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Sociología Resumen: Max Weber, "Confesión religiosa y estratificación social Y "El “espíritu” del capitalismo" Cátedra: Raffin 2° Cuat. de 2007 Altillo.com

MAX WEBER - Confesión religiosa y estratificación social Y  El “espíritu” del capitalismo.

1.- EL PROBLEMA-

1.- Confesión religiosa y estratificación social.-

- Su apego a un determinado credo religioso no aparece como causa de fenómenos económicos, antes como el resultado de ellos.

- Gran parte de las tierras más ricas del Reich, a las que la naturaleza ha favorecido de preferencia, amén de su privilegiada posición geográfica, tan determinante para la actividad comercial, y cuyo desenvolvimiento fue el mejor logrado en el orden económico, de manera especial en la mayoría de las más ricas poblaciones, se habían convertido al protestantismo en el siglo XVI, pudiendo asegurarse, aún en la actualidad, los benéficos resultados de esa conversión, para los protestantes, en la lucha económica por la vida.

- Como lo toleraron las naciones en extremo ricas, en constante auge económico, significados en las postrimerías del siglo XV. Por el contrario, entre nosotros no cabe imaginar una forma más intolerable de dominio eclesiástico sobre la vida individual, como habría de serlo el calvinismo, en el siglo XVI, tanto en Ginebra como en Escocia y en gran parte de los Países Bajos antes de terminar aquél y en el curso del siguiente, y también en la Nueva Inglaterra y aun en la propia Inglaterra durante parte del siglo XVII, seria para nosotros la forma mas insoportable del control eclesial del individuo que podía haber.

- Ello acontece con mayor frecuencia entre los protestantes que entre los católicos, ya que éstos demuestran una dedicación más tenaz a persistir en el oficio, llegando a merecer la maestría, en tanto que los otros, en mayor número, eligen el trabajo en las fábricas y escalan los cargos altos del proletariado entendido y de la burocracia de la industria.

- Habría que dilucidar la problemática, investigando cuáles son o fueron los elementos de las características confesionales que actuaron o actúan, en parte, en la dirección de referencia el mayor “distanciamiento del mundo” católico, el cariz ascético peculiar de sus más altos ideales, tiene que ejercer su influjo en el espíritu de sus fieles con respecto a un despego ante los bienes terrenales. Tal explicación podría hallarse la coincidencia con el popular esquema que sirve en la actualidad para juzgar las dos confesiones. En cuanto a los protestantes, éstos se valen de dicha concepción para censurar el idealismo ascético, real o supuesto, de la vida del católico, a lo cual éste responde reprobándole el espíritu materialista, que podría tomarse como resultado de la campaña de instrucción laica de toda la compilación vital llevada a término por el mundo protestante.

- El protestantismo francés permaneció por largo tiempo. El sello que se dio a las iglesias calvinistas, de manera general, y, sobre todo, a las “bajo la cruz”, en la época de las luchas por la religión. El protestantismo fue y es uno de los puntos de apoyo más consistentes de la evolución económica y capitalista francesa.

- En los tiempos en que ocurrió la expansión de la Reforma, ni el calvinismo ni ninguna de las demás confesiones religiosas se vinculó a una determinada clase social; sin embargo, es característico, y podríamos decir que un tanto “típico”, que en las iglesias hugonotes, de Francia, por ejemplo, la mayor parte de sus prosélitos estaba formada por monjes e industriales, especialmente en el período de la persecución. Ya los españoles estaban conscientes de que “la herejía” (aplicada al calvinismo) “era benéfica al espíritu comercial”

- La “reformada” parece haber sido beneficiosa tanto en Wuppertal como en otros lugares para el desarrollo del espíritu capitalista.

- El protestantismo de Lutero, Calvino, Knox y Voët, en sus inicios, casi nada tenía en común con lo que ahora se conoce por “progreso”, era diferectamente hostil a aspectos externos de la vida moderna de los que hoy ya ni quisieran prescindir ni siquiera los miembros mas extremistas de las confesiones.

Montesquieu dice que los ingleses son quienes “más han contribuido, entre la totalidad de los pueblos del mundo, con tres elementos de suma importancia: la piedad, el comercio y la libertad”.

2.- El espíritu del capitalismo.-

- Esta es pues la razón por la cual no podemos dar como concluyente la determinación conceptual desde los inicios de la investigación, sino hasta que lleguemos al final de ella. Para mayor claridad, añadiremos que únicamente a lo largo de las discusiones y como evidente consecuencia de ellas, se verá con facilidad la definición más conveniente, para entender lo que denominamos el espíritu del capitalismo.

- Siempre que se trate de fijar un objeto, por la mediación de análisis e interpretación histórica, es imposible definirlo por anticipado; a lo sumo puede intentarse una previa y eventual definición de aquél

-que en este caso que nos ocupa es el “espíritu del capitalismo”-. Tiene que existir un acuerdo en ello para quedar conformes acerca del objeto a investigar. Por tal motivo nos apoyamos en un documento inspirado en dicho “espíritu” en cuyo contenido hallamos con notable nitidez lo que de manera más directa nos interesa, además, está des provisto, venturosamente, de una coherencia directa con la religión.

