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Historia de la Psicología

1° Parcial (domiciliario) Con Respuestas

Cátedra: Rossi

 2º Cuat. de 2007

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CONSIGNA ELEGIDA: Descartes busca la certeza del conocimiento, Hume habla de un conocimiento probable. Ante estas posiciones diferentes frente al conocimiento de las pasiones qué relación puede encontrar usted con las respectivas teorizaciones respecto de las pasiones.


A lo largo de este informe se intentará demostrar la relación existente entre las diferentes posiciones de Descartes y Hume respecto al conocimiento y la manera en que cada uno de ellos conceptualiza y describe a las pasiones.

Descartes tenía la intención de hacer ciencia de un tinte lógico-matemático aplicada a la realidad, para ello utiliza un método deductivo, parte desde lo complejo hacia lo simple, aislando cada uno de sus componentes para entenderlos mejor y luego reagrupándolos teniendo en cuenta sus relaciones. En la primer parte de su libro Discurso del método, Descartes define a la razón como “el poder de bien juzgar y de distinguir lo verdadero de lo falso” (1) y dice que es la cualidad mejor repartida en todo el mundo. Propone un método, el método analítico, que a él le ha servido, para conducir esa razón que cada uno posee, el don que tenemos todos los seres humanos y para lograr encontrar la verdad en las ciencias, para llegar a la verdad. El método sería el camino para llegar a la verdad.
El primer paso de este método es no considerar nada como verdadero si no lo es evidentemente, es decir, dudar de todo aquello que uno no este totalmente seguro, aquello que deje algún lugar a la duda. La duda como método. El segundo paso de dicho método es dividir cada obstáculo en sus componentes y llegar así a entender mejor sus relaciones. Por eso el método cartesiano es llamado el “método analítico”.
El tercer paso consiste en volver a unir los elementos nuevamente, teniendo en cuenta sus conexiones. Y, por último, enumerar revisar todos los pasos para estar seguro de no haber omitido nada.
A través de ese método, de dudar de todo lo que no era evidente, llega a lo que para él constituye el primer principio de la filosofía. Si estaba pensando todo eso, era absolutamente necesario que existiera, que fuese algo, por lo tanto: “Pienso, luego existo”(2)
Considera al conocimiento (cogito) como algo innato que ha sido creado por Dios, incluso lo llama “res cogitans” o sustancia pensante y justamente es Dios el ser perfecto que está puramente constituido por esta sustancia. En contraste con esta sustancia, existe la “res extensa”, la sustancia cuerpo, la sustancia imperfecta. Los seres humanos estaríamos compuestos por ambas sustancias, puesto que somos capaces de pensar, lo que nos hace existir, pero somos imperfectos porque tenemos también cuerpo. Este es el famoso dualismo cartesiano: mente y cuerpo.
Para entender la idea de Dios y de lo innato en Descartes, es necesario añadir algo acerca de su biografía, fue huérfano, criado por jesuitas, de ahí que utiliza una maniobra jesuita, la introspección, el examen interior de la conciencia. Los jesuitas utilizaban esta maniobra para vaciar la conciencia de todo y llenar ese vacío con la experiencia divina. Descartes va utilizar esta técnica, pero para llegar a la verdad, al conocimiento puro.


Hume, quién pertenece al siglo XVIII, alrededor de cien años después de Descartes, tiene una posición totalmente distinta respecto al conocimiento y a la ciencia. Él busca hacer ciencia empírica, fáctica, comprobable mediante la experiencia, intenta hacer ciencia de lo natural. Para ello utiliza un método inductivo, parte desde de lo simple a lo complejo (si bien el paradigma cartesiano ya ha sido instituido y podemos claramente observar la utilización del método analítico e su obra). Por lo tanto, el conocimiento no es una certeza, no es algo innato que esta allí afuera y solo necesitamos un buen método para poder alcanzarlo como decía Descartes, sino que se obtiene mediante la experiencia. El sujeto es una tabula rasa, a través de los sentidos, lo real se inscribe en el sujeto.
La experiencia, sería ese encuentro, esa confrontación con lo real, con un hecho o un objeto. De ese encuentro algo queda grabado en el sujeto: la impresión.
Hume define al conocimiento como algo probable, la probabilidad del conocimiento depende del hábito, de la costumbre a la cuál propone como principio de asociación. Describe a la costumbre como “todo lo que procede de una repetición pasada, sin un nuevo razonamiento o conclusión” (3) y dice que “Cuando nos hallamos acostumbrados a ver dos impresiones enlazadas entre sí, la aparición de la idea de la una despierta inmediatamente en nosotros la idea de la otra.” (4). Hay tres leyes de asociación: de semejanza (se agrupa lo parecido), de contigüidad (se agrupa lo que está próximo) y causa-efecto
Por lo tanto, a raíz de la repetición de la experiencia, a que se reitera la conexión de una cosa con la otra, uno se acostumbra a esa unión y se produce en nosotros la relación causa-efecto. “(…) No conocemos ninguna conexión real entre una cosa y otra. Sólo sabemos que la idea de una cosa está asociada a otra, y que la imaginación realiza una fácil transición entre ellas. (…).”(5).


