debe imitar al zorro y al león, “porque el león no se defiende de las trampas, ni el zorro de los lobos”. Es necesaria la astucia del zorro, y la fuerza del león: es la combinación perfecta para ser un gran político.

Sin embargo, Maquiavelo considera que el político tiene un objetivo último de beneficiar a todos. Por lo tanto, la utilización de herramientas contrarias a lo aceptable desde el punto de vista moral, se justifica por la búsqueda de un bien de orden superior.

En este caso, su objetivo primordial es crear una República, un Estado, y entiende que es necesario imponer el poder para lograrlo. Para el autor, el conflicto es permanente, y la forma de aplacarlo es la imposición del temor. La violencia es el camino directo para la imposición del temor, y debe ejercerse toda junta al principio de un nuevo gobierno, para generar el clima de respeto que le garantizará al político perpetuarse.

La política y los hombres

Maquiavelo realiza una distinción entre los hombres: “los grandes” y “el pueblo”. Los primeros, son los políticos que buscan imponer su poder sobre los otros. Los miembros del pueblo son los que solo pretenden que exista un límite a esa dominación. Los objetivos del pueblo son más elevados que los de los nobles, y la República es la forma de gobierno que garantiza que ese interés por no ser dominados, encuentre un reaseguro frente a la voracidad de “los grandes”.

Maquiavelo demuestra que todos pertenecemos al mundo de la política, y que si bien existen distintos tipos de hombres, todos son dominadores o dominados en un mundo que es político. El que no es “príncipe” es “pueblo”, y no existe posibilidad de escapar a las relaciones de poder político que fundan las sociedades que conocemos.

República o Monarquía

Las lecturas predominantes, consideran a Maquiavelo un defensor del bien común y un republicano. Visiones opuestas, lo van a catalogar de tiránico.

En su libro “El príncipe”, defiende la monarquía y hasta incluso la tiranía. Sin embargo, en su libro “Discursos” (obra más larga y meditada), Maquiavelo expresa sus verdaderas convicciones republicanas fundadas sobre la admiración del Imperio Romano, como modelo de organización política a recuperar.

Estas contradicciones a primera vista, tendrían una forma de conciliación: el Maquiavelo monárquico corresponde a una problemática en particular (la necesidad de fundar una República y acabar con el estado de guerra), mientras que el republicano expresa la necesidad de un gobierno que atienda los intereses de todos en los períodos de normalidad.

Thomas Hobbes (1588-1679)

Vivió en un período en Gran Bretaña en el cual transcurría una revolución muy violenta. Implicó la caída del monarca y el surgimiento del parlamentarismo.
En este escenario escribe el “leviatán”, que contiene su solución para salir de la anarquía. Buscó estudiar las razones por las cuáles se suceden las revoluciones y la violencia entre los hombres. Si todas las personas detentan el poder y nadie lo centraliza, se está en completa anarquía, que no es favorable porque la vida humana peligra.
En este contexto, Hobbes se plantea qué tipo de monarquía debía ejercerse y de dónde proviene el poder del monarca.
Hobbes plantea un hipotético estado de naturaleza. Este actúa como ficción fundadora que le permite desarrollar el pasaje del estado natural, al de vivir con arreglo a normas de un orden convencional.

El hombre para Hobbes se define por el deseo. Es por eso que podemos afirmar, que su visión antropológica es negativa. En el estado de naturaleza rige el derecho natural, que es la libertad que cada uno tiene de conservar su vida y gozarla acrecentando sus bienes y aumentado su poder. Pero puesto que este derecho lo poseen todos por igual, la única meta del hombre es sobrevivir. La incertidumbre respecto de la propia seguridad y la desconfianza mutua, hace que el estado natural de los hombres sea el de guerra de todos contra todos (“el hombre es un lobo para el hombre”). Por consiguiente, mientras siga rigiendo ese derecho natural de cada uno con respecto a todas las cosas, no puede haber seguridad para nadie. Las razones que llevan al hombre a la revolución descansan en la desconfianza, la competencia y la búsqueda de gloria.
Hobbes reconoce que existen leyes en el estado de naturaleza, pero no explicita cuál es su fuente, porque implicaría reconocer que existe una fuerza superior al leviatán.

Salir de ese estado de naturaleza y superar el derecho natural, puede ser logrado mediante la creación de un pacto o contrato al que todos consienten.

Requiere de la delegación de todos sus derechos individuales. Aunque Hobbes no lo indica explícitamente en su obra, diversos autores han entendido que en dicho contrato el único derecho al que el hombre no renuncia es el derecho a la vida.
Los derechos son cedidos a un monarca que luego serán distribuidos según él considere justo. El goce de los derechos, por ende, es totalmente subjetivo y depende de la hegemonía del monarca. Para Hobbes, la justicia implica dar a cada uno lo que se merece, y el criterio depende pura y exclusivamente del gobernante.
El monarca no puede destruir a sus súbditos, a menos que existan focos de sedición en los que las minorías intenten romper el contrato pactado. La sedición es “la enfermedad” del leviatán.

