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Cómo controlar los ataques de ansiedad y stress durante la época de exámenes
Por Ana Prieto

Comer, beber, fumar. No, no nos referimos a una fiesta ni a una cena tranquila, sino a los tres hábitos más típicos que acompañan a las vísperas de un examen.
Parece ser que existe una relación inversamente proporcional entre los días que quedan para la prueba y la cantidad de café, cigarrillos y comida que consumimos. Así, a menor cantidad de días, mayor desmesura. Fumamos como murciélagos, bebemos café como si fuera el último, y nuestro estómago adquiere dimensiones insospechadas. Algunos estudiantes lo padecen todo. Otros no comen y se llenan con café o té. Si sos fumador, fumarás como nunca. Parece imposible de controlar. ¿Por qué?

Causas
La ansiedad es un estado emotivo que surge generalmente frente a una situación imaginaria, anticipando los resultados. Tiene que ver con la incertidumbre frente a lo que puede llegar a ocurrir y que todavía no conocemos. Así, mientras estudiamos, está presente a cada minuto la cara del profesor, imaginamos qué preguntas hará, nos imaginamos contestando bien o mal, imaginamos que nos aplazan, que nos preguntan algo que no sabemos o que por algún motivo hemos olvidado. 
El temor a no aprobar, o al hecho mismo de tener que dar un examen, es la causa, en este caso, del aumento de la ansiedad y el stress, y el afán de descargar de alguna manera el monto de la misma se realiza a través de alguna conducta motora, que a veces pasa por las tendencias orales. Así como cuando eras bebé te chupabas el dedo o eras adicto al chupete, de grande te metés otras cosas a tu boca.
En muchos casos no hemos llevado la materia al día, es decir que no la hemos ido estudiando durante el cursado y los ratos libres. Entonces debemos incorporar todos los conocimientos rápidamente para dar el examen. Esta situación genera una gran carga de nerviosismo y estrés, que disparan el stress y la ansiedad.

Las viejas excusas del ansioso
"Tomo café para mantenerme despierto." "Estudiar me da hambre". "No puedo no fumar".
Mitos. Vamos a ver qué podemos hacer para erradicarlos.

Cambiar de hábitos
El café
Si bebés café para no quedarte dormido intentá estudiar en otros horarios. Si no trabajás, podés aprovechar la mañana en lugar de quedarte hasta altas horas de la noche estudiando. Hay quienes dicen estudiar mejor de noche, pero a la larga se quejan de insomnio y de un terrible dolor de estómago. Si no querés dejar el hábito del café, disminuilo de a poco. Reemplazalo por agua o por alguna bebida que no contenga cafeína. Los jugos de frutas son una buena idea.

El tabaco
Un día normal de estudio sacá la cuenta de cuántos cigarrillos fumaste y tal vez te horrorices al saber el resultado. Es difícil dejar de fumar, todos lo sabemos. Pero no es cierto que "no podés no fumar". Si no estás dispuesto a dejar el hábito, al menos intentá disminuirlo. No fumes durante la mañana: el cuerpo a esa hora necesita reponer vitaminas y fuerzas, y con el tabaco se las quitás. A algunas personas les funciona masticar chicle cada vez que tienen ganas de encender un cigarrillo.

La comida
Sé sincero: no es hambre lo que tenés, sino puras ganas de comer. Intentá lo siguiente: en lugar de atacar la heladera y comer hasta reventar, probá distribuir los alimentos en seis comidas moderadas al día y proponete respetar los horarios de cada una. Si en medio de un texto complejo te dan ganas de comerte un chocolate gigantesco, intentá comer uno pequeño, o mejor, reemplazá todos los alimentos pesados y grasosos por frutas. Es notable, además, que a muchas personas se les quitan las ganas de fumar o tomar café cuando consumen varias frutas al día.

Otros consejos
Los recreos
Es indispensable levantarse de la silla de cuando en cuando y despejar tu mente. Algunos dejan de estudiar 10 minutos cada hora; otros estudian dos horas seguidas y se toman un descanso de media hora. Probá qué tipo de recreo te sienta mejor. No te quedes en la misma habitación, salí a dar una vuelta, charlá con un amigo, tirate a escuchar música. En ese tiempo procurá pensar en cualquier cosa, menos en el examen.

El compañero de estudio
Si conocés a alguien que te cae bien y que tiene tu mismo ritmo de estudio, pueden juntarse a preparar la materia. De a dos es mucho más fácil paliar la ansiedad y los nervios. El diálogo, el intercambio de ideas, las bromas, y, en fin, sentirte acompañado por alguien que está pasando por lo mismo que vos puede ser muy beneficioso para ambos.

Respetá tus tiempos
En ocasiones queremos sacar la materia cuanto antes, pero en un intento por aprender el contenido de diez libros en una semana terminamos agotados física y mentalmente, frustrados, fastidiados, y no damos un buen examen. Si ves que no vas a llegar para el final, rendilo en el próximo turno de exámenes. Lo óptimo es llevar la materia al día, así la preparación para el examen no se convierte en un penoso curso de estudio acelerado. Pero esto no siempre es posible. Entonces fijate metas: "este mes no rindo nada, pero empiezo a preparar tranquilo Historia Contemporánea para el mes próximo." O "Epistemología es muy larga, la voy a rendir dentro de dos meses, pero cada noche voy a leer un poco".

Agradecemos la colaboración de la Doctora Sonia Ema Martí. Mendoza. Argentina.

Ana Prieto

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