Considera que el tiempo es dinero.

Considera que el crédito es dinero

Considera que el dinero es fecundo y provechoso. El dinero puede engendrar dinero, los sucesores pueden engendrar aún más y así unos a otros.

Considera que un buen pagador es amo de la bolsa de quien sea. Al que se le conoce como puntual pagador en el plazo convenido, es merecedor en todo momento, del crédito otorgado por aquellos amigos a quienes no les hace falta”.

Cuídate bien de considerar como propio todo aquello que posees y de vivir conforme a esa idea. La mayoría de las personas que gozan de un crédito, con frecuencia se forjan esa ilusión. Para no caer en tal peligro, anota, minuciosamente, tus gastos e ingresos. Si pones atención en esos pormenores, advertirás que los más insignificantes gastos se van convirtiendo en grandes sumas, y te convencerás de cuánto pudiste ahorrar y de lo que aún estás a tiempo de hacerlo en lo sucesivo”.

- Este pasaje es el modelo perfecto a seguir del hombre honorable, merecedor de un crédito y, por encima de todo, la imagen de un compromiso de aquél, ante el atractivo de multiplicar el capital suyo.

- Esta inversión del estado de cosas “natural”, es un motivo conductor del capitalismo con la misma fuerza que es ajena al ser humano no tocado por el hábito del capitalismo.

- El actual sistema económico capitalista es como un cosmos excepcional en el cual el hombre nace y al que, al menos como tal, le es dado a guisa de edificio imposible de reformar, en donde habrá de vivir, imponiéndole las medidas de su conducta económica, en razón que se encuentra envuelto en la componenda de la economía. Cuando el empresario actúa de continuo en contra de estas medidas, se ve excluido, infaliblemente, de la contienda económica, al igual que el trabajador que no se percata o no le es posible avenirse a ellas, terminando por verse lanzado a la calle, obligado a ingresar, como otros tantos, en las compactas filas de los sin trabajo.

- El espíritu del capitalismo ha debido imponerse, en una contienda nada fácil, a un sinfín de poderosos enemigos.

- La ausencia de coscienziosita de los trabajadores de países como Italia es, con certeza, el impedimento más notorio en su desarrollo capitalista, así como, también, del avance económico en genera no hallaremos la diferencia en el grado de intensidad y evolución del “impulso” de adquisición.

- Se daba al mismo tiempo desmedido y consciente deseo de lucro y el leal acatamiento a las reglas tradicionales. Al derrumbarse la tradición y quedar con más o menos libertad la afluencia económica inclusive hacia el interior de las organizaciones sociales, no continuó regularmente afirmándose, ni hubo una valoración ética del novedoso acontecimiento, antes bien fue tolerada en la práctica, habiéndosele calificado con in diferencia en cuanto a la moral o como algo censurable, pero que no se podía evitar, por desgracia, en el ejercicio. Esta era la postura natural de la teoría ética y también la manera como el hombre se conducía en la práctica, en un término medio, en e! precapitalismo de aquel tiempo esta manera de conducirse fue, precisamente, lo que más dificultó en todas partes la lucha psicológica entablada con el propósito que el hombre lograra adaptarse a una supuesta economía ordenada a la manera burgués – capitalista.

- El adversario con el que en primera línea tuvo que luchar el “espíritu” del capitalismo fue el tradicionalismo.

- El moderno empresario suele valerse de diferentes medios técnicos para lograr que

“sus” trabajadores rindan lo más posible, es decir, aumente la intensidad de su trabajo, siendo uno de ellos: el salario a destajo.

- Hemos denominado “tradicionalismo” por “naturaleza”, o sea la aspiración del individuo no es ganar más y más dinero, sino continuar su existencia pura y llanamente como siempre lo hizo, obteniendo sólo 1o necesario para pagar sus gastos. Allí donde el moderno capitalismo procuró acrecentar 1a “productividad” del trabajo individual acelerando su intensidad, más se topó con la persistente oposición de aquel leit motiv precapitalista.

- El capitalismo reclama, ciertamente, la existencia de una población sobreabundante requerida para su desenvolvimiento, a la cual pueda utilizar en calidad de alquilada, por un costo poco estimativo en el mercado laboral.

- El salario bajo en el que se fundamenta el movimiento capitalista acaba por fracasar, seguramente, cuando intenta conseguir productos que requieren un trabajo cualificado (intelectual), o bien el uso de costosas máquinas las cuales, debido a la ineptitud de aquel que las maneja, con facilidad quedan arrumbadas; también, una atención más pertinaz, así como una libre y más firme iniciativa.