Sin embargo, el leviatán puede morir debido a su extinción. Si en el conjunto de la sociedad se decide cambiar de paradigma, es el fin del leviatán, porque su creación tiene su fuente en los individuos, y estos volverán a pactar nuevamente.

Locke


La mayor parte del Siglo XVII fue altamente inestable en Inglaterra por las luchas entre el rey y el parlamento, el advenimiento del calvinismo, y la intolerancia religiosa.
Cuando Cromwell muere, su hijo es quien toma el poder. Debido a su debilidad, se abre la restauración monárquica.
El monarca era protestante, pero toleraba otros cultos, por lo que se suscitó un período de relativa estabilidad. En esta época se permitía el parlamentarismo, se buscó anexar Escocia, se recuperan tierras de ultramar y merma la persecución católica. Fue un período muy próspero para Inglaterra.
Pero cuando el rey debe elegir su sucesor, este no tenía herederos, por lo que naturalmente correspondía el trono a su hermano que era católico. Por este motivo, el parlamento quería impedir su acceso a la corona.
El rey desconoció el anhelo del parlamento, y nombró rey a su hermano.
En este escenario se delineaban 2 corrientes parlamentarias: los “tories” (conservadores) y los “whigs” (liberales y progresistas).
Cuando el rey católico asume, debe hacerse cargo de una conspiración en su contra. Los protestantes le ofrecen al trono a María, que era católica, pero estaba casada con Guillermo de Orange (protestante).
Guillermo de Orange entra en Londres, y sin derramar una sola gota de sangre el parlamento lo nombra rey. A esta revolución se la conoce como “gloriosa”.
A partir de la llegada del nuevo monarca, comienza un período muy próspero para Inglaterra: se somete a Holanda y se anexa Escocia, hechos que trajeron poderío y tranquilidad.
Se establece el anglicanismo, pero los católicos podían seguir profesando su culto en el ámbito privado. Además, cuando Orange llega al parlamento establece el “Hábeas Corpus” en el acta de reforma, que estuvo hecho por una mayoría “Whigs”.

Locke escribe sus obras luego de la Rev. Gloriosa inglesa, por lo que sus textos se desarrollan en un período estable y pacífico. Su ideología constituye la base del pensamiento liberal.
La línea de este autor se basa en cómo el Estado impone su poder, y de qué manera se lo limita.

Locke retoma algunos temas de Hobbes, pero les da un tratamiento diferente. También parte de un hipotético estado de naturaleza en el que los hombres viven, anteriores al orden jurídico, civil y estatal.

Funda el estado de naturaleza a partir de individuos iguales y libres, portadores de derechos. Concuerda con Hobbes, en que hay en el hombre una tendencia a obtener el bienestar propio y la conservación de la vida. El principio vital que los hombres persiguen es el placer.

Pero según Locke, esta libertad no es de licencia, ya que aún dentro de ese estado natural existe una limitación: la razón (ley de naturaleza). Según Locke, ninguno puede dañarse a uno mismo y mucho menos la vida, la salud, la libertad y las posesiones del prójimo. Somos todos iguales, y por eso mismo debemos respetar al otro al igual que a uno mismo. Esta diferencia con Hobbes es fundamental.

Existe así una armonía natural entre los hombres, por la cual cada uno, impulsado por su interés particular, colabora con el bien de todos.

Puesto que la razón coincide con la ley natural, las promesas (pactos) entre los hombres en estado de naturaleza tienen fuerza de obligación. Por esta ley natural, el interés en la propia conservación y bienestar se focaliza en el trabajo y no en la agresión.

Surge así el problema de la propiedad. ¿Cómo me apropio de las tierras y de los bienes?

Para Locke, la coerción y la fuerza no es la solución (como lo era para Hobbes). Sino que la única manera de apropiación, es mediante el TRABAJO. La labor del cuerpo y el esfuerzo es lo único que me permite tener acceso a un patrimonio. De esta manera, condena la holgazanería y postula que no solo llevará a una situación de extrema carencia, sino que es pecaminoso.

Sin embargo, existen limitaciones:
1) En tanto yo no pueda trabajar la tierra, no puedo apropiármela. No puedo desear ni obtener más de lo que pueda trabajar y atender.

2) No puedo desperdiciar lo que produzco. Debo producir sólo lo que puedo consumir, está prohibido el derroche.