Toda esta discrepancia respecto a cómo consideran la ciencia y el conocimiento, tiene su correlato en cuanto a la concepción de las pasiones. Para Descartes, lo que es acción de algo a alguien sobre otro, es sentido por ese otro como una pasión, en sentido estricto la pasión es una percepción. Para él las pasiones son lo primero, preparan al cuerpo para la acción. Lo que es acción en el cuerpo y el mundo se inscribe como pasión en el alma. Considera que la única función del alma es pensar y divide a los pensamientos en acciones del alma y pasiones del alma. Las acciones serían todas nuestras voluntades, que son producidas por el alma. Las pasiones estarían compuestas por todos los conocimientos y percepciones que se encuentran en nuestra alma, los cuales son recibidos por ella través de las cosas que son representadas por dichas pasiones. Las pasiones pertenecen al alma pero se originan en el cuerpo. Por eso, para Descartes es necesario entender como funciona el cuerpo para explicar las pasiones. Propone como origen de la pasión a la “juntura” entre el cuerpo y el alma, apelando a una fisiología mecanicista, considerando al cuerpo como una máquina (comparándola con un reloj, por ejemplo), por lo que gran parte de su “Tratado de las Pasiones del Alma” lo dedica a explicar esta conexión, esta unión entre cuerpo y alma. Un aspecto que le había quedado pendiente de explicar en su anterior obra el Discurso del Método, esa unión entre res cogitans y res extensa que se encuentra plasmada en el ser humano.


En cambio, para Hume lo primero es la impresión: “Todas las percepciones de la mente humana se reducen a dos géneros distintos que yo llamo impresiones e ideas. La diferencia entre ellos consiste en los grados de fuerza y vivacidad con que se presentan a nuestro espíritu y se abren camino en nuestro pensamiento y conciencia. A las percepciones que penetran con más fuerza y violencia llamamos impresiones, y comprendemos bajo este nombre a todas nuestras sensaciones, pasiones y emociones tal como hacen su primera aparición en el alma. Por ideas entiendo las imágenes débiles de éstas en el pensamiento y razonamiento (…).”(6) Las ideas serían la copia de las impresiones, la imagen que queda de ellas en nuestra mente. Define a la pasión como una “impresión secundaria o reflexiva”, que surge por la combinación de una impresión y una idea, tiene la fuerza y vivacidad de la primera y esta fuerza depende de la intensidad de la conexión.


También, es interesante la diferencia respecto al lugar que ocupa la razón con respecto a la pasión. Para Descartes, la razón, la cordura es el único remedio para manejar las pasiones, par refrenarlas. En cambio en Hume, la razón aparece como la pasión debilitada, con menor fuerza y vivacidad. “Parece evidente que la razón en un sentido estricto, significando el discernimiento de la verdad y la falsedad, no puede nunca por sí misma ser un motivo para la voluntad, y no puede tener influencia alguna sino en cuanto que afecte a alguna pasión o afección. Las relaciones abstractas de ideas son objeto de curiosidad, no de una volición. Y las cuestiones de hecho, como no son ni buenas ni malas, ni provocan deseo ni aversión, son totalmente indiferentes y, ya sean conocidas o desconocidas, ya aprehendidas errónea o correctamente, no pueden ser consideradas como motivo para la acción.
Lo que comúnmente, en un sentido popular, es llamado razón y se recomienda tanto en los discursos morales no es sino una pasión general y apacible, la cual adopta una visión distante y comprehensiva de su objeto, e impulsa a la voluntad sin provocar ninguna emoción perceptible. (…).” (7).
Este fragmento tiene una estrecha relación y hace una evidente referencia a la obra y teorización de Descartes, ya sea a la definición que realiza de la razón en la primer parte del Discurso de l método, como a la recomendación que hace Descartes respecto al lugar que ocupa la razón como controlador de las pasiones en el Tratado de las Pasiones del Alma, e incluso evoca la concepción acerca de la función u objetivo de la pasión como preparativo para la acción. En Disertación de las pasiones, Hume dice que la fortaleza de ánimo no es más que el predominio de las pasiones apacibles (razón) por sobre las pasiones violentas, por lo que está fortaleza de ánimo, este predominio de las pasiones apacibles sería equivalente a lo que en Descartes permite controlar las pasiones, o sea la cordura.
Además Hume agrega, en restricción al poder que para Descartes tiene la razón sobre las pasiones: “La noción de deber, cuando se opone a las pasiones, no siempre es capaz de vencerlas, y cuando no logra conseguir ese efecto, sirve más bien para intensificarlas e irritarlas, al producir una oposición en nuestros motivos y principios(…) Los esfuerzos que hace la mente para superar el obstáculo excitan los espíritus y avivan la pasión” (8). De esto se sigue que a veces ese intento de utilizar la razón para no dejarse llevar por las pasiones, para no actuar por impulso, lo que para Descartes permitiría recibir los máximos goces de las pasiones ya que evitará su mal uso so exceso, según Hume, puede provocar un efecto contrario y en lugar de controlarla o reducirla, avivar la pasión, incrementar su intensidad, fuerza y vivacidad.


