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Semiología 2° Parcial Cátedra: Romero Prof. Ines Perez Sede Drago 1er Cuat. de 2013 Altillo.com

1) Definir transtextualidad según Genette. Explicar sus distintos tipos y ejemplificar.
2) Analizar en el siguiente texto deíxis, modalidades, subjetivemas y polifonías
Ladrando junto a Marco Polo
El psicoanalista, dramaturgo, director y actor teatral fue distinguido por el Programa de Derechos Humanos de la BN a propósito del “permanente compromiso en la defensa de los derechos humanos y en la lucha por una sociedad basada en la igualdad y la justicia”.

“¡A la pelota, cuánta gente!”, musitaba un joven que había llegado sobre la hora al homenaje a Eduardo “Tato” Pavlovsky en la Biblioteca Nacional (BN), el viernes por la noche. “Ta-to lleno”, bromeaba. Y sí: las 200 butacas del Auditorio Jorge Luis Borges estaban ocupadas, unas 50 personas hacían sentada india en los resquicios de la popular y otras tantas se apretujaban, de pie, en las bocas laterales. “Uno puede fantasear el elogio, pero superaron mi expectativa”, concedería el psicoanalista, dramaturgo, director y actor teatral hacia el final del acto, en el que estuvo secundado por un elenco de lujo: Norman Briski, Ricardo Bartís, Jorge Dubatti, Hernán Kesselman, Ingrid Pelicori y Martín Pavlovsky, que convidó al piano una sonata. Fueron casi dos horas de reflexiones, anécdotas, besos, risas, aplausos y anuncios. Se avisó del estreno de Asuntos pendientes el 12 de julio en el Centro Cultural de la Cooperación (CCC); se informó que, junto a Luis Felipe Noé, Pavlovsky abrirá el Tercer Congreso Internacional Artes en Cruce, el 5 de agosto en la Facultad de Filosofía y Letras (Puán); se celebró la inminente entrega del doctorado honoris causa de la carrera de Artes; y se reveló la próxima salida de su obra teatral completa, en tres tomos, a cargo de la UBA y el CCC.

Tras la proyección de un compendio de actuaciones cinematográficas del agasajado (cerrado con un texto de Horacio González, que lo destaca como “galán” de excepción), Briski abrió las exposiciones de manera francamente intranscriptible. El propio Tato condensaría ese relato –poblado de referencias a obras, maestros y vivencias– en la singularidad que tiene toda “escritura briskiana”.