3) Debo dejar disponible para los demás en igual cantidad y calidad. Es por tanto, según Locke, imposible que ningún hombre se entrometiera en los derechos de otro, o adquiriese propiedad para sí mismo con perjuicio para su vecino, ya que éste siempre tendría sitio suficiente para adquirir posesiones buenas y extensas.

Existe así, para Locke, un Estado de Naturaleza armónico y pacífico, en el que los hombres no buscan perjudicar al prójimo, sino todo lo contrario. Entonces, ¿Cómo surge la necesidad de crear un poder civil?

El fundamento de la necesidad de crear un Estado, surge de la inseguridad respecto de que todos escuchen solamente a su propia razón (a la ley natural). Locke es conciente, que si bien todos somos iguales, hay personas más racionales y menos racionales que otras. De esta manera, las pasiones y los deseos de algunos no logran aplacarse en beneficio del otro.
Y para impedir que todos los hombres atropellen los derechos de los demás, ha sido puesta en sus manos la ejecución de la ley natural; por eso cualquiera tiene el derecho de castigar a los transgresores de esa ley con un castigo que impida que vuelva a cometer dicha injuria, y que sirva de ejemplo para el resto de los individuos.

El problema radica en que esa justicia por mano propia no tiene por qué estar regulada desde la razón. Locke no explicita cuál es el castigo para cada delito, y por ende este poder conferido en el Estado de Naturaleza llevará a los individuos a un estado de guerra. Faltaba una ley aceptada y consensuada por todos que decidiese en la controversias, y era necesario un juez imparcial con autoridad para resolver los conflictos.

De esta forma, nace el Estado. Locke señala que esto se dio en el momento en que cada uno de los miembros del estado de naturaleza deciden renunciar a su poder natural para entregarlo a las manos de la comunidad. Desde esos momentos, la comunidad viene a ser un árbitro que decide, según las normas y las leyes establecidas y aceptadas por todos, impartir su autoridad a todos por igual.
Aquellos que están unidos y tienen establecida una ley común para decidir sus controversias y castigar a los infractores de la ley, formarían una sociedad civil.
Un ESTADO, según Locke, se origina desde el momento en que una comunidad tiene el poder de dictar leyes y de hacer que éstas se cumplan. Por lo tanto, desde el momento en que los hombres del estado de naturaleza renuncian al poder ejecutivo de la ley natural y lo ceden al poder público.
Para Locke, el contrato social tiene 2 momentos, por lo que también se lo conoce como “doble contrato”. Primero, el momento en el que los hombres deciden voluntariamente agruparse para contratar (allí construyen la sociedad civil). Segundo, el momento que efectivamente pactan es el inicio de la sociedad política.
La base del contrato es el pueblo, que se gobierna a través de la ley: es lo único que está por encima de todos y que debe obedecerse.
Cuando, mediante el consentimiento, se forma una comunidad, ésta debería actuar a través de la VOLUNTAD DE LA MAYORÍA. De lo contrario no tendría sentido la existencia de un PACTO pues el hombre seguiría estando en estado de naturaleza al NO seguir los dictados de la mayoría social y continuar actuando según su propio criterio. Todos los que salen del estado de naturaleza han de entender que lo hacen después de entregar a la MAYORÍA COMUNITARIA todo el poder necesario para que la sociedad alcance sus fines.
En Locke, el pacto de asociación que funda la sociedad civil y crea el Estado, supone una transferencia de derechos naturales mínima. El único derecho al que el hombre renuncia, es al de hacer justicia por sí mismo; pero conserva todos los demás. Por ello, en oposición a Hobbes, los derechos no quedan vedados, sino estatalmente sancionados; y ante la ley todos deben someterse ya que es soberana. El derecho a la vida, a la libertad personal y a la propiedad son irrenunciables.
Locke propone la división del poder: el Legislativo crearía las leyes, el Ejecutivo las aplicaría y el Federativo se ocuparía de las relaciones internacionales.
La separación de poderes garantiza la libertad porque delimita la esfera de acción de cada uno de ellos, haciendo que se limiten entre sí: quien hace la ley no debe ejecutarla, porque se vuelve un déspota.
El ejecutivo, asimismo, tiene la “capacidad de prerrogativa” de sancionar leyes de necesidad de urgencia en cuestiones de interés público.

Si el pueblo siente que el Estado no le reconoce sus derechos naturales tiene el derecho a resistirse y cesa la obligación de obediencia. Sin embargo dicho pacto no se disuelve y jamás se vuelve al Estado de Naturaleza.

Rousseau

Rousseau vivió en el período del Absolutismo Monárquico y la Ilustración, época en la que comenzaba a gestarse la ideología que daría lugar a la Rev. Francesa.

Rey = poder supremo.