En otro aspecto en el que difieren estos dos autores es respecto a los sentidos, para Descartes, los sentidos nos engañan, no podemos confiar en ellos, en cambio Hume, dice que es a través de ellos como tomamos contacto con la realidad y nos permite de esa manera acceder al conocimiento.
En resumen, Para Descartes el conocimiento es innato, está allí afuera y solo hay que buscar la verdad, el conocimiento verdadero, el cógito. Todos los seres humanos tenemos la capacidad de pensar, de acceder a ese conocimiento, somos res cogitans, pero también somos res extensa porque tenemos un cuerpo, por eso somos imperfectos. Las pasiones para descartes serían el conocimiento que nuestra alma a recibe del mundo externo o del cuerpo, de la res extensa. Por eso, las pasiones son el punto de encuentro de alma y cuerpo, de lo perfecto y lo imperfecto, serían el conocimiento que proviene de lo imperfecto. Por eso, apela a la razón, a la cordura, el Don de distinguir lo verdadero de lo falso, esa capacidad que corresponde a la sustancia perfecta como remedio para controlar las pasiones
Para Hume, en cambio, el conocimiento es probable, no es innato, es algo que se adquiere por la experiencia, por la costumbre de asociar una idea con otra. La pasión es algo secundario, producto de la unión de impresiones e ideas, también es un efecto de la costumbre, del hábito y de la experiencia. No apela al cuerpo en su teorización, no hay un dualismo mente cuerpo en él, la pasión sólo se relaciona con el impacto de la impresión y con la fuerza de la conexión. En oposición a Descartes, la razón es una pasión atenuada, debilitada, que muchas veces en lugar de controlar las pasiones, las aumenta por la oposición de ideas que genera.




CONCLUSIÓN

De este modo, las relaciones encontradas entre las diferentes posiciones de ambos autores frente al conocimiento y sus respectivas teorizaciones de las pasiones son las siguientes: Para Descartes, las pasiones serían como un “conocimiento imperfecto”, el conocimiento puro, verdadero, es el conocimiento científico, innato, que fue puesto allí por Dios, el Ser Perfecto y al que podemos acceder a partir de conducir bien nuestra razón. En cambio para Hume, conocimiento y pasión son ambos un efecto del contacto con lo real, con la experiencia, son ambos efectos de la impresión que aquel encuentro deja en el ser humano y la diferencia entre ambos es la intensidad, la razón es una pasión atenuada.





REFERENCIAS
(1) Descartes, René. “Discurso del método”. Primera Parte. Centro Editor de Cultura. 2006. Pág. 47.
(2) Descartes, René. “Discurso del método”. Cuarta Parte. Centro Editor de Cultura. 2006. Pág. 80.
(3) Hume, David. “Tratado de la naturaleza humana” Libro I: Del entendimiento. Parte III. Sección VIII: De las causas de la creencia. Libros en la red. Edición electrónica; Diputación de Albacete; Servicio de publicaciones; Gabinete Técnico. http://www.dipualba.es/publicaciones.2001. Pág. 89. Párrafo 4.
(4) Ídem.
(5) Hume, David. “Disertación sobre las pasiones y otros ensayos morales”.Una disertación sobre las pasiones. Sección IV. España, Editorial del hombre, Ministerio de Educación y ciencia, 1990. Pág. 137. Párrafo 1.
(6) Hume, David. “Tratado de la naturaleza humana”. Libro 1: Del entendimiento. Parte 1. Sección I. Libros en la red. Edición electrónica; Diputación de Albacete; Servicio de publicaciones; Gabinete Técnico. http://www.dipualba.es/publicaciones.2001. Pág. 20.
(7) Hume, David. “Disertación sobre las pasiones y otros ensayos morales”.Una disertación sobre las pasiones. Sección V. España, Editorial del hombre, Ministerio de Educación y ciencia, 1990. Pág. 139. Párrafo 1 y 2.
(8) Hume, David. “Disertación sobre las pasiones y otros ensayos morales”.Una disertación sobre las pasiones. Sección V. España, Editorial del hombre, Ministerio de Educación y ciencia, 1990. Pág. 147. Párrafo 2.


BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
· Descartes, René. “Discurso del método”. Centro Editor de Cultura. 2006.
· Descartes, René. “Tratado de las pasiones del alma”. Barcelona. Editorial Planeta. 1994.
· Hume, David. “Tratado de la naturaleza humana”. Libros en la red. Edición electrónica; Diputación de Albacete; Servicio de publicaciones; Gabinete Técnico. http://www.dipualba.es/publicaciones.
· Hume D. (1757) Disertación sobre las pasiones y otros ensayos morales. “Una disertación sobre las pasiones” Sección I a V. España, Editorial del hombre, Ministerio de Educación y ciencia, 1990.
· Clases teóricas Nº 3, 4 y 5. Historia de la Psicología, Cátedra II, Facultad de Psicología, UBA. 2004