- Para un capitalismo que actualmente se encuentra en la cúspide, no hay dificultad alguna para el reclutamiento de sus trabajadores en cualquiera de los países industrializados y, en el interior de cada país, en todos los círculos industriales. Fue en lo pasado cuando en cada caso surgía un problema harto difícil de hacerle frente.15 Todavía en la actualidad, le es necesario contar con un colaborador vigoroso al que, ya le prestó su ayuda en los primeros tiempos de su desenvolvimiento.

- Sombart, en sus investigaciones en torno al nacimiento del capitalismo, distingue, entre otros, a dos grandes leit motiv en los que se ha deslizado la historia económica: la “satisfacción de lo necesario” y el “lucro”, según sea que haya logrado el equilibrio de los gastos personales o el anhelo por la consecución de la riqueza al margen de ellos y la posibilidad de alcanzarlo en el desempeño de la actividad económica encauzada por una vía específica “sistema de la economía de satisfacción de lo necesario”, al que hace referencia Sombart, da la impresión de coincidir, a primera vista, con lo que nosotros llamamos “tradicionalismo económico”.

- Ciertamente, la forma “capitalista” de una economía y el espíritu en que es conducida suelen encontrarse en la relación de “adecuación” pero no en la de una dependencia reciproca “legal”.

- Se trataba de una forma enteramente “capitalista” de organización, si nos fijamos en el carácter puramente mercantilista y comercial del empresario. Venía a ser una economía

“tradicionalista”, considerando el “espíritu” que alentaba a los empresarios

- La afluencia de dinero nuevo no era la causa que provocaba esta revolución, sino que se debía al nuevo espíritu, el “espíritu del capitalismo” que se había filtrado. No puede decirse que la cuestión concerniente a las fuerzas propulsoras de la expansión del moderno capitalismo gire en torno, especialmente, al origen de las disponibilidades monetarias provechosas para la empresa, sino antes bien en torno al desarrollo del espíritu del capitalismo

- Los seres imbuidos del “espíritu capitalista” se muestran anticlericales o, al menos se: sienten in diferentes a las creencias religiosas.

- Entre los empresarios capitalistas, el “tipo ideal”27 encarnado en algunos individuos dignos de ser considera dos, en nada puede compararse con este tipo común o afinado del ricachon despreciable. Uno detesta la ostentación, el lujo superfluo y la satisfacción que pudiera darle su poder: siente aversión hacia las señales externas de la consideración social que se le brinda, debido a que lo hacen sentir incómodo. Su conducta ofrece más pronto signos de un ascetismo.

- Para su persona “nada” le destina a su riqueza; únicamente es dueño del sentimiento irracional de “cumplir llanamente en su profesión”. Pero el hombre precapitalista se plantea esto, concebido precisamente de manera tan increíble y misteriosa, como sucia e indigna.

- En la actualidad tendría explicación este “espíritu” del capitalismo, como consecuencia de la adaptación Esta entrega a la “profesión” con afán de enriquecimiento es necesario al orden económico capitalista: él requiere de esta especie de comportamiento para con los bienes externos, de tal manera afín a dicha estructura, tan íntimamente ligado a las condiciones del éxito en la contienda económica tras la subsistencia, que ya es inconcebible no tomar en cuenta, actualmente, la necesaria conexión entre esa conducta práctica “crematística” y una específica “idea unitaria del mundo”.

- Los espíritus escépticos y anticlericales tenían por costumbre procurarse su seguro para la vida eterna, pues, por lo menos, les asaltaba la duda de lo que puede haber más allá de la muerte y, además, debido a que, conforme la idea más relajada, para alcanzar la dicha imperecedera sólo se requería la sumisión externa al precepto eclesiástico, tambien las naturalezas escepticas o no eclesiales solian ponerse al dia con la iglesia haciendo un pago global.

- Como motivo primordial de la moderna economía ha sido señalado el “racionalismo económico”, y de manera especial por Sombart, con razonamientos acertados y persuasivos. La precisión en ello está condicionada a la comprensión por racionalismo de un incremento tan considerable de la productividad del trabajo, que obligó a éste a brincar los mezquinos límites “orgánicos” trazados por la persona humana en que se encontraba aprisiona do, quedando todo el proceso de la producción sometido a consideraciones científicas. Este proceso de racionalización en el plano de la técnica y la economía tiene un gran predominio en el “ideal de la vida” de la moderna sociedad burguesa.

- Comprensible el desenvolvimiento del “espíritu capitalista” como un caso singular del desarrollo del racionalismo, descifrable debido a la posición de éste frente a los últimos problemas de la vida. Entonces, el protestantismo interesaría únicamente como anticipo de las concesiones racionalistas de la existencia.

- El “racionalismo” es una idea histórica, que incluye un sinfín de contradicciones, y nos es necesario investigar qué espíritu engendró aquella forma concreta del pensamiento y la vida “racional” de la cual procede la idea de “profesión” y la consagración tan abnegada

a la actividad profesional, que sigue siendo por igual uno de los factores peculiares de nuestra civilización capitalista. Nuestro interés reside, precisamente, en este factor irracional que se oculta en aquél y en toda idea de “profesión”.