La nobleza vivía a expensas de favores reales. Estaba exenta de impuestos, pero su significación política había sido aniquilada.

La burguesía y el campesinado (3er sector) cargaban con un sinnúmero de impuestos para solventar los gastos de la corte y las campañas militares. Estaban encargados de realizar todas aquellas tareas que la nobleza rechazaba, y sin embargo no parecía que sus logros y sus talentos iban a darles una mejor posibilidad de vida. Sin embargo, en lo profundo de este estrato social comienza a consumarse un poderoso movimiento ideológico y revolucionario: la Ilustración.
La ilustración es optimista en cuanto a la capacidad de la razón para conducir a la humanidad hacia el progreso. Para ello confía que la educación no sólo anulará las diferencias entre los hombres, sino que conducirá a la perfección de la especie.

Sin embargo, si bien Rousseau apoyó la idea de progreso, no creía que esa perfectibilidad era necesariamente positiva.

Conceptos fundamentales de su teoría política

Rousseau propone un hipotético Estado de Naturaleza, en donde los hombres eran iguales y libres. No eran seres racionales, y sólo se guiaban por necesidades inmediatas. Sin embargo, eran seres benévolos y piadosos con el prójimo, aunque esto no indica que eran sociables. Por lo contrario, el hombre era un ser amoral que simplemente se autoconservaba y autoabastecía, que no hacían daño al prójimo porque lo veían como un igual. Lo que lo diferenciaba de cualquier otro ser, es que el hombre era perfectible (puede transformarse a sí mismo) y que no se guiaba por instintos: si bien no era racional, tenía la capacidad de elegir.

Sin embargo, en cierto momento se dan una serie de accidentes fortuitos, ya que esa perfectibilidad había ido cambiando al hombre: surge el habla, la agricultura, se instala la concepción de familia (institución artificial) y aumentan las necesidades. Estos accidentes fortuitos hicieron que el hombre comenzara a sociabilizarse y dejara de vivir como un ser independiente. Aumentan los conflictos entre ellos y por ende, ese sentimiento de piedad natural se pierde. La armonía se quiebra en tanto surge la división del trabajo, la propiedad, la industria, el comercio. La multiplicación de los deseos y necesidades, la envidia, el egoísmo, el estado de guerra entre los hombres y las diferencias económicas implicaron la degradación de la especie.

El momento culminante de este proceso devino con el surgimiento de la propiedad privada. En tanto un individuo comenzó a delimitar su territorio y los demás lo apoyaron, se rompió la igualdad y el Estado de Naturaleza.

Allí se establece un primer contrato inicuo (desigual), por medio del cual los que habían logrado apropiarse de más y mejores tierras, legitimaron su propiedad ante los ojos de los demás. Los más ricos se enriquecieron, y los más pobres entraron en la miseria.

El hombre comenzó a ser malo, ambicioso y materialista. Surge una sociedad civil similar al estado de naturaleza hobessiano, en donde reinaba el caos y la desconfianza.

Esta situación comenzó a ser insostenible, ya que todos vivían presos de este sistema de guerra y peligro. ¿Cómo recuperar la armonía del Estado Natural liberando al ciudadano de las cadenas impuestas por la sociedad?

El autor propone realizar un nuevo Contrato Social que llevaría a un estado de República. Debía ser aceptado por todos y cada uno de los individuos.

Rousseau postula una alineación total derechos, ya que mediante el pacto, los hombres renuncian a todos sus derechos naturales (incluso la vida).

Sin embargo, todos eran considerados ciudadanos iguales y libres, ya que ellos mismos hacían la ley y a la vez eran súbditos de esa misma ley.

Se reemplazaba aquella libertad natural de desear todo, por una libertad política reflexiva y en función del bien común. Obedecer esa ley es obedecerme a mí mismo, ya que yo participé haciendo esa ley, y por lo tanto soy libre.

Un régimen ideal es aquel en que las voluntades particulares coinciden con la voluntad general. Ser libre es entonces participar de la vida política, puesto que cada ciudadano obedece la ley que él mismo se dio. Para este autor, el cuerpo político tiene como objetivo transformar al individuo, no solamente protegerlo.

Con el principio de voluntad general, nace la soberanía, que es la autoridad suprema del Estado (conformado por el pueblo).

Considera que lo que plantea Locke (la experiencia representativa pluralista), sólo confronta egoísmos particulares donde la soberanía se fragmenta. Según Rousseau, la soberanía no puede ser representada; consiste esencialmente en la voluntad general que no se representa.

Para garantizar dicha participación, Rousseau propone fundar una república democrática a imagen de la democracia clásica ateniense. Dicha sociedad estaría integrada por ciudadanos iguales que deliberan y legislan en asamblea abierta.


 

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